Miles Ahead
Sinopsis de la película
Biopic del legendario músico de jazz Miles Davis. En la cima de una brillante y prolífica carrera a la cabeza de la vanguardia y modernidad de la innovación del jazz más actual, Miles Davis (Cheadle) desaparece repentinamente del ojo público durante cinco años a finales de la década de los 70. Solo, atrincherado en su casa, dolorido y con la voz mermada y entumecida por las drogas y los analgésicos, vive atormentado por los fantasmas de su pasado. Es entonces cuando un avispado reportero musical, Dave Braden (Ewan McGregor) allana la morada de Davis, y en el transcurso de un par de días, los dos hombres emprenden involuntariamente una aventura intensa, y en ocasiones angustiosa, para intentar recuperar una cinta sustraída que contenía la grabación de las últimas composiciones musicales del artista.
Detalles de la película
- Titulo Original: Miles Ahead
- Año: 2015
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
5.8
34 valoraciones en total
No entiendo Miles Ahead, sinceramente. En una vida tan compleja y atormentada como la de Miles Davis, que dió para mucho, Don Cheadle decide quedarse con apenas unos días de aquellos famosos cinco años en los que este genio de la música vivió sus peores momentos, hasta tal punto, que tuvo que alejarse por completo del mundillo musical.
Sus adicciones y un accidente de coche que le destrozó la cadera, lo que provocó que fuera sometido a numerosas operaciones quirúrgicas que dejaron en él una leve cojera, privaron a Miles de hacer aquello que antepuso durante toda su vida sobre todas las cosas, me estoy refiriendo a su música. Y es que por encima de todo Miles es uno de los músicos más influyentes del siglo veinte y su música, para él. como he dicho antes era su máxima prioridad.
Sin embargo en la película no veo nada de eso. No noto esa desesperación por parte de Miles por no hacer aquello que da sentido a su vida. No noto nada. La música es como si no le dijera nada, debido en cierto modo a que el film se pierde en dar protagonismo a una sucesión de los típicos clichés tontos del yonki que necesita su dosis. Porque tristemente de eso va la película, de un yonki que quiere una dosis, ni más ni menos.
Añadir que si algo tiene de curioso y le sucede a este largometraje es que los flashback que muestran el pasado de Miles y que al comienzo resultan tan novedosos y hasta necesarios llegado un momento, por alguna extraña razón, acaban cansando. Y es entonces cuando te das cuenta que a esta película ya no la salva ni el protagonista de la misma, ni el propio Miles. Todo esto sucede creo yo, en parte, porque su director no parece tener una idea clara sobre lo que quiere transmitir de una figura tan compleja y difícil como la de Miles.
Clint Eastwood plasmó muy acertadamente en Bird la vida de Charlie Parker como la vida de un trágico drogadicto continuamente atormentado por su propia adicción, una adicción que le persiguió de forma dramática hasta el fin de sus días. Con ello Eastwood provoca que cuando tu eres testigo de cómo la figura de Charlie Parker se va diluyendo a lo largo del film hasta su propia destrucción, sientas pena por él. Don Cheadle no consigue eso, si era eso lo que realmente buscaba. Don Cheadle no consigue nada. Y si su máxima aspiración ha sido el hacer un largometraje que se pueda soportar, yo diré que sí, que la película la he visto entera, ahora que igual que la he visto la olvidaré. Algo que nunca me sucederá con la música de Miles Davis.
Don Cheadle nos acerca a la figura del músico Miles Davis a través de un buen puñado de escenas provocativas y de acerados diálogos, que enganchan de manera firme en el tramo inicial. Lamentablemente a lo largo de los minutos se pierde y concluye en lugares comunes, que no brillantes, desdibujando el conjunto, que apuntaba otras metas.
Quiero realizar una pequeña reseña sobre Ewan McGregor, un magnífico actor que siempre me sorprende, por la elección ecléptica de su papeles, así como su talento para desdibujarse, adaptando diversas y complejas maneras interpretativas.
…, y sigo ¡sin apenas saber!, de Miles Davis.
Sin conocimiento específico sobre Miles Davis y su vida en concreto, me acerco a valorar lo que Don Cheadle tenga en buena estima otorgar…, con el antecedente de venir abrumada y emocionada -en el sentido más profundo y positivo de dichas palabras-, de disfrutar de una espléndida Born to be blue, que temo dictará parte de la impresión y sentencia sobre ésta.
