Mi hija Hildegart
Sinopsis de la película
Madrid, 1933, Tras haber asesinado a su hija Hildegart, Aurora Rodríguez se entrega a la justicia. En la cárcel, rememora las circunstancias que la movieron a cometer un crimen tan atroz. En su primera infancia, Aurora Rodríguez, testigo de frecuentes desavenencias matrimoniales y de la indiscutible supeditación de las mujeres a los hombres, concibió la idea de tener una hija a la que educaría para que se consagrara a luchar por la liberación de la mujer. Buscó un hombre sano, inteligente y que aceptara renunciar la paternidad de la niña. Hildegart resultó ser tal y como su madre la había imaginado: siendo casi una niña ingresó en el Partido Socialista, a los 16 años, tras concluir la carrera de Derecho, empezaba medicina, y ya escribía artículos y libros. A los 18 era ya muy popular en los círculos intelectuales y revolucionarios. Y a esa edad, una madrugada, su madre la mató.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mi hija Hildegart
- Año: 1977
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
6.3
72 valoraciones en total
Desde el punto de vista cinematográfico, el largometraje dirigido por Fernán-Gómez adolece de varios defectos entre los que no son menores una ambientación sólo mediocre, una insuficiencia notable en el pulso narrativo y, sobre todo, una gran falta de credibilidad en la acción a pesar de estar basada en hechos reales.
El relato posee todos los elementos necesarios para convertirse en un gran drama, intenso y cargado de tensión psicológica, pero por esa escasez de verismo y esa capacidad de fabulación tan precaria, su metraje transcurre con cierta languidez a lo largo de la película y el espectador siempre tiene la sensación de que se le podía haber sacado mucho mayor partido a una historia tan interesante.
Del buen director Fernando Fernán-Gómez, vale la pena revisar esta rareza, una vez más cine minoritario y bastante desconocido.
La película nos narra la triste historia, por desgracia una vez más basada en hechos reales, de cómo una mujer muy posesiva se entrega a manos de la policía nada más empezar la película, el motivo: el asesinato de su hija, una joven que por intentar ser un poco diferente a su madre pierde la vida. La película está ambientada durante la II República española y cuenta el caso de esta madre, que se consideraba una feminista radical, que pretendió que su hija fuera exactamente como ella. De hecho, Hildegart fue una joven activista que defendió ideas progresistas, como por ejemplo el derecho al divorcio. El problema entre madre e hija surgió cuando ésta decidió ser libre y tener una relación con un hombre, algo que aquella no toleró y la llevó a asesinarla. Contiene alguna secuencia un tanto desagradable, y no me refiero a sangre, ni cosas por el estilo. Es como humillar y degradar a una persona, en este caso a tu propia hija, te deja sin palabras.
Pese a ser un encargo del productor Alfredo Matas y un vehículo idóneo para la proyección como actriz de Amparo Soler Leal, esposa del productor, pese a ello, como digo, Fernando Fernán Gómez demuestra su calidad como director ofreciéndonos una obra impactante y desoladora. No fue la única vez, que logró hacer de un encargo una obra prestigiosa y personal, sólo hay que repasar su filmografía. Basada en el libro Aurora de Sangre de Eduardo de Guzmán, cuyo argumento, guión y diálogos corren a cargo del gran Rafael Azcona y el propio cineasta, narra la historia de una obsesión sicópata y está inspirada en un hecho real que impactó a la sociedad de los años treinta.
La película resulta tan sugerente como inquietante, presenta el eterno dilema, el nefasto error que han cometido tantos padres, el de querer enmendar las frustraciones propias a través de nuestros hijos, el pretender manejar sus vidas. En este caso, de un amor enfermizo y castrador, el de una madre soltera hacia su hija que pretende proyectar y realizar la obra que ella por sí misma era incapaz de hacer. Llegando hasta el extremo inaudito de trazar el destino de una persona antes de engendrarla. El film recrea el juicio celebrado en Mayo de 1934, contra Aurora Rodriguez Carballeira, articulada a través de varios flash-backs, que tiene un personaje itinerante en el propio escritor del libro – cuyo papel encarna Manuel Galiana – quien le cuenta la historia de Hildegart a una chica de club en la barra de un bar de alterne.
Hildegart es un invento de su madre, para luchar ideológicamente por los derechos y la liberación de la mujer, pero a la vez Aurora ejerce la autoridad para someter a su hija, esclavizándola e impidiendo su propia libertad para emanciparse, porque lo que su madre busca en ella es el ideal y la utopía, capaz de realizar la obra que Aurora por falta de preparación no podía lograr. Amparo Soler Leal crea un personaje de una fuerza dramática arrolladora, una mujer con carácter y determinación que sabe lo que quiere y a ello dedica su vida. La película muestra algo más que un retrato de Hildegart, que no es más que una marioneta en manos de su madre, lo que propone es un retrato aterrador de Aurora.
