Máscaras
Sinopsis de la película
Roland Wolf quiere escribir un libro sobre Christian Legagneur, un presentador de un concurso de televisión, quien invita a Wolf a su casa con la promesa de concederle una entrevista de varios días. Sobre la marcha, Wolf descubre ciertos hechos relacionados con una amiga de la hija de Legagneur y, a medida que avanza la entrevista, el escritor empieza a desenmascarar al presentador.
Detalles de la película
- Titulo Original: Masques
- Año: 1987
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.5
71 valoraciones en total
Un director con una larga trayectoria como Chabrol -de 1958 a 2009- tiene de todo. Mi tesis es que conforme se hacía mayor su cine perdía interés, porque se repetía , salvo alguna excepción de canto de cisne. Esta es de 1987 y está en forma.
Un thriller muy medido, con interés desde el principio al final. Y nada de finales abiertos (esa moda un poco estúpida) sino que, si se cuenta una historia, hay un planteamiento, nudo y desenlace, cosa que es muy de agradecer y más si es un thriller.
No voy a contar ni de qué va, porque ya está en el resumen y en las pocas críticas que hay aquí. Solo destacar la gran actuación de Philippe Noiret, que soporta el peso de casi todas las escenas, con una versatilidad como pocos actores antes y después.
Si hubiera que quedase con solo diez películas de Chabrol -e hizo más de 50- esta sería una de ellas.
Y éste es mi caso. Siempre sacando a relucir las miserias humanas, y si son pequeño-burguesas mejor. La velocidad no es una virtud en el film.
Lo mejor: Noiret (gran y reciente pérdida, qué marido de peluquera), el catavinos y los viejitos.
Lo peor: El look ochentero, los vestidos de la presunta hija.
Christian Legagneur es el famoso presentador de un concurso televisivo que reparte felicidad en directo entre los ancianos participantes, el trato respetuoso y la afabilidad con la que se comporta esta estrella mediática denotan un espíritu tierno y benévolo digno de elogio. Cuando una persona se esmera en mostrarse tan ostensiblemente caritativo y cordial, cuando todos los que lo rodean parecen vivir en feliz deuda con él, cabe preguntarse si no habrá algún aspecto oculto tras una personalidad tan intachable.
Máscaras es el descriptivo título de esta película, un trabajo dirigido en 1987 por el realizador francés Claude Chabrol y protagonizado por uno de los grandes de la interpretación, Philippe Noiret. La secreta investigación que lleva a cabo un misterioso personaje que se hace pasar por lo que no es, articula el suspense de la trama de Máscaras. La relación posesiva que mantiene el egocéntrico personaje encarnado por Noiret con su frágil ahijada es la esencia del argumento escrito por el propio Chabrol y por Odile Barski, un complejo entramado lleno de sentimientos simulados y de intereses ocultos, con el que el maestro del suspense francés rinde un homenaje al maestro del género por excelencia, su admirado Alfred Hitchcock.
Máscaras fue el primer y único encuentro profesional entre Claude Chabrol y Philippe Noiret. A lo largo de su extensa filmografía el actor francés ha trabajado en más de 130 películas, con directores europeos principalmente, en la memoria de todos permanecen momentos inolvidables de sus interpretaciones, como la del solitario proyector de películas de Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore, o su encarnación de Pablo Neruda en El cartero (y Pablo Neruda).
Candidato al Oso de oro en el festival de Berlín de 1987 por esta película, Claude Chabrol consigue una vez más adentrarse con acerada precisión en los gélidos abismos de la mezquindad humana, su distanciada ironía nos conduce por las aristas más oscuras de la condición humana con la sabia concisión de un gran creador.
Nunca me decepciona Chabrol. Es un clásico moderno, porque monta sus historias con la minuciosidad de Balzac y crea a sus personajes sobre una acumulación de detalles que, a simple vista, parecen fruto del azar.
Así, desde el primer momento en que vemos a Monsieur Legagneur es todo sonrisas y frases amables, pero también es un hombre con actitudes aristocráticas, rodeado de sirvientes -chófer, ama de llaves, caseros-, envuelto en batas de terciopelo -una roja, una azul-, fumando unos puros tan caros que están bajo llave. Legagneur cae bien, pero, de vez en cuando, un primer plano lo muestra avieso, demasiado acicalado, casi parece maquillado en su propia casa.
En la primera sesión con Monsieur Wolfe, Legagnier le confiesa que es feo ser pobre y que él, que se vio abandonado a su suerte a causa de la muerte de su padre, no quiso resignarse a serlo.
Catherine Lecoeur es frágil, su habitación parece la habitación de un convento en lugar de la alcoba de una joven adinerada. En contraste con esta zona de la casa, la habitación de Legagneur es lo más parecido a un recinto real: profusión de muebles de marquetería con incrustaciones de nácar, arropado por una piel natural, incluso la butaca junto a la mesilla presenta restos de una cacería -parece una piel de jaguar con su cabeza incluída. Todo un señor medieval.
Pero Wolf desenmascará a este impostor que, incluso dormido, se pone máscara, una costumbre antigua pero también una metáfora de todas las máscaras que veremos caer a lo largo de la historia.