Y la pregunta inevitable es, ¿es éste el Miles Davis por el que Don Cheadle se volvió loco?, ¿es éste el Miles que tanto deseaba reflejar?, ¿el Davis que durante tantos años persiguió y por el que tanto luchó?
Juega a dos tiempos, pasado memorable/presente desastroso, época de máxima gloria interpretativa/vuelta complicada tras un lustro de inactividad y abandono, en esa carrera expositiva, de fondo y excusa, de un adicto y su lacayo, tras la loca recuperación de una cinta, porque no vas a encontrar la grandeza del músico, ni las exquisiteces del compositor, ni el arte de la enorme leyenda, únicamente un devastado hombre, perdido mentalmente/arruinado anímicamente cuya inspiración, en parada obstruida, rememora esos buenos tiempos donde todo era fácil, donde todo era goce, donde vivía para sentir y desplegar su maravillosa música.
Cuando estás creando tu música, ni siquiera el cielo es el límite, música social de un géminis perturbado, que sentía dos voces en su moribundo cuerpo, capaz de lo mejor y lo peor es su turbulento proceder, de violencia arrasadora, el único lado que parece interesar a Don, esa ambivalencia y transformación del genio al loco, del magnífico creador, al ser desahuciado, con ese inquietante intento de recuperar su magia y volver a ser digno de su nombre.
Dicen que inventa mucho de lo narrado, que exagera y distorsiona, que es un fraude para los fans del trompetista/mediocre para el resto, Cheadle se embarca en mostrar la caída de un ángel negro y el ascenso del ave fénix, aún no muerto/aún no anulado, se centra en sus tormentos, lamentos, regresiones y ataques a su propia persona, a ese desvalido engendro que se machaca con insistencia, al tiempo que deja entrever esperanza de su renacimiento.
Que Don está espléndido…, es evidencia gratuita innecesaria de afirmar, que la fotografía es rotunda, que eclipsa y sugestiona…, lo perciben tus ojos al primer instante, que echas de menos más melodía escénica suya…, notoriedad triste que pesa, que abusa de ese insistir en pareja ambivalente, jugando a la caza del ladrón mezquino…, cierto, que mortifica al espectador con su rodada adrenalina, de caída drogadicción y surrealismo de hallar salida al desmayo continuo de su lógica razón…, se siente con decepción, que no es lo que esperabas…, hachazo inevitable de consumo, que aceptas el acento exclusivo sobre su nublado legado pero te preguntas por qué no destacar, al mismo nivel de agudeza y persistencia, tanto más como hay en su heterogénea existencia…, interrogante para un escritor-director-productor, tan entusiasmado con su propio producto, que se ciega a la hora de realizarlo.
Sensación rancia e inapetente para una cinta que parece de segunda, dada la explosión ferviente y tirante que fue la vida de este único hombre, difícil estar complacida con lo ofertado, desilusionada es más probable, pues las opciones de enfoque eran tan diversas y había tanto material disponible del que sacar grato partido, en forma de fábula vigorosa que, éste desmadrado correr, golpear, desvariar y tocar un mínimo, mientras tanto, sabe a lamento de muy poco.
Estaba equivocada, el biopic de Chet Baker no ha influido sobre la conclusión de ésta pues, aquel luce y deslumbra la figura de su maestro, ésta apaga y entierra al mito de ésta.
Oye Miles ¿vas a regresar? Con toda seguridad, aunque esperemos otra cinta que te haga más justicia, Miles ahead, le interesa el embrollo de su cabeza, aunque ésta era mucho más compleja y daba para mucho más de sí de lo reseñado.
…, y Ewan McGregor ¡de despertador caradura de la ira de Davis!
Débil devaneo, para tan espectacular suculencia.
Lo mejor, la interpretación de Cheadle y la fotografía que le afianza.
Lo peor, el limitado y fantaseado enfoque en el que se centra.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
Loable intento emprendido por el actor y guionista, Don Cheadle, para acercarse a la figura mítica del jazz norteamericano, Miles Davis. Su propuesta no carece de ambición, tanto en la elaborada puesta en escena como en la búsqueda de una fotografía, muy setentera, por otra parte, para ubicar al genial músico. La película, me da la impresión, que rehúye de la convencional y típica biopic al uso. Aun así, se escoge algunos pasajes de su vida, no muchos, para perfilar, no logrado del todo, la magnitud y trascendencia del trompetista.
