Muertos y enterrados
Sinopsis de la película
En la pequeña y tranquila población de Potters Bluff ocurren una serie de extraños fallecimientos. Los muertos son forasteros, y todos ellos presentan señales de violencia. Dan, el comisario, investiga estos sucesos casi en solitario, ya que el forense, que podría aportar alguna pista sobre el caso, se entrega más a la tarea de reconstruir los cuerpos que a la de buscar las pruebas que el investigador necesita. De los mismos escritores que Alien .
Detalles de la película
- Titulo Original: Dead & Buried aka
- Año: 1981
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
Película
6.2
63 valoraciones en total
El Frankenstein de Mary Shelley es una negación de la idea de inmortalidad: si bien posible, va ligada a la locura y supone una tortura para quien la padece. Que Shelley y cía. no eran mancos intelectualmente hablando es un hecho evidente, por eso no extraña que el mito creado por la autora británica aspirara a ser algo más que el cuento más terrorífico jamás escrito (requisito inicial de la apuesta entre los tres escritores) para convertirse en una reflexión plena y compleja sobre la angustia que provoca la finitud.
Sería absurdo abordar este simpático film de Sherman esbozando lecturas de carácter filosófico o existencial, pero también resulta igualmente injusto englobarlo en esa tendencia ochentera marcada por la superficialidad y la sangre gratuita. Al pensar en Dead and buried me vienen a la memoria films que se distanciaron de una forma u otra de la masa generalmente uniforme e indistinguible de cine de terror de los 80: títulos como Un hombre lobo americano en Londres, Poltergeist, En compañía de lobos o Society hicieron de su singularidad su principal virtud, alcanzando con ello la condición de clásicos.
Ya sean provenientes de la serie A o de la serie B (yo la situaría más cerca de Society que del resto, por ejemplo), lo que finalmente llama la atención es su vocación de originalidad, de trascender materiales manidos o de derribo para crear un artefacto con vida propia, tan deliciosamente camp en forma y espíritu como ese doctor Phibes empecinado en vengar a su amada a través de un montón de gadgets dignos del Correcaminos.
Aún admitiendo que, cinematográficamente, Dead and buried no es tan brillante como las antes citadas (el guión, tramposo y efectivo, presenta indefiniciones), lo cierto es que posee un aura particular que brilla con una luz propia tan cegadora que resulta casi una indecencia achacarle este tipo de defectos.
Sobre el argumento conviene desvelar poco, porque una de sus mayores virtudes reside en la atrapadora progresión de su narrativa, caliente desde el mismo prólogo. Sherman, dignísimo artesano relegado al ámbito televisivo (y autor de la infravalorada tercera parte de Poltergeist, precisamente), es un hacha retratando colectivos chungos de dudosas intenciones, y une su sabiduría terrorífica a la magnífica labor en los FX del genial Stan Winston para concebir imágenes poderosas (la reconstrucción del cadáver) y enfatizar el poder sugestivo del artero y renovador libreto de Dan O’Bannon y Ronald Shusett, artífices de Alien dos años antes.
Si a esto le sumamos un tramo final de un bizarrismo poético conmovedor y un desenlace (copiado después) que ya forma parte de la Historia del género, pues nos quedará esta rara cinta de miedos y obsesiones, que suple lo descuidado de su factura formal con penetrantes cavilaciones sobre el significado del Más Allá… enquistado en el Más Acá.
Lo mejor: su tramo final, aunque me obligue a hacer concesiones.
Lo peor: buscarle fallos al guión… y encontrarlos.
La tuve almacenada durante mucho tiempo porque no me convencía hasta que me he decidido a verla y me ha sorprendido.
Los primeros 5 minutos despistan un poco pero luego la película va cogiendo ritmo progresivamente y mantiene la tensión hasta el final, donde todo se descubre (con sorpresa incluida).
Me ha gustado mucho, y si no le doy más nota es por algún fallito en el guión y algunos detalles de película de serie B. No obstante muy recomendable como película de terror.
En diciembre de 1981 algunos compañeros de clase y un servidor acudimos al desaparecido cine Arenas de Terrassa para ver Muertos y enterrados. Por aquellos entonces, con apenas trece años, nuestro criterio cinéfilo era prácticamente nulo. Lo único que nos inducía a consumir cine de terror era ese pueril morbillo por la casquería y las emociones fuertes. Crecimos alimentados a base de extraordinarias películas como Scanners, Posesión Infernal, La cosa, Aullidos, Al final de la escalera, Carrie, Halloween, Viernes 13, Pesadilla en Elm Street y muchas otras que, poco a poco, fueron sublimando nuestro paladar y nos acabaron remitiendo a obras maestras anteriores a nuestra generación. Mejores aún. Me estoy refiriendo a Psicosis, Los pájaros, El exorcista, La semilla del diablo, Suspense, La matanza de Texas o La noche de los muertos vivientes.
