Lady Hamilton
Sinopsis de la película
Sir William Hamilton (Alan Mowbray), embajador británico en la corte de Nápoles, se casa con la joven Emma (Vivien Leigh), que prefiere vivir en Italia que formar parte de la alta sociedad de Londres. La pareja es feliz hasta que llega Lord Nelson (Laurence Olivier), considerado un héroe por sus gloriosas victorias navales. Sir William acepta la aventura entre Nelson y su joven mujer, fingiendo no saber nada. Pero la relación no es tan sencilla.
Detalles de la película
- Titulo Original: That Hamilton Woman
- Año: 1941
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
6.6
71 valoraciones en total
Producida y realizada por Alexander Korda, la obra se basa en hechos reales, que habían inspirado una película anterior. Se rodó en los Denham Studios (Denham, RU). Nominada a 4 Oscar, ganó uno (sonido). Se estrenó el 30-IV-1941 (RU).
La acción resume 30 años (1786-1815) de la vida de lady Hamilton. Tiene lugar en Nápoles, Londres y Calais. Narra en flashback la historia de Emma Lyon (Vivien Leigh), hija de un herrero y una sirvienta, de extraordinaria belleza, que desde joven se gana la vida como empleada doméstica, bailarina y cortesana. Amante de Charles Greville, éste le cambia el apellido paterno por el de Hart y la obliga a tomar clases de música, literatura e idiomas. Muy apegada a la madre, es enviada (1786) por Greville a servir en la casa de William Hamilton, embajador inglés en Nápoles, donde conoce a Nelson.
La película omite las prolongadas estancias de lady Hamilton, entre 1799 y 1805, en Menorca, entonces colonia y base naval inglesa. Aprovecha la fuerza del paralelismo entre las figuras de Napoleón y Hitler: deseos de invadir Inglaterra, ambiciones de dominar el mundo, belicismo insaciable. El argumento se basa en una historia de amor entre personas casadas que en su momento provoca escándalo público. Previamente se había establecido un triángulo amoroso entre Emma, Nelson y W. Hamilton (admirador de Nelson), aún más escandaloso. Los dos amantes no sólo no se someten a las normas convencionales, sino que las desafían al no ocultar su amor, que viven sin disimulos. La fuerza dramática del film se apoya en la desenvoltura y naturalidad de un amor prohibido, la notoriedad de los protagonistas, el rechazo social que provocan, la dudas del Almirantazgo y la fragilidad de un amor imposible. El componente escandaloso de 1941 es difícil de imaginar en el marco de una sociedad desligada de prejuicios, que ha incorporado el divorcio, las parejas de hecho y el triángulo amoroso, como parte de la normalidad. Con todo, la obra conserva una gran fuerza dramática. Son destacables la escena del cierre de cortinas (símbolo del final de la historia de amor), la arriesgada decisión de Nelson de dar protección y refugio a los reyes de Nápoles y la escena final.
La música suma una partitura original de M. Rozsa, de ecos militares, triunfales y épicos, fragmentos de Mozart (ópera Don Carlo y melodías de acompañamiento) y canciones populares de los marinos ingleses. La fotografía, de Rudolph Maté, construye una narración brilante y rica en matices, con encuadres picados, travellings laterales, tomas largas y movimientos de alejamiento. Se beneficia de unos soberbios decorados (V. Korda) y de un magnífico vestuario (René Hubert). El guión incorpora diálogos bien construidos y establece una narración en flashback que permite comenzar por la escena final. La interpretación de V. Leigh y L. Olivier, amantes en la vida real, trasmite naturalidad, verosimilitud y sinceridad. La dirección construye una obra emocionante y absorbente.
