Mademoiselle Chambon
Sinopsis de la película
Jean es una buena persona: buen albañil, buen hijo, buen padre, buen marido. Un día, conoce a Mademoiselle Chambon, la maestra de su hijo. Él es hombre de pocas palabras, ella pertenece a un mundo muy distinto, pero la fuerza de sus sentimientos es tal que los desborda.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mademoiselle Chambon
- Año: 2009
- Duración: 96
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes conseguir una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te citamos un listado de opciones de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
6.4
73 valoraciones en total
Pese a lo que diga el friki de Jordi Costa, un tipejo más preocupado por epatar al personal con sus chorradas que por profundizar en la esencia de las películas, nos encontramos ante un excelente ejemplo de ese cine francés que, sin estridencias ni ampulosidades, intenta captar con la cámara (y la complicidad de unos actores extraordinarios) los sentimientos más ocultos de las personas. Nada hay de inverosímil en este relato minimalista del amor que surge entre dos seres condenados al desencuentro. Forzar un happy end habría sido fatal. Provocar un accidente en el último momento habría supuesto una decepción, un jarro de agua fría. La película acaba como sucedería en la vida real, para bien o para mal. Los que estamos hartos del cine norteamericano actual, los que nos sentimos europeos y no acabamos de entender el comportamiento de esos seres que se jactan de haber asesinado a un asesino porque God is in our side , damos la bienvenida a cintas como éstas, que hablan de seres y sentimientos humanos. Con permiso de la encarnizada némesis de Alejandro Amenábar.
Tantas cosas que se quedarán en el tintero de lo no pronunciado. Aunque no sea necesario haberlas dicho, porque en las miradas ya quedó todo sentenciado.
Hasta la muerte lamentará no haberle conocido antes, mucho antes, al principio de los tiempos, en la inocencia de los eones que no entendían de cadenas, ni de disimulos.
Hasta su último suspiro penará por ser como es, por no ser un héroe de novela, por que hubiera tantas cosas ahí flotando aparte de él y ella que subrayaron la hondura de lo imposible. Y tal vez se amaron más por ello. Tal vez se amaron más porque no debieron haberse conocido, como piezas del gran juego del azar puestas una al lado de la otra por error.
Pero no fue un error. No. Fue uno de esos tesoros que devuelven la vida, aunque luego arranquen las entrañas, dejando un puerto arrasado y triste al retirarse una marejada.
Cómo duele conocer el gran amor, el alma gemela, el hálito de tus pulmones, la sangre de tus venas, y saber que después nada será tan sublime, tan profundo, nada podrá llegarte ya hasta las raíces del ser, los días no tendrán ese color exclusivo.
Nunca se lo dirás… pero no hacía falta.
Jean es un hombre casado, con un hijo y una vida tranquila, previsible y ordenada. Un día conoce a la maestra de su hijo (Mademoiselle Chambon) con la que tiene varios encuentros y que los lleva a mantener un intenso romance a pesar de la escasez de diálogos y de la sencillez de las escenas y situaciones que desarrolla la película.
Tiene tres grandes momentos la película y que se corresponden con el momento en que cada uno de los protagonistas de este romance (Jean, su mujer y Mademoiselle Chambon) se van dando cuenta de lo que está ocurriendo. Estos momentos no se expresan con palabras, son miradas y gestos muy simples y extremadamente expresivos a la vez. Uno de los grandes momentos en que se muestra la situación es cuando Mademoiselle Chambon visita a la familia de Jean para tocar el violín al padre de Jean.
Es una de las historias que ocurren como en la vida misma pero mostrada de forma sublime y muy bella y sincera gracias a las actuaciones de los protagonistas mencionados. El romance se mezcla con las vidas cotidianas de cada uno de los actores principales. Destaca la visita de Jean con su padre a una empresa de venta de pompas fúnebres para elegir el ataúd en que será enterrado el padre, es brutal el contraste del fuerte sentimiento vivificador que nace del romance en contra de la inminencia de la muerte del padre de Jean.
Película de salida chica , al menos no muchas salas la pasaron en mi país, con buena factura.
Creo que es LA película con trama de romance del año: 0 chiches y demás huevos que nos fumamos ultimamente con Drew Barrimore y demás actrices de por allá.
También creo que el hecho de que los dos personajes protagonistas que llevan un affaire hayan sido novios en la vida real le da vida propia al drama romántico que se lleva a cabo.
Lo cierto es que el resultado es, y lo voy a citar tal cual lo sentí desde mi cómoda butaca, empalagosamente romántica de un modo descollante, allí inside la fuerza del filme, el feeling de ellos es de no creer, por momentos tuve la sensación de que habían tenido una historia (como si hubiesen sobrevivido a un apocalipsis o, si crees en la reencarnación, de que hubieran tenido algo fuerte en una vida pasada) por otros momentos en los que el silencio inundaba todo el silencio estaba más ruidoso que nunca (sé que parece poco cuerdo pero así fue) quizá no se digan nada a la vista de todos (los personajes, claro), pero si amas el buen cine sabrás apreciarla por lo que es: un verdadero film de amor, el imperdible de este año.
PD: obviamente si no te gusta el cine romántico ni lo intentes…
1) La comparación con los maestros de la Nouvelle Vague, especialmente Rohmer (y también Chabrol, por el hombre tosco enamorado de una maestra en ambiente provinciano, remitiendo directo a El carnicero), es inevitable. Y desventajosa.
La Nouvelle Vague se apoyaba en el minimalismo para conseguir la mayor intensidad significativa con la menor cantidad de recursos.
En Mademoiselle Chambon hay minimalismo: mucho sonido directo, con alternancia de silencios y ruidos, y conversaciones extremadamente parcas. Pero falta la fuerza sugeridora de los diálogos de Rohmer, con sus trasfondos pascalianos poniendo el azar en juego, con su ritmo metronómico, con esa depurada naturalidad que, contra las apariencias, resulta de una compleja elaboración estilística, una medición exacta de las palabras.
2) Faltan también primeros planos que den cuenta de los que sucede en los personajes: se trata de un relato intimista, acentuadamente sentimental.
Los personajes pueden estar definidos por su parquedad, pero los actores son muy expresivos, de modo contenido, sobrio, y la cámara lo pierde al no pasar casi nunca del plano ¾ o del medio, del medio corto como mucho.
Es, junto con otras, una limitación rígida, no justificada, porque deriva en tiempos muertos, en ahorro de recursos por elementalidad y no por estrategia artística. En pobreza.
3) Son los personajes la maestra, una mujer refinada, sutil, casi celestial, y el constructor, buena persona, básico, noblote, pero incapaz de reaccionar (exceptuando una pasajera y alarmante cólera).
4) La música, Elgar sobre todo, simboliza todo lo elevado y romántico.
En lo estilístico es la apuesta fuerte de la película.
Primero tiene presencia sólo diegética. Un personaje toca el violín, un disco reproduce un concierto. Pronto la música se añade de fondo, en dos o tres pasajes, como cargando la suerte.
No basta para incorporar la intensidad que pide el relato, y menos si su final se ejecuta telegrafiándolo, de forma ya vista docenas de veces.
Si alguna vez el final sorprendente es un punto a favor de una película, el de ésta podría aspirar a ser unos de los menos sorprendentes de los últimos tiempos.
5) Cuando dicho final ha terminado y, mientras desfilan los créditos, escuchamos de qué manera canta la gran Barbara (1930-1997) ‘Quel joli temps’ recordamos de golpe qué es el arte, cómo no consiste en nombrar las emociones sino en recrearlas con sensibilidad estética, matices, modulaciones, talento, riqueza, entrega y profundidad sentimental.