Los bajos fondos
Sinopsis de la película
En un barrio miserable e insalubre del Tokio feudal, hay un albergue, regentado por Robukei y su mujer, en el que se puede encontrar alojamiento por poco dinero. Allí conviven gentes de todos los estratos sociales, que ahora pertenecen al bajo proletariado: un antiguo policía, un viejo artesano, un actor fracasado, un ladrón, una prostituta: todos ellos conforman el paisaje cotidiano de la miseria.
Detalles de la película
- Titulo Original: Donzoko
- Año: 1957
- Duración: 137
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Opinión de la crítica
Película
7.1
57 valoraciones en total
Kurosawa realizó Bajos fondos a partir de la obra teatral de Gorki que ya fuera estrenada en 1910 por la compañía teatral del influyente Kaoru Osanai, precursor del drama realista occidental en Japón, teatro que Kurosawa había frecuentado en los años 20. Una historia coral y nada épica, sus personajes viven en la indigencia, son mezquinos, autocomplacientes y practican un egoísmo de supervivencia. Todos ellos habitan una cochambrosa pensión de los arrabales de alguna ciudad japonesa del Japón Meiji, que consta básicamente de dos espacios yuxtapuestos: el interior del albergue, un destartalado espacio común tapizado por diminutas cámaras-dormitorio, y su patio delantero, donde se encuentra la vivienda del dueño. Ante el reto de trasladar a la pantalla un texto teatral limitado a estas coordenadas espaciales, el cineasta opta por dinamizar el espacio a base de planos generales cuya organización dramatiza las relaciones entre los personajes.
El viejo avaro Rokubei y su joven y cruel esposa, Osugi, regentan un destartalado albergue que alquilan a un grupo variopinto de marginados, ladrones, prostitutas y borrachos, comandados por el temperamental Sutekichi, el ladrón (T. Mifune), componen el desolado colectivo que haya cobijo en la casa. Los conflictos entre celos y envidias, son provocados por la dura realidad que comparten. La llegada de un anciano peregrino, conseguirá introducir, al menos aparentemente, una nota de humanidad en el malsano ambiente que se respira en el lugar. En esta película la asfixia existencial tiene un correlato en el espacio escénico. De hecho, el film ofrece las posiciones relativas de los personajes dentro del plano, con el contraste violento en los cambios del ángulo de toma, y el aprovechamiento de la profundidad de campo, proponen una cartografía de relaciones y conflictos que obliga al espectador a interpretar la situación de los personajes en su interior. La singularidad del film radica en la ausencia de todo heroísmo. El fracaso es la situación de partida y la ausencia de voluntad es la condición que obliga a los personajes a soportar su condena.
La relación de sus malogradas existencias se irá desgranando una a una, trazando una historia colectiva plena de diálogos lacerantes a partir de lo cual, el cineasta ofrece un mosaico de retratos psicológicos alejados en todo momento del tono sensiblero. El retrato del universo de los parias que ofrece Kurosawa en este film resulta, posiblemente, el más crudo y pesimista de toda su obra fílmica. Toshiro Mifune, una vez más lidera el plantel de actores habituales del cineasta. De la versión que Kurosawa extrae de la obra, cabe destacar la atenuación del elemento revolucionario presente en la obra original de Gorki, a favor del componente humano, ambos característicos tanto de esta pieza como de La madre del mismo autor, posiblemente su título más emblemático. También existe una versión de Jean Renoir de 1936, que no he tenido la oportunidad de ver.
233/33(30/06/09) Este Film del Gran Kurosawa es un descenso a la antesala del infierno donde esperan para entrar todo tipo de retales humanos, lo que viene a ser un grupo de personas que por uno u otro motivo han caído en desgracia. En la periferia de una ciudad hay un inmundo lugar donde se alquila camas para dormir, donde sobrevive una prostituta que sueña con tiempos mejores, un antiguo samurái que ha tenido que vender su espada para poder comer, un actor que fue alguien en su profesión y ahora no recuerda nada de lo que recito, una anciana moribunda que jadeando espera encontrar la muerte, un ladrón enamorado de la hermana de la casera, la casera enamorada del ladrón y que odia a la hermana por haberlo enamorado, además del ruin casero que hace la vida imposible a los inquilinos, a los que se les une un anciano que parece tener todas las respuestas y que podría ser la conciencia de esta cloaca humana. La cinta adolece de un carácter teatral al centrarla en único escenario, lo que acentúa la asfixia de los personajes y que hace que salga lo peor de cada uno para mostrarnos un crisol de las miserias humanas, en lo que es un maestro Akira, en enseñarnos el carácter de los personajes, en estrangularlos para que den todo de sí. Recomendable a los que gusten de retratos de los malditos. Fuerza y honor!!!
