Lourdes
Sinopsis de la película
Christine (Sylvie Testud) es una mujer discapacitada que lleva casi toda la vida en una silla de ruedas. Para salir de su aislamiento, viaja a Lourdes, legendario lugar de peregrinaje en los Pirineos, buscando consuelo o quizá de un milagro. Una mañana se despierta y está curada. Parece un milagro. El jefe del grupo de peregrinos, un apuesto voluntario de la Orden de Malta, empieza a interesarse por ella. Por lo demás, la curación provoca en los demás tanto envidia como admiración.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lourdes
- Año: 2009
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
5.9
55 valoraciones en total
Por Dios, ¡el gafapastismo lo invade todo! ¡Hasta los santos lugares! ¿Qué será lo siguiente? ¿Una versión gafapasta de Rocky ?
He leído por ahí (y no es la Wikipedia, ¡Milagro!) que Jessica Hausner es hija espirutual, o algo así, de Michael Haneke. No me extraña nada después de ver esta película. Lo raro es que no sea prima hermana de Jaime Rosales.
Bien, pues prepárense para la enésima disección cinematográfica de un fenómeno. En es este caso Lourdes, el lugar con más discapacitados por metro cuadrado que hay en el mundo. Ah, claro es que como están desesperados buscan esas soluciones, siempre suelta el listillo de turno. No te jode, quedate tú así y no harías lo que fuese. El que no hace nada es el verdadero desesperado, el que hace, aunque sea algo fuera de la lógica para la mayoría, es el que se agarra a la esperanza.
Pero tranquilos, que la Hausner hace una película tan fría y distante, que uno puede mantener sus prejuicios una vez visto el filme. ¿Un defecto? ¿Un mérito? Ni pajolera idea, pero lo que sin duda logra es algo inquietante. El qué no lo sé, pero inquieta.
No se obvia nada, ni lo inexplicable, ni los defectillos de desvalidos y voluntarios, ni el mercadeo del templo, que como decía Mauriac las tiendas de objetos religiosos es la respuesta del demonio a la Vírgen María .
Naturalmente tiene las típicas taras del gafapastismo: diálogos inanes, silencios prolongados, personajes que parecen sedados, realidad despojada de sentido del humor, etcétera.
Pero aún así es una película bastante interesante, aunque no para recomendarla a tu familia, tus amigos, tu vecina del quinto y la peña normal. Es más una peli para cinéfilos, así que no sé qué coño hago yo viendo estas cosas. Debo estar enfermo, y necesito ir a Lourdes también para curarme.
El gran milagro de Lourdes es que no salgan todos enfermos por haberse contagiado en los baños (Flannery OConnor, una de las más sublimes escritoras tras peregrinar muy enferma a Lourdes y pedir a la Virgen por sus libros, no por sus huesos )
Estamos ante la visión de un directora crítica del fenómeno religioso de las apariciones —no sé si es creyente, agnóstica o atea, lo que sí sé porque lo pone de manifiesto, es que es muy crítica del hecho religioso convencional y de toda la parafernalia del negocio mariano y de las personas que lo mantienen o fomentan—, dado que como típica intelectual europea, probablemente multiculturalista, si con alguna religión en particular se atreve a sacarle los colores a la cara, es obviamente con el cristianismo-catolicismo, con la religión con la que en los tiempos que corren parece ser que se atreve cualquiera, sobre todo los que presumen de no ser religiosos , cosa harta difícil (antropológicamente hablando).
No obstante, el punto de vista crítico de Jessica Hausner es salino, necesario y revelador, a pesar de todo lo juzgadora o acusadora que pueda ser hacia esta fenomenología del cristianismo católico (nos muestra a fieles religiosos convencionales degenerados por la hipocresía, por la rutina e incluso por la increencia en medio de la aparente creencia, e incluso algunos de los servidores más preocupados de ligar o de tener alguna aventura sexual que de su labor principal en esos momentos: servir caritativamente a los enfermos), lo cierto es que deja también una vía abierta al misterio de la fe, a través de la cual se puede conseguir lo imposible, contempla la posibilidad del milagro, dado que en los mismos lugares donde se reúnen y aglutinan más crédulos, más personas con fe simple o fe de carbonero, o sea poco dadas al discernimiento que trata de distinguir lo verdadero de lo falso, aún en tales circunstancias y entre tales gentes, se producen sorpresas dignas de admiración, dignas de ser llamadas milagros, ya sea porque ocurren por razones de metafísica religiosa o porque son producto de la capacidad del propio cerebro humano, algo que desconocemos en gran medida, sea por lo que fuere, como quiera son milagros.
Y entre unas cosas y otras, Jessica Hausner también mete reflexiones o pequeños análisis sobre el sentido de la vida y de lo espiritual, tales como este: ¿Qué es una vida normal? ¿Es más normal tener todas tus facultades físicas y carecer de fe, profundidad o conexión con la Trascendencia, o estar en una silla de ruedas, casi inmóvil, sin apenas movilidad física, y sin embargo poseer el poder de abandonarse en manos de lo que Dios quiera o de lo que tenga que ser, generando la fuerza inmensa de la fe capaz de provocar la sintonía con la fuente de lo milagroso? ¿Cuál de las dos vidas es más normal?
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Película que a través de la experiencia personal de una chica enferma de esclerosis múltiple analiza el fenómeno de las peregrinaciones en grupo a Lourdes, y mediante este acontecimiento social intenta reflexionar sobre la fe religiosa y la influencia de la propia autosugestión motivada por una absoluta desesperanza. Un film que nos habla de la fragilidad humana. De la fragilidad física y de la fragilidad espiritual. Del clavo ardiendo al que aferrarse cuando no queda nada más. De un tema tan controvertido como los milagros. De la frontera que separa el dogma de la ciencia.