Y no toda película clásica tiene que gustarnos a todos los amantes del género. Como todo en la vida, las hay de todas formas, sabores y colores.Igual que en las democracias, el libre pensamiento y la libre opinión es lo que hace maravilloso y enriquecedor el mundo del cine a la hora de apreciar o no una película. El principal argumento, que dispuse para el visionado de ésta en particular, fue la pareja protagonista. Y es que, un cartel encabezado por la hermosa y dulce Vivien Leigh con su segundo marido, el amor de su vida y talentoso Laurence Olivier, pensé que era suficiente prenda de garantía, y que de ahí, sólo algo bueno podía ver. Finalmente, confieso, que sus dos horas de duración se me hicieron muy largas y que fue un reto no quedarme dormido hasta llegar a ver el letrero de The end. Destaco, eso sí, la puesta en escena, el maravilloso vestuario, la química evidente entre esos dos monstruos de la actuación.Pero la cinta cae en tramos donde los diálogos resultan pesados y hasta en momentos tediosos, lo que dificulta tener la concentración necesaria para valorar y comprender la trama que se nos presenta.Además, su final, a pesar de que la historia se basa en hechos y personajes históricos, y de que el director toma como hilo conductor un flashback donde la protagonista narra los acontecimientos de la historia de amor que vivió con un oficial de la armada inglesa, me resultó abrupto, por decir lo menos, como si se notara el afán de darle un terminado a una historia que de ante mano, se estaba alargando. De todos modos, es confortable observar la capacidad de la pareja de actores en mención, y ello, sirve de excusa para que sus admiradores, dentro de los que me incluyo, la vean como un grato recuerdo de ver juntos a las dos leyendas. Eso sí, no recomendable para horarios nocturnos ya que puede haber el riesgo de no terminarla de ver.
Para los amantes del cine clásico este film no puede pasar sin ser visto. La película aprovecha la química existente entre Vivien Leigh y Laurence Olivier (amantes fuera de la gran pantalla) y nos narra una historia de amor prohibido pero sin embargo que desprende naturalidad e inocencia. Los hechos importantes que narra el film están basados en la realidad, al igual que el romance entre Lady Hamilton, esposa del embajador inglés, y Lord Nelson, uno de los mayores marinos de la historia.
Para todo el que quiera pasar un buen rato disfrutando de dos grandes interpretaciones la recomiendo cien por cien.
Intenso melodrama en el contexto de las guerras napoleónicas rodado en plena segunda guerra mundial – lo que se nota en algunos momentos de exaltación patriótica evidentemente relacionados con los aconteceres del momento y que al parecer chiflaban al canciller Churchill- que relata la vida de Lady Hamilton, esposa del embajador británico en el reino de Nápoles, como amante del almirante Horatio Nelson. Basada en hechos históricos y con una magnífica puesta en escena de Alexander Korda y una más que cuidada producción artística de su hermano y también director Vincent, directores ambos que manifestaron siempre una notable tendencia a la elegancia y a un cierto esteticismo, del que esta película es un claro ejemplo, cuenta con la matizada fotografía en blanco y negro de Rudolf Maté –que posteriormente se pasaría a labores de dirección- y la magnífica iluminación y puesta en escena presente especialmente en las escenas del palacio de Nápoles. Producto de calidad rodado en Hollywood, cuenta como gran baza con la magnífica interpretación de la pareja de moda del momento, Lawrence Oliver y Vivien Leigh. La interpretación de Nelson por parte de Olivier es, sin lugar a dudas, muy notable pero poco puede hacer frente al torbellino de una de las mejores interpretaciones de la errática carrera de Vivien Leigh, a la altura de algunos de sus más celebrados papeles – como Gone with the wind (1939) de Victor Fleming o A streetcar named desire (1951) de Elia Kazan-. Magnifica escena final –todo ha terminado, abajo el telón- para una gran película.
Melodrama de exquisita factura en el que las señas de identidad del buen cine (ambientación, sentido del ritmo, banda sonora, capacidad de fabulación, fotografía, etc.) se ponen al servicio de un argumento excelente que en la pantalla cobra visos de trascendencia.
La acción bélica, el romance, la intriga y el drama se dan la mano para que A. Korda dirija a V. Leigh y a L. Olivier en sendas interpretaciones magistrales.
Las transiciones son brillantes, la utilización de recursos técnicos y materiales roza lo modélico, la distribución de los tiempos y la administración de la intensidad fílmica resulta admirable y por eso el resultado final se aproxima mucho a la perfección.