La trastienda
Sinopsis de la película
El doctor Navarro, un conocido médico, se siente fuertemente atraído por Juana, su enfermera, la cual está también enamorada del doctor. Este, sin embargo, se mantiene fiel a su esposa y trata por todos los medios de evitar que sus relaciones con Juana traspasen los límites profesionales. Para ello ordena que la enfermera sea destinada a otro hospital. Este hecho empuja a Juana a tomar la inciativa y le lleva a provocar al doctor.
Detalles de la película
- Titulo Original: La trastienda
- Año: 1975
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
4.3
47 valoraciones en total
Pues la verdad es que yo ví este largometraje porque soy un enamorado de la ciudad de Pamplona y de los Sanfermines, ciudad y fiestas en las que se enclava esta película. Y para rememorar esos momentos alegres la película no va nada mal, pues se reconocen perfectamente algunas localizaciones imprescindibles de la vieja Iruña, como la plaza consistorial o la plaza de toros en pleno bullicio festivo, sin olvidar que se enclava en la época del momento: mediados de los setenta.
Aunque la película tuvo repercusión por ser la abanderada del destape en España, podemos conceder la oportunidad al argumento, más allá del tetamen, del muslamen y del felpudismo y reflexionar sobre las repercusiones de la hipócrita moral religiosa.
La historia nos presenta las tribulaciones morales de un santo varón, el doctor Navarro, esposo amantísimo, más que ferviente católico y respetuoso miembro del Opus Dei a la que su subordinada, la bella enfermera Juana quiere seducir a toda costa, sufriendo a la postre lo suyo.
El ambiente festivo que le rodea le toca de soslayo, y procurando centrarse en sus obligaciones en el hospital, en su matrimonio y en la iglesia, el doctor Navarro es incapaz de medir lo que sucede a su alrededor. Ni se imagina los acontecimientos que se le vienen encima. Y hasta aquí podemos leer…
La trastienda ha pasado a la pequeña mitología del cine español por ser la primera película hispana en la que aparecía un desnudo femenino integral, el de la preciosa Mª José Cantudo. Sin embargo este detalle, que la ayudó en su época a ser un gran éxito de taquilla, ensombrece otros méritos de una película mucho más valiente de lo que parece, y que encerraba una crítica al Opus Dei insólita en aquellos tiempos.
Una pena que Jorge Grau, su director, no se atreviera a llegar más lejos en sus planteamientos, y que su puesta en escena sea bastante mediocre y coyuntural, acercándola en algún momento al llamado cine de destape tan frecuente a partir de esos años, ya que el material del que partía podría haber dado mucho más de si. Con todo una película curiosa y recomendable, en la que se plantean valientemente temas tabú hasta muy pocos años antes, y que merecidamente tiene su pequeño hueco dentro de lo mejor del cine español de los años 70.
Por cierto, ambientar la trama en medio de los San Fermines pamplonicas, también le da un interés añadido…
Casi sentenciado el fin de la Dictadura y con los primeros soplos de democracia aún débiles, España empezó a experimentar cierta liberalización en su cine que no se concretaría hasta un par de años más tarde con el fenómeno del destape. Pero la película que empieza tímidamente a trazar esa línea entre lo púdico e impuro es La Trastienda, magna celebración para todo ojo avizor tentado en su objetivo a fijarse en cuestión de segundos al cuerpo de María José Cantudo mientras mordisquea el fruto del pecado en una de las ciudades donde más se respira el ambiente más Opus Dei, Pamplona con sus Sanfermines, son el foco de atención de ésta relativa y casi imposible historia de amor condicionada por la religión.
El doctor Navarro (interpretado por Frederick Stafford, que protagonizó en 1969 la épica cinta de espionaje de Alfred Hitchcock Topaz) vive con su esposa Lourdes (Rosanna Schiaffino) y su hijo Jaime (Pep Munné) en lo que parece ser la relativa calma de una familia estable. Aunque el doctor siente una atractiva compasión hacia Juana (Maria José Cantudo), una enfermera hasta que se enamoran. Su dilema hacia su Fe en Dios y sus credos se tambalean al ver posicionado su compromiso como miembro del Opus Dei.
Film polémico en su momento no por su acercamiento al cine erótico si no por meter el dedo en la llaga hacia dicha institución eclesial en unos momentos de cambio que se pedían a gritos, ya que la Iglesia (muy arraigada al gobierno franquista) empezaría a perder protagonismo en los años posteriores. El film de Grau goza también de excelentes secuencias que muestran las Fiestas de San Fermín en todo su esplendor.
