La venganza de Jane
Sinopsis de la película
La joven Jane está casada con uno de los tipos más peligrosos del oeste. Un día, su marido regresa a casa con ocho heridas de bala. La banda del cruel Bishop lo ha acribillado. Sobrevive, pero sabe que es cuestión de tiempo que Bishop y sus chicos vengan a rematar la faena. Jane decide no esperar a que vengan e ir directamente a por ellos. Con la ayuda de un enemigo acérrimo de su marido, un hombre enamorado de ella, Jane irá a enfrentarse a la banda de delincuentes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Jane Got A Gun
- Año: 2016
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
5.4
96 valoraciones en total
O, en su defecto, su pistola.
No es La Venganza de Jane. Natalie Portman no sale a buscar la sangre de nadie, y no hay satisfacción ninguna en todo el camino.
Esto no es el relato glorificado de una mujer que un día dijo basta, sino más bien la historia crepuscular de una esposa/madre/ama de casa que se cansó de huir de los fantasmas que no dejaban de perseguirla.
Ahí es donde está su mayor virtud y a la vez su mayor falla: Jane vive tranquila en su rancho familiar hasta que un buen día el pasado la alcanza, y pudiendo correr esta vez no lo hace. Pero no es mucho más que eso.
La propuesta es tan árida que impide que nos acerquemos a las personas que la pueblan, y en su lugar solo aparecen arquetipos, hombres arrepentidos y una mujer de mirada dura pero doliente, como tantas veces hemos visto en el Lejano Oeste.
Un Oeste despoblado de otras mujeres que no sean prostitutas o índigenas, siervas de hombres, que recalcan la independencia de esta mujer que ha logrado, a su manera, hacerse una vida a la que puede llamar propia.
No se escapa este ángulo de la historia en la visión general: Jane es una superviviente en un entorno que pese a las apariencias nunca la ha dado una mano para sobrevivir. Es la máxima expresión de que una mujer todavía puede vivir como ella quiera, aún cuando muchos no lo piensan así.
Por eso probablemente sean más fuertes, más terroríficos, los momentos en los que dicha independencia se ve amenazada, como cuando un rastrero criminal intenta violarla, queriendo tumbar su fachada de mujer curtida en condiciones adversas. Se trata de un instante de genuino pánico, porque atenta directamente a una muralla cuidadosamente construida, y porque por una vez somos capaces de atisbar en Jane el ser roto que una vez fue.
Es un oasis entre un mar de tiempos muertos, que confunden contención con tranquilidad, y artificio por fuerza. Nunca nos llega a dar miedo la banda del supuestamente temible Bishop que la persigue, porque nunca llega Jane a temerles, y es imposible que Ewan McGregor en traje con sonrisa divertida llegue a caer mal.
Dan Frost se convierte así en la única ancla emocional que permita algo de interés en esta pequeñita historia: un antiguo conocido de Jane, que pasará a desvelarse como algo más a medida que se estrecha el cerco de Bishop.
Es imposible no sentir, primero su gruñona disposición, su seca comprensión, y más tarde su pena callada por las oportunidades perdidas. Si Jane es el símbolo de la mujer independiente en este desierto, él deberá ser la viva imagen del hombre fronterizo acosado por un pasado que se le escapó de las manos.
Sus recuerdos con Jane están llenos de un sol cálido y vegetación paradisíaca: todo lo contrario del yermo secarral que la vida les ha acabado dejando.
Es esa pequeña intrahistoria la que atesora el verdadero punto fuerte de un por otro lado rutinario asedio, que no consigue ser crudo ni salvaje, dejando la sensación de que a nadie le interesaba demasiado.
El final incluso parece dar un paso atrás sobre todo el camino andado: ni sufrimiento ni asunción de errores, más bien todo lo contrario. No seré yo el que niegue el derecho de Jane a llevar la vida que ella quiera… pero me parecía más fascinante cuando la vimos determinada y luchadora que cuando es simple víctima de unas circunstancias contra las que se supone se quería rebelar.
