Marcelino, el mejor payaso del mundo
Sinopsis de la película
Docudrama sobre Marcelino Orbés, considerado el mejor payaso del mundo desde 1900 a 1914, triunfando en Londres y Nueva York. Fue el mejor y el más aclamado por el público en la mayor industria del entretenimiento de la época. Actuaba en el teatro más grande jamás construido, El Hippodrome, y lo veían 2 millones y medio de personas al año. No sólo fue un payaso sino un clown, acróbata y un cómico admirado por Charles Chaplin y del que Buster Keaton afirmó que era el mejor del mundo. Nacido en Jaca (Aragón), recorrió España, Europa y EE.UU. haciendo reír a la gente pero acabó protagonizando el tópico del payaso atormentado fuera de los escenarios.
Detalles de la película
- Titulo Original: Marcelino, el mejor payaso del mundo
- Año: 2020
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
6.4
73 valoraciones en total
Se nota que hay poca información sobre Marcelino.
Vine a ver la película atraído por un artículo publicado en El Mundo acerca del payaso y me han contado exactamente lo mismo que ya había leído en dicho artículo.
Se nota demasiado que no hay más que contar porque alargan en exceso las escenificaciones de la vida del personaje.
El documental es amable e interesante si no sabías nada con anterioridad acerca de Marcelino.
La música peca de sentimental y la interpretación de Viyuela es acertada en la parte cómica pero no siempre en la dramática.
De todos modos, dada la humilde naturaleza del documental, se agradece el esfuerzo por poner en su merecido lugar a un payaso tan influyente y hasta ahora completamente desconocido por el espectador moderno.
Marcelino Orbés nació en Jaca. Se forjó a sí mismo como payaso, a principios del siglo XX, en diversos circos europeos que le condujeron hasta la isla de Manhattan, donde se convirtió probablemente en el cómico más popular del momento. Reconozco que antes de ver este documental no tenía la más remota idea de quién era Marcelino (Marceline como le conocían internacionalmente). Después de verlo, es inevitable sentir un profundo cariño por el personaje que se nos retrata.
A medio camino entre el documental y la ficción, Pepe Viyuela toma el mando en un doble papel. Por un lado, hace las veces de narrador, relatando cronológicamente los acontecimientos que marcaron la vida de Marcelino. Por otro, en una delicada y cuidada puesta en escena en blanco y negro sobre un fondo musical a base de un piano muy propio del cine mudo, se mete en la piel del personaje de Marcelino y escenifica, en una recreación ficticia, tanto sus números cómicos como los puntos más álgidos de su vida personal. Y lo hace con una delicadeza y un mimo (valga el doble sentido), que de la misma manera te saca una sonrisa como te hace un arañazo en el corazón y un nudo en la garganta.
Acompañan a Pepe Viyuela varios testimonios que comentan la figura del clown: desde el hombre que descubrió los primeros rastros de la existencia del personaje y comenzó a indagar hasta completar todas las piezas del puzle que conformaron su historia, hasta varios payasos contemporáneos que hablan de Marcelino desde su propia experiencia personal. El cariño que destilan cada uno de ellos por la profesión es tal que uno no puede menos que empatizar y esbozar una sonrisa entrañable.
Si no le pongo el 10 al documental es quizás por la escasa existencia de material original que atestigüe la vida de Marcelino (dadas las circunstancias, puesto que hablamos de la década de 1920, se reduce a unos cuantos recortes de periódico, alguna foto y poco más). Habría sido genial poder ver más documentos originales. Aún con todo, lo que existe, basta para crear un cuento emotivo, tierno y, sobre todo, contado desde el corazón, y eso es lo que convierte a este documental en una experiencia especial.
Si todavía conserváis al niño que todos llevamos dentro, la disfrutaréis como el que más. Si ya lo habéis olvidado, esta película os acercará un poquito más a él.
Si nos atenemos a los números que interpretaba este desconocido aún para muchos genio cómico aragonés, a Pepe Viyuela le queda como un guante el papel. Vuelve a aquellos gags que crispaba los nervios a bastante gente, como cuando se le quedaba enganchada una manga en una percha o se liaba con una silla.
Buenas recreaciones y un documental más que interesante que no sólo reivindica la más olvidada en España que en el extranjero figura de Marcelino, sino también la del propio oficio de payaso como artista en mayúsculas.
Un personaje para recuperar que fue incluso espejo para Chaplin, pero que se vio superado por los cambios de gustos del público de su época, los cuales se negó incluso a aceptar para su desgracia.