Dicho esto quisiera aclarar que mi siete refleja, como podéis suponer, el imponderable peso de la nostalgia. Es muy probable que si perteneciera a otra generación y no hubiera visto la peli de Sherman con trece añitos, mi valoración hubiera sido sensiblemente inferior. De hecho, Muertos y enterrados evidencia innumerables agujeros en su guión y, puestos a reprochar, algunas de las secuencias que pretenden transmitir miedo resultan, hoy por hoy, excesivamente ingenuas. Aún así, todos esos hándicaps quedan definitivamente condonados si atendemos a una serie de factores que le confieren a esta peli una singular atmósfera. Un magnetismo especial que la distingue de otras cintas de terror más esquemáticas y convencionales. Podríamos mencionar la brumosa fotografía de Steven B. Poster, los efectos especiales de Stan Winston o las inevitables referencias al moderno Prometeo de Shelley pero, a mi entender, el principal baluarte de Muertos y enterrados se encuentra en su elaborada dirección. Sherman no renuncia al susto fácil ni al aditamento gore, pero su preocupación fundamental reside en crear un clima de tensión adecuado. Manejando estratégicamente los tiempos. In crescendo. El espectador se convertirá en testigo de excepción de todo cuanto acontece en Potters Bluff pero sólo Dan (James Farentino), el sheriff, marcará la pauta de nuestro propio barómetro emocional. Su inquietud, su angustia, será la nuestra. Solo si somos capaces de digerirla estaremos en condiciones de gozar de uno de los desenlaces más apoteósicos de la historia del género. De los que crean escuela, vaya.
No hay nada peor para una película de terror que ésta con demasiada frecuencia parezca una parodia de ese género cuando su intención es todo lo contrario.
El absurdo se debe obviar cuando en la película prevalecen otros aspectos que logran que se mantenga, pero cuando el absurdo es su norma habitual aquí hay que discrepar.
Porque la realización es decente y el clima apropiado, pero el despropósito en lo que nos cuenta es de una aplastante imbecilidad.
El mérito que tiene es que mantiene en todo momento la incertidumbre sobre el propósito de unas extrañas muertes a manos de gente normal y corriente, dando pie estas escenas a que uno se pregunte si todo esto tendrá algún sentido.
Si lo único que mantiene el interés se debe a que te esconden la información mal vamos, porque yo puedo filmar durante una hora una caja con algo dentro que hace que ésta se mueva y a ver quién es el guapo que no deja de mirarla para averiguar que hay dentro.
Muchos momentos me han recordado aquel repaso sobre las normas básicas que hay en el cine de terror que aleccionaba a sus colegas uno de los protagonistas de Scream , porque de la manera que se dan en esta película…, es de una previsibilidad alarmante y sonrojante.
Pero el sonrojo total está por venir cuando se ponen sobre la mesa todas las cartas, es vergonzoso como nos quieren hacer creer toda esa serie de barbaridades inverosímiles forzadas más no poder.
Me estoy imaginando que en manos de un director más competente, mejores actores y dejando a un lado bastantes momentos lastimosos(a no ser que su propósito fuera hacer reir), estaríamos hablando de un pequeño clásico, una lástima.
Impresionante obra maestra realizada durante el esplendor del género en los EEUU desde fines de los 70 a principios de los 80 e injustamente olvidada. Escrita por los avezados OBannon y Shusset implicados nada más y nada menos que en los guiones del fundacional Alien y en el de Desafío total . Dirigida por el desaparecido Sherman con un sentido de la atmósfera y una elegancia realmente sugerentes. Acida y socialmente crítica como toda gran obra del fantaterror, retrata la cotidianeidad del modo más amenazador imaginable. Bienvenidas influencias de Stephen King, de la serie-b paranoica de los 50 (con los célebres ultracuerpos a la cabeza) y de los mejores logros del gran John Carpenter, al que recuerda en más de un aspecto. Gran fotografia neblinosa, absorbente y misterioso principio, genial interpretación del veterano Jack Albertson como moreauniano forense y final de antología.