Los vampiros
Sinopsis de la película
En París, se multiplican los asesinatos de varias jóvenes que aparecen sin una gota de sangre en el cuerpo. El pánico siembra la ciudad ante los rumores de la llegada de unos vampiros que parecen ser los responsables de los acontecimientos. El periodista Pierre Lantin decide investigar por su cuenta, a escondidas de la policía, y descubre la misteriosa figura de la bella y joven condesa Giselle du Grand…
Detalles de la película
- Titulo Original: I Vampiri aka
- Año: 1957
- Duración: 81
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes descargar una copia la película en formato HD y 4K. Seguidamente te detallamos un listado de posibilidades de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
6.2
30 valoraciones en total
Una película realmente notable y muy importante historicamente por suponer la antesala del giallo y del fantaterror italiano además de contener la reunión de los singulares talentos de Ricardo Fredda y Mario Bava, que se ocupó de la extraordinaria fotografía blanquinegra y remató la dirección tras el abandono de Fredda por problemas con los productores. Un médico sangra a jovencitas para mantener la eterna juventud de su bella y sobrenatural esposa ( personificada por la magnética y sofisticada Gianna Maria Canale) en una re-lectura contemporanea de la terrible Condesa Bathory. Con un estilo elegante y sugerente que sigue la investigación de un intrépido periodista usando el suspense de tono hitchcockiano e incluyendo elementos fantasmagóricos en sus góticos interiores.
No hay nada más peligroso que un amor no correspondido. Y es que, según la persona, es capaz de hacer cualquier cosa por conseguirlo…
Y Riccardo Freda envuelve esta trágica historia de amor en un thriller policiaco, donde el periodista Pierre Lantin irá investigando por su cuenta una serie de asesinatos del apodado El vampiro , ya que deja a las víctimas sin sangre en el cuerpo, mientras la condesa Giselle du Grand intenta seducirle en vano.
La película va desgranando poco a poco la trama siguiendo minuciosamente la investigación, dejando el misterio hasta el final (pero que buenamente la gente de por aquí se dedica a destripar, pues al parecer no conocen algo llamado spoiler ).
Así pues, amores imposibles, científicos obsesionados, investigadores audaces tiene su lugar en una ambientación gótica de castillos y espacios cerrados, y no en vano, la película ha cogido importancia por ser el germen de lo que posteriormente fue el giallo con sus persecuciones a los serial killers.
Quizá el mayor problema de la cinta lo encontramos en su desmesurada narrativa explicativa mediante diálogos, donde todo lo que acontece lo explica un personaje, como si no se confiase en que el espectador pudiera relacionar sólo los acontecimientos. Aún con esto, su excelente ritmo, corta duración y fotografía del posteriormente famoso Mario Bava (que incluso llegó a filmar la parte final de esta película) hacen que merezca la pena ver la película de Riccardo Freda, sobre todo los amantes de la intriga policiaca, con sus sobretodos, investigaciones al detalle, misterios inexplicables que paradójicamente luego acaban cuadrando, y todo enmarcado en una ambientación lúgubre y sinuosa.
Años antes de arrancar el ‘giallo’, Los vampiros dejó algunas de las claves asentadas para ese género que causaría furor durante la década de los 60-70, haciendo que rasgos que la dotaban de una fuerte personalidad (ese investigador impostado, el misterio que se va desentrañando lentamente, las pistas que se deshacen en las manos del propio protagonista, etc…) supusiesen una base para que los Argento, Bava y compañía se acogiesen a algo antes de empezar a generar adictos.
No en vano, la fotografía del film de Freda, es del mismísimo Mario Bava, una fotografía soberbia, de una plasticidad tremenda y que, en un sólo movimiento de cámara, es capaz de envolver al respetable como si nada, y dejarlo inmerso en una atmósfera tan palpable como, a ratos, onírica, cosa que le da a la cinta una vertiente cautivadora única.
