Marty
Sinopsis de la película
Marty es un carnicero solterón que todavía vive con su madre. Suele salir con frecuencia con sus amigos por la noche, intentando encontrar a alguna chica con la que compartir su vida y hacer planes para el futuro.
Detalles de la película
- Titulo Original: Marty
- Año: 1955
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
7.5
39 valoraciones en total
Resulta curioso que una película que tiene ya 52 años trate algunos temas que aún están de plena actualidad. Marty no solo es una historia de amor entre dos patitos feos, sino también la historia de un hombre de 34 añazos que aún sigue viviendo con su madre, que tiene su trabajo y que vive sin preocupaciones más que la de encontrar una mujer. También es algo de plena actualidad la parte en la que el hijo se quita de en medio a su madre para dejarla con su tía debido a la mala relación de esta con su nuera. Aquí en mi ciudad de eso hay varios casos, ya sea dejando a la persona mayor en otra casa o en una residencia. Pero si hubiera que resumir el tema de la película en una cosa sola, creo que me quedaría con la última frase de la película que ya lo hace perfectamente, esa que Marty le suelta a su amigo Angie.
Cabe destacar en la película, la sencillez con la que Delbert Mann lleva su película. Todo resulta tremendamente realista. No esperaba yo una película tan verosímil. Las relaciones entre todos los personajes están bien tratadas. El personaje de Marty es sencillamente impresionante y se va desarrollando a lo largo de los escasos 85 minutos de manera notable. Solo le achaco una cosa, y es que al final no se muy bien que ocurrirá con Marty y con el negocio de la carnicería para la que trabaja, pero bueno supongo que al final pasará lo que muchos imaginamos y hará lo que esa buena mujer a la que interpreta Betsy Blair le dice.
Ernest Borgnine se come la película a bocados. Está inmenso y tiene una carisma impresionante. Es un lujazo de personaje el que interpreta pero él lo hace aún mejor. Es una interpretación sencillamente espectácular, digna de todos los premios. Está muy bien secundado también es cierto. Esther Minciotti y Augusta Ciolli hacen de su madre y de su tía también de manera más que notable. Betsy Blair encantadora.
Una película bastante interesante y muy entretenida y además que se pasa en un suspiro. Vamos, que no me extrañaría que muchas personas se vieran retratadas en los personajes que vemos en la película. Y desde luego, como digo en mi título, es una película que pondría en los institutos para que la gente aprendiera algunas cosas de las que vemos.
El talento de Delbert Mann nunca ha sido lo suficientemente reconocido por los estudiosos, su estilo casi invisible y su especial sensibilidad a la hora de abordar las historias no son del gusto de los sesudos defensores de Bergman o Pasolini (realizadores mucho más agradecidos a la hora de impresioar en las tertulias de eruditos). Sin embargo, todo amante del cine capaz de diferenciar entre el pastel y el glorioso melodrama disfrutará de las mieles que el texto de Paddy Chayefski nos ofrece, una gozada, una historia de amor inolvidable entre dos seres maravillosos, marginados y cercanos al espectador sensible.
La historia ya había sido fruto de una versión para televisión con Cliff Robertson en el rol principal, para la puesta de largo, Mann eligió a Ernest Borgnine, un actor poco habituado a interpretar personajes frágiles y simpáticos, pero que consigue crear un Marty impresionante, perfecto.
Poco más se puede decir, una Obra Maestra, injustamente olvidada hoy en día, pero que merece la pena ser revisitada cada cierto tiempo para no olvidarnos de quiénes somos realmente y para qué hemos venido a este mundo.
Al principio unos dirían que era una película edificante, otros que adoctrinadora, estos que era una historia con moraleja, aquellos que la moraleja era más bien moralina. Yo prefiero hablar de una película de tesis, donde la trama pretende principalmente persuadir al espectador de que asuma ciertos valores morales. La justificación de este género es enseñar entreteniendo y de esta manera uno sale del cine más contento porque se lo ha pasado bien a la vez que ha aprendido cómo ser mejor persona. Así pues, la historia está al servicio de la idea, aquella es adjetiva de esta: se dramatiza para convencer. Pero como es antigua (1955), y las costumbres que retrata son más bien material para la Historia, la película ya no convence a casi nadie. ¿Por qué perder entonces hora y media en la representación de un antigualla moral? Porque el espectador moderno valora precisamente lo contrario que su homólogo de los cincuenta y antepone la historia a la tesis, que contiene temas completamente modernos y universales que salen a la luz con la lectura actual: El absurdo de las convenciones sociales no asumidas íntimamente, el infinito tedio del tiempo libre con el que no se sabe qué hacer, el inacabable y siempre redivivo tópico del amor omnia vincit, el intenso rechazo social que provoca el incumplimiento de las expectativas asociadas a un determinado rol social, el resentimiento que tal incumplimiento genera en aquel que se considera a sí mismo un inadaptado, el siempre agobiante terror que suscita la soledad no elegida o el temor a la vejez, solo por citar, a bote pronto, algunos ejemplos. El éxito en abordar con acierto tales temas hace de esta película un clásico, y por lo tanto, muy recomendable.
Entrañable e inolvidable película sobre todos esos sentimientos y situaciones que parecen tan pequeños, pero que forman parte de nuestra vida y condicionan nuestro bienestar. La familia, el matrimonio, los hijos, el noviazgo son tratados de manera magistral con grandes diálogos e interpretaciones magistrales. Memorable actuación de Ernest Borgnine, dirección muy acertada y una muy bien lograda fotografía en blanco y negro. Personajes creíbles y un brillante guión. Necesitamos mas valores en nuestras sociedades actuales, necesitamos mas Martys.
De una naturalidad absorbente, para mi gusto ésta es mucho mejor que Calle Mayor . Además de ser anterior a ella (lo digo por el mosqueante parecido argumental), tiene a un Ernest Borgnine que realiza una de las mejores actuaciones de la historia del cine.
Betsy Blair tampoco lo hace nada mal como la chica fea y tímida.
Entre otras cosas, se ofrece un perfecto manual de lo que deben hacer los responsables de una película (sobre todo actores, directores y guionistas): producir alguna sensación en el público, preferiblemente distinta al aburrimiento.
Sobre todo deberían tomar buena nota esos cineastas obsesionados con la poesía (seudopoesía, diría yo). No hace falta forzar tanto las situaciones ni ser tan modernos ni originales : la sensibilidad no es su patrimonio exclusivo.
Vean esta pequeña maravilla y entenderán de lo que hablo.
PD: Por cierto, la mayoría de los responsables procedían de la televisión. Simplemente es un apunte para aquellos que menosprecian gratuitamente a las películas de este medio.