Manuale damore 3. Las edades del amor
Sinopsis de la película
Film dividido en tres episodios sobre las distintas fases del amor: Juventud : Roberto (Riccardo Scamarcio), un joven y ambicioso abogado que está a punto de casarse, conoce a Micol (Laura Chiatti), una mujer guapísima, provocativa y misteriosa. Madurez : Fabio (Carlo Verdone), un famoso presentador de TV, fiel a su esposa desde hace 25 años, conoce a la intrigante Eliana (Donatella Finocchiaro). Adelante : Adrian (Robert De Niro), un profesor americano de historia del arte, se ha establecido en Roma tras su divorcio, es un hombre reservado y solitario que sólo habla con el portero de su edificio (Michele Placido) y puede que le haya revelado que hace siete años se sometió a un delicado trasplante de corazón. El encuentro con Viola (Monica Bellucci), la fascinante hija del portero, perturba su tranquila existencia y le hace sentir nuevas emociones.
Detalles de la película
- Titulo Original: Manuale damore 3
- Año: 2011
- Duración: 125
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Opinión de la crítica
4.8
78 valoraciones en total
Con dos entregas precedentes, no hace falta ser muy despierto para darse cuenta de que los elementos principales de la película serán los mismos de siempre: jovencitos guapos, maduritos salidos y escenas subidas de tono. La comedia italiana actual, vaya, que nadie busque influencias de Lubitsch o Hawks, por favor.
Hecho este aviso inicial, obvio pero siempre necesario, centrémonos en el film en sí. Tres son en este caso los episodios que lo conforman, con un Cupido metido a taxista (cosas de la crisis) como hilo conductor para retratar las edades del amor:
La primera, juventud, es probablemente la más insípida. El miedo a comprometerse, a madurar, a crecer… se podría haber tratado mucho mejor, y con una historia algo más original que los cuernos vacacionales, desde luego.
La segunda, madurez, nos muestra los peligros de la carne fresca cuando se cumple cierta edad. Típico, de hecho es la misma historia que en las anteriores Manuale damore, pero es sencillamente brillante.
La tercera, adelante, da el punto tragicómico a la película. Quizá el episodio más arriesgado, por no tener el tono habitual y tratar también las relaciones paterno-filiales, no obstante pasa el examen con nota.
Como aliciente para esta tercera película podemos añadir la (para muchos incomprensible) presencia de Robert De Niro demostrando que no hay papel pequeño cuando uno es grande, haciendo gala de su quasi perfecto italiano y enamorando a la Bellucci, striptease conjunto incluido. Ahí es nada. Obviamente no será uno de los títulos a remarcar en la filmografía de él, ni siquiera en la de ella, pero cumplen que ya es mucho.
Levantando menos expectación, al menos más allá del país transalpino, pero igualmente correctos encontramos a la pareja formada por Laura Chiatti y Riccardo Scamarcio en su tercer trabajo juntos… y se nota, por suerte. Les toca el peor capítulo, pero lo salvan de una quema segura.
Chispeante también el dúo Donatella Finocchiaro-Carlo Verdone, este último con el mismo papel que en sus tres trabajos previos con Veronesi, ¿y qué? Cuando se es capaz de hacer comedia del más alto nivel con la Pataky al lado, pasas a otra esfera en la que se te perdonan estas cosas.
En fin, una cinta que sin aportar nada nuevo al género de la comedia ni destacar especialmente en ningún plano, se ve con una sonrisa en la boca, que es lo importante.
Para los que quieran dos horas de diversión despreocupada, para los que busquen un término medio entre el humor inteligente y el bizarro (¡tan patrio!) y, sobre todo, para los que disfrutaran las dos entregas anteriores de esta saga… que la disfruten.
Pasas un buen rato, divertido, por momentos muy ingeniosa y desde luego muy distante de la típica comedia insulsa americana.
Excelente la interpretación de los actores, Robert de Niro me ha encantado.
A mi me ha gustado verla, claro que también me habían gustado las anteriores.
Vale que me imaginaba que iba a ser una típica película condescendiente, bastante malilla y con algun momento un poco romántico. Pero es que no ha llegado ni a eso.
Él PEOR film que he visto en mucho tiempo, incluso peor que aquellas películas con Hanna Montana, Zach Efron o quién te quieras imaginar de protas.
