Las tres noches de Eva
Sinopsis de la película
Durante un viaje en un trasatlántico, Charles Pike, un soltero millonario experto en serpientes que vuelve de la jungla, se enamora de Jean Harrington, una jugadora profesional que, junto con su padre, hace trampas con las cartas. Jean, que también se ha enamora de Charlie, decide abandonar el juego pero, cuando Charlie se entera de cuál es su medio de vida, rompe su compromiso con ella. Jean, dolida, intenta vengarse. La oportunidad se presenta cuando Los Harrington se encuentran con un estafador amigo suyo. Entonces Jean decide hacerse pasar por su sobrina: Lady Eve Sidwich. Charlie conoce en una fiesta a Lady Eve y queda anonadado por su parecido con Jean.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Lady Eve
- Año: 1941
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
7.5
51 valoraciones en total
Notable screwball comedy rodada por P. Sturges sólo 3 años después de la exitosa y referencial La fiera de mi niña, y que guarda con ésta importantes similitudes argumentales: Un tímido e ingenuo científico ve como una mujer bella, impetuosa y con iniciativa irrumpe en su apacible vida afectiva. Pese a estas semblanzas ineludibles, Las 3 noches de Eva es una película con una marcada personalidad propia, en su primer segmento luce mayor carga dramática y opta por un humor más contenido que la obra de Hawks, para decantarse en su segunda mitad por el slapstick moderado y un dinamismo más desmadrado. Sin eludir las referencias eróticas, la química existente entre H. Fonda y B. Stanwyck es de las más reseñables de la historia del Cine.
Creo que pocos son los directores cuyas comedias se hayan tomado tan en serio. Mientras que a otros directores se les perdonaba que sus comedias fueran livianas, de gusto excéntrico o de dudosa moralidad, en las comedias de Preston Sturges, una lupa parece la herramienta más usada para el riguroso análisis de sus trabajos.
Con The lady Eve sus detractores vuelven a la carga con la verosimilitud de su historia. Yo no recuerdo que exista tanta polémica cuando Lemmon y Curtis se disfrazan de mujer engañando a todo personaje de Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959), cuando evidentemente, no daban el pego como damas. Pero que una grandísima Barbara Stanwyck juegue con Fonda al escondite, enciende muchas suspicacias. Pues señores, es una comedia, sí de las de toda la vida, de enredos, de grandísimas actuaciones, se diálogos ágiles, de una gran dirección y de un enorme disfrute. Comedias que ya no existen.
Como más disfrutaba Preston Sturges era andando sobre la cuerda floja. O esa es la impresión que se tiene al ver sus mejores películas, las que rodó durante la primera mitad de los años 40, auténticas obras maestras casi todas ellas y piezas de referencia ineludibles a la hora de hablar de la comedia clásica hollywoodiense. A diferencia de otros directores más previsibles y fáciles de encasillar, lo que más parecía gustarle a Sturges eran el peligro y las emociones fuertes. Su concepto de diversión consistía en tender un cable entre dos rascacielos y echar a andar por él con aire despreocupado, enfundado en un smoking, con un dry martini en una mano y lanzando de vez en cuando miradas, entre ingenuas y descreídas, al espectáculo de los hombres que como atareadas hormiguitas deambulaban a sus pies. De vez en cuando, sin avisar, el muy bestia echaba a correr como un loco, hacía un par de volatines con tirabuzón y aterrizaba otra vez de pie sobre el cable, sin haber derramado ni una gota de su copa y con una sonrisa traviesa pintada en la cara.
No sé si Las tres noches de Eva es la mejor película de Surges (la competencia es muy dura), de lo que estoy casi seguro es de que es su obra más completa, donde su arte como equilibrista está más y mejor desarrollado que nunca. Los diálogos son memorables y tocan el tema del sexo de un modo atrevidísimo para la época, con alusiones y sobreentendidos que se mantienen a duras penas en los límites de lo permitido. El tono sedoso de comedia romántica del primer tramo de película lo contrapuntea Sturges con calculadas dosis de situaciones cómicas a mayor gloria de Stanwyck, Fonda y su extraordinario elenco habitual de figurantes. Cuando la película aterriza en la mansión de los Pike, Sturges hace chasquear su látigo y va dando sutiles y mordaces azotitos a una ridícula y pretenciosa alta sociedad tan preocupada por la apariencia externa de las personas que es fácilmente engañada gracias a sus propios prejuicios. Sturges entra aquí de lleno en su terreno favorito, el de la screwball, y juega a pisar y soltar el acelerador, distribuyendo sabiamente en la trama gruesos salpicones de slapstick de los que, a diferencia de otras pelis suyas, no llega a abusar en ningún momento.
Pero ahora que lo pienso, me temo que estoy hablando solo. Y aunque no fuera así, dudo que muchos espectadores de comedias actuales tengan ni la más repajolera idea de lo que hablo. Dudo, de hecho, que haya mucha gente que sepa quién fue Preston Sturges. He leído por ahí alguna crítica en la que se le trata incluso con piedad: pobrecito, entendedle, era 1941, hay que ser comprensivo, no pidáis peras al olmo. No les culpo. A veces olvidamos que no siempre supimos leer y escribir y que alguien se dedicó a enseñarnos. Preston Sturges fue uno de esos maestros que inventó para nosotros un lenguaje sin el que nada de lo que vino después tendría sentido. Aunque a nadie parezca importarle y haga mucho tiempo que haya dejado de hablarse.
