Mamut
Sinopsis de la película
Película ambientada en varios escenarios internacionales: Estados Unidos, Tailandia y Filipinas. Leo es un hombre que ha alcanzado el éxito en la industria de los videojuegos. Y Ellen, su mujer, trabaja como médico. Ambos viven en Nueva York con su hija pequeña, que, debido a que sus padres están absortos en sus respectivos trabajos, pasa la mayor parte del tiempo con una nanny llamada Gloria, asunto que preocupa en gran medida a Ellen, temerosa de perder el cariño de la pequeña. Un día, y debido a un asunto de negocios, Leo deberá realizar un viaje al extranjero, y a partir de ese momento tendrá lugar un cúmulo de hechos que afectarán de forma profunda a su vida familiar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mammoth (Mammut)
- Año: 2009
- Duración: 125
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Opinión de la crítica
6.1
91 valoraciones en total
Mamut tiene mucho de Babel. De hecho las historias que se entrelazan están cortadas prácticamente con el mismo molde. La infelicidad es el signo dominante, ya sea en el mundo rico como en el mundo pobre. A los primeros les falta tiempo optimo y equilibrio espiritual con todo y estar rodeados de la abundancia material, mientras que a los segundos, la pobreza les envilece. Solos pero acompañados, unos más que otros. A la larga el hastío vital y las contradicciones de la existencia. Todo desde una cotidianidad a ritmo lento con horas vacías y bajo el desencuentro. Los que unos tienen a los otros les falta, la paradoja junto al misterio. Dios desde su silencio viendo estupefacto la deriva humana.
Moodysson vuelve, y parece que muchísimo más relajado, pues tras el experimento que constituyó A Hole in My Heart , aquí se rodea por un elenco completamente rodado (y encabezado por dos grandes como Michelle Williams y García Bernal) y tira de un guión muchísimo más lineal y menos arriesgado, haciendo que aunque Mammoth posea momentos de lucidez y varios recovecos sobre los que sustentar mensajes que, pese a resultar suficientemente sugestivos, se van desechando por el camino buscando, a efectos prácticos, una resolución más sencilla y que no ofreciese excesivas complicaciones.
Pudiendo trazar una parábola sobre la soledad, el compromiso y la lejanía gradual que se produce en un seno familiar como el marcado en Mammoth , podría decirse que el sueco deja espacios para la reflexión, pero en general opta por otorgar un tono mucho más formal y cándido, dejando el peso de un film como éste sustentado en la importancia de unos intérpretes que el propio director siempre había manejado a la perfección, y que en su última cinta, sigue logrando pese a encontrarse ante pesos pesados de la actuación.
En este ámbito, eso sí, cabría destacar a ese monstruo interpretativo llamado Michelle Williams que, en cualquier tipo de situación sabe como conducir su papel y otorgarle matices más o menos dramáticos según éste lo requiera, haciendo de su personaje una de las principales bazas a nivel tanto argumental como actoral del film.
Quizá donde más yerra el cineasta responsable de joyas como Lilya Forever , es en el tramo final de guión, donde se pierde en cuestiones que no venían al caso, y sólo parecen querer sacar de una linealidad que no le venía nada mal a esa historia, culminando así en una conclusión que resulta entrañable, pero está precedida por un vacío en forma de matices que hace que la propuesta no llegue todo lo lejos que podría haber llegado.
Eso sí, el estilo de la cinta, aunque lejos de aquellos zooms que contenían sus primeros trabajos y de aquella fotografía tan granulada de Fucking Amal , sigue conteniendo rasgos que ya habíamos visto en el cine de Moodysson, especialmente en el montaje, y aunque ésta, su última incursión, no nos resulte tan franca y conmovedora como aquellas grandes películas que filmó a finales de siglo, siempre se agradece la vuelta de un grande, aunque aun le queden pasos por dar.
Algo predecible y poco virtuosa en sus intenciones. Cierto es que el resultado de anteriores películas similares la oscurecen, pero Mammoth no es capaz de impregnar.
De ser un proyecto pretencioso se quedaría a medio camino.
A pesar de ello se puede encontrar un resquicio reciclable, la fuerza de sus personajes en cada una de sus interpretaciones.