Por otro lado, se agradece que la propuesta no incurra a esas secuencias tan explícitas que dejaría más tarde tras de sí ese giallo tan típico de la zona, no tanto porque a servidor le agraden más o menos, sino porque esa historia tan sutil, desgranada con tal pulso y desvelada con suma eficacia, lo único que no necesitaba eran chorretones de sangre.
De ese modo, Freda emplea magníficamente unos efectos especiales muy dignos para la época, y se despacha con algún que otro momento digno de elogio, donde la translación de ciertas secuencias a la pantalla hubiese resultado sumamente complicado, pero con él tras las cámaras y ese equipo de maquillaje tan competente, se resuelven impecablemente.
También cabe destacar esa pérdida de la intensidad en la investigación del personaje principal que, a medida que avanza, va decayendo en pro de la inclusión de nuevas tramas que son tan aclaratorias, y están tan bien definidas, que se agradecen como si resultasen una bocanada de aire preciso en circunstancias de duda.
Lo mejor de todo, no es que sólo resulten aclaratorias, sino que están enlazadas de un modo tan convincente, que logran realzar la conclusión en pro de un final, quizá no tan a la altura del resto de la obra (en especial, por la inclusión de algún instante que chirría), pero que no desentona lo más mínimo gracias a esos enlaces tan bien urdidos por Freda.
Se podría hablar, pues, de Los vampiros como un importante anexo, no únicamente en la vida cinematográfica de estos chupasangres, sino también de esa antesala del giallo anteriormente citado aquí. Sólo por ello, ya resulta de obligado visionado para cualquier aficionado al género. Y no hay más.
Se dice que esta película inauguró la escuela de cine de terror italiana y no voy yo a discutirlo. Los nombres de Riccardo Freda y Mario Bava –que fue el director de fotografía y además concluyó su rodaje- erigen los cimientos de un género que, junto al spaghetti-western y el peplum sería explotado sin límite en el país de los Apeninos.
Lo que sí me parece es que Los vampiros es antes una película de suspense que de terror. Dicho de otro modo, la película narra dos historias: la primera es puro cine de terror: hay un mad doctor que asesina a jóvenes muchachas para robarles la sangre, la segunda es un melodrama romántico: hay una condesa (Gianna María Cannale) que, desesperadamente enamorada de un hombre ya muerto, persigue el mito de la eterna juventud para obtener el amor del hijo de aquél. Por supuesto las dos historias confluyen: de la sangre de las doncellas proviene el bálsamo que devuelve la belleza de la condesa, pero es su tragedia la que verdaderamente importa. En efecto, el doctor es un personaje secundario y la única verdadera escena de terror –el secuestro de una de las jóvenes por un sicario del doctor- es más sugerido que mostrado. La violencia se sobrentiende.
La propia transformación de la condesa en una mujer vieja y ajada carece de todo efectismo, ni tan siquiera vemos un primer plano de su rostro repentinamente avejentado. Las dos escenas en las que eso sucede ya son suficientemente sobrecogedoras y su intención no es provocar miedo, sino mostrar la desdicha de una mujer que le ha vendido su alma al diablo y está siendo condenada por ello.
En el debe de la película no voy a dejar de apuntar la antipatía que me provoca el protagonista masculino (un inexpresivo Dario Demichelis), a su favor, en cambio, hay que anotar una maravillosa escenografía: todas las escenas que trascurren en el castillo de la condesa y en la cripta donde el doctor realiza sus experimentos remiten al mejor cine gótico.
En París, un periodista investiga los asesinatos de varias muchachas que han aparecido desangradas. Las pistas le conducirán al castillo de una joven y bella duquesa.
El primer film de terror italiano del cine sonoro, emprendido por Riccardo Freda y concluido por Mario Bava, con la musa del primero y la fotografía del segundo. Su premisa policial anticipa algunos elementos del giallo y su premisa fantástica incluye la figura del mad doctor. Se inspira en la leyenda de la Condesa Báthory.
A veces, el corazón llega a razonar mejor que cualquier cerebro.