Lady Snowblood
Sinopsis de la película
Una joven llamada Yuki Kashima, nació en la cárcel en una fría noche como instrumento de una venganza, ya que su padre, fue brutalmente asesinado al ser confundido con un asesino del gobierno Meiji, suerte que también compartió su pequeño hermano. Su madre logró vengarse de uno de los asesinos, pero por ese asesinato fue condenada a cadena perpetua y para continuar su venganza, se dedicó a acostarse con todos los presos y carceleros que pudo, hasta conseguir quedar embarazada para que su hijo (que resultó ser hija) terminase la venganza por ella. Saya murió al dar a luz a la pequeña Yuki, que fue educada y brutalmente entrenada por el monje Dokai.
Detalles de la película
- Titulo Original: Shurayukihime
- Año: 1973
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
7.2
80 valoraciones en total
Si alguien me preguntara lo que he sentido viendo Lady Snowblood le diría algo así:
He visto una fábula llena de violencia desatada, hiperbólica y explícita, mostrada sin concesiones ni consideraciones éticas ni morales. Una historia que encuentra en la venganza su motor principal y su razón de ser.
He amado a una asesina, nacida desde el fuego y para el fuego a la sombra de una cárcel durante una noche de invierno, mientras afuera nevaba y el ansia fervorosa de venganza se encarnaba en una mujer. He amado a un ángel vacío de vida y de piedad, lleno de muerte y de silencio, hermoso como un abismo, terrible como una tempestad.
Mis ojos han leido un poema áspero y crudo , salvaje y bellísimo, cuyos versos se suceden unos a otros mediante coreografías mínimas en su planteamiento y duración pero cuyo poderio visual es impactante e imperecedero. He sentido la poética del acero, el lirismo de la sangre bailando sobre la nieve al anochecer.
Que Tarantino encontrara en Lady Snowblood su principal fuente de inspiración para concebir Kill Bill no es de extrañar y aún menos que la homenajeara como debe hacerse: desde el amor, la admiración y un profundo respeto.
Si alguien me preguntara le diría que eso es lo que he sentido: admiración, respeto, y amor, mucho amor, amor incondicional por esta obra maestra.
Yuki cantaba así:
Llevo el peso de la Via Lactea sobre mis espaldas…
Soy una mujer que camina entre la vida y la muerte…
Mis lágrimas se secaron hace ya muchas lunas.
Voy a intentar hacer una crítica de esta película sin decir las palabras Tarantino ni Kill Bill:
Vale no creo que lo consiga, Tarantino se inspiró en esta película completamente para hacer su Kill Bill, en la historia de venganza, en los duelos, en la música, en la división en episodios, en el grupo de malos, en el maestro de artes marciales, la inclusión de dibujos manga en medio de la historia, se inspiró hasta en el kimono de la protagonista.
La cuestión es, obviando esta anécdota, ¿merece la pena la película por méritos propios?, pues si y no, si porque es bastante entretenida y sangrienta y no por que no soporta muy bien el paso de los años, quedando algunas escenas un poco desfasadas.
No se trata de ninguna obra maestra, pero aun así me gustó su estética original y desenfadada, así como su falta de pretensiones, aparte la historia que narra sobre la chica nacida por y para la venganza es entretenida y visualmente atractiva en algunas secuencias.
El arranque de Lady Snowblood ya es toda una declaración de intenciones: un lobrego espacio en el que un bebé recién nacido oye por primera vez cual será su destino (venganza), unas letras bañadas en un rojo descarnado y un blanco sendero que se tiñe con sangre y supura una violencia desmedida, es en esa violencia cuasi hiperbólica donde Fujita forja las bases de un trágico poema que rehuye cualquier composición épica y se decanta por un relato que rechaza cualquier atisbo de epopeya y narra llanamente, sin asperezas y con mucho sentido dramático —al menos, el poco que pudiera tener esta historia— algo que parece acercarse más a un cruel y retorcido cuento que se define ante el espectador desde un primer momento, que a la heroica narración en la que un personaje alcanza su objetivo de modo lícito u honorable.
Porque no nos engañemos, en el personaje de Lady Snowblood puede haber visos de muchas cosas, pero si en algo incurre precisamente Fujita es en la desmitificación del mismo que desde su propio nacimiento ya muestra cuan retorcida ha podido llegar a ser su historia: desde una madre que la engendró con el único cometido de acceder a su tan ansiada venganza adoptando un rol incluso perverso y que se acerca a las miserias de otro personaje por cuyo oscuro pasado el cineasta nipón no atisba a dejarnos juzgar, hasta las arrebatadas actuaciones de una mujer en cuyas duras facciones e inescrutable mirada parece estar grabado a fuego un instinto de venganza que incluso se antoja implacable y brutal en exceso, no porque la situación no lo requiera, sino más bien por la vehemente conducta de esa muchacha criada con un objetivo tan elemental que parece nublar su propio ser, la existencia que se reflejaría en ella de no ser por tan irracional propósito.
