Loving Pablo
Sinopsis de la película
Drama sobre el narcotraficante colombiano Pablo Escobar, basado en el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar, escrito por la periodista colombiana Virginia Vallejo, donde cuenta la relación amorosa que mantuvo con el narcotraficante en la década de los 80.
Detalles de la película
- Titulo Original: Loving Pablo aka
- Año: 2017
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
Película
5.3
41 valoraciones en total
Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) es un guionista y director que ha sabido radiografiar como pocos la realidad social española durante las dos últimas décadas, gracias sobre todo a su capacidad de introspección en los personajes a través de unos diálogos cargados de veracidad y sentido. Sin salir de nuestro país, su cámara ha retratado las emociones tóxicas que produce la soledad ( Familia ), la pérdida de identidad de una juventud suburbial sin futuro ( Barrio ) o los zombis obreros creados por la reconversión industrial ( Los lunes al sol ), por citar sus mejores trabajos. Cuando se ha embarcado en proyectos más ambiciosos, como ese acercamiento a la guerra de los Balcanes en Un día perfecto (con una escena filmada cerca de Alarcón, en un hotel abandonado en la antigua N-III) el mensaje se difumina en la propia historia.
Loving Pablo nos acerca a la figura del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, personaje que desde su desaparición hace un cuarto de siglo se ha convertido, gracias al cine y la televisión, en un foco equidistante entre la fascinación del poder y la repugnancia del criminal monstruoso, como intenta transmitir el título del libro que ha inspirado el guion firmado por el propio director, Amando a Pablo, odiando a Escobar, escrito por Virginia Vallejo, famosa presentadora de televisión procedente de la alta sociedad colombiana que fue su amante durante casi un lustro, configurando la verdadera dimensión del mito de la Bella y la Bestia alejado de los cuentos infantiles.
La película de León de Aranoa se sirve de los aspectos más conocidos de la biografía del líder del cártel de Medellín para ilustrar de manera realista los perfiles del monstruo, sirviéndose de la capacidad de otro monstruo (de la interpretación en este caso) llamado Javier Bardem, el principal soporte de la historia, intentando alejar al personaje de cualquier tufillo de glamur, lo que deriva en que la composición que hace Penélope Cruz de la amante resulta un poco más impostada, quizás también en parte debido al doblaje.
Lo mejor de Loving Pablo es la capacidad para recrear, ambientar e ilustrar los momentos claves en la vida del Rey del Narcotráfico, su breve carrera política, el inmenso poder de su fortuna, sus lujos frente al estercolero, la maldad ilimitada ejercida desde el despacho de sus negocios desde una cárcel exclusiva y segura, capítulos que se siguen con interés pero sin pálpitos. Pinceladas que nos aproximan al rostro de aquel perverso asesino, completados con otros pequeños detalles de su biografía, como el que le tocó vivir a José Luis Perales de gira por Sudamérica: cuando en una de las fiestas para las que había sido contratado, el cantautor conquense se vio obligado a interpretar quince veces ¿Y cómo es el?, cuando tras una decena de bises se negó a repetir de nuevo aquella balada, Escobar se limitó a sacar una pistola y colocarla sobre la mesa, a Perales no le quedó otra que seguir con la misma canción. La anécdota aparece recogida en el libro de memorias de Pablo Carbonell El mundo de la tarántula.
Resulta llamativo que la figura del narcotraficante Pablo Escobar (1949-1993) se haya convertido en un icono de cierta cultura popular, hecho seguramente ayudado por la brevedad de su vida. Parecía inevitable que Javier Bardem volviera a transformarse fisicamente para encarnarlo en un film. Y eso que existen no pocos precedentes en un periodo corto de años: Miguel Sandoval (Como conquistar Hollywood, 1995), Cliff Curtis (Blow, 2001), Andres Parra (El patron del mal/El señor de los cielos, 2013), Benicio del Toro (otro que tal) (Escobar, paradise lost, 2014) y Wagner Moura (Narcos, 2015). El acompañamiento de su pareja en la vida real, como la periodista Virginia Vallejo, cuyo libro Amando a Pablo, odiando a Escobar es la base del guión, añade un punto de morbo. Lo que resulta menos atractivo es que al frente esté Fernado León de Aranoa, no por el cambio que supone en su trayectoria de años anteriores sino porque ejerce un papel de artesano, tan sólido como funcional que hacen de la película un producto pasable pero olvidable. Una cosa es buscar nuevos horizontes y otra vulgarizarse por el camino. O tal vez la sombra de Narcos sea demasiado alargada.
