Látigo
Sinopsis de la película
Látigo Smith (Garner), una mezcla de gigoló y timador, baja del tren en un pueblo llamado Purgatorio para huir de un matrimonio no deseado y, además, con el propósito de borrar un tatuaje que lleva en el pecho. Mientras espera al médico, oye hablar del enfrentamiento entre los dos magnates mineros del pueblo, ambos empeñados en contratar al turbio y mítico pistolero Swifty Morgan para que defienda sus intereses. Viéndose, involuntariamente, involucrado en el asunto, Látigo se quedará en Purgatorio y resolverá el conflicto. Con lo que no contaba era con enamorarse de Patience (Pleshette), la hija de uno de los caciques, una señorita de armas tomar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Support Your Local Gunfighter
- Año: 1971
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
5.4
29 valoraciones en total
Western cómico, realizado por Burt Kennedy ( El regreso de los siete magníficos , 1966), a partir de un guión escrito años antes por James Edward Grant, que falleció el 19-II-1966. Producido por William Finnegan, se estrenó en 1971 (EEUU).
La acción tiene lugar en una pequeña población minera, Purgatorio (Colorado), en los primeros años de la década de 1880/90, a lo largo de unas tres semanas. Narra la historia de Látigo Smith (James Garner), aventurero, que vive a costa de sus amantes, estafador, mujeriego, jugador, con aversión al trabajo y al compromiso. Huyendo de su última amante, la posesiva Goldie (María Windsor), cantante erótica de cabaret, deja el tren en Purgatorio, donde pronto se convierte en amante y huésped de Jenny (Joan Blondell), madame del prostíbulo del lugar.
La película, pese al título original y al reparto, no es una secuela de También un sheriff necesita ayuda (1968). Los personajes, sus papeles y la historia que se cuenta son nuevos. La acción se desarrolla en términos de comedia cómica, pero en este caso el humor no se basa en el de los antiguos slapsticks, sino en referentes más modernos: la inversión de estereotipos, la suplantación de identidades y los malentendidos. Las inversión de estereotipos, que recuerda Arizona (1939), presenta a una chica guapa y enamoradiza, que con el rifle crea situaciones colectivas de caos y terror, que se mueve con soltura en el saloon reservado a los hombres, que no admite discriminaciones de género porque ella no es una mujer, sino Plácida Barton (Suzanne Pleshette), viste vaqueros y camisa (como los hombres), el protagonista masculino en vez de whisky bebe jarabe de grosella, el acoso sexual lo utiliza la mujer para dominar al hombre y la mentira seductora la usa el hombre para aprovecharse de la mujer. La suplantación de identidades es el medio que emplea Látigo para embaucar, sin miramientos, a su amigo y colaborar, Jug May (Jack Elam), a la compañía minera de Taylor Barton (Harry Morgan) y a otros. Los malentendidos crean las condiciones propicias para los timos del protagonista, un antihéroe de armas tomar. Contiene referencias cinéfilas a Murieron con las botas puestas (1941), Dos cabalgan juntos (1961), a los spaghetti westerns y al amor shakesperiano entre dos enamorados pertenecientes a las dos familias enfrentadas de la ciudad.
La música, de Jack Elliot y Allyn Ferguson ( Los ángeles de Charlie TV), aporta una partitura de aires country, alegres, bailables y de marcha, adecuados y convencionales, ajustados a las preferencias del público americano. La fotografía, de Harry Stradling ( Johnny Guitar , 1954), presenta bonitos travellings aéreos, profundidad de campo, peleas multitudinarias efectistas y encuadres de buen dibujo. El guión, pese a utilizar recursos adecuados, obtiene un resultado desigual, algo insípido, que mejora hacia el final.
No debió dar un mal resultado económico la comedia También un sheriff necesita ayuda (Kennedy, 1968), pues tres años después volvía a las andadas el director con otro divertido western cómico y casi los mismos actores principales. Si en el primero bromeaba con la obra de Howard Hawks, en este otro lo hace con la de Sergio Leone.
Todo empieza en un tren del que se apea Látigo Smith (Garner), jugador, mujeriego y gandul. Estamos en Purgatorio (Colorado), una ciudad que esconde bajo los cimientos de sus edificios una veta de oro que buscan afanosamente dos empresas rivales y un montón de mineros que van y vienen con sus acémilas cargadas con unas enigmáticas cajas rojas, como las de los bombones de Nestlé, solo que aquí llevan cartuchos de dinamita.
Pero Látigo tiene un problema que solo puede resolver el médico. En la ciudad solo ejerce el Dr. Schultz, el mismo nombre del protagonista de Django desencadenado (Tarantino, 2012). En el saloon lo encuentra jugando al billar con su maletín del instrumental, pero el paciente reclama la discreción de la consulta. Y allí acuden después de pasar por la cuadra donde se recuperan las mulas que también atiende el galeno para sobrevivir. Libros y frascos en los anaqueles, bata blanca y láminas anatómicas en las paredes. El asunto es delicado y exige la máxima confidencialidad, por lo que Látigo quiere asegurarse la discreción del médico con un pago de 500 dólares. Éste, ofendido, le recuerda que ha hecho el Juramento hipocrático. Sin inmutarse el paciente se limita a advertirle que lo matará si lo incumple. ¿La enfermedad? Un tatuaje en el pecho de grandes dimensiones que desea borrar pues lleva la leyenda Quiero a Goldie , fruto de una noche de locura con una antigua amante.
Enterado de la inminente llegada del célebre pistolero Swifty Morgan, el manipulador Látigo hará pasar por él al ingenuo mozo de cuadras del pueblo, Jug May (Elam). Así tenemos en el papel de simpático infeliz al malvado entre los malvados de Leone. En la parte femenina interviene Plácida (Pleshette) que, contra lo que parece indicar el nombre, es un auténtico terremoto en las antípodas de las remilgadas señoritas del Oeste clásico. Pésima cocinera que usa calzones de hombre por toda ropa interior.
El argumento es interesante y bien desarrollado por el guionista y el director. Una comedia divertida y amable que pone en solfa el western mediterráneo en montones de escenas y lances. Un protagonista que solo viaja en tren o en coche de caballos, que desprecia las cabalgaduras y bebe zarzaparrilla en lugar de whisky, para postre juega (y pierde) a la ruleta y no al póker. Los caciques resultan unos Capuletos y Montescos de broma con amores de viejos que pasean en bicicleta. Abundantes y amenos diálogos en lugar de los tétricos silencios leonianos. El equívoco de la enfermedad del pecho de Látigo, que a todos hace pensar en la terrible tisis que espera curar aprovechando la pureza de aires del Oeste. Y la guinda, la despedida en tren de Elam que marcha a Europa para trabajar allí en los nuevos westerns. Todo un guiño.
Sumado a todo esto la impecable actuación de los actores y la excelente banda sonora, da como resultado una interesante película.