Lo mejor de esta mediocre película, coyuntural y oportunista es sin duda, su digresión exhaustiva de un acontecimiento popular de fama universal como son las Fiestas de San Fermín en Pamplona. La historia de un triángulo amoroso entre un médico militante del Opus Dei, su esposa y una joven enfermera de su consulta, una especie de fábula moral sobre una sociedad conservadora sin desenmascarar los valores que presuntamente pretende criticar, la hipocresía moral en la sociedad del momento y una velada alusión a la orden religiosa. Las mencionadas fiestas, ampliamente recreadas en toda su idiosincrasia, es también protagonista por el clima moral de libertad y alegría que proyectan sobre unos personajes mediocres que no transmiten empatía.
La ambigüedad del discurso, voluntariamente indefinido se sumerge en una narración en la que nos presenta a Frederick Stafford en un marido metódico y ordenado, profesional consciente de sus obligaciones que vacila entre la legalidad y la estabilidad que le ofrece su esposa encarnada por Rosanna Schiaffino y la aventura libre y apasionada que le ofrece la joven y atractiva María José Cantudo, que el film utiliza como reclamo erótico para atraer al espectador, muy de moda entonces (el despape) con desnudos atrevidos. En este mar de dudas, en esta dicotomía entre el orden y el amor, ambas alternativas están trucadas. Por un lado, el lío con la enfermera está presentado como un flechazo de pasión, separado por muchos años de diferencia. Es por ello que la relación tiene un marcado carácter aventurero que el espectador puede aceptar la renuncia como algo lógico.
La continuidad matrimonial, por otro lado, tampoco se ofrece como algo sólido en la medida en que el espectador sabe de las andanzas de la esposa, que sólo respeta las convenciones. Ante la imposibilidad de sinceridad en las dos opciones cobra fuerza una tercera: el Opus Dei. El médico pertenece a esa orden religiosa y posee un Mercedes como prueba de su estatus económico. Y lo cierto es que el Opus aparece como un ideal de perfección, como una doctrina únicamente moral, desprovista de toda vertiente política directa, cuando todos sabemos de su influencia en el Régimen a punto de finalizar. Con ello lo que se logra es que la tercera fuerza en discordia adquiera una dignidad un tanto confusa, más debida a la debilidad de las otras dos alternativas que a sus propios méritos. El sacerdote intenta convencerlo para que continúe en la obra como objetivo final de espiritualidad.
Por supuesto, el cineasta Grau y el productor Frade, no se atreven a ir más allá de justificar la orden. El film parece decantarse por el Opus, además de establecerse a partir de un juego de tensiones que cuentan con una larga tradición dentro del drama burgués con la omnipresente fiesta sanferminera como marco geográfico-temporal. La fiesta equivale a la ruptura del convencionalismo y favorece una simbología donde parece que por unos días, los que dura la fiesta, todo puede suceder. Una vez cantado el Pobre de mi…, pues eso, se acabo la fiesta y todo debe volver a su cauce más o menos convencional. Una película que no ha resistido el paso del tiempo, pues su erotismo, una de sus bazas fundamentales ha quedado obsoleto y el resto, una trama caduca y trasnochada.
El escándalo.
Pues sí, tenía más miga de lo previsto, de lo que en sus primeros minutos prometía. No era solo un calentón sanferminero, morbo de usar y tirar con cuernos porno* toreros. No, tampoco un vamos a jugar a los médicos y enfermeras que ya sabemos que se lo pasan bomba entre paciente y paciente.
Más bien, sin renunciar a lo arriba comentado, que nunca viene mal un poco de alegría carnal, acaba apuntando más alto, al retrato de un pelele sideral, un memo de cuerpo entero que el pobre, como caído de una estrella perdida y muy lejana, no sabía que en el juego (da igual el de la vida que el de la religión o el mus) lo de menos es la verdad, la mentira y la madre que las parió, que de lo que se trata es de, como, muy tarde ya, dice el mismo protagonista, su fabricación, de su apariencia, lo que pasó realmente no importa, solo cuenta la versión oficial, aquella que se pueda comprar y vender en el mercadeo de todos los días, o, de lo contrario, si nadie te cree y no tienes fuerza ni habilidad suficiente para imponer tu teoría, tendrás que salir corriendo como mozo asustado en encierro preñado de toros crueles.
El ya añoso caballero descubrirá, un poco tarde el mastuerzo, que nada era como creía.
No muy sutil ni elegante en sus diálogos, situaciones y creación de personajes, bastante ruda y directa en verdad, pero lograda unión de la fiesta (brutal, inclemente e insoportablemente alegre y bulliciosa) con el transcurrir de la historia, buen montaje, sincopado y abrupto, para un oscuro y vigoroso relato que comienza obvio y grueso y acaba en sarcasmo, sátira y corrosión.
Por todo ello, merece la pena, a pesar de sus dejes brutos y agresivos, el resultado finalmente es inteligente, descreído y socarrón.