Los niños del Brasil
Sinopsis de la película
El Doctor Josef Mengele, conocido miembro del partido nazi alemán, se refugia en Brasil tras la caída del III Reich. Allí, con la colaboración de un grupo de jóvenes militantes nazis decide proseguir sus aberrantes experimentos. El americano Barry Kohler se pone en contacto con Ezra Liebermann, un cazador de nazis, cuyas investigaciones lo llevan a descubrir el escalofriante plan de Mengele.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Boys From Brazil
- Año: 1978
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
Película
6.8
35 valoraciones en total
Una terna de lujo, una argumento más que interesante, una historia que se traslada de Paraguay a Londres, de Praga a Estados Unidos, y un guión prometedor con dobermans, libros viejos, nazis y asesinatos, y sin embargo la peli es sosa, sosa, sosa.
El trío de luxe se pierde en la sobreactuación de forma tan desmesurada que parece que se parodian a sí mismos. Sir Laurence Olivier…. tremenda y extrañamente patético. Muy mal.
Las escenas de acción, tan faltas de una mínima sorpresa, resultan cutres a más no poder.
Pero para pésimo, la fotografía. Unas coloridas postales internacionales sin garra, ni perspectiva, ni expresividad, ni nada que la diferencie de la de un reportaje de viajes al Caribe.
Lo único destacable es la fuerza de su veracidad científica, altamente arriesgada, pues podría haberse visto ridícula en poco tiempo, y sin embargo se mantiene fresca en la actualidad, 30 años después.
Así que en lo único en que se arriesgó, es lo único que perduró.
Total: una producción que prometía por sus ingredientes ser un clásico en el futuro, y sin embargo ha terminado más cerca de la parrilla televisiva que de la reposición en filmoteca.
Tras el fracaso de su película La isla del adiós donde volvió a coincidir con el actor de Patton George C. Scott, Schaffner decidió embarcarse en un proyecto más comercial y que debería tener por tanto mayor apoyo en taquilla.
Estamos ante la última gran película de Schaffner ya que las posteriores mejor ni recordarlas. La trama sobre ingeniería genética estaba muy adelantada para su tiempo y quizá por eso no se comprendió bien del todo. Con el paso de los años la película cobra fuerza al ser menos ciencia-ficción dicho argumento.
En la película tenemos algunos de los mejores actores de todos los tiempos, en especial James Mason y Laurence Olivier que están magníficos, y un Gregory Peck que aunque no esté en sus filmografía a la altura de los dos anteriores, creo que no comparto las críticas negativas que se hacen sobre él como actor limitado, y sin ir más lejos su papel de Mengele no tiene nada que envidiar a sus compañeros de reparto.
Es verdad que a la película le faltan más hechuras para no parecer en algunos momentos un telefilm (sobre todo la primera parte del Paraguay) y es que el bajo presupuesto de la cinta con productores de tercer orden estaba consumido casi en los actores. El guión es más flojo de lo que da de sí la buena novela de Ira Levin, autor también de La semilla del diablo . La película se sustenta en un tema interesante y atractivo (pero no bien desarrollado), un montaje (que le valió la nominación al Oscar) que salva el guión dándole ritmo y fuerza a un estilo mortecino, una banda sonora de Goldsmith más que interesante y sobre todo unas interpretaciones de unos actores que son monstruos del cine.
Los niños del Brasil es un thriller que entretiene y que tiene buen gusto y que en líneas generales está muy por encima de lo que se hace ahora en cine de intriga y suspense, por lo tanto su revisitación o descubrimiento es aconsejable a los amantes del buen cine.
Schaffner fue uno de esos directores que pasa de puntillas por la cinematografía mundial y por la vida en general, pero que cuando se van, dejan un bello y nostálgico rastro que le delatan como un más que óptimo director, y un gran creador de ambientes.
A él le debemos un ramillete de buenas y en algunos casos magníficas películas que a muchos nos hicieran pensar en él como uno de los referentes en este mundillo.
Esta cinta estaría dentro de ese ramillete. Con una magnífica fotografía impregnada de un color pálido aunque sugerente, y con un magistral tono y ritmo narrativo, el cineasta nos cuenta la historia de un legendario, destacado y perverso miembro del partido nazi durante la época del III Reich, el dr Mengele (genial Peck), quien desde su refugio en Brasil maquina un plan maléfico a la par que aberrante, que teóricamente servirá para levantar el estandarte de un IV Reich. ¿Se imaginan?.