El principal handicap de la película estriba en el hecho que la directora se acerca a la trama de una forma más descriptiva que analítica. Inunda una trama no excesivamente larga de interminables secuencias puramente contemplativas (el inicio del film ya indica bien a las claras por donde irán los tiros) que impiden que la historia alcance un mínimo de ritmo. Si a esto añadimos un comportamiento de los personajes un tanto peculiar, extraño, con reacciones ciertamente absurdas, tendremos los elementos que nos confirman la irregularidad de la cinta.
Queda un poco la sensación de que la película es un quiero y no puedo. Pretende realizar un análisis crítico de este hecho religioso, pero lo realiza de una manera tan sutil que se queda a medias. Todo queda muy en el aire y a la libre interpretación del espectador. En este sentido es un film poco valiente, pues no toma partido por ninguna parte en concreto. El numeroso surtido de líneas argumentales que quedan sin resolver, termina por aburrir y al final queda la sensación de haber contemplado un panfleto turístico tan poco atractivo como falto de contundencia.
Película emocionante, que relata la pericia de una peregrina descreída en busca de un milagro que cure su cuerpo en el Santuario de Lourdes.
A destacar que la película trata el tema de Lourdes y sus curaciones milagrosas desde un punto de vista objetivo, lo que te permite viajar a Lourdes acompañando a un grupo de peregrinos, y que saques tus propias conclusiones sobre cómo funciona el santuario en sus distintas facetas: tanto por parte de los enfermos peregrinos y sus acompañantes, de los peregrino sanos henchidos de fe, y los trabajadores del santuario en todos sus términos, curas certificadores de milagros, administradores, médicos, monjas, enfermeras y por último, ese ejército de voluntarios, donde Lourdes también es un sitio para encontrar el amor, por qué no.
La película es creíble tanto en la historia que relata como en los personajes que la habitan, de los que hay que destacar a Sylvie Testud desarrollando el papel de la candorosa Christine, siempre acompañada de su madre desalmada y siempre con su sombrero rojo, que tanto le favorece y que le hace ser punto de fuga del grupo.
Y lo fundamental de la película, lo que la hace realmente emocionante e inolvidable, es que al analizar el fenómeno de las curaciones milagrosas, de forma objetiva, sin tomar partido y sin posicionarse, resalta ese mundo que surge del santuario: de admiración y envidias, la envidia –y no sana- que provoca ver que el milagro se ha producido sobre tu vecino de penas y no sobre ti mismo o cualquiera de tus allegados, que a la postre es la persona que más se lo merece, como no puede ser de otra manera.
Portentosa esa escena final, en la fiesta de fin de excursión donde un cantante de feria canta, acompañada de la voluntaria cuidadora de Christine, la canción festivalera Felicita de Al Bano, mientras Silvie observa la fiesta con cierta desasosiego, para satisfacción de todos los allí presentes.
Lourdes. Ese lugar del que siempre había oído hablar pero del que apenas tenía más conocimiento que los cuatro tópicos que lo rodean. Ahora, la directora austriaca Jessica Hausner nos ofrece la oportunidad de vivir casi en primera persona el peregrinaje de un grupo de personas en busca de un milagro. Desde un punto de vista casi documental y con un tono más bien aséptico, nos sitúa ante el objetivo a una joven cuya esclerosis múltiple la mantiene paralizada de cuello para abajo. Su rostro, como la mirada de la directora, es neutro. Ni transmite esperanza ni escepticismo.
La cinta nos adentra de lleno en los entresijos del santuario de Lourdes. Más que un lugar de peregrinaje religioso, el insólito rincón de los pirineos franceses se nos aparece más bien como un complejo turístico, perfectamente organizado, que gira en torno a las desgracias ajenas. Dicen que la fe mueve montañas pero en esta en particular ocurre justo lo contrario, se consigue remover la fe de los más desesperados. Aquellos que sólo pueden recurrir a los milagros como última esperanza.
Desde el primer momento, la película nos sumerge detenidamente, a ritmo ralentizado, en el programa turístico ideado para enfermos como Christine. Desde las largas e interminables colas para penetrar en la gruta de la virgen hasta las multitudinarias misas en las que unos pocos elegidos reciben la bendición especial de los sacerdotes, pasando por unas piscinas de agua bendita donde, corre la leyenda, en alguna ocasión se produjo el milagro. En la sordidez de las instalaciones de Lourdes, que recuerdan más bien a un tanatorio, esperan los protagonistas del filme a que se produzca el prodigio.
Y mientras ellos aguardan la llamada del señor, el espectador espera paciente a que se produzca otro milagro, que la cinta consiga alzar el vuelo en algún momento. El ritmo apesadumbrado del principio parece el preludio de algo que finalmente no termina de llegar. Aunque Hausner consigue sorprendernos en alguna ocasión, como por ejemplo con la realidad de una de las voluntarias de la Orden de Malta o con la inesperada recuperación de la protagonista, ni siquiera esos momentos logran resaltar lo suficiente entre tanta secuencia adormecedora.
Uno no deja de pensar qué haría Javier Fesser con semejante material. No hay por qué esperar un claro posicionamiento del director ante una práctica religiosa o grandes momentos dramáticos que consigan trastocar al espectador, tal como hiciera de forma sublime Fesser en ‘Camino’. Pero sí hubiera sido deseable un tratamiento menos frío y desapasionado para un tema con tantos matices como los que plantea un lugar como Lourdes.