Los caballeros blancos
Sinopsis de la película
Año 2007. Jacques Arnault, presidente de la ONG Move for kids, planea una gran operación: él y su equipo piensan sacar del Chad a 300 huérfanos, víctimas de la guerra civil, y entregarlos a parejas francesas que han tramitado solicitudes de adopción. La periodista Françoise Dubois los acompaña para cubrir la información. Inmersos en la brutal realidad de un país en guerra, los miembros de la ONG empiezan a desmoralizarse y empiezan a preguntarse cuáles son los límites de una intervención humanitaria.
Detalles de la película
- Titulo Original: Les chevaliers blancs
- Año: 2015
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
6.3
63 valoraciones en total
Esa es la pregunta que trasciende a lo largo de las casi dos horas que dura Los caballeros blancos, película dirigida por Joachim Lafosse. Un trabajo que le valió la Concha de Plata del Festival de San Sebastián.
Lo verdaderamente importante de la cinta, basada en el caso del Arca de Zoé de 2007, son los conflictos que nos plantea el director belga. Problemas éticos y morales que atañen a los voluntarios que acuden al Chad -pese a que la película está rodada en Marruecos- para un programa de ayuda a niños huérfanos. Algo que queda plasmado en el deterioro de la relación entre el equipo de trabajo del campamento.
Por supuesto, la situación de los menores, acorralados por los estragos de la guerra, es otro de los puntos que ganan fuerza en la película, así como los jefes tribales corrompidos por el dinero, y una reportera que acude a grabar el trabajo de la ONG y que no puede estar al margen de lo que ven sus ojos y su cámara.
Al frente del reparto está el actor francés Vincent Lindon (Cruzando el límite, La ley del mercado), en un trabajo contenido y muy notable. Durante todo el metraje dudamos entre aclamar su labor, casi heroica, o despreciar esta. Su personaje, y parte de su equipo, se mueve en una delgada línea roja que remueve la conciencia.
Los caballeros blancos, pues, no tiene edulcorantes ni artificios. Es una película totalmente aséptica que aborda los límites de la ayuda humanitaria, donde no se sabe si todo vale con tal de alcanzar el bien final, que es, obviamente el bienestar de los pequeños. Cine social y reflexivo que logra su objetivo: revolver la conciencia del espectador.
Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
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Cedo este espacio de crítica cinematográfica al filósofo español Félix Rodrigo Mora, cuya opinión sobre este film y el mundo de las ONGs (cf. su pág. de internet Esfuerzo y servicio desinteresados de 25-09-2016) merece ser dada a conocer:
«La película Los caballeros blancos dirigida por Joachim Lafosse, 2015, muestra la realidad del universo ONG. Lo presenta como un fiero afán de hacer dinero y enriquecerse tomando la ideología de la ayuda al desarrollo por cobertura propagandística. Las ONGs suelen enriquecer a quienes las dirigen, y en bastantes ocasiones son pagos en especie de las instituciones del Estado a sus servidores. Cada una de ellas va unida a una sustanciosa subvención, además de otros muchos ingresos no menos suculentos, que es lo que narra el film. La severidad de la denuncia muestra el hartazgo ya existente con las ONGs.
Pero el asunto va mucho más allá. Las ONG forma parte del aparato del Estado, y por eso su nombre es engañoso. Son instrumentos para la sobre-intervención de los países imperialistas en los países pobres. No pocas están constituidas por los servicios secretos y los ejércitos de aquéllos, y casi siempre están al servicio de su política exterior, esto es, del Ministerio de Asuntos Exteriores y las embajadas. Su meta es intervenir, manipular, favorecer a las empresas multinacionales. También, socavar la cultura popular de los pueblos pobres, haciendo que se extienda mejor la ideología imperialista.
Por eso ha sido acuñada la expresión de neocolonialismo humanitario. Sobre la ideología ONG un libro que, con ironía, aporta un análisis bien construido, es el Gustau Nerin Blanco bueno busca negro pobre. Guía de la cooperación y las ONG, 2011. Podría decirse que la esencia de tal ideología reside en la perversa noción de ayuda, de ayudar a desarrollarse. Se da por supuesto que tales pueblos no pueden ayudarse a sí mismos y que necesitan la aportación de los países ricos, pretendidamente superiores en lo económico, lo tecnológico…
Este entramado de creencias culmina en una nueva manifestación de intervencionismo, en un renovado mecanismo neocolonialista. No sólo porque quien es ayudado lejos de emanciparse queda en una situación de dependencia respecto a quien le otorga la ayuda sino porque lo que se busca con las intervenciones de las ONGs es adaptar las sociedades en que operan a las metas estratégicas del imperialismo.