Inconscientemente solemos asociar el western con la venganza. Y de eso va la película, algo que no esconde en ningún momento. La novedad se centra en aquí el papel protagonista y el personaje central de la historia es una mujer, y a su alrededor gira la vida del resto de personajes. Normalmente, en el western, la mujer había ocupado un lugar secundario en la historia, algo que está cambiando en los últimos años.
Mary es una mujer casada con un miembro de la banda de Bishop, Hammond, y ambos son perseguidos por haber abandonado dicha banda de forajidos. Unos años después encuentran a Hammond que escapa herido, y Mary no tiene más remedio que pedir la ayuda de un antiguo prometido que vive cerca.
Mediante una serie de flash-backs, bien construidos, vamos conociendo porqué los personajes han llegado a este punto, y que rencores secretos ocultan todos ellos.
Lo mejor son sus últimos quince minutos, cuando Bishop y su banda asaltan la granja donde se esconden Hammond, Mary y su antiguo novio.
Un western sencillito, que no aporta nada nuevo al género, cierto, pero que hace las delicias de quienes gustamos de este tipo de cine.
Llevamos haciendo esta pregunta más de 30 años, más o menos el mismo tiempo que llevamos preguntando si la novela ha muerto, o si el teatro ha muerto. Quiero creer que cuando lanzamos esta pregunta al aire estamos pensando en la época dorada del género, es decir, mediados del siglo pasado. Si es así, la respuesta es sí, el western ha muerto. Por lo menos, ese tipo de western. Obviamente ya no se hacen esas películas del oeste que dirigía Ford, Mann, Hawks, Walsh…básicamente porque era otra época, otro estilo de producción, en definitiva, eran unos condicionantes totalmente distintos a los actuales. Sin embargo se siguen haciendo películas que se encuadran en ese género, algunas de calidad, en cuyo caso la respuesta sería no. No ha muerto el western. Inevitablemente me viene a la cabeza mi adorado Tarantino y su maravillosa Los Odiosos ocho, pero lo cierto es que ni la producción es tan abundante como lo fue en su época dorada, ni la calidad es tan buena salvo algunas honrosas excepciones.
La venganza de Jane, en mi opinión, no es una honrosa excepción, lo cual me genera dos problemas muy gordos, uno como espectador y otro como redactor. Como espectador, el problema que me genera es que me aburrí soberanamente. La película dirigida por Gavin O¨Connor (Warrior, Cuestión de honor, El milagro) tiene una historia muy plana que avanza con una lentitud exasperante y que unos innecesarios flashbacks aún ralentiza más. Como redactor, el problema que me genera es que ya está todo dicho y el jefe me exige un mínimo de extensión en el texto, así que hablando de planas, tengo que decirles que el grupo de ruidosas veinteañeras que compartían fila conmigo en el cine no lo eran para nada, aunque eso es anecdótico e irrelevante para lo que les quería contar. Durante todo el año estamos suspirando porque la gente vaya al cine, porque crezca el número de espectadores, porque las taquillas reflejen cuantiosos beneficios que salvaguarden el futuro de la industria, pero va siendo hora de que exijamos respeto y educación en el público. La mayoría de los que estábamos en la sala sabíamos que La venganza de Jane estaba protagonizada por Natalie Portman y los que no lo supieran lo vieron en los créditos iniciales o la reconocieron en cuanto apareció en pantalla. Resulta bastante molesto que la pedorra sentada 6 asientos a mi izquierda le gritara enfebrecida a su compañera ¡Mira! ¡Natalie Portman y que esta se lo dijera a la otra y así sucesivamente hasta llegar a la que estaba a mi lado que se giró hacia mí y se encontró con una mirada asesina que hizo que se cortara la cadena. Una Natalie Portman, dicho sea de paso, que como productora del film pretende componer un personaje duro y curtido del salvaje oeste para lucimiento propio pero que está mucho más cerca de la Sra. Ingalls de La casa de la pradera. La acompañan Joel Edgerton (Black Mass, Zero Dark Thirty), Noah Emmerich (que debutó en Beautiful girls y ahora lo tenemos por series televisivas como The americans) y Ewan McGregor que no necesita presentación ni referencias y que en esta ocasión se encuentra muy lejos de su nivel interpretativo habitual dando vida al villano de la historia pero que no da miedo ni infunde respeto alguno.
