Man with No Name
Sinopsis de la película
Metáfora basada en una persona real a quien Wang Bing ha venido filmando desde el año 2007. Este hombre –una especie de Diógenes chino- vive en cuevas, aislado de la sociedad china, y trata de sobrevivir con dignidad y valentía. Nunca habla, rechaza el sistema de su país y asume su marginalización. Viviendo alejado de los mundos material y espiritual, construye él mismo sus propias condiciones de supervivencia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Man With No Name (LHomme sans nom)
- Año: 2009
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
7.1
90 valoraciones en total
Documental de Bing, que a partir de las imágenes y sin diálogos, centra la película en la vida de un hombre, en sus quehaceres diarios, de auto-suficiencia y su forma de entender la existencia sin complejos ni ataduras de ningún tipo, en lo que se refiere a la ética, moral, etc, etc, y opta por la independencia en su máxima expresión, o dicho también de otra manera, la libertad sin ningún tipo de compromiso y responsabilidad ante nadie.
He encontrado a un hombre,
Sin nombre ni condición,
Sin ambición.
Una vida sin alicientes,
Solo vivida,
Día tras día,
Sin magia,
Sin trucos.
Solo una vida,
En verdad solo eso.
Lo verdaderamente impactante de Man with no name no es el mostrar a un outsider. Hasta cierto punto, todos nos reconocemos de manera epidérmica e idealizada en ese hombre al margen de las normas y hemos tenido muestras amables de ellos en Jeremiah Johnson o Dersu uzala. Lo esclarecedor, en el documental que nos ocupa, es que este desconocido ser humano que pulula por las infinitas llanuras chinas ni siquiera muestra signos de rebelión, ni consciencia de su desarraigo. Es, simplemente, la muestra más pura, radical y, por ello, aterradora de un hombre existiendo. Y, en su periplo, Wang Bing prescinde del ornamento, no hay, en Man with no name un estilismo de la alienación o una poética de la decadencia, como puede haberla en Un homme qui dort o El caballo de Turín. Tampoco traslucen en él aspiraciones místicas, su aislamiento no se sustenta en una peregrinación interior hacia la purísima comunicación con Dios, hacia la revelación de los grandes profetas aislados en el desierto arábigo o en Nitria.
Un hombre, sin pretensión que le maneje, sin aspiración que le guíe, no es más que esto: una sombra que existe, unas manos que rasgan ramas, una boca que sorbe fideos, un cuerpo que toma asiento y languidece, esperando el idéntico día que se avecina.
Gracias.
– He de admitir que llegué tarde a la obra de Wang Bing, como un rezagado.
– Solo hace unos meses pude ver Taang, pero su extraño magnetismo me conquistó. En ella se vislumbraba una idea tremendamente poderosa: el tiempo y su capacidad para generar conocimiento.
– Era en su paso, en las largas jornadas acompañando a una caravana de refugiados, junto a una mirada atenta a cada gesto, donde se generaba su poder. Solo después de gastar días y días atendiendo a una rutina, a un rostro, solo cuando el resto de cámaras se han retirardo se puede obtener algo verídico.
– Esta misma sensación me acompaña durante el visionado de Man with No Name. Conocer otros gestos, otros cuerpos y preguntarse de su razón de ser, pero también intentar empaparse de otra temporalidad, más cercana a los ciclos naturales.
– Solo después de observar perdido y sin referencias, acompañando un cuerpo por un espacio yermo, considerando cada gesto como futil, digno de Sísifo, puede suceder el milagro. Como en A Torinói ló, solo mediante el tiempo se puede llegar a comprender el peso de cada paso dentro de un espacio moribundo.