Moi Ivan, toi Abraham
Sinopsis de la película
En la Polonia de los años 30, era costumbre para algunas familias cristianas enviar a sus hijos a vivir durante un tiempo con familias judías, para tender lazos entre culturas. Por este motivo, Iván pasa una temporada en casa de una familia judía, aprendiendo la lengua yiddish y haciendo amistad con Abraham, el niño de su familia de acogida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Moi Ivan, toi Abraham aka
- Año: 1993
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.8
29 valoraciones en total
El escritor Andrzej Stasiuk se pregunta en su obra De camino a Babadag por los destinos de un acordeanista ciego y su lazarillo, aparecidos juntos en una enigmática fotografía capturada en un lugar indeterminado de Europa centro-oriental entre los años 20 y 30. El autor polaco aparece obsesionado por la imagen: dónde fue echada, quiénes son y, en definitiva, qué fue de ellos. Quizás, por qué no, en algún momento se cruzaron con los protagonistas de la película o conocieron a alguien que tenía algún tipo de relación con éstos. Todo es posible. Precisamente, el cine ha sido para el siglo XX el vehículo que ha dado expresión plástica a los sueños y las pesadillas de millones de personas de todo el orbe y, a finales de esta centuria de infausto recuerdo, Yolande Zauberman nos regaló esta obra sorprendente e impecable para ponernos frente a algunas de nuestras pesadillas. Todo lo que desfila ante nuestras retinas y entra por nuestros oídos a lo largo de esta película son los reflejos y los ecos de un mundo que fue asesinado por sus propios habitantes, un mundo muerto, como el de la foto que obsesiona a Stasiuk.
Aunque la directora parte con la ventaja de saber lo que ocurrió, lo cierto es que esto no resta ningún valor a la película, que ofrece una mirada amplia, profunda y dolorosa de un pasado no tan remoto del continente europeo. No por nada, la directora es la hija de inmigrantes polacos que sobrevivieron al Holocausto, lo cual, no obstante, no es razón para los sentimentalismos en ningún momento, sino que sirve como estímulo para ahondar varios metros más abajo. Quizás el valor del trabajo resida en el hecho de que se opone diametralmente a la conversión de la Shoah -es decir, el sufrimiento y la muerte de millones de personas- en una producción capitalista desnaturalizada y, a su vez, reintegrada en la memoria colectiva de los europeos como parte de la identidad de éstos. Si bien, hay cierta contradicción en lo que digo, porque toda memoria es desnaturalizada en tanto que extrae lo acontecido de su ecosistema, si no, no estaríamos hablando de memoria, evidentemente.
En cualquier caso, no deja de ser curiosa la actitud europea hacia el Holocausto si tenemos en cuenta que hace varias décadas miles de personas colaboraban activamente con los alemanes en su empeño por arrancar a los judíos del continente de una vez por todas y para siempre (Thomas Grosz, Vecinos , Richard Rhodes, Amos de la muerte ). Sí, podrán decirme que poco tienen que ver los europeos de entonces con los de hoy, de acuerdo, pero nadie podrá negarme que es mucho más fácil convertir a los judíos exterminados en parte de nuestro patrimonio común una vez que ya no queda ninguno o, a lo sumo, estos ya no son percibidos como un ente diferenciado y, por lo tanto, amenazador.
Me da mucha rabia que nadie conozca esta gran película, porque pertenece a ese selecto grupo de pequeñas joyas desconocidas, y porque una vez que la descubres, caes rendido a sus pies.
Fantástica la labor de todos aquellos que hicieron posible este film. La directora Yolande Zauberman consigue (de su minúscula pero impecable filmografía) una película única, con ese toque especial que adquieren algunos films con el paso del tiempo. La impoluta y perfecta ambientación logra darle ese aire atemporal, muy difícil de encontrar, y que traslada al espectador a una época turbia con una historia original y muy peculiar.
En la línea del cine de autor con influencias experimentales varias y a través de pinceladas minimalistas, la historia centrada en la amistad que mantienen un niño cristiano y otro judío con sus particulares problemas y aventuras, logra captar y apoderarse, no sólo nuestra atención, sino también nuestro corazón y alma, dejando una huella imborrable de algo único.
Todos los actores cumplen de manera sobresaliente con sus papeles, con una mezcla impecable de actores profesionales, con un Vladimir Mashkov sensacional y una corta pero siempre maravillosa presencia del gran Oleg Yankovsky, y los novatos protagonistas Sasha Yakovlev y Roma Alexandrovitch sorprenden con sus debuts en la gran pantalla.
Un atractivo muy exótico es que en gran parte del film se habla en yiddish, esa peculiar y superdesconocida lengua hablada por las comunidades judías del centro de Europa.
Lo dicho, no sé que más puedo decir para alabar la grandeza de este gran film, podría decir que es único en su especie, pero afortunadamente, aún quedan más pequeños tesoros como éste esperando ser encontrados.