Mis experiencias sexuales con Dick (Serie de TV)
Sinopsis de la película
En Texas, un matrimonio en crisis formado por la directora de cine independiente Chris (Kathryn Hahn) y su marido Sylvere se obsesionan con un carismático profesor de nombre Dick (Bacon). A través de esa obsesión, Chris se embarca en un viaje de auto-descubrimiento.
Detalles de la película
- Titulo Original: I Love Dick (TV Series)
- Año: 2016
- Duración: 32
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Opinión de la crítica
Película
6.7
24 valoraciones en total
Hacía mucho que no me decepcionaba tanto una serie. Quizás haya sido porque todos los que me la habían recomendado eran personas con criterio. Quizás no haya sido casualidad que la mayoría el ellas fueran mujeres que se han dejado seducir por lo novedoso de una serie en la que el protagonista que pierde la cabeza por el sexo es una mujer, y por eso la serie ha sido ensalzada como una maravilla feminista. Pero a mí, además de no parecérmelo (el final, especialmente ñoño) me ha resultado aburrida.
Bueno, me esperaba otra cosa que puedo decir, cuando leí la sinopsis me intereso bastante, pero luego de verla… Me he llevado una gran decepción. Una muy buena idea con una pésima ejecución.
La he visto completa y como comedia no me ha funcionado. En general me resultó poco interesante por diversas razones:
– Chris Kraus: He tenido dificultades para seguir su historia con interés y me hubiera gustado porque es la razón de que me animará a ver la serie. Me parece un personaje errático y algunas veces desagradable. Su obsesión o deseo me parece que lo muestran de forma muy superficial y usando muchos clichés, y yo lo describiría como las alocadas aventuras artísticas de Chris fantaseando con Dick, sin más.
– Sylvère: También a veces me resultó muy desagradable. Me da cierta indiferencia aunque tiene una frase en el episodio final que me ha gustado.
– Dick: Kevin Bacon lo hace bien cumpliendo con el guión que tiene entre manos, pero como personaje Dick es plano, por mucho que hable de él durante la serie. Al inicio es básicamente el estereotipo de un cierto tipo de hombre (vaquero macho alfa), comienzo que en sí mismo no es negativo, porque se puede partir de un estereotipo para poco a poco desarrollar un personaje interesante, pero éste no es el caso. No llegué a creerme o ver tan siquiera su famosa personalidad carismática más allá del atractivo físico, que en sí, pudiera tener Bacon cuando le enfocaba la cámara.
El cambio que tiene hacia el final es muy inverosímil. Si estuvieran mejor trabajados aspectos como su desarrollo y las interacciones con Chris, me lo hubiese creído más.
Si querían dejarlo más como una excusa, un símbolo, un ídolo en quién inspirarse y con cierto halo de misterio para Chris y las secundarias Paula, Toby, Devon, no sé que ha pasado. Me parece que sí querían desarrollarlo como un personaje con algo más de peso en la trama y con una evolución que sería importante en un punto de la historia y es aquí cuando la serie se vuelve más aburrida: empiezas a ver que no lo hacen nada bien y suceden cosas forzadas para su personaje, por los problemas de guión que ya he comentado.
– Paula: Un personaje muy secundario con muy poco desarrollo. Su cambio de papel en el museo no funciona tal como lo plantean porque se ve muy forzado.
– Toby: Se queda en la superficie y con cero evolución.
– Devon: Un personaje con potencial, poco explorado en la serie. Es la que más me despierta simpatía.
Destaco que en positivo tiene las referencias al arte, las artistas femeninas y la relación arte-sexualidad.
Lo que me resulta paradójico con respecto al personaje de Chris y su renovado deseo, es que lo que pretendía ser una historia particular de reivindicación del deseo sexual femenino como sujeto, se haya quedado en un ejercicio superficial, contradictorio respecto a su planteamiento principal.
Una mujer a caballo de los cuarenta y su marido, ambos sumidos en una sequía sexual y cierto hartazgo intelectual como consecuencia de la frustración al no alcanzar sus propias expectativas, acuden a un seminario que dirige un escultor en la ciudad de Marfa y al que él ha sido becado para una ponencia. Al llegar, quizá porque se había hecho otra idea, se siente un tanto desanimada con lo que ve y porque además, por unas cuestiones de derechos la última película que realizó ha sido rechazada. En ese estado mental conoce a Dick, el anfitrión, un tipo que con atuendo de vaquero pasa ante ella abordo de un caballo. Lo ve como un artista singular que ha logrado el éxito que ella persigue también y piensa que se le niega por el hecho de ser mujer y pronto desata en ella una atracción devastadora, convirtiéndolo en musa (o habría que decir muso) de su inspiración para escribir unas misivas cargadas de erotismo y pasión.
Puede que la serie sea un tanto extraña si lo comparamos con lo que estamos acostumbrados, pero me ha gustado mucho y por lo tanto, la recomiendo encarecidamente.
Chris, artista en plena crisis creativa, llega a un pueblo polvoriento en medio del desierto donde va a pasar las próximas semanas acompañando a su marido en un proyecto artístico. Una figura solitaria entra a caballo en ese pueblo que parece de juguete, construido para su propio lucimiento. Esa estampa propia de cualquier wéstern clásico es el origen de las cartas rebosantes de deseo que Chris dirigirá al cowboy solitario y que arrasarán el pueblo en los días siguientes.
Aunque pueda parecer paradójico, en esta serie creada, escrita y dirigida por mujeres todo, empezando por su título, gira en torno a un hombre: Dick. Dick, sus esculturas faraónicas, sólidas y tan fálicas como su propio nombre (dick quiere decir «polla») y su escenografía de John Wayne del siglo XXI. Dick y su masculinidad impostada, casi ridícula a ojos de los espectadores de hoy en día, constituyen el hilo que entrelaza a todas las mujeres que Jill Soloway nos presenta esta vez.
Discrepo absolutamente de la otra crítica que se ha publicado hasta ahora, la de Germán: Quizás no haya sido casualidad que la mayoría [de las personas que me han recomendado la serie] fueran mujeres que se han dejado seducir por lo novedoso de una serie en la que el protagonista que pierde la cabeza por el sexo es una mujer, y por eso la serie ha sido ensalzada como una maravilla feminista . Claro que no es casualidad que esta serie la recomienden mujeres, porque han tenido que ser mujeres como Jill Soloway y Andrea Arnold las que creen un producto en el que se vean modelos de feminidad distintos de los habituales, que se expresan como sujetos de deseo (más en el spoiler), entre otras cosas. Esto es lo que pasa (afortunadamente) cuando las decisiones creativas y los medios de producción están en manos de mujeres.
Por otra parte, es una serie que no sigue los patrones narrativos clásicos y puede hacerse difícil de ver: parece más un ensayo audiovisual que una obra de ficción. Además, al igual que en Transparent, los personajes me han resultado bastante antipáticos, es difícil empatizar con ellos. En este sentido, me habría gustado que otras líneas argumentales, como la de Devon y la de Paula, tuvieran más peso, Chris puede resultar un poco cargante con sus caprichos de artista privilegiada.
En todo caso, creo que es una serie que merece mucho la pena y tiene reflexiones y momentos (e incluso un capítulo entero) brillantes.