Mr. Turner
Sinopsis de la película
Biografía sobre el pintor británico, J.M.W Turner (1775-1851). Artista reconocido, ilustre miembro de la Royal Academy of Arts, vive con su padre y su fiel ama de llaves. Es amigo de aristócratas, visita burdeles y viaja frecuentemente en busca de inspiración. A pesar de su fama, también es víctima de las burlas del público y del sarcasmo de la sociedad. Profundamente afectado por la muerte de su padre, decide aislarse. Su vida cambia cuando conoce a Mrs Booth, propietaria de una pensión familiar a orillas del mar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mr. Turner
- Año: 2014
- Duración: 149
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Opinión de la crítica
Película
6.3
61 valoraciones en total
John Mallord William Turner, fue un pintor inglés especializado en paisajes, considerado comúnmente como el pintor de la luz , su trabajo es homologado como un prefacio romántico al impresionismo, autor de la famosa frase: ¡El Sol es Dios!. El film goza de una antológica fotografía y un impecable trabajo de dirección artística característico del cine británico. La película arranca con una imagen – ese plano general del paisaje holandés – que parece indicarnos que, en efecto, vamos a ver un film sobre la vida de un artista que se va a esforzar en reproducir en pantalla las más famosas imágenes y hasta los colores característicos de la obra del pintor biografiado.
Pero le sigue un movimiento de cámara que rompe ese estatismo, demostrando que Mr. Turner no es una recreación estética ni esteticista de la obra de J. M. W. Turner (1775-1851), por más que no evite esa recreación, la cual está en todo momento dramáticamente justificada, tampoco es, ni mucho menos, lo que se denomina un biopic al uso, dado que no pretende abarcar la totalidad de la existencia del pintor porque se centra en sus últimos años (salvo alguna referencia verbal a su infancia o juventud), Mr. Turner más bien pretende ser el retrato de un gran artista, desde un punto de vista humano.
Utilizando un símil pictórico, el film vendría a ser como un dibujo impresionista de la vida del pintor (interpretado magistralmente por el actor Timothy Spall), llevado a cabo mediante rápidas pinceladas sobre momentos relevantes de esa última etapa de su existencia: su relación con el también pintor Benjamin Robert Haydon (Martin Savage), quién suele acudir a Turner para que le preste dinero para paliar su acuciante situación económica. Su enfrentamiento con el no menos grande John Constable (James Fleet) a quien insulta delante de los miembros de la Academia del arte, y la relación con la viuda Sophia Booth (Marion Bailey) con la que convivió hasta su muerte, forman un compendio de su decisiva etapa creativa.
Pero el film, no es sólo eso, es el retrato en profundidad del artista, un tipo singular que bajo su apariencia huraña y presuntuosa esconde un alma sensible, bondadosa e inteligente que lucha por mantener su personalidad y su integridad artística en el contexto de un mundo, el siglo XIX, todavía incapaz de ver hasta qué punto está avanzada su pintura, la misma que con su marinas tempestuosas de cielos borrascosos está ya diluyendo las formas en beneficio de la luz y el color en sí mismos considerados, llamando a gritos al impresionismo. La lucha de Turner contra el canon pictórico de su tiempo, es una dura y mordaz digresión sobre la pedantería que envuelve al denominado mundo del arte, mostrando como un entorno plagado de imbéciles que se llenan la boca de elevados conceptos intelectuales en su afán de clasificar el insondable misterio de la creación artística. El film es una brillante exposición sobre todo ello.
El pintor romántico se sitúa ante la naturaleza como un niño ante un lenguaje desconocido. Los colores, portadores de misteriosas propiedades, son como los sonidos de ese idioma, tan remoto como fascinante, y, como sabe todo estudiante de idiomas, para ser capaz de reproducir un sonido es preciso haberlo distinguido antes a través del oído. El genio de Turner consiste en haber llevado al lienzo colores que, antes que él, nunca nadie había visto.
Sin embargo, la película dirigida por Mike Leigh constituye una muestra de lo contrario: hemos visto cientos de veces esa fotografía cuidada y preciosista, esas interpretaciones sólidas y convincentes, e incluso esas pinceladas de crítica social, tanto de índole cómica (la pedantería y vanidad de los artistas e intelectuales), como dramática (el personaje de la criada, a la que el protagonista es incapaz de ver como mujer debido a su condición social).
