Los violentos años veinte
Sinopsis de la película
Estados Unidos, Ley Seca, años 20. Relato sobre los diferentes caminos que siguen tres veteranos que se conocen durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Cuando regresan a América tras luchar por su país, tropiezan con el problema del desempleo y con grandes difícultades económicas. Uno de ellos (Lynn) seguirá con decisión el buen camino, otro (Cagney), amargado por la falta de futuro, no encuentra más salida que el contrabando ilegal de licor, el tercero (Bogart) se convierte en un implacable gángster.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Roaring Twenties
- Año: 1939
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
Película
8
76 valoraciones en total
Esta es el primer encuentro de esa prolífica colaboración de Walsh con la Warner. Relación que dio un buen número de películas imperecederas.
Si bien es cierto que no existe discusión alguna en el apartado técnico (fabulosa la fotografía), no estoy tan de acuerdo en alabar el guión sin poner ciertos peros, y más, si detrás de la cámara se encuentra un director de la talla de Walsh. El recorrido que hace Eddie Bartlett (James Cagney) desde la trinchera francesa en la Gran Guerra hasta ese magnífico plano secuencia del final en la escalera de la iglesia de Nueva York es uno de los recorridos más sabrosos y bien trenzados que recuerdo. Durante ese trayecto, que narra el ya manido esquema (1) de la vida del protagonista nos topamos con un guión que ofrece demasiada información (en voz en off).
Walsh haciendo gran cine, no necesita que los personajes nos digan los sentimientos que Panama Smith (Gladys George) siente por Eddie Bart. La mano de Eddie apretando la de Panama mientras este escucha cantar a Jean Sherman (Priscilla Lane) y la expresiva cara de Panama nos basta. Detalles tan austeros, y al mismo tiempo, elaborados son los que difieren al cine de la literatura: el uso exclusivo de la imagen (dentro de un contexto o montaje) para que el espectador sea capaz de recibir la información. E igual que Walsh es capaz de crear estos detalles, no consigue repetirlo en las innumerables elipsis de la película (desde 1918 hasta principios de los 30). Y aquí veo los fallos. Cada elipsis viene acompañada por una narración en off donde nos cuentan los pormenores políticos, financieros o criminales. ¿Y sin el lugar de contarnos eso con el narrador nos lo muestra en imágenes integradas en al historia? Entonces, posiblemente, sería una indiscutible obra maestra.
La película es, como su nombre lo dice, una certera síntesis, por ratos nostálgica, bastante entrañable, no menos genial y fascinante de aquella dorada época, contada a manera de crónica periodística, con algunos pequeños y ligeros tintes cómicos, Los violentos años veinte termina siendo una precioso relato que raya lo lírico, convirtiendose en un clásico imperecedero del género y del cine en general, que nos entrega actuación memorable y fabulosa como la de James Cagney, que esta vez supera a mi favorito Bogart, quien no por eso deja de estar correcto, por cierto, además posee un guión muy bueno, una fotografía excelente y un gran trabajo de los actores secundarios que le hacen merecedora de un diez.
Después de la Iª Guerra Mundial, muchos soldados volvieron a sus hogares y se encontaron una situación distinta a la que dejaron tiempo atrás. Algunos de esos desubicados ex soldados formarían parte del auge del tráfico de alcohol en los años 20 y de su caída…
Obra absolutamente pletórica de Raoul Walsh, en la que domina con una naturalidad pasmosa todos los resortes del cine. Todo se capta por la cámara de Walsh: miradas que enriquecen las situaciones argumentales, muertes artísticas e intelectualmente excitantes ( nulo subrayado de la violencia, elipsis y elementos escénicos que potencian la percepción del espectador de la misma con más crueldad y fascinación que si se mostrara ), historias de amor inocentes y otras pasadas por el tamiz de la experiencia, opresiva ambientación de los veinte, detalles documentales insertados en las escenas ( aparición de la radio, elaboración clandestina del alcohol ), seres vitalistas, ingenuos gamberros, traidores, tiroteos, venganzas, abordajes a barcos, redenciones personales…
El director reúne en esta película la mayor parte de las virtudes de otros directores en su riquísimo y milagroso estilo: la concisión y crueldad escénica de Fritz Lang, el dominio en la composición de escenas y del ritmo narrativo de Hitchcock, la importancia de los secundarios, el dibujo de personajes, la americanidad y la llana, económica y conmovedora exposición de Ford… El tempo narrativo es perfecto, un lujoso producto de la más exquisita elaboración cinematográfica que puede existir: arte profundo y a la vez suave entretenimiento, seriedad nada pretenciosa, exquisito resultado que enriquece el alma de todas las generaciones que la observen absortos, totalmente sumergidos en ese torrente de la mejor pasión vitalista magistralmente puesta en escena por Raoul Walsh.