Además, está la mentalidad de ONG. Una combinación de santurronería arrogante, complejos de superioridad, buenismo discursivo, estatismo a rajatabla, racismo implícito y neo-racismo explícito, hostilidad irrazonable hacia lo positivo de la cultura occidental, veneración sobreexcitada por el fenómeno de la emigración y rechazó de la idea de revolución. En efecto, las ONGs tienen como una de sus metas impedir que los pueblos de los países pobres hagan avanzar sus propios procesos de emancipación, contra el imperialismo occidental, ruso, chino o árabe-islámico, contra sus propias oligarquías corrompidas y criminales, contra el [clericalismo monolítico] de esta o la otra religión.
La solución global, y la única auténtica, a los gravísimos y numerosos problemas que tienen los países pobres, desde el hambre a la falta de libertad para el pueblo, está en la revolución, no en la ayuda que les puedan proporcionar las ONGs. Éstas son parte del enemigo de tales pueblos. Eso, con limitaciones, es lo que describe Los caballeros blancos.
Ahora queda por hacer la tarea de emanciparnos de la mentalidad de ONG aquí, en las metrópolis, desmontando sus falacias, confiando en las capacidades de los pueblos oprimidos y pobres para liberarse por sí mismos, sin caballeros que acuden a socorrerlos mientras se enriquecen, planteando correctamente el gravísimo problema de la emigración, ese gran negocio para Occidente, quizá el mayor de todos hoy.
Y refutando la ideología de la ayuda. Para empezar con una aserción: muy a menudo el mejor modo de ayudar es no ayudar, para permitir que la persona, el grupo, la comunidad y el país se ayuden a sí mismos. Porque quien da ayuda daña al que la recibe: eso es así en la inmensa mayoría de los casos. El sector de la clase media ansioso por ayudar sólo puede hacerlo curándose de su obcecación paternalista-ayudadora. Seguiremos con esta cuestión, en su vertiente filosófica y moral, en otros artículos.
No quiero terminar sin invitar a quienes se han sumado a ONGs o las respaldan, con la mejor buena fe, que son muchas personas, a intervenir para aclarar esta oscura cuestión. Lo primero es que las ONGs sean lo que dicen ser, ajenas a toda aportación dineraria institucional-estatal, visible o invisible, es decir, No Gubernamentales, No Estatales, y por tanto libres de compromisos con el poder político y económico. Lo segundo cuestionar su actuación en los países en desarrollo. Lo tercero someter a escrutinio crítico la categoría misma de ayuda. Lo cuarto explorar la noción de revolución. Esto lo cambiaría todo.»
Rodada como un intento de documental resulta más interesante como punto de partida para reflexionar sobre algunos temas que como historia cinematográfica.
Resulta confusa en la primera parte, en la que el espectador no ve claras las motivaciones de los personajes para actuar en el sentido en que lo hacen.
Cuando la situación se aclara es cuando empieza a suscitarse el dilema.
Para hacer lo que consideramos el bien, es posible no tener límites morales?
Se muestra una postura muy presente en el mundo actual: la ayuda humanitaria esconde en muchos casos una actitud colonial intolerable, que toma casi siempre forma de entrega a la causa de los más desfavorecidos, pero cabe que nos preguntemos si el tema que suscita este film: la posible salvación de unos niños huérfanos en un país en guerra, llevándoselos a otro país en que serán entregados en adopción y vivirán en paz y gozando de una situación económica mucho mejor, si eso es verdadera humanidad?
Haríamos lo mismo con niños de países del primer mundo?. Lo haríamos de esa forma.?
Y si la ayuda se diera en el país de orígen?
Esta película es para pensarla bastante tiempo cuando la has visto.
Las ONG cubren , o lo intentan, el deber de las autoridades y de los organismos internacionales de luchar contra el hambre y contra las injusticia. Millones de personas en el mundo que, un buen día, deciden organizarse para tratar de cambiar el mundo. Son millones también las personas que han logrado superar una situación de marginalidad gracias a ese trabajo, muchas veces silente, que hacen los voluntarios, misioneros y trabajadores de estas asociaciones tan necesaria para equilibrar aunque de forma insuficiente un mundo lleno de injusticia.
El cine se acerca en contadas ocasiones a esta temática por no ser vistoso para el espectador medio seguir a unos personajes que entregan sus vidas por el bien de los oprimidos pero no se ponen leotardos ni llevan capas.Las historias de héroes anónimos no suelen rendir bien en la taquilla.