No es lo mismo que el personaje salga a las calles de Nueva York y sea reconocido por su admiradores y lo definan con frases tan moneseadas y vulgares como Ohhhhh, mira, es Miles Davis que hacer un recorrido más o menos pormenorizado de su trayectoria artística definiendo la importancia de su contribución, en este caso, en la música.
Cuando arranca el filme, Miles (Don Cheadle) es ya famoso y personalidad reconocida. Se le está haciendo la grabación de una entrevista. El redwind de la máquina sitúa al espectador en un período y momento de su vida convulso y conflictivo. Desde la compañía discográfica, Columbia, se le exige la entrega de su nueva y revolucionaria sesión de trompeta tras cinco años de prolongado silencio. Este hecho da origen a un breve y poco esmerado retrato de Miles, de comportamiento hosco, amargado y conflictivo. Sumido en drogas y alcohol, además de desorden mental y atribulado por la responsabilidad creativa, da una imagen caótica, decadente y negativa, cuya desfachatez se agiganta con la presencia de un reportero de la revista, Rolling Stone (Ewan McGregor) y su inmersión en una disparatada, alucinada y casi surrealista peripecia de robo de una cinta que conserva su nueva y rompedora grabación en manos de unos desalmados y facinerosos elementos vinculados al negocio discográfico.
Esta aventura nocturna y rocambolesca, que ocupa gran parte del metraje, que más bien parece anecdótica y sin mucha trascendencia, dibuja un panorama de hampones sin escrúpulos, garitos de variado pelaje y una fauna noctámbula que al contrario de las películas de los años 70 parecen un patético decorado algo impostado que ni tan siquiera alcanza el nivel de personaje, como ocurría con el paisaje, de gran fuerza descriptiva, de aquella época. Este alocado descenso a los infiernos, en el que Cheadle y Mcgregor participan, se alterna con retazos del pasado de Miles, su aparición en locales de música y el romance con Frances Taylor, su novia y, más tarde, esposa, con la que tiene momentos violentos. Pero, a mi juicio, absolutamente nada de lo que se refleja en la pantalla conviene recordarlo sino como flashes puntuales que apenas ilustran el momento en el que Miles estaba en la cresta de la ola. Miles es un personaje con un glamur venenoso y antipático, y me sorprende el por qué de contar el relato desde la perspectiva del ocaso de un magnífico músico (tenía una considerable formación musical) justo en el instante que pretendía renacer con una sesión de su talento al margen de lo que podría esperarse de su estilo.
Filme epidérmico que desea escarbar en las partes más sombrías y oscuras del personaje y que por el tono elegido para contar la película no es una boutade considerarla casi un filme de género negro, desenfadado y burlesco, que una biopic ceñida a su esquema tradicional. Una pequeña decepción que no empaña, sin embargo, el excelente y mimético trabajo de su intérprete principal, Don Cheadle, un sobresaliente, Miles Davis, con trompeta o sin ella.
Llevaba dos años esperando ésta película y, aunque lo que había leído sobre ella no me terminaba de gustar, tenía alguna esperanza porque el actor y director, Cheadle, hablaba de Miles con entusiasmo y parece que había puesto muchísimo interés en realizarla.
La decepción ha sido casi dolorosa. Como hilo argumental, una historia de acción absurda, totalmente inventada y que no sólo no ayuda a entender la figura de Miles, sino que la distorsiona, la despoja de complejidad y la caricaturiza. Por el camino unas pocas pinceladas en flashback de su vida real que deprimen todavía más porque dejan entrever, por unos segundos, la película que cualquier seguidor de Miles o aficionado al jazz en general hubiera querido y esperado ver.
El despropósito, en mi modesta opinión, se agrava por el hecho de que, además de lo inmenso de su obra musical, Miles Davis tuvo una vida apasionante y hay muchísima documentación sobre ella. Decenas de episodios reales de su vida, desde el año 40 hasta su muerte en el 91, hubieran dado más juego que ésta boba invención.
Todo lo que ofrece ésta película es una insignificante excusa argumental, unas analepsis torpemente insertadas (que además resultarán incomprensibles para los no iniciados) y un personaje cuyas motivaciones no se pueden entender porque no se muestran en ningún momento. Si eres aficionado al jazz te irritará, además, la falta de rigor y de respeto, pues la película es sobre Miles como podría ser sobre cualquiera.
No sé qué pretendía Don Cheadle pero no le ha salido. Hay que volver a ver Round Midnight o Bird para recordar que se pueden hacer magníficas películas no documentales sobre jazz.