Los seductores
Sinopsis de la película
Álex y su hermana se dedican a separar parejas. Desde Mónaco hasta Marruecos, ningún sitio está demasiado lejos y ningún trabajo es demasiado difícil. Con una tasa de éxito del 100%, son los mejores en lo que hacen. Por más inmoral que pueda parecer su profesión, ellos tienen su propio código de honor: Regla nº1: no separar nunca una pareja estable. Regla nº2: no enamorarse jamás. Pero cuando un hombre los contrata para que pongan fin a la relación de su hija con su novio, empiezan a romper las reglas.
Detalles de la película
- Titulo Original: LArnacœur (Heartbreaker)
- Año: 2010
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.7
53 valoraciones en total
La comedia romántica es un género que suelo encontrar deleznable, pero esta peli sí que me ha gustado.
Admito que me ha hecho gracia. No es que haya perdido los empastes en las carcajadas, pero he visto gran parte del metraje con una sonrisa.
Y lo más inaudito es que los protas me han caído bien. De normal, el hecho de que terminen juntos o separados es una cosa que a mí, cuando veo una peli de éstas, me la bufa. De hecho, suelo preferir que rompan para siempre y así se evite que se pongan a procrear y suelten más idiotas al mundo, que ya tenemos bastantes.
La Paradis me gusta por no haberse arreglado la pared. Que en este mundo en el que todo es apariencia y superficialidad ella vaya por la vida con esas paletas que no se ajuntan, hace que la perciba como a una tía especial.
Y él es esperpéntico. Combina a la perfección su rol físicamente cómico con el de convincente galán. No sé si será seductor, pero desde luego es divertido.
Por lo demás, la peli sigue el patrón básico del género, pero sin llegar nunca al clásico y bochornoso momento del cisma motivado por una memez colosal, ni a la posterior e inevitable reconciliación de fanfarria. Aquí, la única separación está en los piños de la Paradis, y ya es bastante.
Recomendada, sobre todo, para fans de Dirty Dancing, que sé que los hay, aunque no entienda el por qué.
Alex, su hermana y el marido de ésta se dedican a romper parejas profesionalmente. En pocas semanas y previo pago de una módica compensación económica son capaces de convertir a cualquier marido, prometido, novio o amante en cosa del pasado, aunque tan cuestionable labor no está reñida con el tradicional código ético que se aconseja respetar y cuya principal norma sería la no implicación emocional, algo que por supuesto nunca sucede, no al menos hasta bien entrado su metraje. Obligados por las circunstancias se enfrentarán al mayor reto de todos, en tan sólo los diez días que restan para su boda separar a la pareja formada por Juliette y Jonathan, para lo cual Alex se hará pasar, entre otras cosas, por un sucedáneo de Patrick Swayze.
Este es el punto de partida de uno de los grandes éxitos de la cinematografía francesa de este año, L’ Arnacoeur, producto de apariencia europea pero corazón hollywoodiense que dentro de lo que el género de la comedia romántica permite se desenvuelve con notable soltura. Protagonizada por un simpático y carismático Romain Duris y una funcional Vanessa Paradis, actualmente más conocida por ser la señora Depp, estamos ante una más que recomendable, para los devotos, y poco indigesta, para los escépticos, comedia romántica de éxito proporcional al respeto de esta tanto hacia el género como hacia el público, y que no se olvida de que al margen de dos cabezas de cartel, una idea que sustente la historia y un inevitable espíritu romántico que evite un desenlace no apto para pesimistas, toda cinta ha de verse respaldada por algo parecido a un guión y, especialmente dentro del género de la comedia por mucho que sea romántica, algo de humor que no confunda la simpatía con la apatía.
Títulos como Tenías que ser tú, Exposados o El plan B, todos ellos estrenados a lo largo de este mismo año, vienen a demostrar por que en las últimas fechas el llamado género de la comedia romántica provoca tantos o más escalofríos que el género de terror, del cual y a su vez podríamos extraer una serie de títulos que explicasen el porqué también, voluntaria o involuntariamente, éste suele provocar bastantes más carcajadas que la comedia romántica, un género con potencial como pocos para alcanzar el estatus de afección lacerante. Y cualquiera que haya tenido la mala fortuna de ver alguna de las cintas mencionadas, salvo los muy devotos de la materia, me entenderá perfectamente. No cabe duda de que el género se encuentra devaluadísimo, especialmente el que trae consigo el made in Hollywood, por culpa de unos estándares de producción escasamente ambiciosos que se limitan a funcionar como simples títeres serviciales de una industria que no siente respeto alguno por un género que, en otros tiempos, se ofrecía como uno de los puntales del medio por su buena sintonía con el público, justo hasta el momento en que el romanticismo precongelado de a euro el kilo se acabo adueñando de la cocina de los sueños impresos en celuloide.
Saludada como un soplo de aire fresco para la comedia francesa, en realidad se trata de una tópica y típica película, eso sí, basada en la comedia romántica americana, el espectador algo despistado pensará que se encuentra ante una película de Hollywood.