Película dirigida por el gran Raoul Walsh, basada en hechos reales y producida por Hal B. Wallis ( Hampa dorada , Robin Hood ) y Jack L. Warner.
Narra la historia de tres compañeros de armas (Lloyd, Eddie y George) de la Primera Guerra Mundial. De regreso a Nueva York, en 1918, se encuentran un país que no siente admiración por los ex-combatientes y en el que escasea el trabajo. Son los años de la Prohibición (Ley Seca), que genera oportunidades para los que se arriesgan a vivir al margen de la ley, en un mundo en el que proliferan los gánsters, las tabernas clandestinas, las guerras entre clanes mafiosos y las muertes violentas. Lloyd Hart (Jeffrey Lynn), hombre bondadoso, abogado de profesión, monta un bufete que le da trabajo y vive honradamente. Eddie Bartlett (James Cagney), perdedor incapaz de encontrar un trabajo satisfactorio, monta una pequeña banda de traficantes con Panamá Smith (Gladys George) y se asocia con George Hally (Humphrey Bogart), hombre frío, sin escrúpulos y sin principios. El nuevo grupo se ha de enfrentar en una larga serie de escaramuzas con el clan del poderoso Nick Brown (Paul Kelly), que sirven para mostrar las intrigas, venganzas, ambiciones, traiciones, abusos, miedos y odios que presiden el submundo del hampa. Walsh hace una soberbia y vibrante descripción del mismo.
La fotografía, a cargo del eminente Ernest Haller ( Lo que el viento se llevó ), combina con sabiduría movimientos de cámara muy precisos, primeros planos sobre fondos de gran profundidad, planos sobre fondos claros de excelente contraste, negros intensos junto a blancos brillantes (el collar de Panamá, el vestido de Jane, etc.), y travellings magistrales como el de aproximación a la escena final y el posterior de alejamiento de la misma. La música incluye canciones melódicas interpretadas por la joven Jane Sherman (Priscilla Lane), el amor imposible de Eddie, o por Panamá Smith y fragmentos de fondo (piano solo, orquesta, solos de metal), que en la secuencia final crean un clima de extraordinaria emoción, que sugiere la condena del gansterismo y el perdón compasivo de Eddie. Merecen una referencia especial las escenas en las que el director mueve, con su habitual brillantez, grupos numerosos de personas, como el abordaje por parte del pequeño barco de Eddie del mercante de George, el desalojo del bar clandestino por la policía, las peleas a puñetazos entre esbirros de Nick y Eddie. Es destacable la observación de detalles con enfoques singulares (la cafetera, la pistola de Eddie, la mano de Panamá sobre la de Eddie).
Obra clásica del subgénero de gángsters, realizada en la época de esplendor del mismo, que se sitúa junto a Hampa dorada y Scarface , a las que supera en algunos aspectos. Pieza maestra del cine negro y joya del cine clásico.
Ésta es una cita del escritor, productor, cineasta y sobre todo crítico de teatro, el norteamericano Mark Hellinger, el mismo que inspirara con una de sus historias originales la película que supuso la primera colaboración en el cine de gángsteres entre Raoul Walsh, el director de la misma, y James Cagney (quien para él fuera la tercera y última cinta sobre el mundo del hampa hasta que diez años después y precisamente de la mano del propio Walsh retomara los bajos fondos con la obra Al Rojo Vivo )… aunque fueron Jerry Wald, Richard Macaulay y Robert Rossen los encargados de adaptar la historia original de Hellinger a la gran pantalla…
Ya a las primeras de cambio, y al hilo de la cita de Hellinger que da título a mi crítica, el narrador nos pone en antecedentes sobre la eclosión de la convulsa etapa colorista denominada en inglés the roaring twenties , que tuvo lugar en norteamérica, y que traducido al castellano vendría a significar los ruidosos años 20 por la colorista etapa que se inició en abril de 1918, cuando casi un millón de jóvenes americanos estaban luchando por lo que según les habían dicho salvarían al mundo para tener la democracia …hasta el fatídico martes negro del 29 de octubre de 1929 donde los ahorros de las familias norteamericanas se fueron al traste…
Con una espléndida fotografía en blanco y negro a cargo del reputado Ernest Haller, el mismo que también en dicho año de 1939 fotografiara Lo que el viento se llevó de Victor Flemming, o el mismo que un año antes fotografiara Jezabel de William Wyler…
La película es precisamente un recorrido en flash backs de atrás hacia delante de aquel peculiar trozo de historia del país que se estaba erigiendo en la primera potencia mundial, y sobre todo sus implicaciones en el mundo del hampa…
Una inolvidable cinta que a buen seguro forma ya parte de la historia del séptimo arte y por supuesto ocupa un lugar privilegiado en la historia del género de gángsteres o bandas de delincuencia organizada…al ritmo de la dardanella y entre copas de ginebra con ginger ale…
Realmente brillante y por supuesto,
P A R A N O P E R D E R S E.