Psdta: no sé como Robert de Niro puede llegar a hacer esta película…
Un manual de amor tan gastado que parece más bien un manual de aburridas costumbres! Tercera entrega de una novedosa y fresca entrega, allá por sus inicios, película sobre el amor que contaba con todo lo mejor que pueda caracterizar a la comedia italiana, la pregunta es ¿qué diablos han hecho con aquel formato? Previsible y de gran tedio, una mantiene la falsa esperanza de encontrar algo que la motive para no vapulearla en su transcripción a letra impresa, pero, ¡seamos realistas! Con la reducción a tan sólo tres historias -pero fastidioso aumento de la duración- y con el atractivo de dos nombres pesados de la interpretación (Monica Bellucci se come, literalmente, a Robert de Niro delante de la cámara pareciendo éste más bien un anciano desesperado por pillar chicha que otra cosa!), es verdad que han cuidado un poco más las formas, tratando de ser más elegantes que en la segunda edición de la misma pero…, insuficiente para obtener un resultado que ni tan siquiera se aproxime al original. Un producto más desvalijado por el afán de lucro de una taquilla segura dada la cantidad de cabezas huecas que habitan entre un público cinematográfico que merece mucho más de lo que recibe. Pérdida total de la identidad de un claro exponente del cine europeo.
La tercera y esperemos última entrega de los Manuale damore de Giovanni Veronesi acorta historias pero también demasiada calidad en su guión. De las cuatro que componían Manuale Damore y Manuale damore 2 pasamos a tres. Cupido, dibujado como un crío imberbe, es el encargado de presentar las historias y unir a los personajes con su arco tuneado y un taxi a disposición. Él es el taxista del amor y en el romanticismo contemporáneo todo funciona. Bueno, todo, todo… va a ser que no. El fichaje de Robert De Niro y la canción de éxito eurovisivo de Raphael Gualazzi quedan como alicientes netamente comerciales ante una película que pierde originalidad en pos de la sobre-explicación de su título original.
En ‘Juventud’ un abogado regresa a sus tiempos mozos antes de emprender un cambio en su vida con su próximo matrimonio. ¿Algo nuevo respecto a todo el cine romántico de dicotomías laborales? Pues no. Simplemente el precio: 50.000 euros… o la ‘resistencia’, claro. Queda clara la moraleja en frases del tipo «Sin ti me cuesta respirar», que huelen a un charco podrido. No sé si los productores, en vista de que su objetivo es flagrantemente comercial, deberían pasarse al argot abreviado de la juventud actual y fijarse más en cintas como Mentiras y Gordas o Yo soy la Juani. Así que la frase «Sin ti me cuesta respirar» quedaría como un «Zin tu txotxo me cuesta tragar haire».
En ‘Madurez’ regresa Carlo Verdone como lazo de las tres partes. La historia puede recordar a ese amor loco (y que casi le mata) con Elsa Pataky en Manuale damore 2. Y vuelve el amor extremo con la bipolaridad y una mujer peligrosa. Pretende ser el capítulo más desopilante y acaba en una revisión de la caspa española sin Alfredo Landa ni guardias civiles. ¿Y su moraleja? En la vida y el amor los grandes fallos son grandes errores… aunque algunos tienen que errar para amar. Y, desde luego, como comedia está errada.
Y para acabar ‘Adelante’ con esos dos pesos pesados llamados Robert De Niro y Monica Bellucci. El amor cambió para Adrian, un profesor de historia del arte norteamericano, cuando cambió de corazón. Y así conoce su amada ciudad, Roma, y su nuevo amor… la hija buenorra y showgirl del conserje. Eso no es amor sino erección. ¿Un anuncio de Viagra y/o disfunción eréctil? Para nada, es un anunció turístico con una teta o tetaza, según se mire. No sabemos si en el contrato de la Bellucci estaba así estipulado (enseñar una teta sólo) pero esta historia protagonizada por Danny DeVito y las dos tetas sería más creíble.
Con esa moraleja de «La vida no es la que vives sino la que vivirás aunque creas que has vivido todo» se despide una cinta nimia, insignificante, aburrida y lacerantemente tramposa porque a Giovanni Veronesi se le olvidó algo fundamental y coherente con el mensaje de sus historias: amar… amar al cine y amar, por supuesto, a sus espectadores. Porque, seamos sinceros, contar billetes no es muy romántico y aquí el que los pone es el espectador.