Las referencias a los condicionamientos de los que emanan los traumas de Aurora son mostrados en unos oníricos planos virados en blanco y negro, que nos informa del devenir en el comportamiento de la madre de Hildegart, incluyendo la aberrante y mecánica forma de concebir a su hija. Y es que lo que pervive en esta historia dura y cruel, salvando las distancias humanas, es la rebelión de un proyecto contra su creadora. Una película que nos devuelve, tras la muerte del dictador, a rememorar el tiempo de la 2ª República con sus movimientos sociales e ideológicos, reivindicando periodos pasados de nuestra historia que los jóvenes espectadores quizás desconocían.
Pese a que los años no la han tratado lo que se dice bien y pese a que, para mi gusto, el personaje de Hildegart, al contrario que el de la madre, no está bien trabajado, Fernan-Gómez dirige ésta cinta (sin dejar un ápice de su mismo en la misma, dicho sea de paso), tomando el libro Aurora de sangre , prácticamente como guión, contando con una Amparo Soler Leal que extrae hasta la última gota de su protagonista.
Basada en un hecho real y con la eugenesia como trasfondo, la historia resulta absolutamente brutal. Una mujer concibe una hija con la convicción de hacer de ella una especie de liberadora socialista, feminista y libertaria. Efectivamente, los desvelos en su educación dan como fruto una niña prodigio, que con menos de ocho años domina seis idiomas y que sin haber llegado aún a la mayoría de edad, puede jactarse de haber finalizado dos carreras universitarias haber escrito varios libros y artículos y haberse convertido en una figura clave en el partido socialista, requiriendo su trabajo las más ilustres personalidades políticas e intelectuales del momento. Pero como toda adolescente y con el handicap de haber pasado su vida bajo un estricto y cuasi-asfixiante yugo materno, Hildegart ansía libertades, divertimentos. Su madre, incapaz de soportar la más mínima desviación de su hija del camino que ha soñado para ella, la mata a sangre fría, en sus propias palabras, igual que un escultor destruye su obra cuando la misma no ha alcanzado las cotas de perfección a que aspiraba. Y con el propio consentimiento de la niña.
El tono es de documental con una marcada aura teatral. Y especialmente para aquellos que no conocen la historia, resulta, cuanto menos, interesante.
Una mujer ferrolana concibe crear una hija que programada y educada bajo unos estrictos valores, suponga un ejemplo de lucha de la Mujer por su liberación. Criada en un ambiente claustrofóbico Madre-Hija de ideas revolucionario/socialistas, desde el primer momento Hildegart (que significa jardín de la sabiduría) se revela como un ser de precoz inteligencia y va logrando todo lo que su madre espera de ella. Pero poco a poco las cosas se van torciendo…
Basada en hechos reales, acrecienta aún más la inverosimilitud plausible de tan demencial argumento. Se trata de uno de los mayores éxitos de Fernán Gómez que sobriamente narra la historia, destapándose multitud de aspectos interesantes: la película vendría a ser una versión real del mito de Frankenstein, de la rebelión de la criatura hacia su creadora. Resulta francamente fascinante el personaje de la Madre, enormemente interpretado por Soler Leal, un ser que aplica tal racionalismo a su existencia, es tan sumamente osada y adelantada a la España de su época, que las quiméricas, legítimas y coherentes (sí, pues sus ideas son tan coherentes como trágicas, el fin no justifica sus paranoicos medios) pretensiones que ella proclama, devienen en un irracionalismo y ceguera irreversibles, y de su persona a un ser extraordinario, tan coherente como contradictorio: pretende lograr una democracia sexual Hombre/Mujer utilizando para ello el más extremista de los fanatismos y la más grande de las dictaduras, pretende ser la maestra de un ser revolucionario, progresista y se muestra como una persona reaccionaria, retrógrada, absolutamente antagónica a lo que proclama con tanta vehemencia como reflexividad, quiere estar tan al lado de su hija, impidiéndola sentimientos tan humanos como la Amistad o el Amor, que acaba anulándola.
Pudo haber sido una obra maestra de nuestro cine, pero el gran Fernán Gómez resuelve tan fascinante proyecto con la mayor de las sobriedades. Con todo, esta visión de la España negra, profunda o como se quiera llamar a partir de tan interesantísimo personaje, resulta estremecedora y por real, memorable. Basada en una novela de Eduardo Guzmán