Lukas Moodysson estaba delante de nosotros con un sombrero de panamá. Era el preestreno de Mamut y nos hablaba en un inglés comprensible para cualquier aficionado de la versión original. Explicaba que le gusta crear y dar forma a películas que creen cierta controversia y perduren en el espectador.
Nos contó una anécdota referente a dos amigos, que eran pareja, y habían visto su película. Ambos discutieron después de verla y la bronca llegó a tal extremo que finalmente rompieron su relación. El director, entre risas más propias que compartidas, nos indicó que no pretendía que su película provocase rupturas pero sí que crease un debate.
Después del visionado del director de filmes interesantes como Fucking Amal o Lilya forever no sé a que se refería ya que el debate es saber cómo para alguien una película tan plana y simple puede ofrecer algo que contenga el adjetivo ‘controvertido’.
Mamut habla de la globalización al que está sometido el mundo actual. Ofrece dos contraplanos que conforman dos familia. Una burguesa, formada por una pareja compuesta por un creador de videojuegos y una cirujana con una hija de ocho años. Ante la ausencia paternal (por viajes al extranjero) y maternal (por realizar guardias nocturnas) pasa más tiempo con la niñera filipina que tienen contratada que con sus padres.
El otro contraplano es el que conforma la propia niñera, con sus dos hijos al otro lado del océano confiados a la abuela de éstos. El dinero para conseguir una vida mejor para sus retoños y las prioridades de la familia burguesa se convierten en opuestos. No hay nada más plano para la evolución de un guión que los celos infantiles de una madre respecto a la niñera y el miedo e inseguridad. Ese juego de poder quiere ser una metáfora de la sumisión servil del mundo al que hemos globalizado en nuestro propio entorno pero Mamut, más que un filme áspero propio de su autor, resulta liso por obvio.
Salvador, el hijo mayor (de diez años) de la niñera, quiere recuperar a su madre y descubre que en este mundo cruel el dinero es el primer orden. El segundo es el sexo y esa es la historia de ese paraíso sexual que encuentra el marido de la familia burguesa.
Existe espíritu de conectar relaciones afectivas entre personas que se unen a otras pero están apartadas entre sí. Se insiste en reiterar una narración contada con una simpleza tan abismal que cualquier controversia que puede generar el filme de Lukas Moodysson va encaminada a la poca química entre Gael García Bernal y Michelle Williams. El peor diálogo, y parte de la enfermedad de la película, es aquel sobre las ratas gigantes. Otro desliz es ver si ese elefante tiene algo que ver con el mamut del título y de las plumas donde se rubrican contratos multimillonarios. Hay un acercamiento a Babel pero no llega a ser ni un anexo, ni un mínimo apéndice del que sólo merece recordar la banda sonora con ese memorable The Greatest de Cat Power.
Tuve la oportunidad de ver en la pantalla grande aquella gran obra de Lukas Moodisson, titulada Lilja forever (AKA Las alas de la vida), donde logro cautivarme con su trama desgarradora y poco alentadora, acerca de aquella chica en medio del abandono. Para este 2009 Moodisson retorna con esta extraña película que vuelve abarcar la soledad como tema principal, estado que una vez más no respeta ni género, grupo étnico, estatus social, edad o profesión desempeñada.
La separación dada por el trabajo de las personas aquí presentadas: un alto ejecutivo solo en Tailandia, que acentúa su soledad dadas algunas costumbres y el idioma hablado en aquel país y totalmente desconocido para los que vivimos en occidente, la esposa de éste, cirujana en el turno nocturno del hospital a quien se le coarta la posibilidad de convivencia con su hija pequeña. A ellas se une una filipina que trabaja como nana (canguro) que ha dejado su tierra natal para poder darle mejor estilo de vida a su hijo.
Moodisson regresa con este filme, muy en línea de otros directores como Mierelles o Iñarritu: reparto internacional, en lugares lejanos y otros elementos que más que una tendencia me parecen una moda. La interpretación de sus actores son correctas, pero el filme no me brinda satisfacción y sí apatía innecesaria. Escenas con Gael García repletas de contemplación y mirada pérdida, en fin una película olvidable que va al estante lejano del videoclub y a las ofertas de temporada.
Extingue el interés pasados los 25 minutos y no ocurre algo importante.
Prescindible.