Mi perfecta hermana
Sinopsis de la película
En el umbral de ese mundo fascinante que es la adolescencia, Stella descubre que su hermana mayor Katja, a la que admira enormente, oculta un trastorno alimentario. Poco a poco la enfermedad va desgarrando a la familia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Min lilla syster (My Skinny Sister) aka
- Año: 2015
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.2
93 valoraciones en total
Salimos de la sala con la sensación de haber presenciado un trozo de realidad bien narrado y con su puntito de crítica y concienciación social. Eso es muy bueno, así que puntuamos bien la película.
Pero si le damos siete puntos es, más que nada, por el punto de vista elegido -el de la pequeña Stella- y por la conmovedora interpretación que realiza la srta. Josephson de esa preadolescente gordita sometida a conflictos que sus despistados mayores prefieren no ver.
Te recomiendo la película, estimado filmaffinitista.
Hay pocos desórdenes psicológicos más terribles y devastadores que la anorexia. Pareciera sencillo tratarla – la necesidad de alimentarnos es el fundamento de la vida y se nos antoja una querencia innata – pero es una de las adicciones más tremendas y contumaces que hay, ya que es de compleja identificación, difícil tratamiento y catastróficas consecuencias, ya que puede desembocar en la aniquilación del paciente y la destrucción de las relaciones familiares de sus allegados. Y el amor que tienes o muestras a tu ser querido no ayuda en nada a aliviar su situación. Renunciando a bucear en los orígenes del problema (donde no hay consenso ni entre los terapeutas, ni entre los médicos, ni entre los nutricionistas) esta cinta explora los terribles efectos de este drama íntimo.
Es innegable que la cinta rezuma verdad, hay una delicada mirada hacia todos sus personajes, destila ternura en su cuidado desarrollo, ofrece dotes de observación dignas de elogio, brinda una mirada amorosa hacia el problema y se detiene a explorar un tema que apenas se ha tratado antes en cine. Pero tampoco se puede negar que carece de interés, resulta prolija, deslavazada y premiosa, se dispersa en detalles fútiles y acaba siendo un ejercicio vacuo lleno de buenas intenciones y tediosos resultados. La importancia del asunto hubiese merecido mejor suerte y la simpatía que a priori despierta la calamidad expuesta se acaba diluyendo sin remisión.
Como en tantas ocasiones, no basta un punto de partida interesante para confeccionar una historia que se sostenga más allá de sus loables buenos propósitos iniciales. El tono fraternal y doméstico elegido es un acierto, pero la crónica acaba aburriendo por su falta de progresión y se estanca en un remanso plácido pero plano, dejando al espectador desatendido, como si la magnitud de la odisea hiciera olvidar a su directora y guionista que no es suficiente acertar en las tonalidades y claroscuros expuestos si fracasas en urdir un relato con el empaque y aplomo suficiente para acompañar durante todo el metraje a sus protagonistas. Nos quedamos como meros observadores, al margen y ajenos a los sucesos, y pese a la brevedad de la película, ésta se hace larga y tediosa.
Bien interpretada, sin graves errores ni desaciertos aberrantes, resulta insuficiente y desaprovechada. Se ve con indulgencia, renuncia a la compasión lacrimosa o al melodrama desaforado, pero acaba siendo insípida e insustancial y carente de empuje. Un intento fallido y estéril por salirse de lo trillado.
La fortaleza física era un rasgo de vital importancia en el ser humano en tiempos pretéritos. Tiempos donde la selección natural fue dictaminando quien vivía y quien moría. También lo es todavía en zonas donde el raciocinio se ha escurrido a través del retrete, retrocediendo años y siglos en la costosa evolución intelectual de la humanidad. Sin embargo hay una fortaleza mucho más relevante. Una que permite que no flaquees a pesar de tus taras físicas -siempre existe alguna por insignificante que esta sea-, una que hace que acaricies con las yemas de los dedos aquella utopía llamada felicidad y que se alza ante cualquiera que cuestione dicha esencia. Una fortaleza mental que lleva a la persona -sea hombre o mujer- a pensar sobre sus deseos y no dejarse llevar por el maldito que dirán. Mi perfecta hermana es una película que trata sobre relaciones familiares, de cómo los pilares del núcleo paterno filial pueden tambalearse ante una enfermedad quizás de género como defiende su autora pero que sin duda pone de manifiesto la compleja situación de la juventud ante unos cada vez más asfixiantes cánones de belleza -llámese físicos-: la anorexia que aquí se analiza, más habitual en féminas, o la vigorexia, más propia del género masculino y sobre la que no se trata en el film.