Joachim Lafosse nos ofrece ahora un acercamiento al trabajo de una ONG aprovechando un suceso real que, en un principio, se utilizó para atacar a la solidaridad. L´arche de Noe fue acusada de varios delitos al tratar de sacar del Chad a unos niños sin futuro para ofrecerles una oportunidad. La película, con un extraordinario Vincent Lindon al frente del reparto, se muestra limpia, serena y sin un posicionamiento claro. Nos adentra en el trabajo diario de esta ONG que, en cierta medida, puede extrapolarse a otras que trabajan en situaciones de conflicto. Ese trabajo que hacen MÉDICOS SIN FRONTERAS, AYUDA EN ACCIÓN o REMAR ONG, entre muchas otras, y que resulta, quizás, poco interesante para la mayoría y que para otros muchos significa vida y esperanza, se muestra aquí casi en tono de documental dramatizado y logra remover algo en el interior de los espectadores.
Puede que no podamos ponernos en la piel ni de los voluntarios ni de sus beneficiarios pero podemos llegar a entender esa sensación de personas que nada tienen cuando aparecen LOS CABALLEROS BLANCOS y tratan de cambiar el rumbo desesperado de sus vidas.
Una película muy recomendable.
RESUMEN
En un desierto africano, en pleno conflicto, Jacques Arnault, presidente de la ONG Move for kids y su equipo planean una operación para rescatar a 300 huérfanos víctimas de la guerra para entregarlos a otras tantas familias adoptantes en Francia. Pero el asunto se complica en los varios frentes: surgen dudas sobre la legalidad de la operación en el equipo. Por otro lado, las relaciones con las autoridades locales no son fáciles. Y todo debe hacerse con la máxima discreción.
COMENTARIOS
Me parece que la foto del cartel resume bien la historia de este hombre, presidente de la ONG: Me los llevo, parece decir. Así es cómo quiere actuar: necesita a 103 niños menores de cinco años y quiere / debe / necesita cumplir con su objetivo. ¿Por qué? ¿Cuál es el compromiso? ¿Hacia las familias que van a acoger a los pequeños? ¿Hacia su propio equipo ante el cual debe mantener el tipo? ¿Hacia los colaboradores con quien se ha comprometido? ¿Hacia los jefes de los pueblos a quienes solicita ayuda?…
Y falta una pregunta: ¿qué lugar ocupan los menores en todo esto?
En efecto, los niños, que traen alegría cuando aparecen, como agua en un desierto, son tratados como meros bultos. No mal, desde luego, pero como objetos.
Jacques Arnault (Vicent Lindon) es un jefe despótico, con los nervios a flor de piel, que quiere imponer su voluntad a fuerza de chequera y gritos (alterna los dos elementos en función del interlocutor y del momento). Así se dibuja una imagen brutal del discurso colonialista blanco (pero sin perder de vista que tampoco hay santos allá, claro).
Un desierto, un tono seco y sobrio de la película, que invita a la reflexión… una reflexión triste sobre el destino de unos huérfanos.
El caso se inspira en un hecho real que se desarrolló prácticamente de la manera retratada en la cinta: en 2007, en plena guerra de Darfur, la asociación L’Arche de Zoé, creada por Eric Breteau y su compañera Emilie Lelouch, se comprometió con 358 familias a presentarles huérfanos víctimas del conflicto con vistas a su adopción. Las autoridades francesas alertaron en un primer momento y recomendaron la máxima prudencia a las familias.
Finalmente los responsables fueron arrestados antes de embarcarse en un vuelo en Abéché. El presidente del Tchad, Idriss Déby acusó a la ONG de estar llevando a cabo una acción de secuestro de los 103 niños que estaban a punto de salir del territorio. En un primer momento encarcelados en Tchad, Francia consigue su extradición para ser juzgados por los tribunales franceses. Paralelamente, uno de los intermediarios locales admite haber presentado a 60 niños como huérfanos de Darfour cuando en realidad no lo eran.
En 2012 se abre el proceso, dos años después se declara la sentencia. Para Breteau y su compañera Lelouch: dos años de cárcel avec sursis (sin cumplimiento de condena) y cinco años de inhabilitación para ejercer cualquier actividad relacionada con ayuda, acogida o adopción de menores. El abogado del Estado concedió que quizás no habían actuado de mala fe, pero sí atribuyéndose una responsabilidad que no les correspondía. El diario Le Monde titula la sentencia como « Procès de l’Arche de Zoé : juste peine, juste place » (Proceso del Arche de Zoé: pena justa, lugar justo).
Tanto el debate que levanta la película como la sentencia real, sorprenden…
P.S. ¿Y qué habrá sido de los niños?
Para saber más sobre el asunto real (en francés):
http://www.lemonde.fr/societe/article/2012/12/02/arche-de-zoe-retour-sur-un-fiasco-humanitaire_1798665_3224.html – el principio de todo y la arresto en 2007
http://www.lemonde.fr/societe/article/2014/02/15/proces-de-l-arche-de-zoe-juste-peine-juste-place_4367139_3224.html – el veredicto en 2014
http://www.francescaprince.com/