Los perros no llevan pantalones
Sinopsis de la película
Años después de la muerte de su esposa, Juha lucha con la tristeza y el arrepentimiento. Pero encontrará consuelo en Mona, una amante que está tan ansiosa de castigar a Juha como él desea ser castigado. Todo acaba por descontrolarse, ya que ninguno sabe hasta dónde están dispuestos a llegar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Koirat eivät käytä housuja aka
- Año: 2019
- Duración: 106
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes obtener una copia la película en formato 4K y HD. A continuación te añadimos un listado de fuentes de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.5
54 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Aleksandrs Garins
- Aleksandrs Jercenko
- Amos Brotherus
- Andris Reikovskis
- Antons Baronskis
- Armands Bergis
- Armands Reinis
- Eeva Soivio
- Ellen Karppo
- Ester Geislerova
- Genadijs Rusanovs
- Helmi Lahti
- Iiris Anttila
- Ilkka Vanne
- Ilona Huhta
- Ingrida Nagle
- Iveta Medne
- Jani Volanen
- Janis Veiksans
- Krista Kosonen
- Laine Kate Ertmane
- Ludmila Petrova
- Marat Efendijev
- Marta Lapekina
- Onni Vesikallio
- Oona Airola
- Pekka Strang
- Samuel Shipway
- Sofia Kaipainen
- Taio Olsbo
- Tomi Salmela
- Viivi Ihalainen
- Zane Ticmane
Sin perder ese toque tan característico del cine finlandés, Dogs Don’t Wear Pants nos traza una historia que cuesta creer que ocurra en un país como Finlandia, no porqué sean muy diferentes al resto de europeos, pero se apartan bastante de la estereotipada imagen de ese submundo creado por las perversiones más oscuras del ser humano. Tampoco penséis que nos los imaginemos todo el día dándole al vodka o bailando una polka, pero tampoco que desciendan a los abismos de una manera tan salvaje, más propia de países de más al sur.
Dicho esto, añadir que la nueva hornada de directores finlandeses parece que se aproxima a un cine más internacional, con todo lo bueno y lo malo que eso significa. Visto desde aquí, comentar que añoramos algo ese toque casi infantil que destilaban las obras provenientes de ese país. ¿La trama? Pues algo sencilla a la vez que tétrico y dramático.
Juha es un ordinario padre de familia que vive feliz con las cosas sencillas de la vida. Un día su esposa muere ahogada. Años después, y con su hija ya adolescente, intenta conectarse de nuevo con la gente. Su búsqueda le lleva hasta Mona, una elegante y profesional dominatrix. Esto lo cambia todo.
J.-P. Valkeapää se atreve con una obra que progresivamente nos va mostrando el profundo cambio que se produce en Juha, el protagonista, un reputado cirujano del corazón. Lo hace a través de un guion muy sólido que roza el film noir por la manera en que está rodado. Nos enseña la relación, nunca fácil, entre un padre y su hija adolescente en ausencia de la madre. A todo esto, el perfectamente dibujado personaje del padre se va preguntando el porqué de su absurda existencia, que vista desde fuera se podría calificar de perfecta.
El hastío le lleva hasta un personaje totalmente opuesto a él. Una fisioterapeuta que en sus horas libres se encarga de unos trabajitos algo peculiares. Como estaréis imaginando, entre ellos dos se entabla una especie de amor-odio, algo que nos llega a cautivar.
En las escenas más escabrosas encontramos a faltar algo más de profundidad, aunque algunas de ellas nos hagan mirar hacia otro lado sin ser, ese es uno de sus puntos débiles, terroríficas. Se trata más bien de situaciones que nos enseñan sin tapujos aquello que imaginábamos pero que visto en pantalla se vuelve retorcido y cruel.
Las interpretaciones son de altura, ya que interpretar a esos seres requiere un plus que los protagonistas alcanzan sobradamente. Empezamos con Pekka Strang en el papel de Juha, su físico habla al interpretar. Su pareja de baile, Mona, está interpretada por una gran Krista Kosonen que sin muchos aspavientos logra hacer creíble un personaje que podría haberse convertido en una caricatura. El trío principal lo acaba Ilona Huhta en el papel de Elli, la hija.
