Nosotros y yo
Sinopsis de la película
Un retrato de las vidas de un grupo de adolescentes que recorren el mismo camino en autobús a través del Bronx y cómo evolucionan sus relaciones durante el último día de colegio. Tras una misteriosa ausencia de tres meses, Teresa vuelve a la ruta. Tiene un semi-novio que aplacar, compañeros con los que reiniciar relaciones y un lugar que recuperar en el fondo del autobús.
Detalles de la película
- Titulo Original: The We and the I
- Año: 2012
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
6.4
46 valoraciones en total
Tuve la suerte de ver esta película con la única referencia de ser de Gondry, sin ni siquiera saber el argumento. Pero bueno, con los gratificantes antecedentes de este director (la tan mal traducida Olvídate de mí que aún me produce sensaciones en el estómago cuando pienso en ella, la desternillante Rebobine por favor, pasando por La ciencia del sueño o la, en mi opinión más floja, Human Nature) algo bueno me esperaba.
La sinopsis de filmaffinity ya explica suficiente, así que no me entretendré en ella. El inicio ya es magistral: vemos un autobús-radiocasette en miniatura viajando por las calles del Bronx, con musicón de hip-hop acompañando a los títulos de crédito, la música acompañará el resto del metraje de forma protagonista, como no podía ser de otra manera tratándose del director de videoclips de Bjork, Massive Attack o Chemical Brothers, entre otros.
Y el relato, se trata en definitiva de una radiografía de la adolescencia de hoy en día, centrada en este caso en el contexto estadounidense y en alumnos de un instituto del Bronx, la mayoría por no decir todos de origen multirracial (apenas salen dos blancos en toda la película, y no son protagonistas). Pero las relaciones entre ellos se podrían trasladar a cualquier adolescente de otro ámbito cultural: las chicas guays que manejan los hilos (en este caso una de ellas organiza una fiesta de cumpleaños y decide a quién invitar y a quién no), los chicos guays que se dedican a meterse con todo el mundo sin importarles nada hacer daño a los demás, el chico tímido que recibe de todos, los alternativos que tienen un grupo de música, la fea, el feo, la pareja de gais en crisis…). Con la omnipresencia de los móviles inteligentes, con el envío masivo de fotos/videos y el cotilleo como objetivo, vemos el atisbo del mobbing infantil y adolescente del que desgraciadamente tenemos a veces alguna trágica noticia.
Conforme discurre este largo viaje en autobús vemos cómo van evolucionando los personajes, cómo el que veíamos chulo tiene su parte tierna, cómo el tímido es en realidad intelectual, cómo la chica más guay de la escuela puede que esté más sola que nadie… Se nos ha pasado el viaje en un santiamén, el autobús llega al final de linea, casi todos los pasajeros han bajado ya, y se nos obsequia con un desenlace lleno de moraleja, en el que nada ni nadie es lo que parece.
En definitiva,una pequeña joya que, sin ser la mejor película de Gondry, nos vuelve a sorprender por su originalidad.
El ganador de un Oscar por Mejor guión original con ¡Olvídate de mí! Michel Gondry dirige este pseudodocumental sobre la adolescencia, o, mejor dicho, sobre el adolescente. El último día de clase de un instituto se convierte en la única trama que se desarrolla en la película, en una primera capa sólo son adolescentes de regreso a sus casas el último día de clase, con todo un verano por delante. Si rascas un poco más, aparecen las duras y forzadas relaciones entre hormona y hormona, gamberros y pringados, empollones y líderes, en definitiva, Gondry les hace vomitar todo lo bueno y todo lo horroroso de tener esa edad.
Y es vomitar, sí. Porque no hay ninguna delicadeza ni decoro en las actuaciones de ninguno, ni siquiera del equipo de fotografía o de guión. Es una película-documental basta, llana, con actuaciones que se dan día a día en todos los autobuses escolares del planeta y que bien podrías ver más tarde cuando cojas cualquier transporte público. Suponiendo que Gondry sea consciente de ello, sólo queda pensar que lo único que busca del espectador es que analice y reflexione sobre los comportamientos de su adolescencia, porque plasmar la incertidumbre social de ese momento es algo que hace fantásticamente el director francés.
Quizá sobrecargada de realismo y ausente de trama narrativa alguna, podría denominarse más bien como aquel experimento de diseccionar ranas del colegio: hay cierta curiosidad pero da un poco de miedo ver tan directamente lo que hay dentro.
