Mi gran pequeña granja
Sinopsis de la película
En el 2011, el director de documentales John Chester y su mujer, la chef profesional Molly Chester, tomaron una importante decisión: dejar sus trabajos y mudarse al campo al norte de Los Angeles a cultivar una granja.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Biggest Little Farm
- Año: 2018
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
7.2
20 valoraciones en total
Una lección de VIDA con mayúsculas. El matrimonio John y Molly Chester nos demuestran con un sentido fílmico impecable que si se quiere se puede. Que el planeta tierra solo necesita que le cuiden un poco y sobre todo que lo dejen en paz para poder regenerarse por sí solo. Un oasis en un desierto donde hemos aniquilado la biodiversidad que proporciona el equilibrio necesario para que la vida prospere. Un canto de humildad donde el ser humano no deja de ser una parte más que debe y necesita convivir con el resto de seres vivos en armonía y respeto donde la vida y la muerte forman parte de los radios necesarios para que la rueda de la existencia no se detenga.
De obligado visionado sobre todo en el sistema educativo y para que tomemos conciencia de lo maravilloso que es el mundo que estamos destruyendo, en el cual se nos ha concedido el privilegio de la vida.
cineziete.wordpress.com
*El sueño
Una de las características de los seres humanos es tener sueños y aspiraciones, aunque no todos son los que luchan por alcanzarlas.
Mi gran pequeña granja es, precisamente, un relato de cómo una pareja (John Chester y Molly Chester) construye las condiciones para hacer realidad su gran anhelo de tener una granja que les permita sembrar, criar animales y convivir con la naturaleza.
Pero el filme no retrata esta odisea, que duró varios años, desde una perspectiva triunfalista o de admiración a sus gestores. No cae en el cliché de posicionar como héroes a los protagonistas, más bien lo que se hace es adentrarse en sus pensamientos y sentimientos.
De este modo, se destaca el enorme respeto a la vida que profesan los involucrados en esta misión, cualidad que, paradójicamente, afectará la conservación de algunas especies vitales de su granja, como las gallinas que constantemente serán atacadas por los zorros.
El gran objetivo de John Chester de crear su granja se mezcla con otra de sus pasiones, la filmación. Según el propio director grabó los 365 días del año durante casi ocho años y también fue uno de los partícipes de la edición de la película, a la que se nota que impregnó el mismo ritmo de vivencia de la granja.
De este modo, se da origen a un fascinante documental, que tiene en la autenticidad a uno de sus principales atractivos, sumado a una lograda e impactante fotografía.
*El equilibrio y la armonía
La importancia del documental Mi gran pequeña granja es su empeño de evidenciar cómo la propia naturaleza se encarga de crear las condiciones para que exista un equilibrio en el ecosistema, y de cómo este accionar resulta incomprensible por el hombre común.
El filme demuestra que el pragmatismo humano no puede superar al comportamiento natural de las especies animales y vegetales, que serán quienes impongan el ritmo y las condiciones de su desarrollo y convivencia. El accionar impulsivo del hombre no podrá alterar esta situación, por lo que deberá aceptar que debe adquirir el conocimiento necesario para entender este dilema.
Este aspecto es otro de los elementos valiosos que plantea el documental: la importancia de aprender y de aceptar las recomendaciones de quienes más saben. Es así que los valores de la obediencia y la paciencia son básicos para encontrar las respuestas a varias interrogantes.
De este modo, por ejemplo, se comprenderá que las especies depredadoras también cumplen una función en el equilibrio de la naturaleza, que los desechos de animales contribuyen a enriquecer la tierra y hacerla más productiva, que la mala hierba genera nutrientes para los sembríos o que amistad también cultivarse entre animales de distinta característica.
Este atributo del aprendizaje sirve también como un gran recurso para el relato cinematográfico. La historia del filme asume un ritmo vibrante ya que se nutre de una serie de sentidas reflexiones sobre el comportamiento de la naturaleza. El tradicional guion fílmico de imaginativos diálogos se transforma así en un viaje introspectivo sobre lo que significa el conocimiento y el comportamiento del hombre ante la impresionante majestuosidad de la naturaleza.
*Todd, el perro
La historia de este filme parte de una anécdota curiosa pero significativa, los Chester adoptan un perro, al que llaman Todd, y que causa serios problemas de convivencia en el vecindario ya que no para de ladrar. No obstante, sus cuidadores se comprometen ante él a que nunca lo abandonarán, así que todos saldrán de la urbe para construir un hogar en medio de la naturaleza.
Todd se convierte, entonces, en el testigo que validará todo lo que están haciendo los Chester para cumplir con su palabra. Obviamente, no podrá comentarlo o certificar este hecho a nadie, pero su mirada y aparecimiento constante en la película lo convierten en el hilo conductor que transmita al público las emociones que genera el documental.
*Conclusión
Mi gran pequeña granja es una novedosa propuesta fílmica sobre lo extraña y fascinante que es la naturaleza. Es una demostración de las actitudes que deben asumir los seres humanos para comprender la vida salvaje y de las cosas que pueden hacer para ayudar al ecosistema.