Escrita y realizada por Preston Sturges, se basa en un argumento de Monckton Hoffe. Se rodó en Los Angeles Arboretum and Botanic Garden y en los Paramount Studios (CA). Obtuvo una nominación a los Oscar (guión original). Producida por Paul Jones, se estrenó el 25-II-1941 (EEUU).
La acción tiene lugar a orillas del Amazonas (Brasil), a bordo del traslatlántico SS Southern Queen, en 1939/40, en NYC y Connecticut. El personaje principal es el de Jean Harrington (Barbara Stanwyck), ingeniosa, elegante y seductora, que ayuda a su padre (Charles Coburn) a estafar, con trampas, a personas acaudaladas. Charlie Hopsie Pike (Henry Fonda) es biológo, especializado en oficología (serpientes), cándido, ingenuo, inexperto, presumido y rico. Eve Sidwick (B. Stanwyck) es una joven inglesa, de familia aristocrática, sensual, enamoradiza y de poderoso sex-appeal, bajo cuya identidad se esconde Jean Harrington.
La película es una comedia de enredos, falsas identidades, engaños y venganzas, que culmina en una guerra de sexos subida de tono. Al amparo de la farsa, el autor crea una obra de fuerte carga erótica, que va más allá de lo habitual en el momento de su producción. Incluye dos escenas de seducción, que enmarcan un relato en el que abundan las referencias a la práctica del sexo. La obra incopora una crítica ácida de la sociedad americana adinerada, individualista y poblada de vividores, impostores, estafadores y arribistas. El autor diseña el film al servicio del lucimiento de Stanwyck, en la cima de la popularidad. Le supuso una ocasión de oro para demostrar su valía como actriz de comedias. La tensión dramática alcanza niveles memorables en la secuencia de la noche de bodas en el tren. Son escenas destacadas la de Jean observando el revuelo que provoca en el comedor del buque la presencia de Charlie, las dos escenas de seducción, el desayuno imposible del Sr. Pike (Eugene Pallette) y otras.
La música se basa en una partitura original de solos de violín, música ambiental del momento y apasionados fragmentos orquestales. Añade 8 temas de autores diversos, entre los que destacan Thunderstorm Music (variaciones sobre El Barbero de Sevilla , Rossini), Pilgrim Chorus ( Tanhäuser , Wagner), Landlord (en boca de E. Pallette), Blaydon Races (silbado por Fonda). La fotografía, en b/n, construye una impecalbe narración, que hace uso de tomas largas, travellings generosos, reflejos en espejos que duplican la imagen, superposiciones de planos, aceleraciones de imágenes y planos verticales imponentes. El vestuario, a cargo de Edith Head, es imaginativo y espléndido. El guión, elaborado con precisión y maestría, incorpora unos diálogos rápidos y mordaces y frases contundentes ( Las mujeres malas no son tan malas y las buenas no son tan buenas ). La interpretación de Stanwyck es magnífica. La dirección crea una de las obras más destacadas y características de su filmografía.
Todos sabemos lo difícil que es hacer reír y lo satisfactorio que resulta cuando se hace a gusto viendo una película que entra bien. Tengo muy claro que prefiero reír a llorar, y también tengo claro que en esto del cine las comedias que no alcanzan su objetivo pueden caer fácilmente en un desprecio sin compasión. Las tres noches de Eva , lamentándolo mucho, no me ha sacado más que alguna sonrisa y ha fracasado en su intención, al menos respecto a mí, de hacérmelo pasar en grande, que es lo que esperaba. No he pasado por el aro estrecho por el que hay que meterse para que todo ruede, me ha sido imposible, no, no puedo pasar por alto que nadie crea que una persona es otra cuando son idénticas, cuando la has tenido delante de tus narices y cuando la has besado apasionadamente. El fundamento de la película para mí es imposible de asumir.
Aquí debería acabar mi texto, la base de la trama es que Barabara Stanwyck se hace pasar por otra persona sin cambiarse el peinado, sin un cambio físico y el empanado de Henry Fonda tiene los huevos de enamorarse de una primero, olvidarla, enamorarse de nuevo de otra que es la misma y hasta casarse en lo que viene a ser la sucesión de dos escenas. El soltero más apetecible y el más tonto. Si uno no pasa por ahí todo lo demás está de más, la cosa no la salva ni los diálogos rápidos y teóricamente suspicaces ni el buen hacer de los secundarios. No hay nada que hacer, la idea es propia de esa época, no creo que a nadie se le ocurra hacer algo similar a día de hoy, o tal vez sí, que la estupidez abunda en nuestro siglo. Cuando he visto una comedia de los años 30 ó 40, me refiero a verdadera y real comedia sofisticada (Lubitsch, Capra, Hawks…) vengo eufórico a explicarlo aquí, pero esta Eva no, apenas una sonrisa, muy poco de lo que esperaba.