La película esta dirigida por la realizadora sueca Sanna Lenken quien debuta en la dirección de largometrajes mostrando una historia vivida en primera persona, a través de la cual pretende provocar en el espectador una reflexión sobre la anorexia, las relaciones fraternales y la pérdida de la inocencia. Todo ello mediante un relato contado bajo la mirada de una niña de 13 años en plena pre adolescencia, cuyo mayor referente es su perfecta y esbelta hermana mayor, mucho más alta, guapa y delgada que ella. Un ídolo con pies de barro con el que Stella comenzará a convivir una vez descubra su mayor secreto. Mi perfecta hermana es una pequeña película llegada desde Suecia (no hace mucho podíamos disfrutar de otro potente film sueco que no dejó indiferente a nadie como Fuerza mayor) que se alzó con el premio del público en el Festival de Goteborg, algo que también logro junto el premio a mejor guión y el FIPRESCI en Lecce.
La historia es un retrato íntimo de familia, sobre todo de relaciones fraternales y paterno filiales entorno a un conflicto desapercibido y que hace saltar por los aires la perfecta convivencia y situación de una familia sueca acomodada. Stella, interpretada magníficamente por la joven y pelirrojísima Rebecka Josephson -todo un descubrimiento- es una niña con ciertos complejos y que quiere imitar a su idolatrada hermana mayor Katja (la bella cantante sueca Amy Deasismont -recordando una iniciática a Amy Adams- hace un portentoso debut interpretativo). La menor se apunta a patinaje sobre hielo a pesar de sus obvias carencias físicas, disciplina en la que su hermana es un fenómeno, e intenta seguir sus estrictas normas alimenticias y físicas. En apariencia Stella es la débil aunque la mano de la directora rebela su predilección por la niña de manera prematura. Lejos de parecer una niña endeble y acomplejada, Stella se rebela como una joven con prototipos y referente pero con las ideas claras y con un encomiable espíritu de superación. En contra, la aparentemente perfecta Katja se va desmoronando como un castillo de naipes ante sus ojos a medida que su anorexia es mostrada al núcleo familiar, un conflicto que golpea como un torpedo en la línea de flotación familiar.
La película no enjuicia a la enferma aunque de alguna manera señala a los factores culpables aunque sea de una manera tibia: Los excesos físicos de alguien que quiere alcanzar el éxito deportivo a toda costa, un entrenador exigente al máximo, una familia poco atenta a detalles que podrían delatar prematuramente la enfermedad…De alguna manera Sanan Lenken, apoyada en la maravillosa melodía que presenta Per Störby Jutbring de la cual sabe sacar provecho de unos magníficos sonidos de violines, pero sobre todo gracias a una gran habilidad en el manejo de la cámara, el encuadre, la confección de postales íntimas entre las hermanas -sencillamente maravillosas muchas de ellas- y la utilización de la luz, logra sin lugar a dudas conmover al espectador, y a pesar de pecar en ocasiones de preciosista en lugar de precisa en la narración del drama, sí que consigue no ya mostrar un relato sobre la anorexia, sino mostrar un relato sobre la pérdida de la inocencia de una niña que se convierte en mujer, no ya en lo físico, sino en la madurez personal que muestra en los peores momentos. Sin lugar a dudas un trabajo serio, sentido y que transmite veracidad dentro de la intimidad de la familia.
Notable propuesta que no debería caer en saco roto por su temática y su calidad.
LO PEOR: Esos deliciosos momentos entre las hermanas. La pareja de jóvenes actrices.
LO MEJOR: Parece ser más incisiva de lo que en el fondo resulta.