Irreductible en las formas y midiendo la narración con una precisión milimétrica, Fujita decide fragmentar su relato y llevarnos desde las consecuencias que arrastraron a la madre de Yuki a actuar de modo tan egoísta y mezquino, hasta la propia instrucción de una niña sin otra finalidad que la de transformarse en un ser cuya ética y moral no confronten su destino, pasando incluso por una descripción de un país al que algunos de sus secundarios sitúan en una espiral de desesperanza y podredumbre. Acierta el nipón, pues, al rodear a su protagónico de un contexto que la sitúa en una época convulsa, de guerras y violencia, que además sirve para marcar las cartas de un guión que aprovecha ese factor para situar al cuarteto responsable de la muerte de su padre y el deshonroso destino de su madre en mitad de una espiral de bajeza moral y corrupción no política.
Sin embargo, donde acierta plenamente la dirección de Fujita es al mostrar una violencia de la que ya he hablado, pero a la que es conveniente dedicarle un último párrafo para elogiar un uso que, por desproporcionado que pueda resultar, es tan cortante y seco como el propio carácter de un personaje al que ni la más remota concesión dramática detiene, y que no se frena ni ante una posible redención o exculpa a un personaje haciendo uso de su propio juicio: para ella, la palabra venganza lo significa todo e implica una concepción de la vida y la muerte que se reduce a un propósito tan simple como el de culminar lo que su madre en una vorágine de sentimientos empezó, por descabellado que se antojase ese propósito, por amoral que resultase en su concepción. Porque Lady Snowblood simplemente coexiste por un pretexto de lo más primario y elemental: la venganza de quienes convirtieron su vida en la atrocidad que termina siendo.
Crítica para http://www.cinemaldito.com
@CineMaldito
El título es porque tengo que poner uno y bueno, hay violencia en la película y empieza diciendo que es la venganza de los desheredados o la protectora de los oprimidos, algo así. Esto luego no se desarrolla, pero me dio la idea para el título.
Al lío.
La película se supone que es de serie B (supongo que será así por los efectos especiales, el tema, el tono o el presupuesto), pero esta es de esas que es de B de Bien. La historia, aunque básica (un clásico de venganza), se desarrolla bien y sin fisuras aunque no sea de gran complejidad y los actores son más que decentes, destacando la protagonista (interpretada por Meiko Kaji, con ominosa mirada). Pero donde más destaca es en el apartado técnico-artístico: la fotografía y el sonido están muy cuidados y le dan un toque de personalidad importante. Aunque no rompe los dogmas en cuanto a dirección y montaje, sí que tiene un par de momentos muy bien pensados y funcionales que les dan a la película un toque de frescura e intelectualidad .
La ambientación es también un buen toque, trasladándonos al Japón de finales del siglo XIX (Era Meiji), transición entre el feudalismo premoderno nipón y la modernidad de influencias occidentales, lo que se nota especialmente en los contrastes entre el campo y la ciudad y las fuerzas del orden y el resto de personas, contraste más agudizado en la escena final del baile aristocrático. Puede que aquí entre al escenario la polémica de la apertura de Japón al resto del mundo y la progresiva influencia occidental: el desarme (aparente), o al menos la pérdida de intensidad, de las estructuras sociosimbólicas tradicionales japonesas como la importancia de la deuda-gracia (y por tanto la necesidad de la venganza) que fueron perdiendo peso desde la Era Meiji, lo cual se puede deducir a partir del ambiente decadente de los momentos finales del filme.
Obvia parece ser la influencia que supuso para la saga Kill Bill (que no he visto, por cierto, pero por cultura popular cinéfila se sabe) del archiconocidísimo Tarantino. Puede que sea esto lo que más atraiga, pero creo desde mi más humilde opinión que esta cinta merecería ser disfrutada y recordada aunque su sucesora espiritual no hubiese existido.
Nacida desde el dolor una fría noche en la que la sangre se mezcló con la nieve, cuyo destino estaba marcado desde el mismo momento de su concepción.
Una mujer que camina entre la vida y la muerte y que agotó sus lágrimas hace muchas lunas, para quien la compasión y los sueños no significan nada…una mujer sumergida en el río de la venganza.
La era Meiji se extendió desde 1.868 hasta 1.912 empezando con un golpe de Estado destinado a restaurar el poder imperial por hombres que, ejerciendo su autoridad más allá de los límites asignados por su estatus social de origen, creían en la superioridad del talento y promovían ideas revolucionarias para la época, infiltrándose las de Occidente en un Japón hasta entonces aislado, pretendiendo ser invadido por las potencias extranjeras, lo que provocaría el armamento para frenar las invasiones y la lucha contra los privilegios…
Era de mutaciones que encontraría su amargo reflejo en Shurayuki Hime , uno de los más famosos mangas de Kazuo Koike, creado en 1.972 junto a Kazuo Kamimura, con su estilo oscuro, irreverente y violento, la obra se convirtió en un éxito de ventas y su adaptación cinematográfica no tardaría en llegar. Precisamente un año después de su serialización, el especialista en títulos exploitation formado en el seno de Nikkatsu Toshiya Fujita, se encargaría de llevar a la gran pantalla las andanzas de la que es la antiheroína por excelencia de la ficción oriental, logrando con ello la mejor de sus obras.