Estamos en la antigua Rusia zarista. En un desvencijado inquilinato -una especie de caballeriza con paja incluida pero, donde en vez de bestias, cohabitan seres humanos-, se produce el encuentro de un grupo de disimiles personas, unidas por la soledad, la frustración, la marginación voluntaria o impuesta… o por la pobreza acérrima y el respectivo abandono de aquellos que eran su familia.
Son hombres y mujeres de diversas edades y de trayectorias muy diversas. Tuvieron pasado, pero, ahora parece que ya no tuvieran futuro. Lo que sucede entre ellos, es como un círculo que gira y gira de manera incesante y sólo tendrá sentido si se comprende el estatismo de este tipo de vidas. No obstante, también para ellos llega la opción de renovarse cuando a su lugar entra un anciano de particular traje blanco, quien, pronto dará ejemplo de una cordura y sabiduría muy dignas de tomar en cuenta.
Basada en la homónima obra teatral del escritor ruso Maksim Gorki, llevada a escena en 1902, con notable éxito, LOS BAJOS FONDOS, es una libre adaptación que hace Kurosawa, adecuándola al ambiente japonés y, a diferencia de Gorki, quien daba la misma importancia a todos sus personajes, aquí el mayor peso se centra en el sensato abuelo y en, Sutekichi, el ladrón enamorado de la oprimida Okayo.
Cuando todo está fluyendo en un atinado juego de personalidades, de confrontaciones y aleccionadoras experiencias, el escepticismo del notable escritor ruso (que no por nada asumió el seudónimo de Maksim Gorki, que podría traducirse como Máxima Amargura), con la condescendencia de Kurosawa, la historia comienza a tomar un rumbo nihilista o como el bien que se resuelve y se estanca en la intrascendencia. Toda opción relevante de la existencia que parecía claramente planteada con el abuelo, parece diluirse luego en el pesimismo y la inconsistencia, y los espectadores nos hundimos inevitablemente en una sensación de vacío y en un, ¿entonces?, que no obtiene respuesta.
Queda decir que esta película sólo es apta para un público exigente en la búsqueda del entendimiento humano y que, ojalá, esté acorazado con un firme optimismo frente a la vida para que esta sombría historia no le desgarre las entrañas.
Son de Fritz Lang, unas palabras que, por esta vez, siento bastante precisas:
Se ha cometido un error si el público sale de una proyección con el alma en los talones.
La primera secuencia del film nos pone sobre aviso que lo que vamos a ver no son otra cosa que deshechos humanos, marginados de un japón feudal sin nada mejor que hacer que ahogar sus penas en sake. Los Bajos Fondos comienza con dos mujeres arrojando basura al gran agujero inmundo en el que viven estos desamparados de la sociedad.
Kurosawa filma la obra del ruso Máximo Gorki con apenas dos decorados y consigue sacar de todos sus actores, unas excelentes interpretaciones que le dan un gran realismo a la obra.
Una prostituta que sueña con un amor que tal vez nunca tuvo, un actor fracasado que ya no recuerda ni sus pasajes favoritos, un vulgar ladrón que roba para subsistir, un ex samurai que tuvo que empeñar su espada, un ex convicto que se refugia donde nadie le puede encontrar, y un anciano viajero, tal vez fugitivo que parece ser la conciencia de todos los pobres desgraciados que se cobijan en ese inmundo lugar.
Un lugar que bien podría ser el purgatorio. Un recóndito lugar donde esperar la muerte, que bien vista no sería la peor de las situaciones. Aquí la esperanza se ha ido antes siquiera de su llegada. Una cruda representación de Los bajos fondos de la sociedad feudal japonesa.
Con esta película se demuestra a la perfección que con cuatro o cinco decorados, unos buenos actores y una historia que hurgue en los anhelos y sueños de las personas, se puede realizar una gran obra. Kurosawa es un director que retrata muy bien todo aquello que hemos de imaginar. No lo muestra, hace que lo intuyamos e incluso consigue a veces que lo visualizemos. Bajos Fondos utiliza como herramienta para narrar una casa repleta de desheredados. Los distintos personajes focalizan sus odios y decepciones en los demás. No es hasta que llega el anciano cuando se empieza a aclarar todo: cada uno tendrá lo suyo, más o menos. El sentido espiritual que imprimió Kurosawa en esta película la hace una de las más bellas y crudas de cuantas tiene en su excelente filmografía.
JL. DANA Q