En una escena que me resulta bastante forzada, Turner entona el lamento de Dido (de la ópera Dido y Eneas de Henry Purcell). Parece un guiño de los guionistas hacerle repetir las palabras del estribillo, remember me, but forget my fate, a modo de divisa opuesta al empeño de la película: recordar no sólo al artista sino también el destino del hombre y sus lados oscuros.
Al principio, la escena del afeitado lo compara directamente con un cerdo. A partir de ahí, por medio de pequeños detalles sutiles e inconexos, la película va erigiendo (muy, muy lentamente) la justificación de ese extraño señor Turner en tanto que hombre de su época –como él mismo afirma de Claudio de Lorena en defensa de su pintura frente a las críticas de Ruskin, a este último se lo presenta, por cierto, como un relamido hijo de papá.
El mayor problema es que la película no nos dice apenas nada de interés sobre el artista, y que lo que muestra sobre el hombre resulta aburrido y en última instancia poco relevante: parece una mera excusa para un ejercicio de pastiche pictórico –del que la fotografía no se aparta ni siquiera en las escenas de interiores, tan ajenas a la obra de Turner. En resumen: una decepción, y una muestra más del cine que aspira al prestigio cultural por los temas que aborda, y no por la forma en que lo hace.
Es de agradecer que existan películas que han sido creadas, no sé si con el mero fin de ganar prestigio, que no lo creo, pero con la inteligente idea de que, aunque no vayan a ser un éxito de taquilla inmediato, puedan ser mucho más rentables con el paso del tiempo, y mientras nuevas generaciones vayan descubriéndolas, teniendo una vida comercial larga, los booms instantáneos pueden que antes acaben siendo regalados comprando un diario tras quemarlas por la televisión hasta la saciedad. Y es que el caso de Mr. Turner no sólo es ese, es que además demuestra que aunque las coproducciones entre varios países suelen ser productos fallidos, y más si son biopics, demuestra que no tiene por qué ser siempre así. Aquí no se si se aturde con fechas o datos innecesarios, Leigh sabe lo que quiere contar y no sobre Turner ya, si no además sobre su entorno social, el artístico y el proceso creativo. Una proeza. Y todo desde la más absoluta modestia de medios, muy bien resuelta eso sí, luciendo lo que se debe, dando el pego en varias escenas con una inteligente planificación y sin apabullar con recreaciones o en tono gratuitamente espectacular, ciñéndose a su objetivo primordial, lo que el autor sabe que debe contar, un objetivo tan simple como ese, y que sirva de lección para los futuros directores, ya que para algunos de los que están en activo no sé si no quieren o no están capacitados para ni siquiera aprender esta regla fundamental, se trate de un film realista, de fantasía o animación, da igual.
También Mr. Turner tiene la capacidad de mostrar los claroscuros de su protagonista, nunca lo idealiza ni tampoco lo juzga y, en algunos momentos, con la capacidad de conmover lo más profundo del corazón como le ocurre a la Señora Booth, preciosa por cierto esa escena, como tantas otras, gracias a una conexión director- actor que hace que Timothy Spall, con un esfuerzo encomiable, haga una excelente labor que debería figurar en la terna de los finalistas al Oscar, tras ser premiada en Cannes o Sevilla por ejemplo. Para la edición de este año en los Oscar la representación británica se sabe que seguro correrá a cargo de ese torrente que irrumpe en todas las quinielas llamado Eddie Redmayne por La teoría del todo, por lo que los actores americanos, este año con buen resultado para ellos, ha sido buena cosecha, podrían ser desplazados si nominan a un Spall menos atrayente o comercial que otros. Independientemente de esta frivolidad, su resultado no merece verse empañado, está genial. El resto del extenso elenco es fabuloso, porque Leigh es un director experimentado, ensaya mucho y tiene la virtud de que sus actores luzcan muy naturales en la pantalla.
Su fotografía, desde el primer el fotograma, homenajea la pintura de su autor sin caer en el regodeo, haciendo Dick Pope uno de sus mejores trabajos, así como la poco facilona banda sonora, muy lograda, supongo más de acorde con la intención de Leigh de mostrar el interior del protagonista más que de componer temas pegadizos. Muy bien su guión (y sus diálogos) y por descontado su ambientación, su vestuario… todo muy cuidado.
Pero lo dicho, puede que la carrera comercial de la película corra la misma suerte que la obra del pintor en su momento, será duramente criticada (o incluso atacada) e incomprendida por un sector, pero al igual que la verdad siempre resplandece, el resultado de Mr. Turner quedará con el tiempo como un logro mayor del que parece tener hoy día.
