La vida útil
Sinopsis de la película
Jorge tiene 45 años, vive con sus padres y trabaja en una cinemateca desde hace 25 años. Desempeña tareas técnicas, de programación, y conduce un programa de radio sobre cine. La cinemateca está en una situación cada vez más crítica y Jorge, que nunca ha trabajado fuera del cine, se queda sin empleo. Jorge debe cambiar su modo de ser para adaptarse a un mundo nuevo. Quizá el cine lo ayude a sobrevivir, después de todo.
Detalles de la película
- Titulo Original: La vida útil
- Año: 2010
- Duración: 67
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Opinión de la crítica
Película
6.2
73 valoraciones en total
Es una pena que una idea tan brillante esté resuelta de manera tan amateur.
No hablo de los medios en sí ya que está demostrada la eficacia de propuestas independientes. Hablo de medios humanos no de las limitaciones del envoltorio. Esos recursos netamente personales (referidos a persona como entidad física) se personifican en el protagonista y actores secundarios. Como trabajo universitario o educativo una colaboración de un crítico de cine real como Jorge Jellinek sería hasta sentimental (algunos medios lo han señalado como la gran revelación de la película). Sinceramente es uno de los motivos personales por los que la propuesta de Federico Veiroj queda alejada de un plano real y que me permita empatizar con la misma. Mucho peor sale parado Manuel Martinez, director real de la cinemateca. Y es que todo ese juego metaficcional podría resultarme válido en un entorno de documental ficcionado o que los propios personajes pretendieran dar una visión de una propia película dentro La vida útil.
Es cierto que el filme de Veiroj, como una película propia de festivales, con la colaboración de actores no profesionales supone un reto inteligente para el cineasta. En La vida útil resulta inútil cualquier intento ficcional ante un personaje patoso (en el peor sentido de la palabra), rígido y forzado (en el peor sentido de la palabra) y escasamente natural (en el peor sentido de la palabra). Obviamente con este material Kaurismäki realizaría una película ganadora de una Palma de Oro pero los uruguayos no tienen, al parecer, esa inexpresividad finlandesa. Hay rasgos allenianos en la obra pero no tiene una comicidad explosiva. Hay guiños continuados al cine pero tampoco se ciñe al juego de ver si se exhibe Avaricia de Erich von Stroheim o esa continuada referencia a Vivir de Kurosawa como cofre de esa llave que puede abrir el futuro. No se trata a veces de analizar el cine, plano por plano, tal y como nos retrata Martinez sobre Alexander Nevsky. A veces se trata de vivirlo.
¿Qué habita, pues, en una película que no resulta tan útil? Una idea, una buena idea… con un buen personaje que ha vivido y cedido toda su vida a las películas y que al quedar apartado de las mismas tiene que, a nivel empírico, sobrevivir con el material aprendido. Y es ahí donde el espíritu chaplinesco aparece como un inexistente cambio de imagen (vaya corte de pelo mal pagado). Como esa cinemateca urugaya al proyecto le falta cash para contratar a un buen asesor de casting.
Una cinemateca en cuidados intensivos, es el lugar de trabajo de un hombre de 45 años llamado Carlos, quien al verse despedido del lugar sagrado para la proyección de films, los espectadores nos preguntamos donde estuvo y donde está la vida útil, de este buen hombre, para una conmemoración y declaración nostálgica de la fascinación de la imagen.
¿Hasta qué punto, es útil una vida dedicada a cualquier oficio y en especial a Carlos y su cinefilia? Este concepto, bastante sencillo, es la idea brillante de la cinefilia que poseen una gran mayoría de los mortales. Entro al cine no sólo para encontrar y encontrarme con ¿la vida?, sino que el cine o la vida (o viceversa) proporciona soledades acompañadas.
Sin embargo, y tomando como punto de partida a Lacan, el cine posee estructuras de fascinación suficientemente fuertes como para permitir pérdidas temporales del ego y simultáneamente reforzarlo. En el fondo creo que esto fue lo que le sucedió al protagonista del film.
