Las cicatrices de Drácula
Sinopsis de la película
Cuando un chico (Dennis Waternan) y su novia (Jenny Hanley) van en busca de su mujeriego hermano (Christopher Matthews), terminan en el castillo de Drácula (Christopher Lee). Naturalmente el Conde codicia a la joven y, a medida que aumentan las víctimas, y los sirvientes son torturados, el heroico novio trata desesperadamente de rescatar a su dama en apuros…
Detalles de la película
- Titulo Original: Scars of Dracula
- Año: 1970
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
5.5
26 valoraciones en total
En Las cicatrices de Drácula observamos una sexualización de la trama con un protagonista que parece un playboy y unas actrices todas ellas voluptuosas y generosamente escotadas. Christopher Lee habla más que nunca e inyecta sus ojos en sangre para hipnotizar a sus víctimas. Un risible murciélago cobra protagonismo en las escenas de acción. Los decorados y maquetas exteriores del castillo son bastante cutres.
La historia se centra en la investigación que llevan a cabo una pareja en busca del hermano de él en el castillo de Drácula. Pocas novedades argumentales para una película que hay que verla sabiendo de antemano lo que se va a ver si no se te hará insufrible.
Recapitulando, tenemos siete películas sobre DRÁCULA en la HAMMER con CHRISTOPHER LEE. Las cuatro primeras eran: DRÁCULA (HORROR OF DRÁCULA), DRÁCULA PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS, DRÁCULA VUELVE DE LA TUMBA, y EL PODER DE LA SANGRE DE DRÁCULA. Estas cuatro están encadenadas: el conde es resucitado en función de cómo fue exterminado en la anterior. Las dos últimas son DRÁCULA 73 (DRÁCULA A.D. 1972) Y LOS RITOS SATÁNICOS DE DRÁCULA, que tienen en común que el vampiro acampa en el LONDRES de los 70, con incluso algún personaje secundario que repite.
Pero ésta, LAS CICATRICES DE DRÁCULA, que es la quinta de la saga, es una obra completamente independiente. Y no sólo en el terreno argumental, sino en el estético, en el que se nota que no tiene nada que ver con las anteriores y posteriores. Si quizás con la trilogía de CARMILLA, la de las eróticas vampiresas en camisón (VAMPIRE LOVERS, LUST FOR A VAMPIRE, TWINS OF EVIL). Además incorpora elementos clásicos de la obra de STOKER que se obvian en las demás, como la conversión en murciélago o las escapadas del héroe por la pared del castillo. También tenemos reminiscencias de los clásicos FRANKENSTEIN en las hordas de pueblerinos que se rebelan con fuego frente al castillo. Pero quizás lo más divertido sean las vodevilescas historias del comienzo, con un trasfondo erótico que hacen únicas estas peliculillas. La maqueta del principio y el novedoso final no tienen desperdicio. ¡¡Viva la HAMMER!!
Sexta película de la saga del conde Drácula realizada por la productora Hammer. El mayor aliciente es ver de nuevo Christopher Lee. Aunque la verdad es que el guión es flojo e inconsistente. Está hecha como si hubiera prisas por estrenarla. Se hace un uso recurrente de los escotes de las actrices, especialmente de la bellísima Jenny Hanley, supongo que como cierto gancho de la época (1970).
Es notorio que la película no cuenta con grandes medios técnicos. La ambientación del castillo y la recreación sí que están bastante logrados a pesar de sus limitaciones, así como el vestuario de época. No falta el color rojizo fuerte de la sangre, muy cromático, a tono con el estilo un tanto gore de la película.
La fotografía en ambientes oscuros es bastante destacable, así como en los poquísimos exteriores en el bosque, luminosos, bien filmados.
Los efectos especiales no parecen lo mejor, están cogidos con pinzas, muy artesanales pero realmente mediocres, vistos hoy han quedado muy desfasados. El murciélago que aparece es bastante cutre, parece de juguete. A mi, personalmente lo que más me gusta son los ojos rojizos de Christopher Lee, hipnóticos.
Respecto a las actuaciones, son también bastante flojitas. El actor más serio y que parece más asentado, aparte de Lee, es el sacerdote, Michael Gwyn. Se podría salvar también a Patrick Thompson, algo sobreactuado, pero bien caracterizado como el sirviente del castillo del conde.
Los hermanos protagonistas dejan mucho que desear en sus actuaciones. La trama de uno de ellos, un mujeriego, parece una excusa como elemento introductorio del erotismo sugerente. Casi parece más una estrella del rock tipo John Lennon o McCartney que un estudiante.
El director, al que se le suele encasillar como artesano, hace lo que puede. En su haber tiene el Globo de Oro por La última noche del Titanic, pero aquí, con la escasez de medios técnicos y humanos se encuentra realmente limitado. Fue un rotundo fracaso de crítica.
El film rezuma decadencia por los cuatro costados. La precariedad de medios de la Hammer y su agotamiento de una fórmula que antaño le dio éxito es palpable. Lo bueno: son apenas 94 minutos.
No es la mejor interpretación de Christopher Lee como Drácula, pero tiene ese encanto particular británico del terror setentero que ha madurado con cierto interés.
El verdadero problema de la película es que Roy Ward Baker no consigue ofrecer algo distinto, algo que aporte sustancia al mito de Drácula, y se queda en casi una especie de reboot que repite casi 1:1 situaciones y escenas ya vistas en demasiadas ocasiones. Es una película conformista, poco valiente y poco ambiciosa, que tiene como atractivo la propia historia contextual de Drácula pero nada más, y que parece simplemente querer salir del paso.
Rojo de sangre, bruma densa de misterio, ritmo de intriga, miradas de complicidad o de miedo, intenciones aviesas y siempre un guiño de seducción.
Tensión, desasosiego y, ejerciendo como maestro de ceremonias, un destino que puede enseñar su rostro más abyecto en cualquier momento.
Cuando el conde Drácula anda por medio ninguna conjetura entra en el campo de lo imposible.
Hammer Productions posee su método, su criterio, su estrategia, sus objetivos, su pulso narrativo y un lenguaje cinematográfico propio.
Por eso se le ha admirado durante décadas.