Bueno, que no les aburro más. Solo una curiosidad sobre las tremendas dificultades del rodaje de esta película que, obviamente poco han ayudado al resultado final. La directora inicialmente elegida era Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin) y el papel que interpreta Edgerton estaba pensado para Jude Law. La salida el primer día de rodaje de Ramsay y su sustitución por O´Connor provocó que parte de su equipo artístico y técnico abandonara también el proyecto, incluyendo a Dairus Khondji, su director de fotografía y al propio Jude Law. No sé si el resultado final de la película hubiera sido más satisfactorio, pero estoy seguro de que mis pedorras vecinas se hubieran gritado unas a otras ¡Mirad, es Jude Law!. ¡Qué cruz!
VALORACION:
Banda sonora: 4
Fotografía: 5
Interpretación: 5
Dirección: 4
Guión: 3
Satisfacción: 3
NOTA FINAL: 4
La venganza de Jane es uno de tantos westerns que están apareciendo últimamente (como Slow West), que pecan de ritmo lento y falta de interés en su trama.
¿De verdad es interesante el viaje de esta mujer, Jane, para vengar a su marido? Curiosamente, lo más interesante es su relación con su antiguo amante. Lo demás es un relato de venganza con algún que otro tiroteo (no muchos) que no aporta ninguna tensión ni emoción al espectador. Los personajes dan igual, su destino no nos importa, y apenas están caracterizados. Con todo, se las apaña para ser mínimamente entretenida y se pasa en un suspiro, a lo que ayuda su ajustado metraje.
Entre los actores, dejando de lado a un Ewan McGregor casi irreconocible que se ve que se lo está pasando pipa con su personaje de malo malísimo, el mejor es Joel Edgerton, que es la personificación del típico hombre Oeste, un tipo de pocas palabras (muchas veces murmuradas), inquebrantable honor y compromiso y apabullante masculinidad. Natalie Portman es una gran actriz, y nadie debería cuestionar eso cuando ha hecho interpretaciones como las de Closer o Cisne negro, pero por desgracia para ella, no sirve para todo ni se adapta igual de bien a todos los géneros. Esta es una de esas ocasiones en las que la actriz se ha metido en un fregado en el que no sabe muy bien cómo moverse, entre otras cosas porque no le pega ni con cola un rol como el de Jane. Su aspecto es demasiado delicado, ella va demasiado estupenda todo el rato (¿tenemos que creernos que una mujer sencilla de esa época y viviendo en esas condiciones va siempre tan limpia y preciosa?) y en ningún momento logra dar con el punto de dureza que requería la cosa. Lo salva, claro que lo salva, porque talento tiene para dar y tomar, pero no está cómoda ni con el tono de la cinta ni con nada, y se nota.
En definitiva, un western pasable, pero poco estimulante.
Lo mejor: Joel Edgerton
Lo peor: Simple y llanamente, la historia no es demasiado interesante
La ambientación es la base de un buen Western y éste la tiene. Los personajes también, desde luego, y éste los tiene. Natalie está fantástica en su rol con sombrero y vestimenta. Los revólveres son buenos, de marca. Y una buena venganza en el Western es lo clásico.
Lo que hay que decir es que si no te gusta andar con flashbacks para contar la historia, entonces da un paso atrás, no se estila mucho en el Far West pero se puede pasar por alto siendo un poquito indulgentes, lo que pasa es que ralentiza el ritmo y eso es malo. La historia de amor también es importante, y aquí la hay. Será mejor o peor, más bonita o más tontorrona, el caso es que la hay.
Y quedan los tiros. Obligados, lógicos, normales, comunes… Y más en una venganza. Pero en spoiler.