Mascarada para un crimen
Sinopsis de la película
Tim Whalan, un arribista interpretado por Rob Lowe, seduce a Olivia, una joven heredera de trescientos millones de dólares. La chica, completamente enamorada, decide dejar a Brooke, su prometido, un policía al que conoce de toda la vida. En un enfrentamiento entre éste y su nuevo amor, el primero resultará herido de muerte. Aunque Olivia testificará a favor de Tim, las cosas no harán más que empeorar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Masquerade
- Año: 1988
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
5.2
37 valoraciones en total
Con aspecto de telefilm ochentero de amor y lujo, Mascarada para un crimen es una película de intriga y conspiraciones enrevesadas. Al principio esas conspiraciones y vueltas de tuerca parecen ir funcionando, aunque la película en general tiende a ser aburrida, con poca acción y mucha escena (lo dicho) de amor y lujo. Vas barruntando que la resolución de la cosa va a ser un poco estrafalaria, porque suele suceder en este tipo de películas. Y, efectivamente, el final es de juzgado de guardia. Hay muchísimas otras películas más interesantes que ver.
Mantiene desde el inicio un aire de telefilm lujoso, que nunca abandona: Paseos por la playa, miradas tiernas, regatas en yate… y poco más hasta que acontece el drama. Previsible, simple y olvidable.
Rob Lowe, un actor de moda en aquella década, sabía moverse en este tipo de productos pues era el papel que siempre hacía y ofrecían. No estaba obligado a esforzarse demasiado. Poner cara de chico encantador, con intenciones oscuras y… ya.
La película de F. F. Coppola REBELDES fue la responsable del repentino éxito que lo llevó a la fama, así como al grupo de actores jóvenes, que en aquel momento participaron en ella: Tom Cruise, Patrick Swayze, Emilio Estévez y Matt Dilon.
En la actualidad la carrera de Rob Lowe, alejada del cine, se ha decantado por la televisión, donde ha participado en series, algunas tan populares como: El ala oeste de la Casa Blanca, Parks and Recreation o Californication.
Sólo vi otra película del tal Bob Swaim, EL MEMBRILLO, producción francesa que por lo visto cosechó enorme éxito en su época. Y no me sorprende, porque la cinta tenía un guión excelente y con auténtico sabor hollywoodiense.
Se ve que al amigo lo que le van son los guiones en los que haya impresas toda suerte de maldades, planes mezquinos por parte de todos los personajes, choques violentos entre los planes de unos y de otros, y situaciones enrevesadas que se van de madre con facilidad.
Esto tiene algunas bazas y algunos peligros. La baza es que seguramente, muchos espectadores de esos que son curiosos se quedarán pegados a la tele ‘pa ver cómo terminan estos entuertos’. El peligro es que caigamos en laberintos inverosímiles y rebuscados, y al final la resolución de todos los misterios e intrigas se convierta en un cachondeo. Que es lo que creo que le pasa a MASCARADA. Que goza del atractivo típico de las pelis de suspense que tan bien saben hacer en U.S.A. (bien en el sentido de eficaz, de rápido, de correcto), pero que conforme se suceden los conclictos, uno se va dando cuenta de que acabaremos presenciando un final exagerado, poco creíble y resuelto con prisas.
98 minutos de rato pasao.
Tiene una de las bandas sonoras más deprimentes y letárgicas que recuerde. En lo que al guión se refiere, cualquier telefilme resulta más emocionante de ver. Es una película en la que no ocurre absolutamente nada y por si fuera poco el desenlace lo encuentro totalmente carente de sentido.
Cutre y soporífera, es una película cuyo visionado no proporciona ningún placer. No vale ni para coger el sueño a la hora de la siesta, lo único bueno que tiene es el cochazo que sale cogiendo curvas a gran velocidad en una escena rodada de noche. Es como si pudieras sentir la misma sensación que sus ocupantes, ese mismo viento y vértigo al producirse los giros bruscos…
Según algunas fuentes, esta obra se convirtió sorprendentemente en la novena película más taquillera del mundo en 1988. Curiosamente, casi el 85% de su recaudación lo cosechó en el mercado internacional, lo que es muy inusual. De hecho, si nos fijamos en lo que ganó en los Estados Unidos bajaría hasta el puesto 64. Por cierto, que el título original alude al nombre de un barco y no a una especie de teatro para asesinar. Sea como fuere, se trata de un thriller que quiere ser un poco morbosillo, muy de finales de los ochenta y primeros noventa, del tipo de Atracción Fatal (1987) o Instinto Básico (1992), para aprovecharse de la pegada de Rob Lowe.
Las alusiones cinematográficas parecen darnos una pista de por donde van los tiros, con mujeres malas que no lo parecen en absoluto. Esa es la sospecha que cae sobre la rica heredera Olivia Lawrence (una Meg Tilly a la que cuesta reconocer), de la que siempre esperamos que muestre su verdadera cara. Habrá que ver si es verdad pero de entrada os aviso que hay dos o tres giros que nos van a pillar con el pie cambiado. Sorpresas hay, aunque más para impactar que porque la trama realmente lo necesite. La película se deja ver pero lo cierto es que esperas más harina, el desarrollo es un poquito monótono y se nota cierta precipitación para concluir. Pasable.