Locas de alegría
Sinopsis de la película
Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) es una condesa charlatana y millonaria que está convencida de encontrarse entre los círculos íntimos de los líderes políticos mundiales. Por su parte Donatella (Micaella Ramazzotti) es una joven tatuada, vulnerable e introvertida, envuelta en su propio halo de misterio. Ambas son pacientes de Villabiondi, una delirante institución psiquiátrica.
Detalles de la película
- Titulo Original: La pazza gioia
- Año: 2016
- Duración: 111
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes obtener una copia de esta película en formato 4K y HD. Seguidamente te detallamos un listado de opciones de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.5
98 valoraciones en total
Una vez más ha vuelto a ocurrir y, por desgracia, seguirá ocurriendo más a menudo. Mientras que grandes superproducciones norteamericanas se estrenan con más de doscientas copias, rozando incluso las trescientas, otras películas más modestas (e infinitamente más interesantes), como en el presente caso, Locas de alegría, no llega a las veinticinco, lo cual significará que en muchas ciudades ni será proyectada, a pesar de contar con premios internacionales o de tener diecisiete nominaciones para los David di Donatello, la Academia de Cine italiano. Maldita exhibición española que no debería dar de lado al cine europeo y que hay países, para qué enumerarlos, de los que ni siquiera nos llega una mísera muestra de lo que allí se hace, cosa que hace décadas era impensable, había sitio para todo… Y da pena, porque Locas de alegría no merece semejante maltrato.
Aclarar lo primero que no se trata de una obra redonda. En su guión hay ciertas lagunas, ciertas transiciones creadas para buscar, en algunas ocasiones, un gag que podía ser previsible y otras veces no tanto, pero que el público de la sala agradecía enormemente. En otros momentos, hay como elipsis metidas con calzador, con la finalidad de que encajaran las piezas dramáticas. Es decir, puede no ser un guión perfecto, pero sí es bueno, que además cuenta el suficiente encanto, por lo que podrá sufrir, en un futuro no muy lejano, un remake por parte de nuestro cine, como ha ocurrido con Perfectos desconocidos, o incluso por parte norteamericana. Porque, resumiendo, aunque algunos momentos haya ciertos saltos, está dirigida por Virzi con eficacia y garra, dándole ante todo mucha humanidad, con un buen reparto, (aunque nos ha dado cierta lástima ver a Anna Galiena con un rostro que refleja sus intervenciones quirúrgicas). Por encima de todo, indudable, están los personajes protagonistas que son un lujo, dos pedazos de bombones para cualquier actriz que se precie y que ambas actrices aprovechan al máximo: Micaela Ramazzotti, con un cierto aire que nos recuerda a la Dalle de Betty Blue, como Donatella, que hace una gran labor y Valeria Bruni Tedeschi, como Beatrice, puede que sea la reina de la función, ya que es consciente que posiblemente está ante el mejor papel de su carrera hasta la fecha, entregada en cuerpo y alma, haciendo una labor inolvidable.
La película, que ha contado con asesoría de personal especializado en el tema de enfermedades mentales, ha cuidado muchos detalles. Su música, muy variopinta, nos brinda canciones diferentes y temas que parecen seguir la línea de la Penguin Cafe Orchestra o del estupendo compositor almodovariano Bernardo Bonezzi. Su fotografía o su montaje también son destacables.
Hay ciertos elementos que nos evocan a otros films: la sombrilla que utiliza Beatrice, parece que provenga de Coquelicot, el enternecedor personaje que encarnaba Geneviève Bujold en Rey de corazones, de Philippe de Broca, o ciertas secuencias con cierto aire a Thelma & Louise, aparte de la mencionada Betty Blue, pero en el fondo no deja de ser cinefilia. Locas de alegría no roba nada de ninguna, es original, está hecha con mucho corazón y al público, desde el principio, se lo lleva de calle. Yo me reí, me emocioné, sufrí y me quise ir con ellas a compartir esa alegría de vivir que impregna toda la película. Su combinación de comedia dramática a mí me ha cautivado, y pienso que un cine sobre mujeres (y/o seres marginales), debe ser tratado con respeto y nunca debería desaparecer. Y este es un ejemplo, que en mi caso sin duda recomiendo.
Al menos es la conclusión que extraigo de la película. Paolo Virzi insiste en una temática recurrente en su cine, que alcanzó con El capital humano su máxima expresión.
en Locas de alegría horrible traducción del título original, tenemos a dos mujeres con problemas mentales, entre la esquizofrenia de una rica y privilegiada de la sociedad, y la bipolaridad de una mujer castigada por la misma sociedad desde la infancia.
Desde luego el tremendo duelo de actrices es lo más destacado de la película. Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) es una condesa encerrada en una institución psiquiátrica creada por su familia. Ella vive refugiada en la burbuja que se ha construido en base a las mentiras que ha acabado creyendo. A ese psiquiátrico llega Donatella (Micaella Ramazzotti) una joven bipolar, con un pasado tortuoso que encierra drogas, prostitución, intentos de suicidio y algo más grave, que es su más profundo secreto. Poco a poco surge una emotiva complicidad entre ambas que las lleva a escapar juntas y lanzarse a la vida. Momento donde la película se transforma en una road movie por los magistrales paisajes de la Toscana.