Nosotros y yo es una atípica película sobre los conflictos de la adolescencia ambientada en el último día de clase de un instituto del Bronx. Varios de ellos coinciden durante el viaje que les lleva de vuelta a casa, mientras sus historias personales se van entretejiendo en una trama desarrollada por completo en el espacio de un autobús.
Michel Gondry, director de la excepcional ¡Olvídate de mí! , se ha formado como realizador de vídeos musicales y spots publicitarios, y siempre se ha visto interesado en abrir nuevas vías de lenguaje visual y montaje narrativo a través de sus obras. Su trabajo en esta cinta vuelve a incidir en ello, dando como resultado una obra de estética muy distintiva que le permite dar una sensación de continuidad narrativa a un argumento de historias inconexas que saltan una detrás de la otra, formando un denominador común en el que a través de su estilo recargado explora las interrelaciones entre los grupos de adolescentes, sus circunstancias personales y sus distintas formas de ser y comportarse ante los demás a lo largo del trayecto. Es muy notable, por ejemplo, su intención de representar la relación de sus personajes con las nuevas tecnologías a través de un vídeo viral en el que uno de sus compañeros de clase es objeto de una broma, y que Gondry rescata en varios puntos de la trama.
Y lo que visualmente demuestra estar planeado hasta el mínimo detalle, en el enfoque narrativo elige un tono en su mayor parte aséptico, casi documental, en el que los personajes se desnudan emocionalmente ante una cámara que les muestra tal cual, sin reproches, consideraciones morales o miradas compasivas. Si bien este objetivo no se logra al cien por cien, ya que su director muestra una cierta tendencia casi inevitable a dar énfasis a unos puntos de vista en perjuicio de otros, sí es lo suficientemente consistente como para hacer de esta película una experiencia inusual en este tipo de cine y muy efectiva para el nivel de realismo que persigue.
Este propósito naturalista y al mismo tiempo de enfoque múltiple puede verse como un arma de doble filo en la que la irregularidad está presente casi como premisa, cayendo inevitablemente en la mezcla de historias y personajes que se desarrollan con una intensidad variable, por lo que la respuesta emocional también lo es. Sin embargo, la cinta se sobrepone a gran parte de estos problemas repartiendo el peso de los personajes de una forma relativamente equitativa, y apoyándose en unas actuaciones que en ningún momento chirrían o dejan de perder el contacto con una realidad reconocible. La habilidad de su ejecución y efectividad de sus interpretaciones son las grandes cualidades que definen la experiencia de Nosotros y yo, y determinan su valor añadido respecto a otras películas del subgénero.
El director francés es uno de los más reconocidos dentro del cine independiente actual, en esta propuesta lo demuestra al hacer una película transgresora e interesante con poco presupuesto y actores no profesionales.
La película me recuerda a la clásica El rolls-royce amarillo, en aquel caso en el interior de un coche y en este caso de un autobús, pero la calidad de la película de Gondry es superior pese a que en la película de Asquith contaba con los mejores intérpretes de la época.
La película parece a priori sencilla, porque se desarrolla casi en su totalidad en el interior de un autobús que recorre el barrio neoyorkino del Bronx, pero la variedad de información es muy compleja con esas historias vividas por esos jovenes y sus inquietudes. La primera hora de la película tiene un ritmo verbal muy alto, los diálogos son difíciles de seguir y más en v.o.s, pero te saca más de una sonrisa con esos jóvenes tan sinceros y en algún caso tan incomprendidos. Esos diálogos acerca de sus relaciones, sus fiestas, la amistad y lo que van a hacer durante las vacaciones de verano tienen mucho ingenio basados en un muy buen guión y siempre sin necesidad de usar palabras malsonantes o imágenes y palabras escatológicas. La sorpresa viene en mi opinión en la media hora final, cuando la película da un giro sorprendente respecto al tono empleado hasta ese momento.
El principal problema es que esos diálogos son difíciles de seguir y los veo como una sucesión de cosas sueltas, que realmente no forman un argumento estable.
La fotografía es muy buena en donde vemos imágenes de fuera del autobús de las calles del Bronx, imágenes del interior del autobús y sus diferentes pasajeros, imágenes de la gente del interior y al mismo tiempo lo que pasa fuera de ese autobús en movimiento.