No estoy hecho para ser amado
Sinopsis de la película
Jean-Claude Delsart, agente judicial de 50 años, está resignado desde hace mucho tiempo a una vida sin alicientes. Hasta que un día decide aprender a bailar el tango en una academia situada frente a su despacho.
Detalles de la película
- Titulo Original: Je ne suis pas là pour être aimé
- Año: 2005
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
6.6
78 valoraciones en total
Él. Agente judicial. 50 años. Solo. Muy solo. Pero sin acritud.
Ella. Educadora infantil. Treinta y tantos. A punto de casarse. Sola. Pero menos sola.
Por motivos muy diferentes ambos acuden a clases de tango. Él, para llevar una vida más saludable, y porque le atrae aquello del tango en una fría ciudad francesa. Ella, desea abrir el baile nupcial con un tango y quiere estar lista.
A partir de aquí, os invito a ver una magnífica película de amor sencilla entre dos antihéroes del cine de este género. Y todo, aderezado con un elenco de personajes secundarios que pululan alrededor de ellos. El padre de él, anciano agrio incapaz de admitir el afecto que siente por su hijo. La madre de ella, obsesionada por el rito marital a la vieja usanza. El hijo de él, incapaz de admitir que no quiere seguir los pasos de su padre y que no osa comunicárselo. El novio de ella, angustiado por no ser capaz de desarrollar su novela. La hermana de ella, mujer realista que ha dejado de soñar. El admirador de ella, alumno de las clases de tango. Y tango, mucho tango
De una hermosura sentimental hecha con gran economía de recursos, diálogos escasos y coloquiales, y una fuerza intensa en las emociones no declaradas, las más poderosas, las que rehúyen la mirada, las que escapan a toda caricia.
Basada fundamentalmente en aquello que no se dice, desarrolla la historia a través de actores de excepcional calidad, en sus miradas y sus gestos ínfimos deposita el guionista y director un material diseñado en torno a unos tangos de brillante creatividad.
El baile de salón como centro neurálgico donde el abrazo recompone vidas desoladas, punto de partida y reunión feliz de emociones que se creían perdidas. El tango, con su profundidad, su sensualidad exquisita o su sexualidad exuberante facilita el camino de esta creación poética tan rica, que recuerda en muchos aspectos la que realizara en México María Novaro (Danzón): otro poema elaborado en función de los pequeños detalles en torno a la soledad y sus desencuentros amorosos, y el baile como un protagonista ejemplar para desarticular todo prejuicio, todo lugar común y romper barreras generacionales entre dos seres solitarios.
Ambas películas trasuntan la tristeza con austeridad monacal que, sin embargo, se apuntala con eficaz sentido del humor y encantador viaje hacia un encuentro definitivo con el corazón del drama y la comedia.
México en 1991, Francia en 2004 y el ya universal tango rioplatense en una danza incesante y voluptuosa que ansía quedarse para siempre.
Rutina, lenitivo impulso con el que afrontar una angustiosa certeza, quebradizo consuelo del que no sabe encarar los reveses de la vida, embaucador refugio en el que cobijarse cuando el día a día contunde con furibunda fuerza, fallida estrategia con la que resistir los avatares de una asfixiante existencia.
Rutina, aislado islote en el que reposar cuando el barco naufraga en alta mar, débil muralla en la que ampararse cuando el enemigo ataca nuestro descanso aprovechando la oscuridad de la noche, impostada resistencia con la que oponer fuerza a todo lo novedoso, paliativa vacuna que inmuniza cuando el virus de lo desconocido invade nuestro reconfortante descanso.
Rutina, abierto cercado en el que el encerrar un miedo que nos paraliza, inestable tabique en que asentar nuestro reposo cuando el riesgo amenaza nuestro esforzado equilibrio, particular parapeto en el que guarnecerse del desasosiego que nos reconcome, ostentosa arma con la que defender todos nuestros frecuentes e innumerables desvelos.
Rutina, amiga imaginaria con la que compartir todas muestras desgracias, dulce pretexto por el cual ocultar la auténtica desazón del corazón, sibilino subterfugio con el afrontar con garantías el pánico a lo desconocido.
