Lugares comunes
Sinopsis de la película
Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de literatura en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se pelean sin odio, se divierten. Son amantes, socios, amigos, cómplices. Ninguno de ellos concibe la vida sin el otro. Tienen un hijo, Pedro (Carlos Santamaría), casado y con dos hijos, que tiene un buen trabajo en Madrid, donde vive en una urbanización de clase media acomodada. Ambos sobrellevan con esfuerzo y resignación las ausencias, las privaciones, la incertidumbre del futuro, la falta de proyectos, la desesperanza. Pero el mundo plácido y reflexivo de Fernando se ve profundamente alterado cuando recibe sin previo aviso la comunicación oficial en la que le informan de su jubilación forzosa, un hecho que va a cambiarle la vida…
Detalles de la película
- Titulo Original: Lugares comunes
- Año: 2002
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
7.6
27 valoraciones en total
¿ Te has sentado alguna vez en una hamaca de madera frente a mar, con una buena copa de vino en la mano, dejando que la brisa caliente te te pegue en la piel ? ¿ Cerraste los ojos y respiraste relajado…?
¿ Por qué intentar hacer una crítica de esta película ?
Esta película la guardaré , en esa pequeña caja en la que guardo los detalles importantes de mi vida, y cuando sea algo más mayor…la volveré a ver, y volveré a emocionarme, a disfrutar con cada palabra, volveré a querer a Federico y a Mercedes, VOLVERÉ A SOÑAR.
Gracias a las personas que saben entender tan bien sus emociones y deseos, para plasmarlos después en películas.
COMO MUJER QUE SOY….UN CONSEJO PARA LAS MUJERES…
En un cita con ÉL, ponle un buen vino y esta película y estate atenta a sus reacciones…puede que des con un bello ser por descubrir.
Resulta difícil decir algo y no quedarse a medias, con Lugares comunes me está sucediendo algo que rara vez me pasa y es ponerme a teclear sin saber qué decir y tener claro que no estaré satisfecho sea lo que sea que salga. Puede que deba madurarlo dentro mío y esperar unos días más antes de decir nada, a saber, el caso es que incluso se me ha hecho complicado decidir la nota. Lo cierto es que el cine de Aristarain apunta alto, como en este caso, y la subjetividad de cada uno entrará en juego a la hora de decidir si el resultado es acertado o no, si peca de una cosa o de otra. Yo creo que arriesga y eso siempre está bien, aunque lo más importante es que ofrece reflexión a través de una historia más o menos original y sobre todo a través de un monumental Luppi.
Luppi merece un párrafo a parte, este mismo. A través de este dinosaurio (entiéndase bien la comparación, es tal cual me ha salido), expulsa una catarata de ideas que bien pueden funcionar como quedar en la demagogia. Hay mucho que apuntar: su extraña relación con el hijo, amor-odio lamentable, su mal expuesta admiración por su mujer, el extraño ideal revolucionario, la lucidez de su obra… cada vez que habla parece que va a decir algo brillante y claro, como realmente no para de hablar en toda la película al final sí que salen cosas. Ya acabo, no estoy seguro de haber dicho lo que quería, Lugares comunes ha tenido la virtud de descolocarme, principalmente por Luppi pero, ¿qué decir de Mercedes Sampietro?, brilla tanto como él y seguramente es quien define con rotundidad el personaje que vive a su lado.
Si esta película no te pone un nudo en la garganta, te envidiaré, porque eso querrá decir que no has tenido ningún problema en tu vida.
Por otra parte, el habitual discurso político de Aristarain no molesta nada, lo cual también es habitual, valga la redundancia. Sus personajes siempre son rojos desilusionados, aunque todavía idealistas. Se toman medio en broma medio en serio sus posturas. Entrañables y totalmente creíbles.
Existe el mundo al revés.
Hay familias que se decepcionan cuando en la vida te dedicas a hacer dinero, criar hijos y tener trabajo fijo. Hay familias en las que has fracasado cuando no has dedicado la mayoría del tiempo a hacer algo que te gusta. Cuando no has cogido nunca una guitarra para jugar con ella, cuando no has fantaseado con viajes, cuando no has perdido el tiempo experimentando. Hay familias en las que divertirse no está mal visto.
Todo eso descubres cuando ves Lugares Comunes de Adolfo Aristarain.
Lily y Fernando (Mercedes Samprietro y Federico Luppi) son un matrimonio maduro que vive en Buenos Aires. Él es un profesor de literatura universitario y ella es una de esas mujeres sabias y sencillas de las que te vas enamorando cuando las vas conociendo. Son un matrimonio enamorado que ha ido tejiendo su historia a fuerza de confidencias y compartir. Viven de sueños e ideas.
Lily y Fernando tienen un hijo en España. No están orgullosos de él. Viven frustrados con su hijo porque teniendo apoyo para dar rienda suelta a su creatividad, éste decide en cambio irse a España a vivir el sueño europeo. Tiene dos coches, dos hijos enjaulados, una mujer con la que se casó porque no había otra y que se enfada cuando trae visitas y un trabajo en que no hace más que tragar. Vive en un chalet adosado a las afueras de Madrid.
Del otro lado, sus padres viven en esa Argentina agonizante en que las pensiones no te dan ni para pipas, en que hay que hipotecarse para vivir y vivir además rodeado de corrupción. Al pobre Luppi lo prejubilan de profesor de literatura. Deciden ir a ver a su hijo a España y allí salta la chispa, el choque de mentalidades invertido: No has hecho lo que querías. Sólo lo que debías. Surrealista.
En el momento piensas No hay para tanto, el hijo que haga lo que quiera, ¿qué es eso de que le ha decepcionado?. Pero al final de la película comprendes. ¿Qué vida ha valido más la pena ser vivida? ¿La bancarrota de felicidad ranqueante en un país que se va al infierno o el infierno desahogado en la prostitución laboral del primer mundo?
Tenemos poco tiempo. Yo me quedo con la bancarrota.
Tengo una amiga que dice que los argentinos con tal de no estar callados acaban hablando por hablar incluso debajo del agua. En esta película hablan mucho. Pero todo lo que se habla es importante, es el sostén de este drama tan tierno como cercano. A veces incluso arrastra este exceso de conversaciones y reflexiones en voz alta como un ligero lastre, porque no da respiro y todo parece demasiado atado a las palabras. Este lastre lo salva la maravillosa actuación de Luppi y Sampietro (¿por qué en España se desaprovechan tan buenos actores y actrices que tenemos con películas que no se merecen?)
La belleza de esta película está precisamente en que lo que nos cuenta nos es cercano, reconocible (aunque no seamos argentinos). Lo que cuenta es la esencia de muchas personas, que quizás hemos dejado en el camino o que quizás aún buscamos o que tratamos de conservar casi como una lucha constante contra nosotros y el sistema.
La sencillez con la que se narra la historia, la desnudez de los sentimientos, valores, emociones del protagonista (Luppi) puede incluso llegar a incomodar a aquellos que han enterrado su propia esencia a costa de sumergirse en el día a día de una sociedad consumista y superficial que impide tanto pensar como (casi) sentir, reflexionar, cuestionar y hasta ilusionarse o mantener utopías, metidos en la vorágine de sobrevivir (sin más). Incomodará a aquellos que han renunciado a sí mismos para encontrar o mantener un lugar en el mundo (en el mundo más superficial y egoísta, pero más numeroso, fácil y poblado, eso sí)
Salud y larga vida a la lucidez