Un curioso film que aborda un tema que parece que esté oculto. El final contradice algo el alma con que está rodado, pero resulta simpático, no sabemos si para acercarnos algo a la marca de fábrica del cine finlandés. Perfectamente recomendable.
https://www.terrorweekend.com/2019/10/dogs-dont-wear-pants-review.html
Hagamos algo de cinefilia – ficción: ¿que pasaría si David Cronenberg hiciera una comedia romántica?
Probablemente nunca lo sepamos, pero estoy seguro que el resultado sería algo muy similar a Los perros no llevan pantalones .
Aquí la cosa va de un cardiólogo que no lleva nada bien la pérdida de su mujer. Tiene una hija adolescente, de esas que lo mismo se hacen un día un piercing en la lengua, que se apuntan a un cursillo de apicultura o se ponen a leer a Kierkegaard. En una de estas movidas de la niña conocerá a Mona, una chica que ejerce de fisioterapeuta de día y de ama en juegos sexuales de dominación de noche. A partir de ese momento, se establecerá una relación cada vez más profunda y compleja entre ambos.
El humor de esta película no es fácil: pero hay algo de fascinante y perversamente divertido en ver como sirven bebidas con sombrillitas en un antro nocturno donde azotan a la gente, o en ver al protagonista arrancarse una uña mientras charla sobre su futuro profesional con un colega.
De look sotisficado (pero no cargante), apoyado por una fotografía excelente y una planificación y dirección de las que van al grano, Los perros no llevan pantalones se queda a las puertas de lo memorable por culpa de algunas decisiones arbitrarias en el guión: La primera toma de contacto entre Mona y el cardiólogo me parece inverosímil, por ejemplo. Y apenas queda esbozado el personaje de la perturbadora musa embutida en cuero negro.
Que nadie espere en esta película algo de la amable sonrisa de una Jennifer Aniston, o sesiones de sado-maso para pieles sensibles. Aquí hay una atmósfera fría, nocturna, enfermiza. Y un personaje protagonista reducido a una caricatura grotesca, en su búsqueda de la felicidad perdida a través de un éxtasis que le exige descomponerse, literalmente, hasta la asfixia.
ME QUEDO CON: Su elaborada fotografía y su atmósfera gélida, onírica. Y su propuesta, desconcertante pero dotada de un extraño encanto.
ME SOBRA: Que mucho de la historia esté simplemente esbozado, tengas que intuirlo, o directamente esté metido con un calzador.
Desde el título y la trama, la película ya deja su sello excéntrico. Ojo, excentricidad no significa mal cine, mal producto. Estamos ante una especie de revuelto que, bien equilibrado, resulta interesante y mal dirigido resultaría un pastiche sin ningún sentido.
Por fortuna, es más lo primero que lo segundo, desde la aparición de la enigmática protagonista y su turbador oficio de castigadora sexual, una magnífica Krista Kosonen, la película cobra fuerza y tiene interés. No tanto el protagonista, un tanto soso y anodino Pekka Strang, un viudo que rememora una y otra vez la muerte de su mujer y que no es capaz de ocuparse de su vida y de la de su adolescente hija.
Ahí es donde cojea la película, la trama en ese sentido no resulta creíble y las decisiones que toma el protagonista parecen absurdas en muchas ocasiones. Las escenas oníricas se suceden, no se entienden, no aportan nada y cortan el ritmo de la película.
En cambio, la protagonista sí llena plenamente la pantalla ya no solo con su presencia, si no con la historia en la que está involucrada, entre malsana y perturbadora, atrayente sexualmente y peligrosa socialmente.
En resumen, una película finlandesa interesante que se deja ver y que propone algo diferente, lo cual ya de por sí es un punto a su favor.
Película finlandesa que nos adentra en el mundo del sadomasoquismo. Narra la historia de Juha, un padre que desarrolla una retorcida relación con una dominatrix luego de perder de forma traumática a su esposa.
Bellísima a nivel visual, y con una pareja protagonista que con pocos diálogos logra transmitir la complejidad de las sensaciones que experimentan.
