Lazos humanos
Sinopsis de la película
Nueva York, principios del XX. Crónica de la vida de una humilde familia de inmigrantes irlandeses que reside en el barrio de Brooklyn. El padre es un hombre amable, pero con problemas de alcoholismo, la madre una mujer luchadora, y la hija pequeña es una chica brillante que sueña con salir del barrio para emprender una nueva vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Tree Grows in Brooklyn
- Año: 1945
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
Película
7.3
21 valoraciones en total
Elia Kazan tuvo un debut formidable, con la adaptación de la novela Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith. Era una historia sencilla pero conmovedora, que hablaba del futuro de los jóvenes, del sacrificio de sus padres por ellos y del equilibrio entre la vida práctica y las ilusiones.
Inolvidables las estupendas interpretaciones de los protagonistas. James Dunn encarnaba al padre, Johnny Nolan, un camarero cantante, soñador y afable, pero sin capacidad real para mantener a su familia. Dorothy McGuire, era Katie, la mujer trabajadora, que mostraba en ocasiones cierta frialdad por su carácter práctico, y Peggy Ann Garner, interpretaba a Francie, la adorable niña que representaba un futuro abierto a lo mejor. Junto a ella también brillaba la simpatía del hermanito pequeño (Ted Donaldson).
En 1945, cuando los Oscar tenían algún sentido, fueron galardonados James Dunn como actor secundario y la maravillosa niña Peggy Ann Garner, que entonces tenía 13 años, con un premio especial.
La brillante filmografía posterior de Elia Kazan ha ocultado esta joya de sus comienzos. Dedicada a todos aquellos que luchan a diario y se sacrifican por el porvenir de los niños.
Típica película del sistema de estudios, sin apenas exteriores, donde destaca por ejemplo ese patio con escalera de incendios –acceso al mundo de los protagonistas al modo de la escalera de Un tranvía llamado deseo- que a Kazan no le parecía de efecto realista o verosímil por su artificiosidad, pero que visto hoy conserva el encanto de aquel sistema de producción clásico de decorados y sets de rodaje. Y un poco lo mismo puede decirse de todo el metraje.
Radica la aportación fundamental de la película en un tono melancólico de recapitulación e infancia navideña, y en una dirección de actores que reclama nuestra atención por encima de soluciones de imagen o de desarrollo dramático. El distintivo visual de Kazan aún quedaba lejano, y en esta película casi ni se apunta siquiera. Completamente vencido estuvo el realizador, advenedizo él, a las soluciones del director de fotografía y a un montaje final en el que no tuvo mucha participación. La fotografía, de hecho, es muy funcional, sin elementos líricos en su empleo, siendo utilizada de forma práctica para subrayados narrativos de fácil digestión -rostros sombreados en alguna escena intensa y tal-.
La cinta incorpora, además, algunas de las preocupaciones de cine social que conforman una constante en parte de la obra de Kazan, perspectiva a la que recurrió también en teatro.
Las interpretaciones no tienen todavía dimensión Strasberg, claro, pero Kazan trabajó con los actores empleando atajos, quedando especialmente satisfecho con los resultados ofrecidos por Jimmy Dunn y Peggy Ann Garner, como comenta en sus diálogos con Jeff Young, que al parecer tenían en sus vidas personales puntos tangenciales de contacto con sus papeles -él por su condición de alcohólico y ella por la relación con su padre en la vida real-. Todos esos elementos fueron resquicios empleados por Kazan para obtener dentro del formato de cine de estudio clásico –que observamos en decorados, planificación de escenas, guión y peso en las decisiones del productor- algunas muestras de interpretaciones de intensidad método sin que siguieran, evidentemente, método alguno.
Este último comentario puede parecer anecdótico, sin más peso que la acumulación improcedente de información, pero se me ocurre que ofrece conclusiones si realizamos el ejercicio de contraponer el melodrama convencional hollywoodiense de la época, por un lado, y el mayor hincapié de esta película en la configuración de personajes y no tanto de situaciones. Y es que creo que ese dato, de alguna manera, avanza el tipo de director que, por primera vez, se ponía detrás de las cámaras en esta Lazos humanos.
Generalmente no se tienen en especial estima las primeras películas filmadas por Elia Kazan, todas ellas rodadas bajo contrato para la Fox, me refiero a LAZOS HUMANOS, a EL JUSTICIERO y a PÁNICO EN LAS CALLES, a mí me encantan, especialmente esta maravillosa película que hoy nos ocupa. Sorprende ver como apenas se conoce actualmente el título que supuso su debut cinematográfico en el año 1945, A TREE GROWS IN BROOKLYN –LAZOS HUMANOS en España-, y sorprende porque considero que se trata de una excelente película que revela las inquietudes y dominio del lenguaje cinematográfico por parte del entonces debutante Kazan, adelantando algunas de las posteriores inquietudes y rasgos personales que caracterizarán su obra.
