Ninotchka
Sinopsis de la película
Los camaradas Iranoff, Buljanoff y Kopalski han sido enviados a París para obtener dinero para el Gobierno ruso mediante la venta de las joyas confiscadas a la gran duquesa Swana, que vive en la capital francesa. Los tres camaradas se instalan en un hotel de lujo mientras los tribunales franceses deciden quién es el verdadero propietario de las joyas. El Gobierno ruso envía a Nina Ninotchka Ivanovna Yakushova a arreglar las cosas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ninotchka
- Año: 1939
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
8
56 valoraciones en total
Para mucha gente que conozco Ninotchka es la mejor película de la diva Greta Garbo, no hace falta decir que no comparto en absoluto esa afirmación, pero sí que al tratarse de una comedia romántica simpática y encima de su última etapa sea más conocida que otras que tiene bastante mejores. En todo caso sí fue su última gran película antes que decidiese recluirse en un apartamento de Nueva York y retirarse del mundo con 36 años.
La película tiene dos propósitosy objetivos muy distintos, el primero es banal, por un lado está la historia de amor, magnífica, con unos diálogos a la altura de Billy Wilder, su guionista, con unas actuaciones memorables, fantásticos la Garbo y sobre todo un espectacular Melvyn Douglas y una dirección de Ernst Lubitsch que destila clase, modernidad y estilo por los cuatrocostados. Sí, hasta ahí perfecto. Pero luego está la parte menos afortunada, toda la carga ideológica que pretende ofrecer Ninotchka y que me molesta especialmente, no ya por su fondo (hay que estar un poco loco para defender a la URSS de Stalin de los años 30) sino por sus formas de embaucar a unos ingenuos espectadores que buscan regodearse de su modelo de vida.
Y eso es lo peligroso. ¿A quién va dirigida esta película? Desde luego que a los soviéticos no, que no la vieron estrenar, sino a los norteamericanos, británicos, franceses… es decir, a los que ya vivían en modelos capitalistas de producción. ¿Y por qué? Muy sencillo, la tendencia en aquel momento era que la democracia estaba en cuestión, la pobreza de muchas ciudades –entre ellas París, de la que sólo vemos lujo y glamour- estaba a la orden del día, y cada vez más occidentales tenían pensamientos más de que la libertad y las oportunidades eran para unos pocos.
No pasa nada, el lobby judío hollywoodiense con su magistral genialidad elaboraban productos deliciosos como este para transmitir los valores y la forma de vida correcta endulzada con una bellísima historia de amor.
Lo peor no es que uno oculte sus defectos y ensalce sus virtudes, -que es hasta lícito-, lo peor y ya no tan ético es que se recalquen los problemas de los demás –algunos falsos y muy discutibles- y se minusvaloren y se tapen los éxitos. Y la URSS del 39, ya no era la de las hambrunas de los años veinte. Una gran potencia había nacido.
Estamos por tanto ante una comedia sibilina a la par que extraordinaria, y aunque siempre hay que quedarse con la calidad de lo segundo, su apuesta por la manipulación de las masas en el arte hace que no entre ni entrará jamás dentro de mis obras favoritas. Eso sí, si tienes claro que perteneces a un lado de la trinchera o eres tan corto para no ver que se persigue más allá de la preciosas historia de amor, enhorabuena, puede que hayas encontrado la película romántica de tú vida, desde luego de la mía no lo es.
Me sorprende la nota media de esta película, que, a mi juicio, no deja de ser un claro alegato en favor del capitalismo, con una historia muy sencilla y bastante superficial. En ella, se critica duramente a la monarquía (de forma indirecta) y al comunismo de la URSS de una forma directísima y poco sugerida.
Algunas cosas son bastante inciertas, puesto que en la URSS sí se escuchaba música, y sin embargo, ponen al pueblo ruso como paleto y retrógrada, desconocedor de la radio.
En cuanto a la historia en sí, no aporta nada nuevo que no se hubiera hecho antes, una historia de amor como telón de fondo y un final feliz. Destacar los buenos diálogos del restaurante incial, cuando Ninotchka y Leon se están conociendo.
Decir que el personaje de Ninotchka evoluciona terriblemente rápido y pasa en 5 minutos de ser una ferviente socialista a ser una enamorada de París y el capitalismo.
También a mi juicio el mensaje de valores que se pretende dar o expresar es bastante conservador, donde se le da mayor importancia a las cosas materiales que a las espirituales.
En definitiva, una de las más flojas películas de Lubitsch, que se podría asimilar con otras muchas de propaganda nazi, comunista o monárquica, sino fuera, claro, porque la han hecho en EE. UU. y la película es de los años 30 y eso le da cierto mayor valor subjetivo, que quizás objetivamente no tenga.
Una de las pocas comedias de Greta Garbo, rodada en 1938 en París y en los estudios de la Metro. Basada en un musical de Broadway titulado Silk Stocking , obtuvo 4 nominaciones a los Oscar (película, actriz principal, historia original y gruión).
