Los atracadores
Sinopsis de la película
Vidal y sus amigos Ramón y Carmelo, son unos pequeños delincuentes que se divierten asaltando farmacias. Al robar la recaudación de un cine cometen su primer asesinato y entonces, ya no podrán detener una carrera criminal que terminará trágicamente.
Detalles de la película
- Titulo Original: Los atracadores
- Año: 1962
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
6.6
100 valoraciones en total
Importante película en la filmografía de su autor, para algunos una de las mejores películas españolas. Narra la historia de tres jóvenes de distinta procedencia social que incitados por el de mejor posición económica se inician en el peligroso mundo de los atracos. Realista y aportando una textura social valiente y no siempre brillante ni conseguida dado su muy desigual guión, es, efectivamente, una película por encima de la media del cine español de entonces y un intento de cine neorrealista un tanto frustrado.
Bien interpretada y fotografiada, y mejor dirigida que escrita.
Dos años antes de que Berlanga filmara su obra maestra El verdugo, una aguda diatriba contra la pena capital desde la sátira y el humor negro, Francisco Rovira Beleta, cineasta no tan reconocido como el anterior, pero excelente narrador de historias, ya mostraba con toda crudeza la inutilidad y aberración humana de la pena de muerte (asunto que los presentadores del film en televisión pasaron por alto), filmando en este thriller neo-realista barcelonés, las andanzas descarriadas de tres jóvenes que eligen inconscientemente el fácil camino de la aventura temeraria, de la emoción extrema de conseguir dinero fácil que no pueden disfrutar para no levantar sospechas, de la excitación que supone violar la ley. En una espiral violenta que proviene de sus frustraciones personales, narrada desde una cargante y moralista voz en off, seguramente obligada por la censura para permitir que el proyecto saliera adelante.
Poco conocida por el público joven, anoche se presento una buena oportunidad para descubrirla en su pase televisivo, como ha ocurrido antes con otras películas de este interesante director. Un policíaco urbano que muestra toda la iconografía de la ciudad condal, calles, plazas y reconocibles monumentos, rodando a pie de calle y mostrando localizaciones naturales que muestran cómo vivían sus vecinos. Jóvenes delincuentes que realizan golpes chapuceros de aficionados sin vocación, que ni siquiera encuentran placer en el alcohol y las prostitutas, porque no han nacido para ese tipo de vida, son como advenedizos arrastrados por la curiosidad. Narrada en un largo flash back el cineasta nos describe con gran pulso narrativo y con un estilo cercano al documental, el origen de un juicio sumarísimo. Sobre las andanzas de El señorito, El chico y El compare, el primero es el cerebro, frío y calculador de la recién creada banda que pretende ser importante, el segundo es más temperamental y vulnerable al que le gusta el fútbol, el tercero es imprevisible, atormentado, manejable e infantil pero de gatillo fácil, mientras sus familias desconocen los hechos.
El cineasta adapta la novela de Tomás Salvador, escritor especializado en novela negra, desde su experiencia como inspector de policía que le generaba una gran experiencia a la hora de escribir sobre el tema. Una película ejemplarizante para unos tipos que opinan que la vida es aburrida, pero en cambio, la trama es entretenida y muy desgarrada y veraz a la hora de expresar la actitud de rebeldía de esos jóvenes sin futuro, desde una brillante puesta en escena, con contrapicados violentos, planos subjetivos y escenas poéticas, de un cineasta muy recomendable. Su visión de la sociedad de la época, del desarrollismo industrial es patética y desoladora. El dibujo humano de personajes es demoledor, dese el desarraigo social de las clases bajas hasta el abandono educacional y familiar de las clases pudientes. Su mirada es impía y amarga, ayudado por unos actores físicamente creíbles y desconocedores del juego peligroso que practican mientras pretenden aparentar una vida normal, y que nos transmiten una ingenua empatía. El mérito del cineasta reside en eludir hábilmente a la autoridad vigilante de las buenas costumbres en la persona del abogado que reconoce no haberle prestado el tiempo requerido a su hijo, en tiempo donde no existía libertad para abordar temas sociales, realistas y polémicos para la época, como era los problemas de la juventud inadaptada y la delincuencia juvenil.
Nueva incursión de Rovira Beleta en el género negro tras sus anteriores Hay un Camino a la Derecha y El Expreso de Andalucía , como ocurría sobre todo en la primera, la perspectiva empleada es la de cierto análisis social, buscando en él los orígenes del fenómeno criminal, en esta ocasión encarnado por tres jóvenes de diferentes clases sociales, y por eso mismo, con distintas motivaciones para emprender sus andanzas delictivas.