Aunque la tragicomedia funciona, lo peor, es que hay momentos de cierta irregularidad, o algo previsibles que acaban restando puntos a la película. como cuando Beatrice logra desvelar el enigma que oculta el pasado de Donatella y se convierte en su protectora. Lo que era evidente desde el comienzo. Aún así buena película, sostenida por dos actrices como la copa de un pino.
Con esta palabra (que en gran parte describe a ambas protagonistas) defino a la película. Una apuesta cambiante en cuanto a pretensiones.
Paolo Virzi nos trae una película con una propuesta muy interesante pero que falla en el intento. Vital y descarada, a la vez que excesiva y algo forzada. Un filme sobre la libertad y la sociedad.
Una comedia dramática sostenida por sus dos protagonistas una Valeria Bruni inmensa y una Micaela Ramazzotti que tampoco se le queda corta. Dos mujeres igual de desequilibradas pero al mismo tiempo muy diferentes. El filme nos plantea entenderlas a ellas y su alrededor, nos habla de la libertad. Ambientada en una Toscana a la que se le podría haber sacado mucho más partido.
Por lo que corresponde a el trabajo de Vladan Radovic y su dirección de fotografía, ésta se hace grande apenas que empieza la road movie y más todavía cuando cae la noche.
Con golpes de humor que a veces funcionan. En cuanto aparecen en escena momentos dramáticos, la película no llega a funcionar. Escenas muy dispares respecto a calidad y una gran utilización del flashback.
No me ha disgustado el trabajo de Virzi, aunque como punto negativo diría que director tiende a sobreexplicar, sobre todo a medida que transcurre el largometraje, ya que al principio llega a crear ciertas dudas en el espectador.
¿Qué es la locura y qué consecuencias tiene para los que la padecen? Parece una pregunta imposible de responder y esta cinta no ensaya una respuesta, ni tan siquiera propone una contestación, sino que se limita a ofrecernos el retrato de dos mujeres rotas de dolor que encuentran en la enajenación de los sentidos su única forma de supervivencia. Por lo tanto, no estamos ante un tratado de la demencia, sino ante el cruel reflejo de sus efectos en dos almas en pena que en un momento dado han tenido una crisis demasiado intensa y atroz que las ha llevado al abismo de la insania como refugio a sus llantos y pataletas. Es el relato del fracaso de la compasión y la ternura que desemboca en la soledad de la indiferencia lacerante.
El desequilibrio como forma de ser. La falta de límites y contención como hábitat natural. La vitalidad de los que han perdido su vida como descarnada y feroz tarjeta de visita. La piel ultrajada como único testigo del desorden y turbación de una existencia a la deriva y sin puerto de destino… Pareciera que la cinta se contagia de la imprevisible espontaneidad de sus protagonistas, los sucesos se amontonan sin orden ni concierto, sin dirección ni afán, la avalancha de los acontecimientos te arrastra como una locomotora desbocada en un loco viaje a ninguna parte, porque cuando huyes de ti mismo no hay forma de escaparse de la propia sombra, ni del caos emocional ni del torbellino del desengaño. La riada de la amargura amenaza con anegarlo todo.
Aunque a ráfagas simula serlo, no es una comedia. Aunque rehúye la tragedia, la esboza y bordea como un precipicio tentador que nos llama y reclama. No es un estudio sociológico pero pocas veces se ha reflejado mejor y de forma tan convincente el desgarrador delirio del sinvivir. La pérdida de certezas es una condena que nos aboca al extravío y la quimera, soltamos todo contacto con la realidad porque ya no hay nada ni nadie que nos vincule de forma inequívoca con ella… Todo esto – y mucho más – es este aluvión de sensaciones y emociones que nos llega desde una Italia bañada por el sol y bruñida por milenios de cultura y fulgor pero que no consigue guarecer en un lugar salubre y compasivo a quienes han perdido su sitio en este mundo.
Es inexplicable la fuerza y rabia que destila esta película arrebatadora. Se le pueden achacar imperfecciones y carencias, simplificaciones y frivolidades, pero funciona como un perfecto engranaje que te seduce y trastorna sin ofrecer resistencia. Y sobre todo señorean sus dos protagonistas – aunque la palma se la lleve una gloriosa Valeria Bruni Tedeschi, volcán en constante ebullición.
La he visto en la Seminci y con esas dos grandes interpretaciones de las protagonistas (espiga de oro como mejores actrices) consigue que la película te llegue.
De la esquizofrenia a la bipolaridad y desde la incertidumbre de sus reacciones hasta descubrir los motivos que les ha llevado al centro, todo tamizado con toques de humor hace que te transmita una gran sensibilidad hacia los personajes.
Demencial la traducción del título original.