Luna en Brasil
Sinopsis de la película
Brasil, años 50. Narra la historia de amor entre Elizabeth Bishop, gran poetisa norteamericana que ganó el Premio Pulitzer, y Lota Macedo Soares, una arquitecta brasileña que diseñó y supervisó la construcción del Flamengo Park. Bishop, una mujer emocionalmente frágil e insegura, se irá haciendo más fuerte gracias a la benéfica influencia de Lota.
Detalles de la película
- Titulo Original: Flores raras
- Año: 2013
- Duración: 118
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes obtener una copia la película en formato 4K y HD. Seguidamente te mostramos un listado de opciones de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
6
92 valoraciones en total
Curioso, interesante y demoledor puede ser lo que encontremos tras la biografía de los artistas más famosos y aclamados de la literatura universal. Es triste ver que, además, el arte culmina cuando el dolor es tan intenso que no deja lugar ni a respirar. La vida se rompe, la entereza también, estalla el mundo conocido y todo se impregna de oscuridad.
Elizabeth Bishop escapa de su vida en Nueva York para dar una visita fugaz a una amiga de la infancia. Ésta, vive en un lugar escondido de Brasil junto a su pareja: una arquitecta de renombre nacional con un carácter extrovertido y enamorada de la vida. Arte con arte, Elizabeth y la arquitecta, Lota, terminan por unir sus corazones y vivir una historia de amor sincera, peligrosa y extraordinaria que, no únicamente fue la causante del premio Pulizter por su poemario A Cold Spring, si no también del parque de Río de Janeiro famoso y reconocido como Patrimonio de la Humanidad.
Es realmente increíble lo que los films nos pueden enseñar sobre las realidades de la vida que nos rodea, que a veces la cultura y la sociedad se empeñan en velarnos los ojos. El amor lésbico entre Elizabeth y Lota nos acerca en esta película brasileña un nuevo concepto de hacer cine, basado en los silencios, en los planos lejanos, en los giros de guion sin miramientos y en la soledad del escritor. Porque el arista es, sin más, un alma torturada, que no parece encontrar nunca la felicidad, que tema al sufrimiento, y se condena a la pérdida de su propia realidad.
Sin embargo, a pesar de la historia extraordinaria, la película está llena de carencias. El director no ha sabido explotar toda la hermosura posible en sus manos. Flores Raras no refleja ni la mínima parte de los sentimientos reales, de los motivos abrumadores y de la pesadilla en la que puede convertirse la depresión, el alcoholismo y los sueños rotos.
El arte de perder puede dominarse con suma facilidad. Al fin y al cabo, son muchas las cosas que parecen predestinadas a ser perdidas. Cuando nos damos cuenta de esto, lo que en un principio podría ser una tragedia, a la hora de la verdad no puede adquirir dicha categoría. El truco está en empezar por acostumbrarse a la ausencia de aquellos objetos que, a pesar de la importancia que hemos querido darles, son minúsculos desde el mismo momento en que ponderamos su valor dentro de una visión más amplia de nuestra vida. La fotografía de un momento que pedía ser inmortalizado, las llaves de casa, aquella reliquia familiar, un coche, una ciudad, un ser amado… Todo viene y, con la misma facilidad, se va. Y a pesar de todo, la vida sigue. Y con todo esto (como si fuera fácil), la pérdida ya no habrá sido un desastre, sino un elemento fundamental para saber disfrutar, como es debido, de todo aquello que realmente merece la pena.
Y mil perdones por estas líneas, pues a buen seguro ahora mismo Elizabeth Bishop se estará removiendo de lo lindo. Con total disgusto. Esté donde esté. Pobre… Por esta chapucera traducción de uno de sus más célebres poemas, servidor pide perdón y asume cualquier tipo de responsabilidad que de ella se derive. Por todo lo demás, cualquier arrebato de (más que comprensible) indignación debería dirigirse hacia Bruno Barreto. Sobre este director brasileño recayó la responsabilidad (o el encargo, o lo que sea esto…) de llevar a la gran (?) pantalla la montaña rusa emocional por la que pasaron la citada Elizabeth Bishop y la famosa arquitecta Lota de Macedo Soares. Para gustos, los colores, y con todo el respeto del mundo debemos pensar en todos aquellos (y aquellas, claro) cuyas filias les lleven a inclinarse hacia el amor entre señoras de collares de perlas. Imagínenselas en el Festival de San Sebastián (por ejemplo), con dos txacolís de más. ¡Uy, uy, qué escándalo!