Aunque en algunos momentos el filme navega por lugares comunes, lo inusual de su propuesta es suficientemente interesante para que funcione. Las sesiones de sadomasoquismo son muy emocionales (sí, emocionales). Y lo mejor del filme: lo retorcido que es todo entre los protagonistas, se siente real y con justificación psicológica.
Porque algunos dicen, que no hay nada mejor que estar con alguien en el que se confíe a tal punto que te infringe dolor, pero no te lastima.
Bizarra. Un tanto violenta. Látex y neón. Pero sumamente tierna. Estas son unas breves pinceladas que perfectamente pueden resumir Los perros no llevan pantalones. Una película finlandesa que realmente merece la pena ver. J-P Valkeapää logra crear una película con una atmosfera particular y a la vez hablarnos del dolor, el fetichismo y las relaciones humanas (amigos, familia, pareja, etc.)
Para empezar, esa forma sumamente inteligente que presenta el guion para mostrar las dualidades existentes en el ser humano. Los dos protagonistas, Juha y Mona, tienen doble vida: por un lado, de cara a la galería o de cara al resto de la sociedad, ejercen sus trabajos dentro del sector de la sanidad, mientras que su cara oculta, como si de dos lunas se tratase, insospechada para el resto de sus allegados, está llena de fetichismo y de masoquismo. Ese dolor inherente a dicha vertiente sexual es una droga o una medicina necesaria para ambos protagonistas. Sin ella, sus vidas son tediosas e irrelevantes. Aquí nos encontramos con la paradoja en la que Juha y Mona alivian el dolor, mientras que por otro lado, emplean su cuerpo como blanco perfecto para infringirse dolor. En resumen, el dolor como goce. Además, al personaje de Juha hay que añadirle ese matiz de emplear el dolor como vía para empatizar con la muerte de su mujer.
Y para llevar a cabo esta tarea se hace uso de una puesta en escena muy estilizada, donde no se busca mostrar lo grotesco del sadismo, sino más bien, ensalzar o mostrar lo estético de esa práctica sexual. Además, esto es coherente con esa necesidad que tienen los personajes de emplear el sado como vía de escape a su realidad. Además, hay que entender que el sadomasoquismo implica violencia, por lo que en el filme el espectador podrá encontrarse ante escenas con una carga evidente y explícita de violencia. Aquí dependerá de la aprensión de dicho espectador a la hora de ver y valorar la película. Lógicamente, aquellos que sean más sensibles, quizás esta película se les atragante en algunas escenas.
Siguiendo con la puesta en escena, es muy interesante como la propia cámara ya nos establece la relación de dominación de un personaje sobre el otro. Además, el uso continuo del primer plano permite profundizar, como si de un microscópico se tratase (al fin y al cabo, esa es una de las finalidades del primer plano), en el dolor y en las sensaciones del protagonista. Pero en este caso es necesario, para no quedar en un resultado vacío.
Por otro lado, las interpretaciones de Krista Kosonen y Pekka Strang están muy bien. Logran transmitir esa dualidad entre esas dos caras ya comentadas anteriormente. Además, uno llega a contemplar la fragilidad del ser humano. Como el dolor y el miedo nos gobiernan a su antojo y que, en muchos casos, no podemos controlar, impulsándonos a cometer actos que pueden diferir de nuestra propia concepción de nosotros mismos. Ahí creo que acierta Valkeapää, ya que no cae en el error de mostrar simplemente el sadomasoquismo con fines estéticos y carentes de significado, sino que, entre tanta brutalidad, deja un pequeño espacio para que penetre por él la manifestación del alma. Su pureza. No sé muy bien cómo expresarlo, y pido disculpas por ello, pero creo que en la película queda muy bien reflejado aquello que estoy intentando decir.
Por lo tanto, Los perros no llevan pantalones es una película muy interesante. Una radiografía del ser humano en la que se demuestra que todos, al fin y al cabo, escondemos ciertas perversiones o secretos ante el resto de la sociedad, bien por miedo al que dirán, bien por timidez. Me ha recordado, en parte y salvando las distancias a la película En el sótano, de Ulrich Seidl. Sin embrago la película de Valkeapää, aparte de emplear un género distinto al filme del austríaco (ficción frente a documental), muestra mayor ternura, llegando a empatizar con el dolor y esa necesidad de vivir (a su modo) de Juha y Mona.