La película posee dos partes diferenciadas, una de comedia, inspirada en películas como Dos Seductores o su remake Un par de seductores , incluso su gag más celebrado es copiado sin venir mucho a cuento. La segunda parte se decanta más por el romanticismo.
La parte cómica funciona gracias a su buen ritmo y, aunque obvia, el buen hacer de un inspirado Romain Duris, que se deja la piel en su papel, la hacen divertida.
Es durante la parte romántica donde el film pierde fuelle, baja el ritmo y la película se resiente, todo se ve venir y la química de pareja no funciona debido a que Vanessa Paradis realiza una actuación totalmente fría y desangelada.
Los secundarios prometen, pero se quedan en simples promesas totalmente desaprovechadas, son utilizados para un par de gags y punto, ya que el 95% de la película lo ocupan la pareja protagonista (especialmente él)
Con todo la película resulta entretenida, lástima que se copie tanto al cine made in Hollywood actual, por lo que peca del buenismo de este, un poco de mala leche le hubiese venido bien, pero su parte más cómica es resultona. La parte más romántica, homenajes a Dirty Dancing incluidos, es fallida pero aun así la película resulta aceptable y gustará a fans del género.
A pocas horas para que comience el fin del mundo maya y cuando ya se empiezan a observar los primeros nubarrones y lloviznas (inexplicables en estas fechas y señal inequívoca de que el Apocalipsis está a punto de llegar), comienzo a escribir la que, seguramentemente, sea mi última crítica. La verdad es que siempre imaginé mi última crítica como la traca final a mi carrera de comentarista de cine aficionado, un apasionante relato que no dejara indiferente a nadie, que llevara mi nombre a la posteridad bien por hablar maravillas de alguna obra maestra o provocar carcajadas desenmascarando un truño infecto. Ah, mira, aquí viene el primer meteorito…
Vaya, pues no, no era un meteorito, solo un rayo de Sol que se abrió paso entre las nubes. ¿Dónde iba? Ah, sí… La fortuna ha querido que la última película que vea sea una presunta comedia romántica llamada Los seductores, de procedencia francesa, que tiene poco de romántica y nada de comedia. Absolutamente anodina, los actores interpretan con un frenesí gesticulero que no se corresponde ni con el ritmo ni con la trama, en un claro retroceso hacia las comedietas francesas de cuernos y gestos faciales que tanta risa provocaban a nuestros abuelos y tan trasnochados nos parecen a nosotros. Despojada de su escasa gracia y su nulo sentido del humor, la rebuscada trama queda al desnudo en su sofisticado delirio: una especie de equipo A del amor en versión Louis de Funnes, un Hitch histriónico que se dedica a romper parejas infelices que se han enquistado en la tristeza, de modo que se abran al amor verdadero.
Aburrida hasta el bostezo. Cuando quiere ser seria con sus artilugios detectivescos resulta infantil, cuando quiere ser romántica hay una completa falta de química entre sus protagonistas (sobre todo la inexpresiva Paradis y el falso Durís) y cuando quiere hacer gracia, sencillamente, no lo consigue. Hora y media de mi vida que jamás recuperaré. Da lo mismo: llaman a la puerta. Seguro vienen de Ganímedes por lo del arrebatamiento. Ahora sí que es el final. Hasta siempre… ojalá hubiese elegido otra película para despedirme.
Si el romanticismo en Los seductores dependiese de la química -inexistente- entre Romain Duris y Vanessa Paradis, la cosa no pasaría de un émulo sin gracia de cualquiera de Jennifer Aniston, pero no por casualidad esta producción exhibe bandera francesa.
Llámenlo chic, llámenlo charme o cualquier otra cosa que se les ocurra para definirlo: el caso es que Los seductores lo tiene y Jennifer Aniston, desgraciadamente, no lo tiene. Quién sabe si el secreto está en las vistas soleadas de la glamurosa Montecarlo, o en el atractivo entre canalla y cartoonesco de Romain Duris, ese tipo que no es guapo pero que tiene algo a raudales. Tampoco diría que parte de la culpa no la tenga el rouge Dior de la Paradis o su lustroso Kelly, al que se da el justo protagonismo como para discernir que esto es la vieja Europa, aunque una Europa reescrita en clave de fórmula americana.
El rato se pasa agradable con estos seductores, aunque no sean ellos los que seduzcan y la parte de comedia es como mínimo tan buena como la parte de romance, lo cual está muy bien. El mejor hallazgo son los secundarios a lo Mortadelo y Filemón y la banda sonora, que quitando el aburrido score original, es una colección muy cachonda. Además no tienen que cambiarla para el remake, que auguro para dentro de un año como mínimo y dos como máximo.
En lo malo diría que el guión está en exceso trillado y que los dientes de la Paradis, después de años coqueteando con la idea de la separación, por fin parece que han firmado el acuerdo definitivo de divorcio, logrando lo que debería ser anatema en la protagonista de una película romántica: una sonrisa tenebrosa.
Por demás, una chuchería muy simpática para pasar un rato bonito y sin complicaciones.