Los pasos dobles
Sinopsis de la película
Ficción inspirada en la biografía novelesca del pintor y escritor francés François Augiéras. El artista cubrió de pinturas un búnker militar en el desierto, y lo dejó hundirse en la arena para que nadie lo encontrara hasta el siglo XXI. La búsqueda del búnker sigue alimentando el mito… ¿Quién es Augiéras? ¿Legionario, pintor, escritor, pistolero, santo, ladrón, diablo o una mezcla de todo ello?
Detalles de la película
- Titulo Original: Los pasos dobles
- Año: 2011
- Duración: 86
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes conseguir una copia de esta película en formato 4K y HD. Seguidamente te mostramos un listado de posibilidades de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
5.5
24 valoraciones en total
Reconozco que no soy ni fan absoluto ni seguidor de las películas documentales tan de moda últimamente, pero aunque este título lo venda como una película a secas, es un documental con tres historias paralelas que intentan explicar tres formas de vida. Y, ese, es su problema. Te pierdes un poco en la triple explicación que quiere hacer de un miembro expulsado de su tribu, de la obra maestra de un pintor francés desparecido o de los viajes de Barceló, todo ello en Mali, para buscar inspiración a su obra. Sus toques de humor pueden estar bien en un momento dado pero en otros son absurdos.
No es que desmerezca el premio de San Sebastián, para eso están los festivales porque para que gané una película como, por poner un ejemplo, Los mercenarios, ya está la taquilla.
En ese contexto hay que ponerlo, en lo innovador, en lo extremo, en lo que de otra forma no llegaría a los grandes circuitos sí no fuera por estos premios.
Isaki Lacuesta consigue lo que busca, que su película llegué al público, que sus experimentos encuentren voz y, sólo por eso, se merece la Concha de Plata.
Una vez más. Porque el cine de Lacuesta siempre busca en el zurrón los mismos ingredientes. Incluido su película más comercial (Los condenados). Sus trabajos son reflejos de otras vidas que el director intenta componer como si de un rompecabezas se tratara.
Iba predispuesto, todo hay que decirlo, a encontrarme una película con una ruptura narrativa extrema o cercana al menos, a la ausencia de ésta, porque eran tantas las voces que han divagado sobre lo que es y no es cine, o sobre la conveniencia de otorgar premios a según qué películas, que esperaba con impaciencia el nuevo paso de Lacuesta que tanta tinta negativa ha suscitado. Y aún me sorprende, que se espere que en un festival, se quieran premiar películas como la última de Urbizu o Zambrano (sin menospreciar dichos trabajos que no he visto) cuando nos guste más o menos, son las películas más arriesgadas las que necesitan el empujón de los Festivales más importantes.
Ni incomprensible, ni nuevo. Lacuesta vuelve a la búsqueda de una sombra escurridiza medio real, medio ficticia, donde lo importante (como siempre) no es la resolución, sino el camino (o vidas) necesarias para llegar al acertijo. Si Weerasethakul nos proponía un conjunto episódico de vidas, Lacuesta nos funde esas vidas dadaístas, de vertientes opuestas, para acercarse al desconocido pintor François Augiéras: Voy de metamorfosis en metamorfosis con el propósito de abrazar todos mis dobles hasta encontrarme un día solo. De vida en vida, de muerte en muerte, existiré para siempre.
Fue Barceló quien, durante el rodaje de El cuaderno de barro, habló de Lacuesta de la leyenda del bunker enterrado de Augiéras. Y es hasta cierto punto esperado, que artistas como Barceló y Lacuesta acaben por explorar en unión la apabullante calidad que atesoran. Y como Barceló cuando realizó la reforma de la capilla de Santísimo de la Catedral de Palma (¡cuántas estupideces escuché en su momento!), Lacuesta nunca ha tenido al público de masas a su lado (ni lo tendrá).
En forma de leyenda, con la baza que da el tiempo a estas historias, Lacuesta narra paralelamente las vidas de Augiéras y Barceló (quien lleva en Mali una especie de taller artístico desde hace varios lustros), cuando ambas vidas quedan solapadas –los pasos dobles- aparece esa aura de confesiones que van pasando de generación en generación, y cuyo carácter mitológico se acrecienta con el paso de los años. Así, Lacuesta genera una leyenda tal y como sería narrada por el pueblo Dongón. En Historia, todo está por corroborar hasta que nace el mito.
(Abróchense los cinturones porque esto continúa).
Isaki Lacuesta empezó bien pero parece haberse quedado como aquella leyenda del tiempo , enterrado en una vorágine de dudas y sinsentidos. A falta de ver La noche que no acaba , su documental sobre Ava Gardner, aunque sí su obra anterior, Los condenados , el cineasta se nota cansado, sin chispa y Los pasos dobles es el perfecto ejemplo de esto, una película que no funciona a ningún nivel y que aunque tiene un punto de partida interesante (la búsqueda de unas cuevas pintadas por un artista) éste es desaprovechado para dar rienda suelta a arrítmicas imágenes sin sentido en las que seguimos a varios personajes africanos intentando encontrar oro o sencillamente viviendo sus vidas. Si la película hubiese tenido vocación documental aún podría haberse salvado pero su enfoque, ficcionado, es poco menos que ridículo.