Así, el personaje apodado El Señorito , es de familia acomodada, hijo de un jurista, y él mismo estudiante de derecho, es el poco afecto paterno, unido a las infidelidades que el joven advierte, el detonante (un tanto caprichoso, ciertamente) de una inclinación por el delito, que es emprendido como un reto o una rebeldía. Por el contrario, El Compare es un chico de orígenes muy humildes, marcado por el desarraigo familiar, la vida en la calle, y la fascinación por el poder que confieren las armas. Por último, Ramón, representa a la clase trabajadora hastiada por la dureza del trabajo fabril, que unida a la poca recompensa que reporta, aproxima al joven al mundo del delito. El periplo delictivo de estos tres jóvenes sigue un marcado crescendo en violencia y dramatismo, pues partiendo de cierto gamberrismo, pasa a pequeños atracos, desembocando después en el crimen, y por último en el castigo, ya sea la muerte o el presidio.
Formalmente es una película muy conseguida, con una estupenda fotografía en blanco y negro, que busca arriesgados contrastes lumínicos, y algunos encuadres originales, sorprendentes en el cine español. La violencia es captada con toda crudeza, tanto cuando es repentina como cuando se desarrolla lentamente (notables secuencias finales, censuradas aquí y en el extranjero). Con buenas localizaciones de Barcelona y correctas interpretaciones en general, destacando la de Julián Mateos como El Compare , fantástica, los mayores inconvenientes de la cinta provienen de un guión que deja cabos sueltos o poco desarrollados (el comienzo de la relación entre los protagonistas, torpe y apresurado, la historia de amor entre El Señorito e Isabel, bastante forzada, etc). También los diálogos resultan a veces increíbles y excesivamente rebuscados o literarios, al igual que el tono moralizante que preside el juicio y la actitud del padre de El Señorito .
Pese a ello el filme es siempre interesante, está bien rodado, y no rehúye temas escabrosos e incómodos, como la violencia, la infidelidad matrimonial, la violación sexual y la pena de muerte, circunstancia poco habitual en el cine español de la época, y que hace muy recomendable su visionado. Por último mencionar que a lo largo del metraje se rinde homenaje a otras películas clásicas del género, como Chicago años treinta de Ray (alabada por los protagonistas) o Atraco Perfecto , de Kubrik (en el cartel de un Cine).
Los atracadores es una película importante, que se impone a sus evidentes defectos, fruto dun temps, dun país , como diría Raimon. En primer lugar, es un alegato contra la pena de muerte en pleno franquismo, sigiloso y cauto, pero alegato al fin y al cabo, como demuestra la escena final, rodada como si se tratara de un documental, sólo que muestra la ejecución a garrote vil de uno de los atracadores. A los escalofríos que produce la secuencia contribuye la muy verosímil interpretación de Julián Mateos, en el papel que le catapultó al estrellato (bueno, en la medida que él lo permitió). En segundo lugar, trata otros temas tabú, como la infidelidad de un hombre casado, con mantenida y todo, la delincuencia en una España perfecta, las relaciones extramatrimoniales, todo ello con cierta moralina y continuas concesiones al Régimen imperante, pero Madame la Censura era difícil de engalar. Y en tercer lugar, Rovira Beleta filma con un pleno dominio de la cámara, de los claroscuros, y de las posibilidades de una ciudad que, en el recuerdo de los que llevábamos pantalón corto en esos años, siempre será en blanco y negro, triste, lóbrega y atemorizante. En conjunto, un pequeño clásico.
Los robos y crímenes perpetrados por tres delincuentes juveniles unidos por el manejo de las armas pero de personalidades muy distintas. Pierre Brice es un actor francés que haría alguna que otra incursión más en el cine español y que interpreta con perfección al jefe de la banda. Julián Mateos obtuvo su premio de interpretación gracias a este film y compuso un personaje complicado para el que se reservan los momentos más dramáticos del film. Interpreta a un maleante obsesionado con las películas americanas de gangsters . Uno de los momentos más brillantes es cuando Brice le advierte a Mateos que no debe de beber más sabiendo que si uno de los tres se va de la lengua pueden caer todos. Por su parte el galán Manuel Gil brilla especialmente en la escena en la que al entrar en una farmacia unos dias después de haber atracado otra farmacia reconoce a la misma dependienta delante de la cual robaron y tiene ahí un buen ejercicio de dominio expresivo. Hay escenas sobrantes que no aportan interés y el guión flojea a veces con rasgos de inverosimilitud pero la película en general es estupenda.