Las que tienen que servir
Sinopsis de la película
En la casa de los Stevens, situada en una urbanización cerca de Madrid donde sólo viven norteamericanos, trabajan como criadas las extremeñas Juana y Francisca. A diario van a visitarlas un vago que es medio novio de Juana, y el huevero, que pretende a Francisca. Su relación va de mal en peor a medida que las chicas tratan de imitar el comportamiento y el estilo de las relaciones sentimentales de los americanos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Las que tienen que servir
- Año: 1967
- Duración: 78
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Opinión de la crítica
Película
4.7
42 valoraciones en total
No puedo evitar ponerle esta nota, ya que aunque el guión es bastante flojo, las actrices y los actores son de 10. También deja caer alguna crítica sobre la atrasada sociedad española respecto a temas como la violencia de género, siempre desde el humor, en aquella época desafortunadamente no era un tema al que se le prestara tanta atención, o a ese orgullo español paleto de folclore y de ser incapaces de hacer el mínimo esfuerzo por pronunciar bien una palabra en inglés.
Son estelares las apariciones de Alfredo Landa, Amparo Soler Leal, Manolo Gómez Bur o Lina Morgan sin desmerecer al resto de protagonistas que son sublimes.
Clave hiperbólica para una propuesta de A. Paso escrita sin muchas ganas y cuya única pretensión apunta en la dirección de granjearse un éxito fácil en base a una sucesión de chascarrillos.
Incluso alguna situación cómica, aislada, que podía levantar la película termina, por reiterada, resultando poco eficaz y se diluye entre el fárrago argumental.
La peripecia de una España ávida de reconocimiento exterior y a la que gustaba mirarse en el éxito social y económico de otros países poseía a final de los sesenta cierto atractivo para el publico.
Cancamusa efímera.
Forqué fue director que asumió riesgos, como esta distopía del sueño americano enlatado, donde la democracia se mira de una manera sarcástica para no herir las zarpas del régimen. Lo que no cuela es esa escenita del marido sumiso todos los días excepto los sábados persiguiendo a la mujer para pegarle… Inadmisible. Quizá era eso, provocar la reacción.
Lo de los sábados borrachera era algo americano, porque en España se trabajaba también los sábados (eso lo he vivido hasta yo, que soy del 81), y se veía con curiosidad, a través de las películas americanas, que la gente saliera los viernes y que tuviera dos días libres, ni más ni menos.
El escenario futurista que se monta en la cocina de esos señoritos que comen en la cocina y dejan el salón para el servicio…
Alfredo Landa arranca sonrisas y actuación soberbia, como siempre, en su papel ya casi encasillado de novio posesivo, que ladraba pero no mordía. Se hace referencia a Alemania… No tardaría en llegar todo un símbolo de aquella España: Vente a Alemania, Pepe. Una película muy entretenida y corta.
Comedia españolísima de 1967 de la mano del maestro José María Forqué. La vida laboral y sentimental de dos señoritas de servicio en casa de unos norteamericanos es la base para una historia que, por encima de todo, es divertidísima. Y, ya se sabe, si una comedia hace reír, hay que valorarlo.
«Las que tienen que servir» es un plato envenenado que bajo una clara defensa de la España franquista esconde una sátira desternillante sobre la españolidad, aunque también sobre el americanismo. A modo de zascas, aquí se reparten tortas a todos. A los norteamericanos por soberbios, por manipuladores, por sus miserias bien escondidas, por ese liberalismo en el que «se trabaja hasta que te da un ataque al corazón». La crítica sigue vigente en nuestros días, con un modelo de vida anglosajón que se caracteriza por el estrés y la competitividad. Aunque, ojo, que a los españoles nos toca la patada en la espinilla de la cobardía, del torito bravo que amenaza con pegar a la mujer, sin llegar a hacerlo nunca, y se desenvuelve como un vago, un paleto y un celoso. Macho made in Spain. Eso sí, las bromas, aunque sea caricatura, con el maltrato doméstico resulta algo muy delicado.
Frente a estos hombres, ellas, las santas mujeres españolas, demuestran una dignidad que ya quisiera para mi género. Fuertes, decididas, orgullosas, tan dóciles como rebeldes, tan agresivas como pacíficas, las señoritas que tienen que servir, «en una casa o a un hombre», nos dan una lección de feminidad, para muchos retrógrada pero en mi opinión sincera.
Los actores están todos espectaculares y en concreto Manolo Gómez Bur se sale de la pantalla, «si no es como persona, al menos sí como huevero». Concha Velasco es un vendaval, Amparo Soler Leal tiene un humor irónico impagable («eso no, ¡que es un hombre!»), Alfredo Landa es un crack, ya lo sabemos, y José Sazatornil personifica aquí la elegancia española. Visca Catalunya.
Eso, visca.
Tenía un recuerdo un tanto impreciso de esta Las que tienen que servir , que es la adaptación de la obra de teatro homónima de Alfonso Paso, estrenada en 1962. Es decir, pensaba que eran tres criadas, en realidad son sólo dos, que están sirviendo en casa de unos norteamericanos. Además tienen cada una de ellas una especie de noviete que como luego salen unos pretendientes de Nueva York acaban enzarzados en una gran pelea. Y ya está. Pues bien, es así pero hay más personajes. En cualquier caso es una ácida comedia con algunos puntos altamente hilarantes, por supuesto todo lo que rodea el absurdo combate entre yankis e indígenas pero no sólo aquí, a cargo de José María Forqué, que con mucha mordiente satiriza a norteamericanos y españoles o más bien, los estereotipos que hemos creado de las gentes de estos dos países.
Es posible que el largometraje empiece algo frío, esta cocina futurista me parece un poco ridícula, pero de inmediato se entra en calor, entre otras cosas porque cuenta con un reparto estupendo. Esta vez voy a destacar a Manolo Gómez Bur, que está sembrado, y en segundo lugar a José Sazatornil, pero todos están bien. Claro que es probable que a muchos les parezca la película terriblemente machista y bien entendido sí que lo es, como puede verse en el personaje de Laura Valenzuela, que lo que quiere es ser una mujer tradicional. Por ejemplo se permite bromear con la violencia de género, cosa que ahora está estrictamente prohibido. Pero no nos damos cuenta que Forqué maneja la ironía y que precisamente critica este tipo de actitudes. Con todo, es estimulante comprobar que lejos de amilanarse ellas responden con más furia, si cabe.