Pero más allá de esta lectura, la película uruguaya deja la sensación que los habitantes de la salas de cine, siempre estarán buscando ese rincón de emociones. Y es que la escopofilia (instinto compulsivo hacia la contemplación placentera, estudiado por Freud), es así.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
Poco dinero, actores amateurs, una historia sobre el amor al cine y el no cambiar. La idea es buena pero se necesita más. ¿Por qué?
Nos deja la sensación que podía habérselo currado algo más, y no me refiero a una cuestión de más medios o mejores actores, simplemente que no se puede ir por la vida de no tengo nada y quiero hacer una obra de sentimientos y para eso utilizo el blanco y negro o un actor principal que da miedo sólo verle (no sólo por su actuación comedida y sin grandes aspavientos (la historia lo pide)). Un perdedor que necesitaba algo más de un actor que no empátiza con el público ni con la historia.
Uruguay no es un país escandinavo y no es creíble que todos los personajes sean tan apagados, grises, sin un apéndice de vida.
El paso de una vida rutinaria a una vida diferente me suena artificial. Es un buen intento y una buena historia pero necesita más para rematar lo que podía haber sido algo más.
La vida útil parte de una gran idea. Ante el cierre de una cinematéca (mostrada de una manera muy nostálgica, dejando entrever aquello que fue y ya no es) uno de sus empleados en lugar de caer en la depresión reinventa, en unas horas, 25 años de su vida. La película en su último aliento vital apuesta por la vida y no por la muerte.
El problema del film es que durante sus primeros 45 minutos utiliza una narración exasperada y lenta que ni exacerba detalles ni construye grandes personajes. Durante ese tiempo se regodea en la destrucción de la institución como metáfora de la destrucción del mundo por el capitalismo, la dicotomía entre la vieja y la nueva cinefilia, entre lo digital y lo analógico y la ya casi vida inutil de sus miembros.
Pero de pronto suena Leo Masliah (los caballos perdidos) y la película comienza a tener un ritmo impensado. Su protagonista se transforma, la banda de sonido pasa a estar compuesta por segmentos de bandas de sonido de viejas películas clásicas y llega a su pico narrativo cuando el protagonista, sin mas razón aparente que esa transformación, se hace pasar por un profesor y relata partes del monologo de la mentira de Mark Twain ante algunos futuros abogados. Finalmente, en su nueva vida tenemos la seguridad que el hombre será feliz, la cuestión es que uno, como espectador siente que antes, en su rol de cinéfilo, de empleado gris, no lo era.
Surgen entonces un montón de preguntas: sirve de algo seguir viendo películas?, tiene sentido la cinefilia?, para que generar una narración sin ritmo, lenta, aburrida?, el cine americano ya gano?, la industria ya gano?, si algo no da ganancia no sirve?, que es la cultura?, aunque uno trabaje en el lugar más hermoso del mundo si no hay amor la vida tiene sentido?. La película nos grita a la cara que trabajar solo en relación a nuestra vida útil en una actividad no tiene sentido. Quizás ya sea hora de sublevarnos.-
Me parece una película que corre sobre un borde extraño, un lado patético y un lado sublime. Es patético, en el sentido de excesivo y que da un poco de vergüenza ajena, cuando él ensaya cómo invitarla a tomar un café. No hacía falta, sobra el lugar común. Sin embargo, hay varios momentos del lado especial, muy bellos: las butacas desajustadas, la escalera, el discurso sobre la mentira, la biblioteca-cinemateca. Todo está empujado un poco más allá de donde debiera, hay una torsión innecesaria, y adhiero a lo que algunos en otras críticas dicen: personajes tan grises no existen, son solamente pretextos cinematográficos, como maquetas. Bartleby es genial. El personaje aquí es un remedo casi inexistente, puro artificio. De todos modos es un buen film, a pesar de sus manierismos. Acné me gustó mucho, aquí me decepcioné un tanto. Creo que Mundo grúa, de Pablo Trapero, es un ejemplo de las virtudes de cómo encarar personajes grises, en blanco y negro también, y darles color y presencia viva.