Mes provinciales
Sinopsis de la película
Étienne se muda a París para estudiar cine en la universidad. Allí conoce a Mathias y a Jean-Noël, que comparten su misma pasión. Sin embargo, a lo largo del año, sus aspiraciones se verán truncadas, ya que deberá atravesar pruebas de amistad, amorosas y artísticas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mes provinciales aka
- Año: 2018
- Duración: 137
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Opinión de la crítica
Película
6.7
91 valoraciones en total
Mes provinciales es una película que quieres que te guste. Lo necesitas, no puede ser de otra manera. Por su impecable fotografía en blanco y negro. Por los deliciosos motivos musicales extraídos de Bach. Por el protagonista que compone el joven Andranic Manet, soñador de pelo largo, mezcla imposible de Antoine Doinel y David Foster Wallace. Pero, sobre todo, por su languidez alla Rohmer —o Truffaut— y por su cinefilia, confesa y conspicua.
Sin embargo, adolece de un academicismo excesivo, contradictorio, de hecho, con el espíritu amateur y espontáneo que alentaba en la nouvelle vague, de la que el film de Jean-Paul Civeyrac se anhela heredero millennial. Resulta especialmente molesto escuchar a esa pandilla de niños-bien pontificando sobre lo divino y lo humano sin piedad ni pudor. Un exhibicionismo erudito que, en la mayoría de ocasiones no persigue otro fin que el muy natural —más, si cabe, a ciertas edades—, si bien paradójicamente prosaico, de pillar cacho. Ahora, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
En efecto, el encanto bildungsroman que dimana, la veracidad con que vienen representadas las maravillosas tonterías que todos hemos perpetrado a los veinte años y la reminiscente identificación con los sentimientos que embargan a los personajes hacen remontar el vuelo de esta cinta anacrónica a conciencia —incluso en su metraje: dos horas largas— y encantada de conocerse, tanto o más que ese insufrible Mathias Valence interpretado por Corentin Fila. Obsesionado por convertirse en el Jean-Luc Godard de su generación, encarna una enervante caricatura, amanerado manojo de tics sin la única contrapartida posible al respecto, la del talento. Probablemente sea un efecto buscado. Así lo espero, al menos.