McQueen: The Man & Le Mans
Sinopsis de la película
Documental alrededor del legendario actor Steve McQueen y la grabación de la película del año 1971 Le Mans , la historia de la lucha de la estrella por hacer la película definitiva sobre las carreras de coches . Como muestra de la pasión por esta competición deportiva, solía decir Steve McQueen: Cuando estás corriendo, eso es vivir. Todo lo que sucede antes o después es simple espera.
Detalles de la película
- Titulo Original: McQueen: The Man & Le Mans
- Año: 2015
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
6.2
21 valoraciones en total
Documental que narra las ganas que tenia este personaje de vivir las carreras de, incluso, ser piloto, pero se olvido de ser actor.
Me parece un documental aburrido porque, como dice una critica de las que he leído, el documental va del palo documental dramático, y en realidad solo fue la idea absurda de un tipo que se lo quiso pasar bien haciendo carreras y cuando la cosa se puso mal, acabó una película de las que se llaman ahora de culto y ya esta.
Todo lo demás sobre la libertad sueños es pura patraña anglosajona para justificar un fracaso cinematográfico en un a película o documental que no tenia ni pies ni cabeza.
Sinceramente no es para tanto…
Conquistó el mundo y perdió su alma. Una de esas frases morrocotudas que tanto gustan y tan poco dicen. Algo así se decía el bueno de Steve en sus horas bajas, o así lo podríamos resumir si por un momento fuésemos él, por qué no, como si estuviéramos apurando la última copa y a duras penas nos tuviésemos en pie en cualquier garito de mala muerte, tratando de llevarnos a la cama a esa aspirante a actriz que nos idolatra y está deseando contar que estuvo con McQueen, sí, el tipo duro de cara afable, el actor peligroso de mirada azul y pasión por la velocidad, el hombre hecho a sí mismo, el pendenciero, el iletrado, otra estrella fugaz más en la incineradora de los sueños californianos.
Digámoslo claro y sin marear la perdiz. El documental es ramplón, difuso, timorato y acomodaticio. Finalmente convencional y perezoso, olvidable, durmiente, poca cosa.
Pero lo que cuenta, poco, es, más o menos, interesante, la historia de un fracaso, de una monumental derrota, que, como es bien sabido, siempre es la victoria más resplandeciente (por su bello gesto a la contra, por su inútil verdad y rebeldía pura), o eso nos gustaría creer antes de acostarnos a ver si cogemos el sueño un rato.
El proyecto que, por momentos, le tumbó (quizás se podría comparar a los casos de los cineastas americanos que irrumpieron felizmente en los setenta y que se tuvieron que enfrentar, sin casi excepción, a su inevitable destino operístico y enloquecido. Ese suceso que tan bien explicó Biskind en su Moteros tranquilos, toros salvajes . Los De Palma, Coppola, Scorsese, Lucas, Bogdanovich, Cimino o Friedkin), aquel en el que más se implicó y menos éxito y fulgor le deparó. El rodaje eterno y desmadrado de Las veinticuatro horas de Lemans . O de cómo la egomanía, cuando estás en la cumbre y crees que lo tienes todo, te obliga a pensar que si has llegado a lo más alto siendo tú mismo, cómo ahora no vas a escuchar y seguir el dictado de tu propio corazón y, por lo tanto, hacer lo que te pide el cuerpo, o sea, rodar, por fin, una peli de coches que sea libre, verdadera, sin ataduras, guion, director o mierdas parecidas. A mí, Sabino, que los arrollo, que soy el tito Steve y yo lo valgo y puedo con todo y soy capaz de hacer lo que quiera o se me antoje, director, escritor, actor, piloto y, ya de paso, follador felón a todo trapo y rato con toda la que se menee y se preste, que son muchedumbre, claro que sí.
No se hace pesado este periplo, pero flojea, merodea, declina, y acaba en blanda retirada, torpemente, toscamente, sin clase, trampeando malamente.
Documental centrado en la afición de McQueen por los deportes a motor, y más concretamente, en la película que tanto se empeñó a llevar a cabo sobre las 24 horas de Le Mans. No fue nada fácil, y de todo ello queda patente en este trabajo firmado por los periodistas y/o documentalistas Gabriel Clarke y John McKenna.
Steve McQueen, como muchas estrellas, era un tipo peculiar, difícil. Era un tipo duro que venía de hacer películas como Los siete magníficos , La gran evasión , El rey del juego o Bullitt . Como dicen por ahí, era el actor favorito de los hombres. No olvidamos la secuencia en moto de La gran evasión o la magistral persecución en Bullitt con el Ford Mustang y el Dodge Charger a toda castaña por San Francisco. Por eso un día quiso llevar al cine su pasión por los automóviles, aún a sabiendas que eso era una locura. El documental no tarda mucho en centrarse en la película de 1971, no sin antes ofrecer algunas anécdotas, como la de aquellas 12 horas de Sebring, en las que hizo una meritoria segunda posición tras romperse el pie unos días antes montando en moto. Después la historia se convierte, en ocasiones, en una especie de making of de dicha película, con intervenciones de algunos de los implicados además de otros, como su reconstruida primera mujer o la de su hijo Chad. Emocionante la aportación del piloto David Piper, que tuvo la mala suerte de sufrir un accidente mientras rodaba para la película, perdiendo una parte de la pierna. A David Piper todavía se le podía ver, al menos hasta hace poco, en diversas carreras y concentraciones de coches clásicos, con su inseparable Porsche 917.
Supongo que interesará a los fans del actor, incluso es posible que muchos veamos a un tipo poco ejemplar en lo personal. Pero los que no se deberían perder este buen documental son los locos del motor en general y los aficionados a los deportivos clásicos en particular.
El resto de mortales probablemente van a aburrirse como una ostra.
Probablemente desde el punto de vista del documental hiperrealista y en el año 71, Las 24 horas de Le Mans firmada que no filmada por Lee H. Kazin, sea un hito de amor y pasión por las carreras de coches y los aficionados al motor tengan una deuda impagable con McQueen. Fuera de esto, al resto de los mortales y sobre todo al inmenso público que idolatraba a McQueen en papeles inmortales les debió parecer un truño de mucho cuidado.
Lo que ocurrió en ese rodaje y porqué es lo que pretenden contarnos sin demasiado acierto ni profundidad Clarke y Mckenna. El problema es que no se centran en nada concreto. Al ídolo lo tocan de refilón y sin hacer sangre de su conflictivo carácter. Tampoco sabemos su opinión sobre como se desarrollaba todo el desaguisado, la imágenes de la carrera son un muy pálido reflejo de la película, y los entresijos profesionales con los directores y la mujer y el hijo de McQueen acaban siendo meras anécdotas.
Al final el accidente sufrido en el que perdió una pierna uno de los pilotos que colaboraba en el rodaje y como le trató la productora (que era de McQueen) es lo más interesante de la cinta.
Se quiere justificar a la estrella con una carta que este escribió a los jerifaltes para indemnizar al piloto y que no obtuvo ningún resultado. McQueen era lo suficientemente rico para que su amor por las carreras y sus gentes le hubieran hecho rascarse su propio bolsillo y compensar a este hombre.
El McQueen de la ficción seguirá siendo uno de mis héroes preferidos. El de verdad es otra cosa.