Las horas del día
Sinopsis de la película
Abel vive con su madre en un pequeño pueblo en las afueras de Barcelona. Su vida, gris y monótona, transcurre entre un pequeño negocio familiar de ropa, sus citas con su novia Tere, la casa de su madre, el quiosco de un amigo y los bares del barrio. Siempre los mismos problemas, las mismas caras, las mismas conversaciones. Sin embargo, bajo una apariencia de hombre tranquilo y afable, Abel esconde una oscura, violenta y enfermiza personalidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Las horas del día
- Año: 2003
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
6.4
62 valoraciones en total
Tenemos un artista que hace gran cine, grandísimo cine, en la estela de Bresson y Rohmer y a su altura (sí, soy consciente de lo que estoy escribiendo). Lo de Rosales es un milagro: de la cotidianeidad más asfixiante, de lo anodino, de los gestos más gastados y repetidos es capaz de levantar un monumento de sensibilidad y belleza que a mí, particularmente, me estremece hasta lo más hondo. Es muy fácil hacer chistes e ironías sobre películas y directores (aquí no es que yo haya tirado la primera piedra, es que he lanzado menhires como los de Obélix, así que no estoy autorizado para afear la conducta de nadie en Filmaffinity) pero leer algunas cosas de las que se han escrito sobre Rosales me ha resultado muy doloroso y me ha parecido el colmo de la injusticia, he tenido la sensación de estar asistiendo a la edición renovada de los abucheos a la «Consagración de la primavera». Para mí Rosales es lo mejor que ha pasado en el cine español desde que Eduardo Jimeno rodó la salida de la misa del Pilar, no digo más
El hombre es un motor de combustión. Consume cada día el alimento que le permite transformar la energía térmica en energía mecánica. Gracias a ello se desplaza. Cinética e inercia lo hacen deambular por su rutina, en un delicado juego de presiones. Con el pistón que alberga en su cerebro, transforma la linealidad de su existencia en un continuo movimiento circular. El mecanismo clásico de biela-manivela. Un sistema de válvulas cardíacas controla la presión de los fluidos.
Si la presión en la caldera o pecho es excesiva, se hace necesario abrir la válvula de escape.
[…]
Con ello, el vapor es liberado. Y la máquina del hombre vuelve a su rutina.
Las horas del día puede aburrir, pero también, puede mantenerte en vilo durante todo el metraje. Puede que sus planos interminables y sus silencios huecos te distraigan o puede, que quedes conectado a sus espacios en blanco a esa espera trágica que se cierne sobre sus personajes y sus conductas.
Alex Brendemühl hace de Abel, un treintañero con las mismas preocupaciones que suelen tener todos: la novia, los pisos y sus precios, el trabajo y los amigos. Alex Brendemühl crea fantásticamente un personaje extraño, con muchos matices. Una ópera prima interesante, sin mucho recurso, sin ningún artificio. La sobriedad con que Jaime Rosales filma Las horas del día es tan inusual que produce vértigo. Y quizá, esa misma austeridad, juegue también en su contra. Pues provoca al espectador una sensación de que nada acaba de arrancar o nada acaba de terminar.
Me gusta su final, tan incoherente como toda la cinta, como el propio comportamiento de Abel, como la propia conducta del ser humano.
1. Desde lejos, la cámara de Rosales se aproxima gradualmente, como el microscopio del científico que examina insectos y colonias de microorganismos: una ciudad, un barrio, un bloque, un piso, una ventana, un hombre dentro, arreglándose las patillas ante el espejo, el parloteo de la radio al fondo.
Con óptica neutra, impasible, los personajes de la película quedan sujetos a distante observación. Viven existencias usuales, rutinariamente pautadas por conflictos cotidianos, corrientes, todo ello constituyendo una normalidad sobreabundante.
En ella los novios se reúnen cada día para hablar de sus cosas, las entrevistas de trabajo, el ir al teatro o al cine… El cierre de la tienda se levanta cada mañana, se miran pisos en alquiler, se echan cuentas, se estudian traspasos… Hay que casarse a su hora, no perder el tren, vivir igual que todos, como una persona digna… Los sábados por la noche, cena con los amigos, que preparan boda y luna de miel por el extranjero… La madre en la mecedora, las discusiones de pareja, la contabilidad de los gastos, los parientes emigrados, que a lo mejor lo que había que hacer es emigrar…
2. La vida del conjunto discurre como un sistema estable que se reequilibra a través de válvulas de desahogo.
Con la misma narrativa impávida, es mostrada sin énfasis la espeluznante acción psicopática, tratada como un hecho más en el día a día.
La tensión subsiguiente no está en la película, que no varía su tono, sino en el espectador atónito, sacudida su expectativa del modo más brusco.
Instaurada semejante tensión, es imposible hablar de depurado naturalismo, aunque parezca seguir reinando en pantalla.
Aun así, se diría que en ningún momento se altera la rutina del sistema. Continúan los anodinos diálogos. Es aburrido afeitarse cada día. Y sacar la basura. Y calentar los macarrones…
3. Puede que los personajes vistan confortables prendas Rohmer, de tejidos naturales, pero el calzado es Haneke, elegante aunque de horma férrea. A ello se debe que la incomodidad acumulada al final de las horas del día se vuelva agobiante, según va avanzando desde las extremidades inferiores hacia la médula espinal.
(7,5)
Es difícil escribir sobre esta película sin contar nada del argumento. Así que desarrollaré mi crítica en la parte de spoiler . Para el que se esté planteando verla, decir que es una muy buena película que huele a futura referencia del cine español.