Añádanle a la ecuación un tercer integrante para poder dibujar así un triángulo amoroso como Dios manda y el factor morbo estará más que garantizado. Más allá de esto (que como se ha dicho, para algunos no habrá sido premio menor), no está fuera de lugar preguntarse si Luna en Brasil aporta algo más. Y quien habla de preguntar puede hacerlo también de acusar (sin miedo, por favor), porque hay crímenes (no tipificados, increíble…) que simplemente claman al cielo. La nueva película de Bruno Barreto es, supuestamente, un (melo)drama romántico hecho desde los más profundos y sinceros respeto y admiración, despertados por sus propios personajes, inspirados en personas tan reales como, no lo olvidemos, sobresalientes en sus respectivos campos (ídem). Un respeto, por favor. Pero a efectos prácticos (es decir, a la hora de sentarse en la butaca y disfrutar de la proyección), molesta, en todos los sentidos imaginables, comprobar hasta qué punto ha degenerado lo que podríamos llamar material original.
De estructura rudimentaria y ensamblaje emocional imperdonablemente endeble, Luna en Brasil no hace justicia ni a Lota de Macedo Soares ni, mucho menos, a Elizabeth Bishop. No solo esto: convierte tanto a la una como a la otra (así como a quienquiera que esté dentro de un radio de 100 km de cualquiera de ambas) en meros arquetipos vdiseñados (o ésta es la impresión que inevitablemente aborda la mente) para una telenovela cualquiera de sobremesa. La presentación tosca del romance potencialmente (y en efecto) tempestuoso es la antesala de dos horas de metraje permanentemente descalibradas en el plano sentimental y narrativamente incapaces de mantenerle el pulso a una historia que quizás era demasiado compleja para las aptitudes de Barreto y su equipo. Poco importa el trabajo correcto de la dupla Miranda Otto & Glória Pires (incluso, por aquello de ser generosos, el de Tracy Middendorf).
Destaca, por encima de cualquier atisbo de triunfo, la ineptitud por profundizar en un más que apetecible (al menos sobre el papel) axioma presentado por las dos caras de una misma moneda. ¿Musa inspiradora o dios destructor? El amor, habitualmente confundido con el sentido de posesión y dependencia más corrosivas, nos lleva, continuamente, de un lado al otro de la balanza. Desgraciadamente, esta Luna parece haber perdido dicha capacidad para bascular y se estanca en un fatalismo tan forzado como, a la postre, cansino. La -casi ofensiva- simpleza de las formas para nada se corresponde con el potencial (derrochado) del contenido. Al final, sí hay pérdida. De mesura, de sutileza, de dignidad, de inteligencia. Lo peor es que, en este caso, la tragedia es descomunal. Lo que se ha hecho aquí no puede tildarse de interpretación, sino de -tonta- lectura bañada en alcohol de garrafa, que ha convertido a la composición más bella, en la más barata de las expresiones poéticas.
Llena de gran belleza, por los paisajes, sin embargo lo que cuenta es una historia de amor lésbico entre una poetisa americana y una arquitecta brasileña.
Buenas interpretaciones. Naturalidad en el tratamiento de los temas y salvando el folletín.
Hay recreación en varios planos ante la belleza de los lugares por donde transcurre las secuencias, pero eso no siempre es malo
Toda una sorpresa que nos viene de Brasil. Una rara avis que trata de mujeres de mediana edad artistas y lesbianas de Sudamérica. Todos los ingredientes para prometer compromiso. No decepciona. Conoceremos la vida de Lota de Macedo Soares y Elisabeth Bishop. La primera arquitecta y la segunda poeta en Brasil de los 50. Nos introduce en la vida que compartieron durante unos 15 años y que coincidió con los momentos clave de su creación. Nos imaginamos el Brasil moderno de arquitectura funcional pero también el otro siempre amenazado por la dictadura sin concesiones a la modernidad. Destaca por introducir la poesía como parte importante del guión así como la arquitectura. También por captar la separación, el desencuentro.