No hay ni imágenes con fuerza, ni drama, ni comedia. Todo está apagado, sin energía, como quien coloca una cámara y la deja rodando a ver si es capaz de capturar un momento mágico. Tampoco es esta una cinta en la que pueda hablarse de interpretaciones y aunque en términos puramente cinematográficos no es desechable, sí lo es en todos los aspectos que hacen del cine una perfecta mezcla de otras artes. Sorprende un pinchazo así de alguien tan inteligente como el realizador de La leyenda del tiempo pero habrá que confiar en que se recupere en algún momento y no siga dando la palos de ciego. Aquí los da una y otra vez, durante más de hora y media eterna de absurdo y ridículo. Loable pero tremendamente fallido intento de cine diferente, dicho clara y llanamente: un bodrio.
Cuentan las palabras del propio director, que en un principio le propusieron rodar una película sobre el taller africano de Miquel Barceló, en el cual, el pintor se exilia para pasar largas y soltarias temporadas. Inmediatamente se le vino a la cabeza la historia que le contó un día su amigo, el famoso pintor, sobre un artista francés (Miquel lo describía como uno de sus únicos parientes ) que cubrió de pinturas un búnker en medió del desierto y lo dejó hundirse en la arena para que nadie lo encontrara hasta el siglo XXI. Al director, junto con su coguionista, se le ocurrió narrar las historias del pintor francés Augiéras y la de Barceló al mismo tiempo. Pero lo que no querían era plasmar sus biografías al pie de la letra y de la manera convencional, sino contar un cuento y narrar una aventura que se enriqueciera además de las leyendas y culturas de los pueblos que la historia recorre. Y eso es exactamente lo que Isaki Lacuesta nos muestra, un cuento maravilloso con el que dejarse llevar.
Debo reconocer que no sabía nada de la película (ni tampoco había mostrado interés por ella), nisiquiera de que se había estrenado ya, simplemente sabía que existía y punto, pero animado y sorprendido de su éxito en San Sebastián y apoyado por esos abucheos recibidos en la recogida del premio, y las malas críticas que estaba cosechando no tuve más remedio que correr a verla, cosa de la que no me arrepiento para nada. La peli comienza con unos letreros que nos resumen la historia de Augéras y nos introducen en la trama, para continuar con una voz en off (preciosa la voz y el idioma) que nos va narrando en tono poético lo que las imágenes muestran. Aquí da comienzo nuestro viaje, un viaje en el que seremos un grupo de exploradores en busca de un tesoro incalculable , un pintor cuya obra ha sido destruida e incluso un soldado abandonado por su grupo que se buscará la vida como bandido, unos personajes con mucha personalidad pero que ante todo, son personas. Y esque la naturalidad que desprende el film es sorprendente, gracias en parte al reparto nativo e inexperimentado, el director es capaz de coger y plasmar esas vidas que tan lejos nos quedan, y hacérnoslas llegar cómo si de las nuestras propias se trataran, cosa que se muestra por ejemplo en situaciones cómo una charla en el coche entre ancianos sobre la vida en el mundo occidental o una conversación en el que un personaje intenta llevarse a la cama a su prometida.
(sigo en spoiler por falta de espacio, no porque los haya)
Arturo Ripstein, al no resultar premiado en el 59º Festival de San Sebastián, ha calificado al jurado de lamentable. No ha sido el único. Viendo la vorágine de odio que ha engendrado las opiniones más viles, negativas y llenas de ira sobre el filme más polémico sólo cabe preguntarse sobre las limitaciones, para nada democráticas, en los festivales de cine. Por regla general se otorga un premio principal por un jurado, otro de la crítica y/o prensa especializada que lo cubre conocido como Fipresci y, finalmente, uno que es opcional: el del público. Lo normal es que ninguno de los tres coincidan y muchas veces apunten hacia destinos completamente opuestos. Siempre ha sido así, nos guste o no el jurado es responsable de su premio, como la crítica y el público de los suyos.
No pretendo dar una explicación de la película pero sí aportar mi punto de vista sobre la polémica generada con la reciente Concha de Oro. La película nace durante la filmación del documental sobre Miquel Barceló, El cuaderno de barro, ya que surge la figura de François Augiéras y forma posiblemente la capa principal de todo el recorrido de esa cinta de aventuras excéntricas que propone Isaki Lacuesta. El director prefirió confinar la parte de documental sobre el estudio que tiene el pintor en Malí y que no se había mostrado antes y llevar la parte más ficcional a Los pasos dobles, aunque bebe de un estilo documentalista y de los cuadros del propio Barceló y Augiéras.
Pese a que la película es una cinta de aventuras con un tesoro y varios aventureros en busca del mismo se inspira en la vida de Augiéras y una cita suya:
«Voy de metamorfosis en metamorfosis con el propósito de abrazar todos mis dobles hasta encontrarme un día solo. De vida en vida, de muerte en muerte, existiré para siempre»
Nunca llegó a conocer a su padre, se alistó en la marina y fue influenciado por su tío, un coronel retirado, definido como un personaje extraño que vivía en un museo y fortaleza en pleno desierto. Augiéras, que detestaba la capital, encontró en África el lugar donde entregar su obra maestra y así nació la leyenda de ese búnker, panteón, cripta y tumba, donde la confinó para los hombres del futuro. La película de Lacuesta propone un acertijo sobre los mitos y leyendas, sobre su creación ya sea por el azar (como esas termitas que devoran una obra para inspirar y generar otra) o por los pequeños fragmentos diversos que las componen. Y así el director propone un western bizarro e insólito aderezado con aventuras, surrealismo, mucha metáfora y simbología que se traza en tres líneas narrativas que aportan esas facetas de la vida de Augiéras: «Legionario, pintor, escritor, pistolero, santo, ladrón, diablo o una mezcla de todo lo anterior…».
[Continúa en el spoiler por falta de espacio]