Los libros de Próspero
Sinopsis de la película
Entre 1599 y 1611, Próspero, ex duque de Milán, es desterrado con su hija Miranda a una isla muy alejada de Europa por su hermano Antonio y el aliado de éste, Alonso, actual Rey de Nápoles. Pero, cuando Miranda y el hijo de su principal adversario se enamoran, se le presenta la oportunidad de vengarse de todos sus enemigos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Prosperos Books
- Año: 1991
- Duración: 126
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Opinión de la crítica
Película
6.4
58 valoraciones en total
Si el cine de verdad no es teatro filmado
esta es la mejor adaptación que se haya hecho
nunca del viejo Willie.
Si la maestría cinematográfica consiste en traducir
imágenes literarias a imágenes visuales en movimiento,
es decir, traducir la luz metafórica a la
luz real, entonces Greenaway deberá ser recordado
como el mejor cineasta-adaptador de la historia.
Bueno, eso es lo que me dijo mi perro Poesía ,
con el que esta vez, al menos, concuerdo.
A la luz (o vistos los propósitos de Greenaway: a la oscuridad y lo tétrico) de La tempestad de Shakespeare, hace el cineasta británico la que hasta la fecha -y es que sus delirios de imaginería no conocen parangón en el cine actual- es el culmen de su estilo cinematográfico: desprecio absoluto por un argumento sostenido y sostenible, supremacía de la imagen sobre el argumento, dotando a esa imagen de una superpoblación de objetos, apoyos y coartadas culturales, personajes y elementos accesorios, pero aquí claves, cinematográficos -los decorados, el color, la fotografía, la dirección artística, el montaje…-, valor de la puesta en escena, que resulta combinativa de fuentes, estilos y artes (teatro, cine, arquitectura, pintura…).
El resultado, aquí, no es solo ya una libérrima adaptación/apropiación indebida del original shakesperiano, sino un film barroquísimo, agobiante y desaforado, que cansa y se autorecrea en sus creencias. Es la culminación del excéntrico, totalitario y particularísimo -es un climax de los ísimos – concepto que del cine tiene Greenaway. El británico combina el arte de la imprenta, la Literatura, la Arquitectura, el Ballet, la Ópera, el Teatro… El problema es que de lo que menos hay en Prospero´s book es de cine. No sé si tan siquiera ésta es una película propiamente dicha, pero tampoco es una genialidad inclasificable, o un film alucinante o extraordinario, o una adaptación heterodoxa pero elogiable. Es, comprensiblemente, la película por la que puede ser odiado Greenaway, por la que sus muy numerosos críticos pueden sepultarle en su grandilocuente y autoral pedantería. Para mí, resulta un film -si así se le puede llamar- interesante -no sé si decirlo así tampoco-, que raras veces me fascina, que me supera y agobia, del que extraigo algún pasaje hermoso y en el que el actor shakesperiano John Gielgud parece recibir un autohomenaje del cineasta, pues no es solo el absoluto protagonista sino -otro capricho más- el doblador del resto de actores.
Un tipo odioso, este Greenaway, no es de extrañar.
La historia es conocida. Lo original, lo diferente es lo que hace una vez más Greenaway en la pantalla grande. Alguien que pinta un cuadro en cada escena. Un pintor del cine. Una estética que sólo a él le corresponde, casi diría inconfundible. Parece la más loca de sus películas. En realidad el uso del estilo barroco la hace difícil de seguir. Hay muchos espectadores que se aburrieron y se sintieron completamente defraudados. Yo no quería ver una versión de La Tempestad de W. Shakespeare, quería ver qué era capaz de hacer este genio estético con ella. Sí, es algo cansadora por momentos pero estéticamente es absolutamente bella para mi gusto. Prueben, aunque sea una vez, aunque sea para ver, como un director puede ser un impresionante artista plástico haciendo un film.
Greenaway, director amado y vilipendiado a partes iguales, se atreve a desmontar por completo La tempestad , quizá la obra más extraña escrita por Shakespeare, y a convertirla en una perfomance que combina momentos de inmensa belleza con otros momentos de inmensa tontorronería, por ejemplo los brincos idiotas de un montón de bailarines semidesnudos en el noventa por ciento de las escenas, como una desagradable bandada de repelentes moscones que reclaman a gritos la respuesta contundente de un matamoscas gigante.
Lo demás, ya se sabe, cositas modernitas: repetir muchas veces la misma frase en plan eco obsesivo, retorcer la narración hasta volverla irreconocible, insertos pictóricos en los instantes menos adecuados y experimentación estética de dudoso gusto. Si me quedara con algo, sería con esa escena de las hojas cayendo como la nieve en la estancia de Próspero, creo que no he visto nada tan bello en siglos.
Como no se pueden juzgar las películas de Grenaway como las demás, lo que también quiere decir que casi hace falta un manual o un traducción simultánea, si queremos enterarnos de lo que estamos viendo.
John Gielgud llevaba tiempo buscando un director para el proyecto de llevar al cine un texto que había interpretado muy a menudo a lo largo de su carrera, pero quizá debió escoger a un director menos dogmático, Y tal vez por su lado Greenaway debió escoger un texto teatral menos enigmático (cada una de las películas de Greenaway se centran en un forma artística, n esta tocaba teatro).
El hilo conductor de los 21 libros, de indudable atractivo, se pierde en la ya de por si compleja acción del drama. Sin embargo no se le puede negar que a nivel visual resulta muy, muy seductora, como si se tratase de un rebuscado videoclip de dos horas.
Recomendable como mínimo para quien previamente haya leído -o visto representada- La tempestad …..