Noche de vino tinto
Sinopsis de la película
Un chico y una chica, ambos deprimidos por problemas sentimentales, se encuentran en un bar. Pese a no conocerse de nada, inician un recorrido por las tascas de la ciudad, por las cuales el muchacho pasó tantas horas en compañía de su ex-novia. A medida que va avanzando la noche, ambos van conociéndose mejor, tanto uno al otro como a sí mismos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Noche de vino tinto
- Año: 1966
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
6.2
71 valoraciones en total
Esa frase, que dice él, suena bien y a la vez no significa nada. Y resume la película, que es interesante para conocer mejor a un casi desconocido Nunes, que estuvo mucho mejor en Mañana…
Una vez más de noche y en Barcelona. Pero hay diferencias: allí se contaban historias. Aquí hay una sola historia, alargada en medio de un torrente de palabras, todo muy literario, pero a la vez muy cansino.
La influencia de la nouvelle vague es clara, pero de la nouvelle vague más hermética y pesada, nada que ver, por ejemplo, con Truffaut o con algunas de Chabrol.
Serena Vergano, con su profunda mirada, aguanta bien el metraje que, para lo que cuenta, resulta largo. Irazoqui, Jesús en la película de Pasolini, tiene el papel más desairado, porque no se cansa de hablar.Esto supone que, junto a observaciones interesantes, hay algunas trivialidades intelectualoides.
Mucho de planos picados, innumerables primeros planos y una colección de flashback para poder alargar una historía en sí bastante insulsa.
En conjunto, un testimonio interesante de la falta de naturalidad y del aborrecimiento de la sencillez.
No es difícil imaginar los problemas que se tenían en el año de la realización de la película para pasar por encima de los funcionarios de Madrid que decidían qué estaba bien y qué estaba mal, cualquiera que fuera el género de cualquier película, incluso para un guión como Noche de vino y tinto , muy alejado de la modorra del cine español de la época habituado a ver al torero de turno, al cantante, folklore por aquí, folklore por allá, sevillanas, niños estrella, curas y guardia civil que piden las cosas por favor.
Me lío, como la película, que soy incapaz de suspender pese a que rezuma tanta nouvelle vague que bien mirado parece increíble que surgiera una idea así de una mente en el otro lado de la frontera. Una rareza tan radical como hacer hoy una película de menos de noventa minutos sin efectos especiales y sin que la cámara tiemble. Noche de vino tinto llegó a Madrid y dijeron no, sea como sea, en la red está la información, tal vez por catalanofobia, tal vez porque no salen curas enrollados. El caso es que en lugar de Nuria Espert contaron Serena Vergano, eso para bien, pero quien siguió siendo el protagonista fue Irazoqui, para horror nuestro, antes y ahora, cuyo unicejo se clava en nuestras pupilas de tal desagradable manera que es imposible decir no mil veces, no, este tío no.
Por lo que sea, llegar aquí no es fácil, fue cine de vanguardia y experimental en su momento y hoy es una anécdota, poesía en movimiento, constantes conversaciones que parecen forzadísimas, antinaturales, en unos barrios en los que nada tiene que ver lo que les rodea con ellos mismos, lo que dicen y cómo lo dicen. Aquellos no eran barrios para niñatos. Con esfuerzo, todo entra, incluso Noche de vino tinto , aunque no es una melopea para recordar.
Pasarán años y años y nadie caerá por aquí…
Nunes comienza la presentación diciendo que Noche de vino tinto es una carta que él escribe a un posible remitente. Esta en tu mano que tú puedas o no quieras recibir dicha correspondencia.
Nada más empezar la película, no queda ninguna duda de que estamos asistiendo a todo un ejercicio de experimentación. Nunes bebe directamente de las fuentes de la Nouvelle Vague y construye una película a tiempo real sobre una noche donde los vasos se llenan de vino tinto para olvidar la pérdida de la persona amada. Casi sin elipsis, casi sin medios, Nunes conduce la película por cauces nada convencionales. No existe estética en Noche de vino tinto porque no existe casi ni película. Ahora entiendo la carta que Nunes pretende enviar. Cada uno de nosotros hemos tenido una (o varias) noche de vino tinto, deambulando sin interés, casi muertos o muertos del todo, fríos y herméticos. Son las noches donde sale el poeta, donde nada es convencional.
Como ciertas películas fuera de norma, como aquellos proyectos excéntricos o buscadores de cánones cinematográficos completamente distintos, esta película entusiasmará y horrorizará a partes iguales. No hay que buscar hermosos encuadres, ni una fotografía clara, grandes planos o un excelente guión. Es Nouvelle Vague español, y lo que ello implica. Su riesgo y sus torpezas.
Lo más llamativo de Noche de vino tinto es su excelente montaje que dota a toda la historia de una continuidad muy palpable. Y la mirada de Serena Vergano que es intensa y sacrificada.
Me molesta en exceso cuando su protagonista masculino se vuelve pomposo, poetizando sobre el universo y el tiempo. Y no me entusiasma ese doble cauce narrativo que emplea Nunes: los flashbacks con sus exparejas (y fotografía saturada) que van entrecruzándose junto a la historia en tiempo real. Pero Nunes sabe cerrar la historia, cuando el sol entorpece las sombras de la calle y ya nada, ni esa noche de vino tinto, parece tan real.
Se trata de una película minoritaria que a causa de sus características esenciales sólo podrá ser soportada sin aburrirse por un reducido círculo de espectadores. El planteamiento de una historia intimista con la noche y una joven pareja como protagonistas era prometedor pero ese planteamiento se pierde en medio de unos diálogos con poco sentido, unos experimentos visuales molestos y un escaso sentido del ritmo cinematográfico que hacen que la película vaya perdiendo fuerza progresivamente. Además es una película fría y distante. Tiene los defectos de la denominada Escuela de Barcelona pero no es de las peores muestras de dicho movimiento ya que es una de las tres obras en las que se pueden encontrar algunos valores del curioso movimiento artístico. Las otras dos obras de la Escuela de Barcelona que presentaban algún interés son Fata Morgana y Dante no es únicamente severo las cuales junto con esta Noche de vino tinto representan aquellas obras que juntan los defectos con las virtudes derivadas de unos planteamientos a contracorriente de lo que el cine español filmado durante el franquismo solia plantear para atraer al espectador. Nunes fue capaz de hacer el cine que quería en unas circunstancias no muy favorables a pesar de que en pleno franquismo no escasearon los experimentos raros como este en el cine español. En Noche de vino tinto se observa una iluminación pretenciosa y una atmósfera irregular con la que no se aprovecha del todo el interés estético que en principio podía tener la idea argumental. Claramente no deja un buen sabor de boca aunque tenga algún momento sugestivo pero lo dicho es de lo más soportable que ofreció la Escuela de Barcelona y representa una película extraña y curiosa.