Las fronteras del crimen
Sinopsis de la película
Dan Milner, un jugador sin oficio ni beneficio, recibe de un misterioso caballero una substanciosa oferta (50.000 dólares). A cambio tendrá que trasladarse a Morros Lodge, un hermoso centro turístico mexicano, alojarse en un bungalow y esperar la llegada de alguien que le dará instrucciones. Sin embargo, antes de llegar a su destino, Dan conoce a la atractiva Leonore Brent…
Detalles de la película
- Titulo Original: His Kind of Woman
- Año: 1951
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
6.2
81 valoraciones en total
No se queda sólo en cine negro y es que Vicent Price, que hace de actor, consigue convertir su vida por un rato en el papel de héroe de sus películas, y la película queda por esa parte como una aventura, incluso por algún momento una aventura divertida.
Quienes sí dan el corte son Robert Mitchum y Jane Russell, auténtica pareja del cine negro, aquí pasean su mala suerte con la absoluta clase como los dos iconos del blanco y negro que son, ambos están acostumbrados a vivir a salto de mata y ella es para él, su tipo de mujer. Raymond Burr quiere cambiar de identidad y de cara, retocarse un poco… Jane Russell no necesita cambiar de cara porque ella sí da buenos cortes.
Por tanto, una propuesta para quedar conforme e incluso cautivado por ese tipo de mujer que, la verdad sea dicha, Robert Mitchum y ella hacen buena e interesante cualquier película.
Jane Russel y el productor intimaban mucho y eso se nota mucho en Las fronteras del crimen, lo de intimaban lo dicen por aquí. Casi dos horas de film y más de 1/3 de polvo y paja, 1/3 de grandes diálogos y el 1/3 de intriga. Sumamos los tercios y nos queda una muy agradable y nostálgica velada de una noche de verano. Si el productor y la actriz no se hubieran conocido seguramente que dicho film sería más sugerente y más agradable para muchos. Para el productor debió ser muy sugerente así. El productor manda y todos a callar.
En cine, como en casi todo lo que concierne a esta vida, la capacidad de inventiva se hace cada vez más difícil. La mayoría de los temas que nos parecen novedosos, alguien ya los trajinó con anterioridad. Este es el caso de Las fronteras del crimen, película de John Farrow que parece querer recordarnos aquel Cara a Cara de John Woo, con intercambios faciales Travolta-Cage.
Aquí la cosa no llega a tanto. Más bien se queda en conato. En intento nulo, por utilizar léxicos deportivos. Claro que en el interín encontramos de todo, desde un Mitchum a lo Mitchum, es decir, irónico y por encima del bien y del mal, hasta una Jane Russell llena de exhuberancias al gusto Howard Hughes, pasando por un Vincent Price que, abandonando sus habituales looks terroríficos pone una nota de humor inusual y un tanto desafinada en una película que parece encuadrarse en el cine negro pero que navega un tanto a la deriva impulsada por aires de comedia o de melodrama ocioso y vacacional.
Se ha dicho que hay tres películas en una. La primera, secuencialmente, puro cine negro con un Raymond Burr en plan mafioso exiliado y con morriña de retorno y un Robert Mitchum caracterizando, por así decirlo, un personaje típico de Chandler. ¡Ah!, y donde no falta la vamp de turno. La segunda, cine vacacional, hotelito playero, alguna parejita en apuros y una partida de poker salvadora. Y mucho, mucho ocio. Y la película final, donde Price se erige en Price superstar y a golpe de sentencias shakaspearianas y de escopetas en ristre lidera la revolución a lo viva Zapata, dotando de una bis cómica a la película que podrá gustar más o menos pero que no está exenta de originalidad. Añado, por ser justo, que Vincent Price lo hace bien, incluso aunque no estemos de acuerdo con el giro folletinesco de la obra.
Este menàge a trois resulta curioso y ciertamente el film acaba obteniendo nuestro aprobado, especialmente por lo que hace a los diálogos, francamente ingeniosos y también por las escenas de acción finales en entornos complicados como las estrechas escaleras o la sala de máquinas del barco. Eso si, no debemos ser demasiado exigentes. ¿Entendido?…
Poco que añadir a lo que certeramente apuntó Motta, salvo que en esta ocasión el punto adicional de euforia sube a mi casillero.
La mayor parte de su metraje, efectivamente, es una acertada muestra de cine negro, con esos diálogos afilados y el sórdido aura tan característico de este estilo, pero es cuando irrumpe Precio como cuchillo en mantequilla y un brillante y enfermo clima cómico se enseñorea de la función cuando mis genitales comenzaron a no dar crédito, atónito ante este derroche de gallardía y personalidad.
Ahí está Precio, cuajando el mejor papel secundario de su vida probablemente, y apabullando la pantalla como pocas veces se ha visto en una película, además de con los diálogos que apuntó el afilador de cuchillos, con esa escena sideral en la que comanda la lancha mientras ésta se va a pique, algo verdaderamente asombroso, uno de los muchos torpedos que arroja esta maravilla.
Y no olvidemos a Pichum, que si bien es eclipsado por el Doctor Phibes, regala otro machete verbal para el recuerdo: Si tu aguja pinchara como tu lengua coserías mejor .
Una pura barbaridad.
La impresionante biografía de Mitchum que estoy leyendo me tiró ayer de las orejas y me puso sobre la pista de esta película, que siempre creí una mediocridad y permanecía enterrada en la orgía de DVDs que tiene lugar en mi cubil. Y esta vez hice diana con mi ballesta. Esta película es un engendro, pero lo asume con garbo y tira para adelante sin perder la esperanza, como los personajes de las películas de Cassavetes. Una trama que parece que avanza en zig zag, que parece que no avanza, que ahora es puro cine negro, que ahora es comedia y que luego es acción desatada. Pero aquí tenemos a un Mitchum con una clase y una socarronería que se le cae de los bolsillos a cada paso que da, escupiendo línea tras línea de diálogos memorables, no en vano el guión es del puño y letra del tipo que escribió esa enormidad que atiende al título de Retorno Al Pasado, y esto marca la función, que por mucho disloque narrativo que arrastre, es una fiesta de colas de vaca y aguanises por parte de Mitchum. Y luego está Jane Russell, una de las panteras más deslumbrantes que ha pisado un plató, levantando erecciones de caballo allá por donde va, y una de las mejores partenaires que tuvo Mitchum, con una química que fundía las probetas. Y sin olvidar a un atómico Vincent Price, que parecía que estaba ahí de relleno, y resurge y capitanea con tronchante arrojo y desparpajo el último tercio de película, para algarabía del respetable, vomitando citas shakesperianas como Qué idiotas sois los mortales , Ahora podré beber sangre tibia y cometer tantas atrocidades que la tierra se estremezca al verlas , o mi favorita, cuando le espeta su mujer ¿Por qué tendré que estar rodeado de cotorras en los albores de la batalla? mientras carga su fusil.
En resumen, un festín.