Una película española sobre las andanzas y amores de un conocido narcotraficante colombiano, escrita y dirigida por un director sin ninguna experiencia en el género de acción ni en producciones de alto presupuesto, protagonizada por los dos actores más sobrevalorados del cine patrio que dan vida a sus personajes hablando no en español de Colombia sino ¡en inglés con acento latino!… ¿Qué podría salir mal?
Entiendo que Aranoa y sus productores hayan apostado por el inglés como idioma principal del rodaje para tratar de meter cuña en el mercado estadounidense (totalmente refractario a películas rodadas en cualquier idioma que no sea el inglés), pero, sintiéndolo mucho, el despropósito lingüístico es de tal envergadura (hay montones de expresiones coloquiales del español colombiano que son absolutamente intraducibles al inglés o que pierden su significado si se traducen tal cual, por ejemplo: Píntemela a ver y yo le digo cuántos pares son tres moscas , que viene a ser la respuesta a un desafío, la divertida Tengo un filo, que si me agacho me corto , que significa algo así como estoy hambriento o la curiosa Bueno se me van bajando del bus aquí todos , que te la puede soltar un delincuente colombiano quiere que le des todo lo que llevas encima) que solo puedes reírte cuando ves en la pantalla a Escobar dando órdenes en un inglés con un forzado acento latino a sus secuaces en plena Colombia, cosa que te saca totalmente de la película.
En este sentido (bueno, y en todo lo demás), la serie Narcos de Netflix es mucho más realista y honesta, pese a que su actor principal sea brasileño. Loving Pablo va a ser una de esas raras películas a las que el doblaje al español le hace ganar puntos en lugar de devaluarla.
La película por lo demás no es gran cosa aunque por lo menos, a Bardem lo han caracterizado bien. En cuanto a Penélope pues… va de diva, somo siempre. La chica es como es.
Es una película que no tenía buena pinta, la crítica, sorprendentemente (según ellos la inmensa mayoría de las películas son buenas o muy buenas), no había dado el unánime y acostumbrado sí quiero. León de Aranoa estaba errante, ya no sabía si cine de monserga o explorar nuevas vías. Bardem y Pe ya no son lo que eran. A Pablo Escobar le han contado la vida tantas veces y tanta gente, ya solo falta que la escriba él mismo desde la tumba, que pocos temas más sobados había.
Y lo peor con diferencia de todo, la grotesca premisa que daba lugar a esta historia resumida en su nefando título, el amor entre una periodista, o así, y el tal Pablo que todavía nos alumbra como una estrella que murió hace tiempo y sigue todavía viva.
En fin, que había que atarse bien los machos, rezar todo lo conocido, rogar y esperar que la función no nos hiciera demasiado daño, a nosotros, pobres espectadores castigados con saña por el último cine que nos ha llegado directamente desde la parrilla de los Óscar hasta nuestras mejores salas. Cine abominable, Stalinista-Goebbelesiano- McCartysta, no sé si terriblemente conducido o simplemente aberrante. No todo. Solo un buen trozo.
Tanta palabrería para decir que nos salvamos por los pelos. Si logras soportar los primeros minutos de duro impacto, cuando te dan el primer sopapo, cuando descubres atónito, la ignorancia te había mantenido dichoso, que es una película sobre colombianos interpretada por españoles y hablada en… inglés (con algunas palabras o expresiones en español, manda madre), lo demás va solo. Malparíos. Obviamente el dinero manda, para poder hacerla y distribuirla, antes, durante y después, vive Dios. Pero pocos atentados/decisiones artísticas tan esclarecedoros y representativos de cómo está el mundo y funciona el cine. Como hacer una película sobe Rubén Darío interpretada por un mexicano y hablada en chino mandarín. En fin. Somos fuertes y lo pudimos resistir. Luego el ser humano se acostumbra a todo y casi no te das cuenta del crimen de lesa gravedad contra la humanidad.
Pero no son solo esos hechos perturbadores, hay que sumarle la aparición estelar de la Pe como trepa desaforada, frívola y pedorra sin parangón que se nos lleva al terreno de la pasión gavilanesca al tripudo Bardem (ay, la escena en la que corre con el culo al aire, y al viento, y rifle en ristre por aquellos andurriales me recordó, con perdón, a las hazañas nudistas del inefable Carlos Areces o al inverosímil Torbe en todo su apogeo cretino emitiendo sonidos de gorrino).
En esos momentos parecía/temía parodia sandunguera y platanera. Me preparé para una buena ración de risas (y un futuro gozoso escrito pinturero/portentoso).