El contexto del filme se resume en la exploración inicial que realiza la familia Chester al árido campo en donde quieren construir la granja. Recogen con sus manos lo que califican como tierra muerta y se comprometen entre sí a trabajar para que en ese suelo inerte surja vida. Su labor se limitará a crear las condiciones para ello, como el suministro de agua, del resto se encargará la propia naturaleza.
El contenido de Mi gran pequeña granja se alza como una prueba de que la naturaleza tiene todas las respuestas y que el hombre debe tener la sabiduría para poder encontrarlas o interpretarlas.
Escrito por Victor Carvajal
Una historia preciosa, una lección de vida, de cómo realizar tus sueños, de la importancia de valores, como la capacidad de aprender, de dejarse llevar cuando las circunstancias lo requieren, del esfuerzo que se requiere para afrontar las dificultades, de lo que significa amar de verdad la naturaleza. En fin, son demasiadas cosas las que enseña este documental que cuenta con una fotografía excepcional.Excelente
Este documental constituye en sí mismo todo un tratado sobre el mundo natural, lo que incluye ciertas directrices sobre cómo hay que afrontar las penas y las alegrías del proyecto ecológico sostenible cuyo decurso vamos viendo desarrollarse ante nuestros ojos, con seductoras imágenes del mundo vegetal y animal, y del oculto cosmos de microrganismos, todos en pugna y a la vez en equilibrio.
La cosa se inicia en 2011 cuando el bloguero John Chester y su esposa Molly Chester, una afamada chef, deciden abandonar sus respectivos trabajos y marcharse al norte de Los Angeles, a poner en marcha una granja ecológica, asesorados por un experto, su mentor y gran amigo Alan York, el ideólogo del proyecto.
Tiene una dirección muy bien llevada por John Chester, con un interesante guion de Mark Monroe y John Chester, todo ello da lugar a un documento vívido interesante, entretenido y muy aleccionador. Acompaña muy bien la música de Jeff Beal, junto a una gran fotografía de Kyle Romanek y la cámara de Chestre funcionando en cada momento. Todo ello al servicio de una experiencia educativa notable para cualquiera que esté ansioso por volver a lo básico. Imágenes de drones que capturan la escala completa de las tierras de cultivo, creando un impresionante tapiz visual profundamente conmovedor.
Cuando John y Molly marchan a la granja lo que encuentran es poco menos que un erial. Pero el asesor y amigo York les convence de que la tierra tiene posibilidades, sólo hay que fomentar la diversidad agrícola y ganadera, dar paso a la madre natura y toda la miríada de recursos que encierra el terreno, amor, entrega y habrán de salir huevos de gallina, corderos y frutas de toda índole. Sin que ocurran grandes acontecimientos humanos, esta aventura de pequeña gran granja atrapa y te mantiene atento todo el metraje.
Ocurre, eso sí, que el asesor y querido amigo fallece de una fatal enfermedad, provocando la soledad al menos momentánea de Molly, John y cuantos trabajan en aquel vergel que, no obstante la luctuosa noticia, ya funciona a un ritmo y con una pujanza que en cualquier fruto o animal lleva el nutriente espiritual de York que vive en cada metro cuadrado del vergel que él imaginó.
Es una cinta que ha llegado a modo de brisa refrescante para el espíritu, y el espectador que la vea se sentirá más oxigenado, con una mejor respiración a todo nivel. Es sencillo: repensar la ecología y la interconexión de sistemas ambientales. Cuanta mayor diversidad mejor. Aves, plantas, mamíferos, la climatología y un poco de suerte.
La película es, al fin, un relato veraz de del intento ensayo-error del dúo casado John y Molly Chester, por comenzar un movimiento agrícola basado en la biodiversidad en una tierra que durante largo tiempo había sido despojada de sus componentes y nutrientes naturales. Cubre la película ocho años aproximadamente de obstáculos superados y bien rentabilizados, en el mejor sentido de la palabra.
Como se afirma en la cinta, dada la existencia de tantas variables de clima, fauna, flora y otros asuntos meramente fortuitos (huracanes, incendios, etc.), la agricultura nunca será una ciencia exacta. Pero los Chesters finalmente reflexionan: La observación seguida por la creatividad se ha convertido en nuestro mayor aliado.
La historia de esta granja modélica llevada a hombros del tesón y la convicción en una manera de trabajar con la naturaleza, no sólo es aplicable a una producción agrícola y ganadera, sino con toda probabilidad a la vida de cada cual: idealismo ardiente y gentil, y la fe en que las cosas saldrán bien. Entonces, como escribió el sabio chino del siglo XVII Chin Shengt´an en sus 33 momentos felices: Ah ¿Acaso no es esto felicidad?.
The Biggest little Farm es un bienintencionado documental sobre la historia de su pareja protagonista que durante 8 años aprenden de su experiencia neorrural tras dejar la gran ciudad. La constatación de la sabiduría de la madre naturaleza y su propio aprendizaje (observación y creatividad) constituyen el hilo conductor de un documental que divulga pero no adoctrina.
Su mejor baza es la fuerza de unas bellas imágenes y su actitud humilde ante los descubrimientos que van sucediéndose. Una propuesta que sabe lo que quiere contar y cómo hacerlo.