Los jueces de la ley
Sinopsis de la película
Un reducido grupo de jueces, cansados de que la aplicación estricta de las leyes deje en libertad en numerosas ocasiones a muchos y peligrosos delincuentes, decide por su cuenta ejecutar sentencias al margen de la ley y castigar así a los criminales.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Star Chamber
- Año: 1983
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
5.8
31 valoraciones en total
Inteligente thriller judicial sobre la injusticia de la justicia cuando las garantías que a todos nos asisten en un procedimiento judicial conculcan la culpabilidad clara de una serie de delincuentes y los jueces, precisamente por garantizar esos derechos, se ven obligados a ponerlos en libertad en contra de sus propias creencias.
De ahí parte un guión inteligente que pone en escena un más que correcto director como Peter Hyams, contando además con Michael Douglas en el papel de un joven juez que se ve obligado a poner en libertad a varios sujetos que a todas luces son culpables, pero amparados en los efectos garantistas del procedimiento y la vacuidad de las pruebas contra ellos, están nuevamente en las calles, con la salvedad de que no pueden ser juzgados dos veces por el mismo delito, lo que ha venido a llamarse seguridad jurídica .
Un grupo de jueces no están de acuerdo, y ponen en consideración del resto de sus compañeros los casos sangrantes que han visto en sus juzgados y se han visto obligados a absolver, y por medio de unos policías tan corruptos como ellos se toman la justicia por su mano sin pensar en las consecuencias de sus actos.
Interesante propuesta que finalmente se cae por su propio peso, pues nadie debe jugar con la justicia y mucho menos aquéllos que la deben impartir. Elegante y bien hecha, un thriller a tener en cuenta y recomendado para todos los amantes de las películas con trasfondo jurídico y judicial.
Un notable, 7.
Interesantísimo film policíaco que denuncia los subterfugios de los que hacen uso los delincuentes para burlar la ley y salir impunes. Así mismo se plantea el dilema moral al que se enfrentan los jueces al tener que soltar a delincuentes cuya culpabilidad está demostrada pero las pruebas que se consiguieron para enjuiciarles técnicamente no son válidas.
Por encima de películas que tratan el mismo tema pero de manera más superficial, Los jueces de la ley es un film serio y bien escrito sobre las consecuencias de las lagunas de la ley a la hora de interpretar la literalidad de las leyes. La película está muy bien hecha con una gran fotografía, aunque el final resulte un tanto decepcionante debido a las expectativas creadas.
Hace años que tenía pendiente terminar de ver estos Jueces de la ley. Recuerdo que la pillé por casualidad, una noche cualquiera de hace no sé cuánto tiempo, en televisión. Después de 30 o 40 minutos, el sueño y el primer corte publicitario pudieron conmigo. Y me fastidió, porque me estaba gustando.
Ayer me la bajé de la red y volví a empezar. Maldita la hora. Me sigue pareciendo que el planteamiento es lo suficientemente interesante, que el tema de lo injusta que es la justicia o de quién vigila a los vigilantes sigue estando de permanente actualidad. Incluso cuando uno de los jueces es un ñoño Michael Douglas. Pero todo se echa a perder en la segunda mitad, cuando Hyams abandona el thriller inteligente y la sugerencia en aras de la patochada policiaca dominguera y el lucimiento de la estrellita de turno.
La verdad, me ha puesto de mala leche, porque después de tanto tiempo esperaba algo digno. Una de las caídas en picado más escandalosas que recuerdo y, vista en su conjunto, una porquería de película.
Que les corten la cabeza.
Película producida por Frank Yablans ( La furia , 1978), antiguo presidente de Paramount. Escrita y dirigida por Peter Hyams, se rodó en exteriores de LA y en plató. Se estrenó el 5-VIII-1983.
La acción tiene lugar en LA en 1982/83. Narra la historia de Steve Hardin (Michael Douglas), joven juez de la Corte Superior de Justicia de LA, idealista y riguroso, que se siente contrariado y desolado cuando en dos ocasiones ha de dejar en libertad a los presuntos autores de crímenes reiterados, a causa de lagunas legales y tecnicismos jurídicos. Su malestar es recogido por su mentor, el juez Benjamin Caulgield (Hal Holbrook), que le invita a formar parte de un grupo secreto de 9 jueces que revisan casos de presuntos delincuentes no juzgados por problemas legales relacionados con las pruebas. Algunos policías corruptos ejecutan sus decisiones.
La película aborda el tema de la justicia aplicada al margen del sistema judicial. En este caso, los que toman la justicia por la mano, no lo hacen por venganza, sino al amparo del falso pretexto de complementar el funcionamiento de los Tribunales con acciones expeditivas de castigo extrajudicial. En un Estado de derecho es un delito gravísimo castigar al margen de la ley. Los delitos sólo se pueden juzgar por los Tribunales, sin excepciones, en beneficio de la garantía de derechos que asiste a los ciudadanos. Actuar de otro modo no sólo es punible, sino que sobre todo es fuente de errores graves, como ocurre en la película. A partir de un supuesto inverosímil, la existencia del grupo clandestino Los jueces de la ley , se desarrolla un thriller de acción y suspense que contiene todos los tópicos del género: persecuciones a pie, coches a la carrera, explosiones incendiarias, peleas a puñetazos, ambientes sórdidos, escenas de venganza, enfrentamientos a tiros y las peripecias espectaculares del héroe.
La música refuerza el clima de tensión de las escenas culminantes con juegos de percusión y notas graves y profundas, exentas de melodía. La fotografía muestra una inusual preferencia por los tonos claros y los colores fríos, los fondos de madera, las luces filtradas, los ambientes brumosos y movimientos pausados de la cámara. Es destacable el sorprendente travelling final que aleja la cámara de la imagen hasta que entra en pantalla el coche del detective Harry Lowes (Jophet Kotta). El guión elabora una historia de intriga convencional y efectista, pese a la absurda existencia del grupo secreto. Hacia el final hace varios giros imprevistos, bastante tramposos. Las interpretaciones son discretas. Sobresale Douglas en la secuencia del alucinante almacén de desechos, dividido en tres plantas. La dirección, a cargo de un profesional modesto, crea una obra de pasatiempo, visualmente elegante y a ratos entretenida.
Película pensada para entretener, visualmente atractiva, pero lastrada por una trama central increíble, que parece tomada de Harry el sucio (1971).
Película dirigida por el infravalorado Hyams que versa sobre las andanzas de un grupo de jueces que, hartos de ver cómo los defectos del sistema judicial americano dejan en libertad a peligrosos criminales, deciden formar ellos mismos un órgano independiente al margen de la ley para juzgar a los maleantes por su cuenta.
Como he mencionado en el título, se trata de una obra cuasi-correta. La historia tiene una clara progresión descendente y lo que en un principio parece interesante, gradualmente comienza a perder fuerza y, sobre todo, credibilidad.
El primer acto, pese a ser bastante lento y sosegado, resulta de lo más interesante, y se centra fundamentalmente en presentar la figura del novato juez Steven Hardin (interpretado de manera correcta por Michael Douglas) y en cómo éste se ve obligado a dejar en libertad a varios criminales que a todas luces son culpables, pero que debido a defectos de procedimiento han de ser puestos en libertad. La gama de casos mostrados es de lo más variopinta, y con total seguridad están inspirados en la realidad. Hardin se volverá entonces un tanto escéptico respecto del sistema judicial y empezará a ver cómo su aparentemente feliz vida comienza a truncarse por su frustración.