Rutina, perfecta coartada con la que reprimir nuestro natural recelo ante un acontecer extraño, indeleble disculpa en la que disimular el rechazo ante una figura que nos turba, frágil escudo en el que abrigar nuestro destructivo temor a la contingencia, teatral excusa con la que explicar la existencia de una inmensidad de terreno inexplorado.
Rutina, infiel esposa que nos acompaña cuando ceden todos nuestros resortes, ilusorio compañero que nos auxilia cuando nuestra confianza tambalea, traidor consejero que nos habla al oído cuando regresa el momento de adoptar, sin saber con que aliento, costosísimas decisiones.
Rutina, ruin y traidora rutina, perfecta metáfora de lo que se han convertido nuestras vacías vidas.
Este segundo largo del francés Stephane Brizé viene avalado por el Premio del Círculo de Escritores Cinematógráficos a la Mejor Película en el Festival de San Sebastián 2005. Sin embargo, más significativo que el premio otorgado me parecen las nominaciones a los premios Cesar en 2005, al mejor actor (Patrick Chesnais), mejor actriz (Anne Cosigny) y mejor actor secundario (Georges Wilsen). Y digo esto, porque las interpretaciones son piezas esenciales para el éxito de esta cinta.
Brizé nos cuenta de manera íntima y pausada una historia de carencias emocionales. Una incapacidad manifiesta de expresar los sentimientos que convierten la existencia en una prisión desolada donde los sentimientos y deseos reprimidos y la abierta imposibilidad de expresarlos luchan en una batalla sórdida, profunda y corrosiva. Una pulsión interior muy sentida pero que se corrompe en un ejercicio de onanismo emocional.
Como contrapunto a la frustración del personaje principal, Anne Cosigny en una interpretación sensacional en la que prácticamente no precisa de palabras para transmitir, nos presenta una mujer que no quiere encadenar sus sentimientos y se debate entre lo correcto socialmente y las exigencias de su corazón.
En el encuentro de estos dos perfiles tan diferentes surgirán silencios relevadores y turbadores enhebrados en una música tan sensual, tan intrigante, tan cómplice, tan arrebatadora como el tango.
Es difícil que alguien que es incapaz de quererse a sí mismo pueda ser querido por otro. Pero cuando esto sucede, un producto cataclismo se produce en el interior del ser amado y le conmina a replantearse su forma de mirar al mundo.
En esta parte de la historia, fuera el personaje de su medio natural, que no es otro que la sombra más oscura de la propia desesperanza, llegan a producirse situaciones tan chocantes que provocan si no la carcajada sí la sonrisa puntual, a semejanza de esos primeros tropezones del niño que abandona la presunta seguridad constrictiva de su taca-taca.
En definitiva, una película austera, melancólica, bien construida, en la línea del cine francés de los últimos tiempos, con muy buenas interpretaciones y que si bien no aborda temas nuevos, si lo hace de manera novedosa en el tratamiento por ejemplo de la banda sonora, donde lejos de los estereotipos que han marcado el tango, hace una utilización tan correcta como rentable.
Película que podría haberse aventurado sin mayor riesgo en la experimentación prescindiendo de los diálogos, ya que la recreación del ambiente y las situaciones, así como el diálogo de miradas y gestos se sobran y se bastan para tal menester.
Película pequeña, sencilla en su forma aunque apreciable por su sutilidad, su cercanía y, sobre todo, por el buen hacer interpretativo de su pareja protagonista. El inusual tono agridulce que esta comedia romántica adopta nos acerca al hastío y a la soledad de Jean-Claude y Rose. Él, un gris y cínico agente judicial, ella, una profesional de la pedagogía que, pese a vivir en pareja y estar a punto de casarse, se siente sola y vacía, entre ambos, una historia de amor que aporta un hálito de esperanza entre tanta mediocridad. El resto de personajes, parientes y conocidos de los dos enamorados, harán el resto, pues su humanidad y familiaridad llegarán a emocionarnos con adecuada contención. Una verdadera delicia que paso desapercibida por nuestras carteleras.