Adaptación de una novela de Betty Smith, la obra de Kazan se detiene en la descripción del Brooklyn de principios del Siglo XX a través de las tribulaciones de una humilde familia que capitanea el matrimonio formado por Johnny (James Dunn) y Katie Nolan (Dorothy McGuire). El primero es un hombre idealista, simpático y aficionado a la bebida. La madre es una mujer sumamente trabajadora, responsable y quizá por ello más apegada a la realidad y áspera en su comportamiento. Pero van a ser los hijos de esta familia, especialmente la adorable Francie (Peggy Ann Garner), sobre los que girará el contenido de esta producción de inspiración familiar, que se inicia precisamente con un recorrido por los exteriores de Brooklyn y las artimañas de los pequeños para lograr algo de dinero.
Kazan nos demuestra lo muy a gusto que se encontraba con la cámara, recordando de forma paralela sus orígenes teatrales en los excelentes decorados de exteriores, potenciados por la no menos magnífica fotografía en blanco y negro de Leon Shamroy. Pese a ser una obra de debut, LAZOS HUMANOS demuestra la pericia de Kazan, siendo muchos los instantes caracterizados por su acierto cinematográfico, pero me gustaría destacar como ya en su primer film Kazan nos muestra con naturalidad elementos que luego desarrollará en su obra posterior, entre ellos podemos citar la influencia de la inmigración a los Estados Unidos, la tensión lograda en la incorporación de elementos externos en la evolución de los personajes (la nieve en las escenas navideñas, la lluvia en el parto de Katie), por supuesto la fuerza expresiva de esos interiores llenos de pobreza, y no podemos olvidar la excelente dirección de actores que prima en el film y que se extiende hasta en los niños que encarnan a los hijos. Con una mirada cálida pero nada complaciente, el novel director demostró su capacidad narrativa y su talento para extraer lo mejor de cada intérprete.
Una estupenda y entrañable película.
Elia Kazan nos brida una historia conmovedora por sus buenos sentimientos a lo largo de todo el film. Película más que recomendable, especialmente en los tiempos actuales, ya que, no sólo porque la calidad del cine de ahora no va por estos caminos, sino por el fondo de la estupenda historia llena de escenas magistrales, tanto en el contenido como en la calidad cinematográfica que no decae en ningun momento, gracias al guión bien construido y a la dirección de Elia Kazan.
La interpretación de Dorothy McGuire es muy notable , así como la de James Dunn que le mereció un Oscar de la Academia como actor secundario. Así mismo es de destacar la soberbia actuación Peggy Ann Garner, que pese a su corta edad se sitúa entre las mejores interpretaciones infantiles del Cine.
La buenísima ambientación y la fotografía en blanco y negro completan una producción bastante redonda en su conjunto.
José Antonio ZG
Un árbol. Brooklyn. Elementos aparentemente contrapuestos, pero enlazados. Lazos ¿humanos? Tal vez. Pero sobre todo, vitales. La vida por encima de la adversidad, Las raíces que volverán a romper el cemento. Esa es la conclusión, el corolario de la opera prima de Kazan basada en una novela ejemplar de Betty Smith.
Estos son los poderes sobre los que se asienta la película de Kazan, la inmigración, la pobreza, la frustración y sus gotas de alcoholismo, la madre, la abnegación, el sacrificio, el futuro… Todo ello, mezclado (no agitado) y siempre con las dosis oportunas, que los excesos suelen retraer a los espectadores, ya bastante cargados de problemas.
Y Kazan consigue el equilibrio justo, casi en la cuerda floja, entre alegrías y dramatismos, sin que se pierda un ápice del carácter de los personajes, la madre, el padre, la tía Sissy, la abuela y por supuesto los hijos, especialmente Francie, espectacular Peggy Ann Garner, de quien he oído decir que es la mejor interpretación infantil de la historia. ¡Que fuerte! Yo, mas comedido, afirmo que está entre las mejores. Como magnífico es el trabajo de James Dunn padre ejemplar y hombre entrañable, cuya mejor definición es aquella de que uno se siente bien yendo a su lado.
En definitiva, buena película de las que se reponían anualmente en las TVs navideñas estadounidenses y donde aquel árbol talado que impedía tender la ropa, renace de los cementos para crecer en Brooklyn y también en nosotros…