No tiene un contenido activista, no se perciben los obstáculos que tuvieron que sortear. En una clase bien posicionada serían menos además de ser Lota un espíritu libre que pasa por encima de convencionalismos.
Recomendable para sentir poesía y para trasladarnos a un escenario sudamericano pocas veces elegido para contarnos la realidad de los 50. El director Bruno Barreto consigue un producto muy completo, desde el contenido, a ambientación, exteriores, música, actrices. Mucha calidad al servicio de una historia muy interesante.
http://www.cineparatodas.wordpress.com
El arte de perder no es difícil de dominar .
Elisabeth Bishop, poeta de renombre, en plena crisis personal y creativa viaja a Brasil donde encuentra el amor, la fuerza y solidez de quien será su compañera y pareja durante años, la arquitecta Lota Macedo Soares.
Teoría del guión que en la práctica se transforma en paisajes lindos y exquisitos de paraíso encontrado que tienen mayor poderío y atractivo que la pareja en cuestión, presencias su encuentro, enamoramiento, estabilidad, celos, armonía, desequilibrio, ceguera alcohólica de la poetisa, su momento de mayor inspiración con su Pulitzer, la extraña relación a tres bandas que mantiene con la inquilina amiga, la supuesta dificultad de una relación homosexual en los años 50…, con una mirada atenta pero, con toque ligero de una mesura y parsimonia que levanta poco el ánimo y crea apenas pasión o emoción que sentir o llevar al alma.
Cordialidad en la narración de los hechos, adecuada y discreta que no causa efusión máxima por las protagonistas, ni siquiera mínima alteración de una relación que, a todas luces, debía ser ardiente, complicada y sabrosa, sin embargo, Bruno Barreto ha optado por el recatamiento y la timidez expresiva cuya modestia no alcanza la grandeza de los personajes, por la suavidad de una lectura ligera, cómoda y básica para conocer los hechos pero, quedarte lejos, muy lejos de los sentimientos, de palpar el vigor y necesidad desesperada de estar juntas y, aún así, éstos son insuficientes si quieres hacerte una idea de quien fue la protagonista y su importancia como experta en el arte de la escritura y el don de combinar las palabras y, su arduo, confuso e inestable interior sensible que adquirirá consistencia y confianza gracias a la robustez y determinación de esa carioca arrolladora que pondrá sus ojos en ella y ya no la dejará escapar.
Demasiada beatitud y moderación narrativa para la magnitud de las vidas relatadas, visión que no enriquece el corazón ni llama a las puertas de la efervescencia, posición neutra de desaborido recóndito lugar que no desborda todo el frenesí esperado dada la carga importante del nombre que representan, sin los cuales, no dejaría de ser una historia común más sobre un amor lésbico.
Enamoramiento que no enamora, tirantez que no se absorbe, bravura que apenas se manifiesta, inspiración receptiva que apenas se siente ni motiva, se ve con facilidad, corrección y calma, una tranquilidad que va en detrimento de su propia valoración, un escenario brillante donde no brillan del todo sus artistas, sólo se mueven y pasean al son de los sucesos sin causar alteración o adrenalina que incomode la rítmica respiración del público vidente, desfallece de una energía reflejada sin contundencia y encauzada sin viveza pues apenas da para motivar un ánimo que no percibe la desgarrada y profunda historia de amor que ambas vivieron y compartieron, tiramos los dados, empieza la partida pero no despierta gran curiosidad en la audiencia envolvente.
Cuanto más permaneces en un país, menos lo entiendes , asfixia y agonía sensitiva que marcará el rumbo de su relación, un drama cuyo dramatismo se queda en la historia escrita de ambas pero que, en imágenes, no logra rozar la osadía, impetuosidad de su maravillosa y compleja relación, sólo apuntes de debilidad obvia para hacerte una idea que, dista mucho de la existencia real vivida siendo su mayor reproche y carencia, la exigua e insuficiente imagen que expone de esta gran escritora.
Un dicho popular dice…, nunca acabas de conocer, del todo, a alguien…, aquí ni si quiera se empieza o roza su piel, más imaginación, arte, esmero y consideración que la susodicha lo merece y ¡el espectador lo espera!
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es