VALORACIÓN:
Fotografía: 8
Banda Sonora: 8
Interpretación: 8
Dirección: 7
Guión: 6
Satisfacción: 6,5
NOTA FINAL: 7,25
@hilodeseda – http://www.habladecine.com
A la hora de hablar de temas como la anorexia o la bulimia es necesario no caer en el error de pensar que son trastornos fácilmente tratables, como desgraciadamente muchas veces hemos tenido ocasión de escuchar. Al tratarse de problemas psicológicos y no físicos, es frecuente que cierta gente considere que no hay base médica o incluso que son un cuento chino (como también sucede, por ejemplo, con la depresión), cuando la realidad está bien lejos de semejante enfoque, ya que pueden poner en serio peligro la vida de la persona. Además, si estas alteraciones de la conducta alimenticia están desencadenadas por la exigencia de la práctica deportiva, el problema es aún mayor
Algo así es lo que le sucede a Katja, una joven sueca que está entrenando duramente para seguir mejorando en aquello que se le da mejor: el patinaje artístico. Su familia la adora, su hermana Stella la idolatra, su entrenador la respeta profundamente y ninguno de ellos le insufla una especial presión. Sin embargo, Katja sabe que el patinaje es su vida y tiene que continuar con su progresión, para lo cual toma la errónea decisión de alterar su régimen de comidas. La bulimia se apodera de su día a día y provoca serios contratiempos a su salud que sólo su querida hermana alcanzará a conocer realmente.
Mi perfecta hermana (Min lilla syster) es una cinta dirigida y escrita por Sanna Lenken (que en su exitoso cortometraje Hora de comer ya analizaba un asunto similar) con el objetivo de proporcionar un acercamiento a un problema que durante la pasada década conocimos más de cerca, aunque su práctica en los países desarrollados pueda llevar realizándose desde hace bastante más tiempo. El protagonismo recae en Stella, la hermana pequeña a través de la que vamos descubriendo el carácter y los problemas de Katja. Esto proporciona un punto de vista más inocente y tierno que si la cineasta hubiera optado por darle el rol protagónico a la propia Katja, en cuyo caso seguramente estaríamos hablando de una película totalmente diferente a la que podemos contemplar aquí.
Con una narración cruda pero muy natural, Lenken no fuerza las situaciones dramáticas hasta llevarlas a un punto que pudiera desprenderlas de su realismo, sino que prefiere acercarse poco a poco a la pesadilla bulímica que, si bien es padecida por Katja, son sus seres queridos quienes realmente sufren su trastorno al no saber (o querer) reaccionar adecuadamente. Esto se muestra a la perfección en ciertos detalles como las confidencias fraternales o, de una forma más amplia, en la ambigua relación que la propia Katja mantiene con su técnico. El acierto de Mi perfecta hermana es desarrollar con buen tacto la personalidad de ambas hermanas, cuyo carácter al principio podría ser fácil de rechazar por su marcado tono adolescente pero que progresivamente, y gracias también en parte al trabajo interpretativo, van empatizando con en el espectador.
Todo ello culmina en un desenlace poco menos que excelente, persiguiendo esa línea realista y alejada de lo grotescamente dramático. Un aspecto que aquí cobra una relevancia si cabe aún mayor que en otros films, ya que cerrar esta historia de una manera inadecuada habría dado al traste con la credibilidad de la misma. Pero Lenken demuestra poseer una especial habilidad para narrar esta clase de padecimientos y Mi perfecta hermana termina por convertirse en una buena crónica sobre los trastornos bulímicos, un documento audiovisual que seguramente calaría mucho más entre el sector adolescente que las aburridas y repetitivas charlas que periódicamente se ofrecen en los colegios con la muy loable intención de frenar un problema más que serio.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Un escarabajo negro se pasea por la mano de una niña. El contraste entre lo que la mayoría consideraría un bicho (no es mi caso) y la tierna mano de la niña con la que se inicia la cinta ya es toda una declaración de intenciones. Una metáfora sobre los ideales de belleza preconcebidos que condicionan y frustran muchas vidas adolescentes. Al final otro escarabajo similar es liberado de su prisión aceptándole tal como es y no como queremos que sea.
La directora sueca Sanna Lenken se estrena en el largo, igual que en su corto anterior, reflexionando sobre la anorexia y sus implicaciones, pero no solo eso, sino también sobre el paso a de la infancia a la adolescencia y de esta a la madurez, de la condición a la que están sometidas las mujeres en cuanto a los cánones de belleza y a la relación entre dos hermanas. Basada en su propia experiencia autobiográfica Lenken construye una historia sencilla de miradas, de dudas, de miedos, de silencios y de mucho amor. Para ello ha sido necesario encontrar a dos actrices capaces de hacer creíble todo ello, consiguiéndolo en el caso de las dos hermanas protagonistas con una sorprendente, por su madurez interpretativa, Rebecka Josephson.
El humor, el amor y el drama encuentran el equilibrio en esta opera prima dejando que sea el espectador quien reflexione sobre una enfermedad cuyo desencadenante es claramente social.