La acción tiene lugar en París, Moscú y Constantinopla en 1938. Narra, en clave de comedia, la historia de amor entre una rígida y fría agente sociética, Ninotchka (Greta Garbo) y un distinguido playboy, el conde León dAlgout (Melvyn Douglas). La película desarrolla una elegante y divertida crítica del comunismo y del régimen soviético de la era de Stalin, que presenta adusto, totalitario y amenazador (depuraciones, deportaciones a Siberia), frente a la libertad, alegría y diversión del sistema occidental. También critica el régimen nazi, al mostrar con aire de extravagancia un saludo a mano alzada entre una pareja o matrimonio, en la estación del tren. Sobre todo, Lubitsch y la película ofrecen una estudio profundo y apasionado del ser humano, que no se adapta a las conductas rígidas, a la gravedad de las consignas, a la ebullición ideológica, a la vida bajo amenazas y peligros constantes, porque está hecho para la alegría, la risa, la amistad, la vida social, la libertad, la iniciativa personal y el libre pensamiento y para el amor, que rompe convenciones y moviliza energías de fuerza incontenible. Es, además, una comedia que rebosa ironía, comicidad, farsa y sátira, en una narración realizada con gusto, finura y sutiliza. El trío de agentes bolcheviques aporta uno de los motivos principales de humor, que se completa con la figura hierática de Ninotchka, sus justificaciones ideológicas y su inicial falta de sentido del humor.
La música combina antiguas melodías vienesas de cuerda con modernos fragmentos de viento y percusión. La fotografía mueve la cámara con agilidad y diligencia, haciendo uso de giros soberbios y travellings extraordinarios, como el inicial que sigue el recorrido del recepcionista del hotel y el de aproximación desde el aire a los agentes rusos en el aeropuerto de Constantinopla. Merece destacar el efecto Lubitsch que se utiliza para presentar la comilona de los bolcheviques desde fuera de la puerta de la suite en la que tiene lugar la acción. La imagen está tratada con una paleta de grises de extraordinaria riqueza. El guión, basado en una historia original de Melchior Lengyel ( To Be Or Not To Be ), contiene unos diálogos brillantes y una magnífica descripción de la trama. La interpretación de los protagonistas es soberbia. La dirección imprime a todas las escenas el delicioso toque Lubitsch .
Estrenada en noviembre de 1939, dos meses después del inicio de la II GM en Europa, obtuvo un gran éxito de público. Obra memorable y míticia, ha sido objeto de varios remakes y de numerosas imitaciones.
En esta película se produce una cuádruple conjunción astral. Este es un fenómeno raro y poco frecuente. Y su valor es incalculable.
Me explicaré. Es un auténtico lujo encontrar juntos en una misma obra a Ernst Lubitsch, Billie Wilder (en el guión) y Melchior Lengyel, autor de la historia y también autor de otra genialidad como To be or not to be. Y si encima a estos tres astros le añadimos una estrella como Greta Garbo, que aquí habla, ríe y trabaja francamente bien, pues nos encontramos, a mi humilde parecer, ante una de las auténticas obras maestras del séptimo arte.
Los diálogos son geniales. Al comunismo y al capitalismo se los trata con humor pero también con respeto. Recuerda en muchos sentidos a To be or not to be.
¿Para que citar escenas? Hay tantas, que estoy seguro que todo aquel al que le guste el cine se enamorará de esta película.
La comilona de los 3 bolcheviques, los propios 3 bolcheviques, la escena de Ninotchka y el mayordomo… Todas.
Es un film, como otro compañero indica en su crítica, imprescindible, con mayúsculas.
No soy muy aficionado a calificar con 10 pero en este caso lo voy a poner. Tal vez no sea la película perfecta pero si no lo es le falta bien poco. Y además, la perfección consiste, no en cumplir con ortodoxia las reglas cinematográficas sinó en cautivar al espectador.
Y bueno, lo reconozco, me cautivó.
Ernst Lubitsch: cáustico y elegante, Greta Garbo: virtuosa y elegante, Melvyn Douglas: simpático y elegante (un dandy en blanco y negro). Lubitsch se mueve como pez en el champagne por las interminables estancias del hotel más chic de Paris. Mais oui! Y la Garbo, cuando ríe, parece… ¡una comadreja!, de labios finísimos y dientes afilados, pero, cuando llega la hora de los primeros planos -los ojos, la mirada chispeante, contenida-, se para el tiempo. Su rostro posee tal intensidad que obliga a rendirse a lo evidente: existe el absoluto en la belleza. Cuando la Garbo habla por teléfono, hay alguien al otro lado, cuando la Garbo camina, lo hace sobre pétalos de rosa. Y cuando Lubitsch dirige, sentimos el bouquet del movimiento, ay. ¡La escena de la farola, en medio del tráfico, en la que se conocen-desconocen los protagonistas! ¡Los movimientos de cámara dentro de la suite royale! ¡El colorido blanco y negro! El fondo político no pasará a la historia de la sutileza, pero tiene chispazos de gracia. Una buena comedia en forma de templo, con su diosa bien plantada en medio de la escena, subida a un pedestal de terciopelo. ¡Qué bien!