Hablar de Joseph Mallord William Turner (1775-1854) es hablar de una de las mayores figuras de la pintura británica en toda su historia. Controvertido en su época y todo un ejemplo de precocidad –a los 15 años ya formaba parte de la Royal Academy of art–, Turner es considerado el maestro de los paisajes, dominándolos fundamentalmente en óleo aunque también en acuarela y ubicándose en pleno romanticismo pero en el paso previo al impresionismo. Su gusto por la fugacidad, sus superficies borrosas y vaporosas y el difuminado y mezcla de amarillos y rojos intensos fue tenido muy en cuenta por los impresionistas Degas, Pierre-Auguste Renoir, Manet o Monet.
Mike Leigh, excelente director británico autor de entre otras Secretos y mentiras o ‘Naked (indefenso)’ nos muestra este brillante y pictórico biopic del trascendental paisajista británico J.M.W. Turner. Mr. Turner se centra en los últimos años de la figura del pintor realizando un recorrido desde la creación de varias de sus obras –mostrado con una fotografía francamente arrebatadora–, pasando por su relación con su familia, su complicado carácter o el contexto de su obra dentro de la sociedad británica del siglo XIX. ‘Mr. Turner’ ya desde su primera secuencia en esos preciosos paisajes holandeses, inclusive en sus títulos de crédito, refleja arte casi en cada plano, tratado con cariño y parsimonia, mostrando parte de su proceso creativo y luchando con la opacidad e incomprensión de sus sentimientos. Leigh nos muestra un personaje de difícil empatía, pero de infinita pasión pictórica a lo largo de casi 150 minutos de ritmo pausado y necesario, que evocan el romanticismo mientras chocamos con los gruñidos del curioso y antipático personaje.
‘Mr. Turner’ enfatiza en la fotografía de Dick Pope (absolutamente embriagadora en la mayor parte del film), en la preciosa música compuesta por Gary Yershon y en la poderosa interpretación de un Timothy Spall soberbio. Spall (ganador del premio a mejor actor en Cannes y en los recientes Premios del Cine Europeo) está fantásticamente dirigido por Leigh y recrea un personaje atormentado, de fuerte personalidad y fealdad reinante, de torcido andar y de característica figura, conformando un Turner de carne y hueso en el que tratamos de entender sus reacciones, gestos y pasiones. Excelente la relación padre-hijo, así como la secuencia de la galería de arte o sus conversaciones con varios eruditos. El film es un deleite romántico donde se le eche en falta quizás algún detalle más de su vida personal pasada, y en el que sentimos formar parte de varios de los cuadros más relevantes del autor, como por ejemplo la magnífica secuencia que revela el origen de una de sus obra más representativas como es el caso de ‘El temerario remolcado a dique seco’ (1839).
Reconozco sin embargo que su visionado no será fácil para muchos espectadores. Su ritmo en ocasiones muy lento, y la antipatía que puede llegar a trasladar el personaje principal pueden hacer que a más de uno se le atragante, pero una vez superado eso, contemplaremos una obra de alto nivel en el que la belleza de sus planos deja palpar la esencia de un genio incomprendido hasta por sí mismo. ‘Mr. Tuner’ en mi opinión es una de las mejores películas del año que no debería pasar desapercibida por los amantes del séptimo arte.
Lo mejor: La fotografía de Dick Pope y la interpretación de Timothy Spall.
Lo peor: No alcanzamos a comprender las reacciones del protagonista.
Banda sonora: 7
Fotografía: 10
Interpretaciones: 8,5
Guion: 7,5
Dirección: 9
Satisfacción: 8,5
NOTA FINAL: 8,5
@hilodeseda – http://www.habladecine.com
De Mike Leigh, autor de películas notables, podía esperarse algo más que esta pesadísima biografía (?) de los últimos años de William Turner, en la que no se nos muestra nada del proceso creativo de su pintura, tan alejada de los academicismos de la época, ni siquiera de su extraño carácter o de su relación con el mundo que le rodea. La carencia de un guión coherente hace que todo quede reducido a una sucesión de imágenes tan reiterativas que inevitablemente, nos llevan a un profundo aburrimiento. Solo unas interpretaciones notables, la perfecta ambientación y una fotografía inspirada en ocasiones en la luz de los cuadros de Turner, se salvan de un naufragio que el artista no hubiera podido nunca plasmar.