De esta película guardo algún que otro recuerdo que impactó mi retina llenándola de miedo, tristeza, esperanza y desesperanza.
Absolutamente brillante, a pesar de las críticas, el personaje de Olivier (Ezra Lieberman).
Todo en esta cinta tiene ese halo de misterio que impacta de manera definitiva en la mente del espectador, sobrecogiéndole en alguna de sus escenas más memorables, como la cara de los niños en esta película…, las escena de los perros…, la reunión de la plana mayor nazi en Brasil…, o la tensión del joven estudiante americano intentando contactar en todo momento con el antiguo cazador de nazis Liebermann….
Una de las películas más terroríficamente sobrecogedoras e impactantes en la historia del cine.
Ya lo podía suponer, la película no iba a estar a la altura del libro. Lo cierto es que el libro de Ira Levin me encantó, no sólo el argumento (lo que le da el 6, según mi opinión, a la película), sino todos los detalles, la forma de redactarlo, la manera en que va descubriendo cada pista para que el lector que de verdad esté informado sobre estos temas pueda descubrirlo todo a la vez que Lieberman, el hecho de que, a diferencia de la mayoría de libros y películas sobre el holocausto, no eche mano del sentimentalismo y intente enseñar la crueldad de los nazis simplemente por sus actos y mentes enfermas en lugar de intentar crear pena y compasión hacia los judíos.
Me parece un error cada uno de los cambios que se hacen a la película respecto al libro, no haber hecho la cena en un restaurante japonés, cambiar a la japonesita por un niño, la falta de detalles en la primera muerte, el cambio de personalidad que le dan a la Frieda Maloney de la película, todo, excepto tal vez las órdenes que da Bobby a los perros (muy acertado cambiar ketchup y escabeche por corten y acción teniendo en cuenta que representa que es un chico muy inteligente y que su afición es la fotografía).
Resumiendo, la película me hubiera gustado mucho más si no hubiera leído el libro primero. Aunque me alegro de haberlo hecho pues la historia se hace mucho más interesante así como se cuenta en el libro, y es una de esas historias que sólo te pueden tener intrigado una vez, por buenas que sean (lo mismo pasa con Dogville).
La película funciona en su parte de intriga científica, siguiendo los convenios clásicos por los cuales se va desvelando la información progresivamente a través de un personaje que ejerce de investigador.
La historia no aburre en ningún momento, aunque sí es cierto que se enmaraña en un final demasiado novelesco y que el atribuir a los niños una personalidad tan perturbada es una tramposa jugada (ver SPOILER).
La dirección es buena salvo cuando depende de los encargados de buscar las localizaciones, quienes fallaron en el comienzo ambientado en Paraguay, y cuando el guión flojea al final.
La música de Goldsmith es acertada la mayor parte del tiempo, pero en algunos momentos (en los títulos de crédito del principio, por ejemplo) la orienta equivocadamente, supongo que intentando recordarnos a Puccini y a otros de los clásicos tan admirados por Mengele, pero transmitiendo una alegre vivacidad que para nada pedía la historia.
Las interpretaciones del dúo protagonista son buenas, sin más.
La novela de Ira Levin se toma infinitas licencias. De hecho, ni se acerca a lo que realmente le ocurrió a Mengele en Sudamérica, quien huía asustado del Mossad. Su importancia radica más en el planteamiento científico. Por aquel entonces la clonación era una teoría, pura ciencia-ficción , y fue Ira el primero en explorar públicamente su posibles consecuencias, el dilema moral que planteaba.
Lo que sí parece cierto es que Mengele desarrolló en Auschwitz algunos de los experimentos más repugnantes que puede idear una mente humana (?), como la castración de no arios mediante rayos X, la manipulación de órganos sin anestesia en los intervenidos, la inyección de sustancias para colorear los ojos, la inoculación de diversas enfermedades o el intento de crear un siamés artificialmente uniendo las venas de dos gemelos normales. Las muertes de todas sus cobayas estaba planeada y prevista, y constituía una parte fundamental para determinar el comportamiento del cuerpo en las diferentes razas. Lo más inquietante de todo es saber que el demente Hitler y sus lunáticos seguidores desarrollaron muchos otros experimentos terribles, algunos de los cuales no llegaremos a conocer nunca, por no hablar de los proyectos que llegarían a pasar por sus mesas y no fueron aprobados por unas u otras razones.