Y no. Se van desarrollando los hechos, la petarda se hace a un lado y se cuentan cosas interesantes con ritmo intenso y entretenido. El Escobar se quiere hacer político para así evitar que los gringos le metan en la trena con la aplicación del tratado de extradición. Pero claro, una cosa es ser el jefe de la droga colombiana y otra muy distinta ser un importante gerifalte político. Lo primero lo puede conseguir cualquier psicópata con algo de inteligencia. Lo segundo es peor, mucho más complicado, tienes que ser un pelele, un monigote sinvergüenza dentro de un monstruoso sistema. Lo mismo que Escobar pero sin mancharse las manos. Ahí se equivocó, confundió el valor del dinero. El cual es solo una herramienta, la más crucial pero no la decisiva, lo que manda es el poder, el conjunto de relaciones, ese entramado de los que verdaderamente mandan, el cual expulsa sin contemplaciones a los recién llegados o que no se pliegan, a los que se creen que se pueden saltar las reglas (como salvando todas las tremendas distancias de todo tipo les pudo pasar en España a dos elementos tan distintos y acojonantes como fueron Jesús Gil y Mario Conde, que en cuanto quisieron llegar a más y poder dominar, fueron eliminados, es decir, encarcelados y silenciados) inexorables del juego. Esos seres que rigen el mundo no necesitan enseñar la pistola o los billetes para tener el dominio.
Esa es la cosa, la película gana y crece en el aspecto criminal, temporal, político, drogadicto, sufre perramente con la Penélope y en los minutos en los que aparece la santa esposa y los queridos niños (aunque sirven para decir que distinguía y diferenciaba entre lo público y lo privado, entre el trabajo y la casa. Con sus vicios sexuales pero cada cosa en su sitio, como le hace ver a Pe cuando esta se quiere asemejar a su santa esposa).
Pero sobre todo hay que destacar y aplaudir como se merece al inmenso Bardem, con una interpretación abismal, graciosa, desbordada, arriesgada, creativa, exagerada, valiente y gigantesca. Siniestramente cómico. Hermosamente terrorífico. Fabulosamente patético. Con sus carnes morenas derrengadas y todas sus bajezas expuestas sin sutileza. Mentiroso, poderoso y medio loco. Desquiciado, familiar, brutal, implacable y fullero. Aunque no se profundiza demasiado y queda solo la carcasa, el arquetipo, es Bardem el que le insufla toda la vida que le falta a esa casi caricatura. Su destino es una huida hacia delante, hacia la nada. Hay momentos, pocos, tampoco nos pasemos, en los que casi me recordó a Tony Montana. El cubano, más encocado, Pablo, más borrachuzo, tragón y follador.
Y de lado, el retrato de un país y un tiempo. La Colombia de los años ochenta y primeros noventa. Sin ley y con (mucha) muerte. Una guerra civil y campal cada día. Se expresa bien la sensación de impunidad y vértigo. De un Estado sin derecho.
También se acierta con el tono cínico, ajustado, sin idealizar, más o menos neutral, para contar unos hechos tremendos.
Pe está ridícula. Pero no creo que lo haga mal. Simplemente retrata a una tipa que así apuntaba, a zorrón
desorejado con ínfulas, a caradura con gracia y salero, a choni felona de altos vuelos.
Se puede ver más que nada por contener escenas de acción y tensión francamente bien rodadas por Fernando León de Aranoa, aquí un poco fuera de su ambiente cinematográfico (si es que lo tiene…), como el del aterrizaje en plena autopista del avión lleno de droga y la recogida de la misma por hombres de los carteles. Y también la escena en la que Pablo Escobar, con su hijo en brazos, pretende salir de la cárcel para comprarle un helado.
Sin embargo naufraga de forma humillante, haciendo incluso el ridículo en ciertas escenas íntimas, refiriéndome a las que sale Penélope Cruz, a la que hasta ahora siempre la había defendido. Cada vez que llora y gimotea Pe nos embarga un sentimiento de vergüenza ajena puesto que León de Aranoa no sabe cortar estas escenas donde debe, a tiempo, resultando excesivas y falsas. Jamás le he visto a Penélope Cruz trabajar tan mal como en estas ridículas escenas, muy dramáticas sobre el papel pero que en pantalla quedan vulgares y totalmente faltas de credibilidad.
Pero, bueno, dejando esto aparte, que es ciertamente importante y grave, la peli se puede ver puesto que tiene sus buenos momentos, algunos de ellos incluso divertidos como cuando Pablo Escobar, totalmente desnudo, corre a través de la selva para salvar el pellejo tras un ataque enemigo.
La verdad es que Javier Bardem sí intenta y logra en gran parte, transmitir la imagen de un buen padre y esposo de familia, y la crueldad como jefe del más sanguinario cártel de la droga de aquellos infaustos años que tantas muertes y dolor causó.
Muy irregular por tanto, no sé cómo será recibida por el gran público cuando se estrene. Como estará doblada, y por ello también Penélope Cruz, tal vez tenga algo de suerte.
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