El guión, firmado para la ocasión por Norio Osada (colaborador casual de Fukasaku), condensaba bastante la acción dramática del trabajo de Koike dividiéndose en cuatro capítulos para así conservar el tono novelesco propio de esta historia cuyo inicio ya es toda una declaración de intenciones: en una fría y oscura prisión de Tokyo, un bebé es traído al Mundo por una mujer que tiempo atrás contempló el asesinato de su familia a manos de cuatro malnacidos que la torturaron sin piedad. Su irascible sentimiento de venganza y rencor será transmitido entonces a su hija Yuki, quien deberá consagrar su vida a perseguir a los culpables…
Un bebé engendrado desde la violencia y la tragedia, tragedia humana y de la Historia, con la que se subraya el aspecto pesimista y se insiste en los desastres sociales causados por la renovación cultural de la reparadora era Meiji, sin embargo plagada de injusticia, corrupción y maldad. Con una trama que se mueve adelante y atrás en el tiempo, el primer capítulo nos introduce a la protagonista y su misión, donde se desmitifica el concepto del antihéroe que al final de su hazaña halla en su interior la paz espiritual, para Yuki esto es inconcebible, pues sus actos son fruto del deseo de muerte y la sensación de tristeza heredados desde su nacimiento, causa de su paulatina pérdida de Humanidad y compasión.
Tras conocer su oscuro pasado y entrenamiento para adquirir sus habilidades de asesina, la película se centra en las tres venganzas que ésta debe llevar a cabo: Takemura, Kitahama y Tsukamoto, las cuales ocuparán los siguientes tres actos. Mientras se recupera la figura de la heroína fuerte, contestataria y de gran carga sexual introducida por Kurosawa en La Fortaleza Escondida (cuyo nombre toma la protagonista de esta historia), Fujita, que por fin demuestra verdaderas dotes de director, hereda de aquél su uso de los elementos naturales (el mar, el viento, el humo, la nieve) para crear una atmósfera fascinante y envolvente.
Estilizado escenario donde se dará un gran contraste entre belleza y brutalidad al estar siempre presente la sangre derramada de los seres humanos (entre las olas, sobre las flores, sobre la nieve), gran muestra de la técnica del director, quien, filmando la acción de un modo frenético y desasosegante, cual Fukasaku, se empeña en mostrar la violencia de un modo abrasivo, sin concesiones al dramatismo, aunque a menudo cayendo en el exceso y la caricaturización (lo que recalca aún más la esencia exploitation del film). En contrapunto a esto, el 2.º capítulo vendrá marcado por un melodrama que por momentos remite a las tragedias mizoguchianas (la joven que ejerce de prostituta para ayudar a su padre, hundido en la miseria).
Tragedia extendida a un círculo de muerte y violencia que nunca ve el momento de cerrarse (será la hija de Takemura la que actúe para vengar a su padre). Cúmulo de intrigas y maldades cuya tensión va en aumento al aproximarse Yuki a sus últimos objetivos donde se propondrán varios giros que vuelven a situarla frente a su inevitable destino (enfrentarse a Tsukamoto, al que creía muerto), todo ello mientras se propone un ingenioso ejercicio de metaficción al ser la protagonista inmortalizada por Ryurei, quien escribe sobre su gesta, la sangrienta cruzada prosigue su curso y la antiheroína, como estaba previsto, pasa a la Historia.
La cantante y actriz Meiko Kaji, célebre en la época por su rol de mujer rebelde e inconformista que lograra gracias a las sagas de Stray Cat Rock y Joshu Sasori , presta su preciosa voz (para el mítico tema principal), su imponente presencia y su gélido y delicado rostro encarnando a la perfección a la asesina imaginada por Koike y Kamimura (y de algún modo repitiendo con ella a su Akemi Tachibana de Blind Womans Curse ), a su sombra, un puñado de decentes actores y poco más donde cabe mencionarse a Miyoko Akaza, Noboru Nakaya, Eiji Okada y Ko Nishimura.
Sin abandonar su condición de obra exploitation de bajo presupuesto, Lady Snowblood se perfila como un cuento descarnado, perverso y amoral donde se rechaza cualquier atisbo de grandiosa epopeya para recalcar lo más elemental de su discurso: la venganza como medio de creación, como motivo de existencia, como fin.
Su moderado éxito llevaría a la realización de una irregular secuela al año siguiente, alcanzando con el tiempo el estatus de auténtica joya de culto…algo defendido por Tarantino, quien tomaría el 80% de su argumento y acción para Kill Bill .